Autor Tema: El acoso en los cuerpos policiales  (Leído 148030 veces)

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #740 en: 02 de Febrero de 2016, 12:16:32 pm »
Juzgan al ex jefe de Policía de Pinto por acosar a un sargento


Ya fue detenido en dos ocasiones por falsear su currículo y por fugarse de un psiquiátrico


Mañana comienza en la Audiencia Provincial de Madrid el juicio contra Gervasio Villaverde, el que fuera jefe de la Policía Local de Pinto entre los años 2008 y 2013, durante los que protagonizó varios episodios tan polémicos como peculiares.

En este caso concreto, cuya vista oral se prolongará hasta el miércoles, la Fiscalía pide para él cuatro años de cárcel por delitos contra la integridad moral, acoso laboral y lesiones a uno de sus subordinados, el sargento Miguel Ángel Asensio.

Según las conclusiones provisonales de la Fiscalía, Gervasio Villaverde habría abusado durante dos años y medio de su superioridad jerárquica para someter a este sargento a «actos humillantes de forma sistemática, continuada y reiterada», lo que provocó en su subordinado «un sentimiento de inferioridad que quebrantó su resistencia e integridad moral», explica el Ministerio Público.

Fuga del psiquiátrico

Pero éste no es el único episodio esperpéntico que ha protagonizado Villaverde durante los últimos años. De hecho, su caída en desgracia se inició cuando, a mediados de 2013, la Guardia Civil le detuvo tras confirmarse que faslificó su titulación universitaria para acceder a la Policía Local de Pinto, por lo que fue suspendido de empleo y sueldo y apartado de la jefatura del cuerpo. En realidad, tenía estudios de Magisterio, pero se inventó que eran de Criminología porque le daban más puntos para la oposición, por lo que fue acusado de falsedad documental e intrusismo profesional.

Pero la cosa no quedo ahí, ya que justo un año después, a mediados de 2014, se escapó de la unidad psiquiátrica del Hospital del Henares (Coslada) en la que estaba ingresado. Rompió unos cristales y se fugó hasta que, al día siguiente, volvió a ser detenido por la Policía Nacional, como avanzó entonces LA RAZÓN.

Los supuestos abusos que se empiezan a juzgar mañana en la Audiencia Provincial y el falso título que le costó el puesto como jefe de la Policía de Pinto no fueron los únicos problemas que Gervasio Villaverde tuvo en esta ciudad, donde varios empresarios de hostelería también le denunciaron por amenazas, chantajes y represalías en forma de cierre de sus locales.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #741 en: 05 de Febrero de 2016, 18:11:27 pm »
Rechazan el recurso de los policías que vejaron a la exsargento García

El tripartito mantiene los diez meses de suspensión a los cuatro agentes condenados por insultar a su compañera

05.02.2016 | 02:15

P. G. P. La Junta de Gobierno rechazó ayer las tres alegaciones presentadas por los cuatro miembros de la Policía Local -dos mandos y dos agentes- que fueron condenados por la Audiencia Provincial por vejar a la exsargento Mercedes García. Los policías fueron castigados por el Consistorio a diez meses de suspensión de empleo y sueldo una vez que la sentencia por la vía penal fue firme. El tripartito votó contra las alegaciones, que algunos de los miembros de la Junta de Gobierno tacharon de "poco consistentes". Aunque en el seno del tripartito se asume que los letrados de los agentes se han reservado "los argumentos jurídicos de peso" de cara al recurso contra la sanción de diez meses que se espera que presentarán en la vía de lo contencioso-administrativo. Los hechos que han desembocado en este castigo se produjeron años atrás de forma repetida y se centraron en insultos y calumnias a la exsargento, que a raíz de lo sucedido solicitó un cambio de destino.

En un primer momento, los agentes, además de una limpiadora que trabajaba en el cuartel del Rubín, fueron absueltos tras una vista celebrada en la Audiencia Provincial. Pero el Tribunal Supremo ordenó repetir el juicio por "indefensión" de la exsargento, ya que el juez del caso no permitió prestar declaración a muchos de sus testigos.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #742 en: 29 de Febrero de 2016, 15:58:37 pm »
Mobbing en la guardia civil?

Publicado por: Aquí Actualidad 27 febrero, 2016 en Destacado, Nacional | Sociedad

Después de años de acoso y vejaciones, este agente ha ganado el juicio tras denunciar a sus superiores por exponer públicamente sus datos personales.

El cuartel de la Guardia Civil de Langreo, en Asturias, ha sido la casa de los horrores para un agente que se atrevió a solicitar cosas tan normales como una llave para poder entrar al servicio.

¿Mobbing en la guardia civil?

La persecución que ha sufrido el guardia civil J.R.P. comenzó en 2006 cuando es destinado al cuartel de Langreo. Según relata, allí vivió situaciones tan surrealistas como: controles de alcoholemia ilegales, utilización de coches de la Guardia Civil para usos personales de los mandos o ratas campando a sus anchas en la Casa Cuartel y entrando en las viviendas. La lista es interminable, sin embargo cumplió con su trabajo a rajatabla, incluso puso su vida en riesgo encontrándose fuera de servicio. Como resultado, ha sufrido un acoso laboral continuo que ha terminado con destrozar su carrera profesional y su vida personal.

De baja psicológica desde mediados de 2012, al pasar un Tribunal Médico en Ferrol que le reconoce un 10% de minusvalía psíquica, actualmente se encuentra pendiente de asignación de destino. Algo que significa que ha perdido su especialidad y un 35% de su sueldo.

En su acoso, supuestamente, han participado dos Comandantes de la Guardia Civil, uno de ellos, implicado en el caso Gal, así como capitanes, tenientes, sargentos e incluso guardias civiles que veían peligrar su status si apoyaban al compañero acosado. Una historia que al parecer viven todos los días muchos guardias civiles en los cuarteles españoles debido al carácter militar de este cuerpo, una situación que les impide ejercer completamente sus derechos laborales y sociales.
De la tortura psicológica a la exposición pública de sus datos personales.

La gota que colmó el vaso llegó el seis de agosto de 2012, cuando los mandos del Cuartel de Langreo ordenaron exponer en el tablón de anuncios del Ayuntamiento asturiano los datos personales del agente para anunciar uno de los muchos expedientes disciplinarios que le habían abierto. Para ello no utilizaron su TIP —tarjeta de identificación personal—, tal y como ordena la propia legislación de la Guardia Civil para proteger su identidad, sino su DNI. La excusa fue que no le habían localizado, a pesar de que todos sabían estaba en el hospital acompañando a su madre enferma, que se encontraba a punto de fallecer.

Los tribunales le han dado la razón tras una intensa batalla legal que finalizó este 12 de febrero de 2016, pero ha sido gracias a la Agencia de Protección de Datos que ha declarado que la Dirección General de la Guardia Civil ha cometido una falta grave al hacer públicos sus datos personales. La condena es una indemnización de 6.000 euros que, según fuentes próximas al caso, el agente aún no ha percibido.

Ratas, controles de alcoholemia ilegales y corrupción: las razones del acoso.

Las formas de acosar laboralmente a un guardia civil pueden ser muy imaginativas, según ha podido saber Aquí Actualidad, con este agente se emplearon a fondo. Sus mandos llegaban a aconsejar a ciudadanos denunciados por multas de circulación que pusieran una queja contra él, así se sumaban causas para imponerle sanciones disciplinarias.

En una ocasión un Comandante y un Brigada de la Guardia Civil, destinados entonces en Oviedo, facilitaron verbalmente los datos personales del agente acosado a un civil que había presentado una queja contra él. Se da la circunstancia de que eran amigos íntimos de este ciudadano que llego a regalar un arma corta a uno de los guardias.

Las razones de todo este acoso pasan desde situaciones absurdas, como es pedir la llave para ir al servicio, hasta causas muy graves que ponen en entre dicho la labor de los mandos de la Guardia Civil destinados en aquel momento en Langreo. Una de las primeras causas fue algo tan inocente como comentar a un miembro de la Asociación Unificada de la Guardia Civil, que en la casa cuartel de Langreo había ratas debido a su estado ruinoso. La respuesta a este comentario vino del entonces sargento Celso, ahora jubilado que le tachó de “sindicalista de mierda”.

Negarse a participar en actuaciones ilegales le salió muy caro a este guardia civil, como los controles de alcoholemia en los que se realizaban tres pruebas, tras meter al conductor en el coche con la calefacción a tope para que subiera su tasa de alcohol. O controles nocturnos con solo dos agentes, cuando la normativa marca el número mínimo de cuatro guardias civiles en este tipo de dispositivos.

La lista de irregularidades es sangrante, en noviembre de 2013, un oficial fue cazado disfrutando de una cena acompañado de un guardia civil, los dos estaban en horario de trabajo, culparon al agente acosado de que su “juerga” saliera a la luz. El infortunio quiso que ambos fueran descubiertos con evidentes signos de borrachera conduciendo un vehículo camuflado de la Agrupación que usaban para sus reuniones personales. Según algunos vecinos, este Alférez usaba el vehículo habitualmente para sus desplazamientos desde Ribadesella hasta su domicilio en Oviedo, así ahorraba el coste de gasoil de su bolsillo. Posteriormente “escondía” el vehículo camuflado de la Guardia Civil en la estación de autobuses de Ribadesella, de forma que ni lo miembros del Cuartel de Langreo sabían de la existencia de este coche oficial.

Al parecer, cuando estos mandos se veían descubiertos, culpaban al agente J.R.P., que se convirtió en su chivo expiatorio al que castigaban con nuevas sanciones y expedientes.

Lorenzo Bárez, implicado en los Gal y detenido por el caso Lasa-Zabala.

Uno de los protagonistas de este acoso es el Comandante Lorenzo Bárez, un hombre con un pasado oscuro. Estuvo implicado en el caso Gal, por la guerra sucia contra ETA y en 1996 fue detenido en Guatemala por orden del juez Javier Gómez de Liaño tras la paliza sufrida por un testigo protegido del caso Laza-Zabala.

El testigo protegido 1964/S fue secuestrado, torturado y violado apenas unas horas después de que el Ministerio del Interior iniciase los trámites para asignarle escolta. Tras conocerse la agresión, el entonces teniente Bárez declaró a la cadena COPE que no creía que el testigo protegido hubiese sido maltratado “por dinero, cualquier cosa”, dijo, al tiempo que se jactaba de tener información delicada que afectaba al testigo.

Acosado laboralmente a pesar de sus actos fuera de servicio

Éste era el perfil de alguno de los mandos del guardia civil acosado en Langreo, de nada sirvieron sus acciones meritorias, alguna de las cuales se produjeron estando fuera de servicio.

El 1 de diciembre de 2012, el agente, en su día libre, interceptó a un conductor que circulaba borracho en la carretera de Liaño a Olloniego —Asturias—. Puso en peligro su vida al observar que el hombre invadía el carril contrario y estuvo a punto de causar varias colisiones.

En 2014, el mismo agente, estando fuera de servicio, consiguió interceptar a una conductora kamikace en la autopista AS-1 de Gijón que circulaba en dirección contraria y que dio positivo en el control de drogas. Gracias a su acción no hubo que lamentar ningún accidente.

En otra ocasión, en Oviedo, impidió un caso de violencia de género en su día libre. Por todo ello, recibió cartas de agradecimiento en prensa o enviadas a su propio jefe de unidad, no sirvió de nada, jamás recibió una mención o una felicitación.

La justicia le ha dado la razón en solo una mínima parte del calvario sufrido, ahora su situación personal y laboral es precaria tras sufrir, años de insultos, vejaciones y amenazas.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #743 en: 09 de Junio de 2016, 02:46:57 am »
•Detenido este domingo, ya ha ingresado en prisión

El guardia civil acosador: conjuros de amor para atraer a su subordinada


Francisco García Jiménez, el mando de la guardia civil detenido. |E.M.

•Prisión para el mando del Instituto Armado detenido por entrar en casa de su compañera, robarle la ropa interior y echarle veneno en la comida

•Los investigadores encuentran veneno en su taquilla y un disco duro de la mujer. La Fiscalía baraja acusarle de tentativa de homicidio o asesinato


GEMA PEÑALOSA
Alicante
@GemaPenalosa

08/06/2016 03:09

La obsesión de Francisco García Jiménez, el mando de la guardia civil de 42 años detenido en Villajoyosa (Alicante) por entrar en casa de una compañera, robarle la ropa interior e intentar envenenarla, llegó hasta el mundo esotérico.

Nada ni nadie pudo hacerle entrar en razón. En el registro de su taquilla, los investigadores han encontrado conjuros de amor, el matarratas que presuntamente echaba a la comida de su compañera cuando se colaba en su vivienda de la casa-cuartel y un disco duro de la agente con numerosa información e imágenes de su vida privada, esa a la que García quería pertenecer a toda costa. Tal como adelantó EL MUNDO, el mando tenía fijación por ella, motivo por el que le robó numerosas prendas de ropa interior. García ingresó en prisión a última hora del lunes acusado de un delito de allanamiento de morada y contra la intimidad.

Además, según ha podido saber este periódico de fuentes del caso, la Fiscalía está valorando si le imputa un delito de tentativa de homicidio o de asesinato. Su situación es tremendamente complicada.La obstinación del jefe con la agente se remonta a varios meses atrás y para él no fue un impedimento que la mujer estuviera casada y tuviera un niño pequeño.

Trazó un plan para tenerle controlada y saber todos sus movimientos. Hasta quiso comprar su amor a través de conjuros. Ella empezó a sospechar cuando notó que le faltaban varias prendas de su ropa interior. Sucedía a menudo. Después llegó lo de la comida. Olía y sabía mal. La agente la preparaba por la mañana, antes de llevar a su hijo a la guardería.

Cuando salía de casa, entraba Francisco, según consta en la denuncia a la que ha tenido acceso este periódico. Al parecer, el robó las llaves de la vivienda en las dependencias oficiales de la casa-cuartel, donde se guardan las copias. Así campó a sus anchas por el piso.

Ella puso una cámara de vídeo y cuando descargó las imágenes vio a su jefe en su cocina echando un líquido a los alimentos. Denunció. Ató cabos y comprendió que había sido él quien había estado entrando en su vivienda durante meses.

El sábado pasado los compañeros de la Policía Judicial de la Comandancia de Alicante procedieron a su arresto. El lunes, ingresó en prisión.


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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #744 en: 09 de Junio de 2016, 08:49:01 am »
Que zumbado.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #745 en: 15 de Junio de 2016, 06:49:57 am »

Interior creará ‘asesores confidenciales’ para tramitar las denuncias por acoso sexual entre policías


La Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía ha elaborado un borrador de protocolo de actuación frente al acoso sexual y al acoso por razón de sexo en el Cuerpo que prevé el nombramiento de ‘asesores confidenciales’.

La Asesoría Confidencial, como se la denomina en el borrador de protocolo, al que ha tenido acceso Vozpópuli, será el nuevo órgano encargado de recibir y tramitar los escritos y denuncias por acoso sexual y acoso por razón de género en la Policía. Al frente de la misma estará un jefe y tendrá adscritos un número no determinado de asesores que se elegirán tras superar un proceso de selección en el que se tendrá en cuenta su formación en políticas de género y, si no la tienen, se valorará su disposición a recibirla. Además, tendrán preferencia aquellos funcionarios con formación en derecho, medicina, psicología, enfermería y prevención de riesgos laborales.

La formación de los asesores confidenciales, consistente en un curso de cien horas lectivas, versará sobre cuestiones de igualdad entre hombres y mujeres, acoso sexual y por razón de sexo en el lugar de trabajo; formas de prevención y sensibilización; atención psicológica a las víctimas; habilidades comunicativas y gestión de equipos humanos. No obstante, la Asesoría Confidencial podrá recabar el apoyo de especialistas en la materia cuando lo estime necesario.

    Los asesores confidenciales tendrán formación en políticas de género y serán especialistas en derecho, medicina, psicología, enfermería o prevención de riesgos laborales

“La igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres es un principio jurídico universalmente reconocido, pero la realidad nos muestra que la igualdad plena es aún solo teórica –dice el preámbulo del protocolo-. La presencia del acoso sexual y del acoso por razón de sexo en el entorno laboral es la manifestación más patente de la desigualdad real que aún existe en nuestra sociedad (…) En este sentido, todas las recomendaciones coinciden en afirmar que la definición e implantación de una política contra el acoso sexual y el acoso por razón de sexo, a través de un protocolo de actuación, es un instrumento clave para el tratamiento y abordaje del problema”.
Inicio del procedimiento

El procedimiento se iniciará a partir de la presentación de una denuncia o queja por un funcionario del Cuerpo, que podrá ser verbal o escrita y habrá de ser cursada personalmente por la persona acosada o por su representante legal al jefe de la Asesoría Confidencial. Éste procederá al estudio de los hechos y decidirá si admite o no la denuncia, o bien podrá instar una resolución informal cuando se trate de una situación en la que aún no aparezcan hechos susceptibles de ser calificados plenamente como acoso sexual. En este caso se ofrecerá a la víctima asesoramiento y ayuda especializada, y se propondrán pautas de actuación para evitar que las conductas denunciadas puedan terminar convirtiéndose en acoso.

En caso de que la denuncia se admita a trámite se designará un asesor confidencial que recopilará la mayor cantidad de información posible para efectuar una primera evaluación, para lo cual se entrevistará con la presunta víctima, el supuesto responsable y los testigos, si los hubiere. Al finalizar este proceso el asesor emitirá un informe de valoración en el que constará un relato de hechos, las conclusiones, y una propuesta de actuación que consistirá en el archivo de la denuncia o la remisión de lo actuado a la Unidad de Régimen Disciplinario de la Policía para la incoación de un expediente disciplinario por falta muy grave de acoso sexual o acoso por razón de sexo.

Si previamente se hubiesen iniciado actuaciones disciplinarias o penales relacionadas con los mismos hechos el asesor acordará la suspensión del procedimiento mientras se resuelve el expediente disciplinario o las actuaciones judiciales.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #746 en: 22 de Junio de 2016, 07:43:44 am »
juzgado togado militar de sevilla

Mover la cama, esconder las gafas, insultos... así es el 'bullying' en la Guardia Civil

Media docena de alumnos de la Academia de Baeza son acusados de hacer la vida imposible a un compañero porque éste no les dejó copiarse en un examen

22.06.2016 – 05:00 H.

La Academia de la Guardia Civil de Baeza no parece diferenciarse demasiado de un colegio mayor de puertas adentro. Al menos en lo que a novatadas, bromas pesadas y presuntos acosos se refiere. Un alumno del centro de formación del instituto armado acaba de denunciar las vejaciones a las que le sometieron presuntamente media docena de compañeros suyos que comenzaron a darle la espalda a raíz de que el joven, según asegura él mismo, se negó a dejarles que se copiaran en los exámenes que tuvieron lugar el pasado enero.

Tras este detonante, explica el denunciante en el escrito presentado ante al Juzgado Togado Militar Territorial de Sevilla, comenzó una lluvia de ofensas, burlas y humillaciones de los compañeros contra el chico. Según relata la supuesta víctima, los alumnos le insultaban cuando se cruzaban con él "en cualquier lugar del recinto"; escribían en la pizarra el despectivo mote que le habían puesto; grababan locuciones con ese sobrenombre en sus móviles y las ponían por la noche una vez quedaban apagadas las luces; le abrían la taquilla y le escondían las gafas, las lentillas y otros objetos personales; le cambiaban las divisas de posición; le amarraban las botas a la cama para que no pudiera llegar a tiempo a diana por las mañanas; le escondían el macuto o le deshacían la cama y se la cambiaban de sitio.

Desde el citado enero hasta abril, el joven asegura haber estado sufriendo estas bromas pesadas, que se ceñían tanto a los momentos de recreo como a las horas lectivas. La media docena de compañeros, según el denunciante, le sacudían la taquilla para volcar todo lo que había dentro; le cambiaban las prendas de sitio o se las escondían para que no pasara la revista; le ajustaban la correa de la gorra para que cuando se la colocara no le estuviera bien; le ponían parches y pegatinas negras en la chapa de identificación; giraban su mesa y su silla antes de que llegara a clase para que tuviera que ponerla derecha; le metían el cepillo de barrer en la taquilla; o le quitaban el estuche o el móvil en plena clase y lo escondían.

Un día, cansado de sufrir las tropelías de sus compañeros, el chico decidió acudir a su superior, que a su vez contó la historia al capitán de la compañía. Este último, también según el relato del denunciante, ordenó impartir una charla sobre bullying a todos los alumnos de la academia, explicando que este tipo de bromas no sientan bien a todo el mundo, que estaban prohibidas y que la dirección del centro no quería que volvieran a suceder.

Los insultos y las burlas, sin embargo, no cesaron. El denunciante relata en su escrito que los compañeros le veían por los pasillos y le llamaban por su despectivo mote al tiempo que soltaban sonoras carcajadas incluso después de haber asistido a la mencionada charla. La situación, por lo tanto, motivó que el chico volviera a acudir a su superior para contarle que las humillaciones continuaban. El tutor del chaval le indicó que, la próxima vez que ocurriera algo, estaba autorizado para decirles que se exponían a ser sancionados.

El chaval hizo lo que le habían indicado, pero tampoco esto sirvió para apaciguar a sus presuntos acosadores, como relata el mismo denunciante, que decidió entonces pasar a ocupar una actitud más proactiva. El recluta puso su teléfono móvil en modo grabadora, lo metió en su taquilla y le dio al botón de 'record'. Grabó de este modo las voces de los que le volcaban las cosas, audio que posteriormente dio a escuchar a los denunciados para advertirles de que les tenía pillados. El archivo sonoro, aportado a la denuncia que ha interpuesto el abogado Antonio Suárez Valdés, ofrece distintas calidades y este último letrado pretende que el juzgado practique informes periciales sobre el mismo.

Es en el momento en el que los compañeros escuchan el audio, según describe la denuncia, cuando éstos cambian de actitud. Son conscientes de que los superiores conocen la historia y de que ahora la supuesta víctima tiene pruebas, por lo que uno de los presuntos acosadores decide denunciar por su cuenta ante su propio tutor que el chico le había amenazado. Se refería a una ocasión en la que el chaval se cruzó con la media docena de muchachos, que le volvieron a llamar por su despectivo apodo, y a los que respondió el chico: "No me vuelvas a llamar más de esa forma porque la vamos a tener, yo no te he insultado para que me llames así", le soltó a uno de los que le estaban haciendo burlas.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #747 en: 22 de Junio de 2016, 08:23:20 am »
Hay que ser muy cobarde y un mierda para actuar así.


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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #748 en: 22 de Junio de 2016, 15:23:44 pm »
Que se vayan preparando los acosadores por que el abogado que tiene la victima es bueno bueno bueno..........

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #749 en: 22 de Junio de 2016, 15:42:58 pm »
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"No hay hechos, sino interpretaciones" Nietzsche

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #750 en: 16 de Julio de 2016, 08:04:36 am »
cuatro años de terror en el cuartel

Acoso salvaje en la Guardia Civil: viola a una subalterna, la embaraza y la obliga a abortar

La mujer, destinada en la unidad de violencia de género, retiró varias denuncias por miedo a las represalias de su jefe, que le daba más tarea y le cambiaba turnos si no cedía a sus chantajes sexuales

Roberto R. Ballesteros

16.07.2016 – 05:00 H.

El sargento de la Guardia Civil O. M. G. estaba casado, pero su estado civil no era impedimento para coquetear con otras mujeres. Flirteó con una subordinada, una guardia de base, y la cosa fue a más. Ambos mantuvieron una relación sentimental, siempre después de que él comentara en su entorno laboral que se había divorciado de su mujer. Jefe y empleada estuvieron juntos tres meses, entre septiembre y diciembre de 2010. En enero y febrero de 2011 continuaron los encuentros esporádicos entre ambos. Hasta que el sargento decidió confesar a su amante que su mujer estaba embarazada y que, por ello, sentía la obligación de volver con ella y poner fin a esa situación extramatrimonial. En ese momento, dejaron de verse.

Siete meses después, sin embargo, el sargento quiso volver a las andadas. Intentó retomar la relación carnal con su subalterna, pero ésta lo tenía claro: todo había terminado definitivamente. Rechazó la proposición y eso sentó muy mal al reclamante, quien inició un "acoso" constante e "insistente" sobre la chica. Él era jefe del Área de Atención al Ciudadano del cuartel, ubicado en la Región de Murcia, y ella, responsable de la Oficina de Violencia de Género, dependiente del primer departamento, con lo que tenían que encontrarse todos los días.

La persecución comenzó sobre todo en el verano de 2011, cuando el superior jerárquico reclamaba insistentemente a su subalterna "para que mantuviera relaciones sexuales con él". Así lo entiende el Juzgado Militar Territorial número 14, que procesó al sargento el pasado 24 de junio precisamente por este acoso sobre la guardia y tras tener conocimiento de los hechos a través de un escrito presentado por la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), que según la instructora de la causa comenzó a recibir constantes proposiciones vía correo electrónico que ella rechazaba también por este medio "de manera explícita y clara".

Ante la negativa de la chica, los correos comenzaron a tornarse "insultantes, groseros y humillantes", describe el auto de procesamiento, que incluso apunta que alguien intentó 'hackear' la dirección de 'e-mail' de la mujer, como mostraron los diferentes avisos remitidos por Microsoft. Durante varios meses, el sargento intercaló periodos en los que mostraba su deseo carnal y realizaba continuas propuesta sexuales a su subordinada con momentos de "furia" y "enfado" en los que lanzaba "insultos, groserías e improperios" motivados por el rechazo.

En cuanto ella giró la llave, él "entró como un loco" en la estancia y la violó; luego se subió los pantalones y le dijo: "¿Ves como no era para tanto?"

Fue entonces cuando ella comenzó a perder peso y sufrir "trastornos" alimentarios por los que ingresó en Urgencias del hospital La Vega en diciembre de 2011. Pero en seguida volvió al trabajo. Y también su jefe, que se incorporó a principios de 2012 a su puesto tras su permiso de paternidad y que no tardó en volver a acosar a su empleada. Un día, como narra el auto judicial, entró en el despacho, se colocó detrás de ella y le tocó los pechos, momento en el que ella trató de zafarse y le dijo que no la tocara. El sargento, sin embargo, hizo caso omiso a la petición de la guardia, "le sujetó la cabeza y comenzó a besarle el cuello". Las escenas de este tipo "se repetían prácticamente a diario" cuando el hombre advertía que no había nadie en la zona.

En otra ocasión, a la salida del trabajo, "el sargento siguió a la guardia hasta su domicilio y la abordó" cuando esta se bajó del coche. Al verle allí, la chica le pidió que se marchara, a lo que el perseguidor le respondió "en tono amenazante" que abriera la puerta y no montara numeritos. En cuanto ella giró la llave, él "entró como un loco" en la estancia y la violó. Luego se subió los pantalones y le dijo: "¿Ves como no era para tanto?". Desde entonces, narra el auto judicial, fueron "continuos e indeterminados en número (...) los tocamientos, amenazas y accesos carnales" del superior hacia su subordinada, tanto en el trabajo como fuera de él.

Si la mujer cambiaba de ruta para regresar a su casa, él la reprendía. "A tu casa derecha y sin jueguecitos", le recriminaba. Si ella se negaba a acceder a sus deseos, él respondía con mayor carga de trabajo, con cambios en los turnos o amenazas de echarla del puesto, avisos que intimidaban a la guardia, que no olvidaba que tenía un hijo que atender en casa.

Para más inri, la subordinada era la única mujer del departamento. Tan solo durante unos meses hubo otra compañera, que aseguró en sede judicial haberse encontrado "en muchas ocasiones" a la guardia "llorando, sentada en el suelo del vestuario con los pies contra la puerta". "Este cabrón me va a hundir, me voy a tener que cambiar de destino", aseguraba entre lágrimas.

No fueron pocas las veces en las que el procesado se ponía el turno de noche la madrugada del viernes al sábado, cuando abandonaba su puesto para ir a casa de la guardia. Tocaba el telefonillo "insistentemente", ella le decía que se fuera, que iba a despertar a su hijo, pero él no cesaba hasta que la mujer abría. Ella llegó a desconectar el timbre, como confirman sus compañeros, que aseguraron en el juzgado que para ir a verla había que llamarla antes por teléfono.

En julio de 2012, ella se enteró de que estaba embarazada, se lo comunicó a su presunto acosador, pero solo encontró rechazo en él. "Saca eso de ahí, lo quiero fuera, tu no me vas a joder la vida, entérate bien", le gritaba mientras la sujetaba contra la pared. "Y déjate de llantos", le insistía durante unos días en los que cesaron las visitas nocturnas y las que tenían lugar en el vestuario, pero se incrementaron las amenazas para que abortara hasta el punto de que en una ocasión incluso llegó a darle un golpe en la barriga.

Le indicó que sacara dinero del cajero y que fuera a una clínica abortista, que él le iría dando el dinero poco a poco para que no se enterara su mujer. También le dio permiso para cogerse los días libres. Ante la insistencia y las amenazas, la mujer cedió y acudió a que le practicaran un aborto el 25 de julio de ese 2012. A pesar de que ella no confesó a nadie lo de su embarazo, la jueza instructora asegura que existen referencias a ello en los correos que enviaba el sargento a la guardia.

En diciembre de 2012, la compañera de la chica se fue de vacaciones. Ella trataba de no quedarse nunca a solas con su superior, salía por otra zona del edificio o se encerraba en el baño para evitar encontrarse con él. Pedía a otros funcionarios que se esperaran para salir con ellos y comenzó a usar aseos situados en otras dependencias. Ella no podía seguir atendiendo las demandas sexuales del sargento, que volvió a reaccionar con enfados y cambiándole los horarios.

Cuando ella comunicó al presunto acosador que estaba embarazada, solo encontró su rechazo. "Saca eso de ahí, tu no me vas a joder la vida", le gritó

Como consecuencia, durante unos días, la mujer tenía que levantar a su hijo a las cinco de la mañana, llevarlo con ella a su puesto de trabajo, donde el chico esperaba hasta la hora del colegio. Ella le preguntó que por qué hacía eso, pero él se limitaba a responder con malos modos. "Porque lo mando yo", decía el hombre, que también comenzó a cabrearse porque la mujer no le devolvía las llamadas. Él la obligaba a hacerlo cuando le hacía una perdida, pero llegó un punto en el que la chica decidió no contestar. Fue entonces cuando contó lo que ocurría a unos compañeros, que elevaron la queja ante la Dirección General de la Guardia Civil, que sin embargo no abrió expediente disciplinario debido a que ella "en todo momento negó el acoso y los malos tratos" y rechazó interponer denuncia contra el sargento.

El 13 de abril de 2013, según relata el auto judicial, a media tarde, el jefe ordenó a la empleada que fuera a patrullar con él en el vehículo oficial. El sargento condujo hasta un descampado, paró el coche, se desabrochó el pantalón y le sujetó con fuerza la cabeza para obligarle a que la agachara, pero ella opuso resistencia. Al no poder someterla, le golpeó la cabeza contra el volante y le mordió el cuello. Luego la llevó hasta el puesto malhumorado mientras la guardia lloraba. Una vez regresó ella a su puesto, el hombre entró en su despacho y le lanzó sobre la mesa un pañuelo manchado de semen. "Mira lo que te has perdido", le dijo.

Días después, la víctima puso los hechos en conocimiento de sus superiores, pero volvió a echarse atrás ante el temor, según el Juzgado Militar número 14, a que no la creyeran o a provocar un escándalo. Pidió perdón a la teniente C. S. a la que había anunciado lo que pasaba y se negó a denunciar con actitud -según la propia superior- "de miedo, vergüenza y agobio".
La intervención de la Asociación Unificada de Guardias Civiles fue decisiva para que la denuncia fuera admitida. (EFE)

El auto señala califica de "grave deterioro físico y mental" el que sufrió la guardia durante todo el periodo en el que sufrió el acoso, que este afectó a su trabajo y a su familia, que le gritaba a su hijo como no solía hacer, que no podía tragar por miedo a ahogarse, que tenía migrañas, palpitaciones, trastornos dermatológicos, dificultades para dormir, que comenzó a tomar antidepresivos y que "no tuvo alivio terapéutico por no haberse sincerado en las consultas a las que acudió", que únicamente utilizaba para reclamar ayuda sintomática. Según el parte médico, "el acoso prolongado ha desencadenado en ella un estado de ansiedad intenso, de miedo, de terror, que la ha sometido", ha provocado en ella una actitud "insana" y "sumisa" que le impedía aplicar "los mecanismos de defensa adecuados".

Según el escrito del juzgado, el procesado "no da explicaciones racionales y coherentes" a las pruebas presentadas en su contra, como los correos "humillantes y vejatorios, las llamadas telefónicas continuas y no atendidas" o los "cambios de servicios e incremento de tareas a la guardia". "Las presuntas agresiones sexuales denunciadas las define como relaciones tras la ruptura, esporádicas y mutuamente consentidas", explica el auto, que sin embargo concluye que el hombre sometía a la mujer para que esta atendiera sus deseos contra su voluntad "so pena de sufrir un mal mayor que podía ser físico" o que podía reflejarse en su trabajo a través de "cambios de servicios, mayor carga de tareas o pérdida del puesto".

"Las vivencias de terror y la reiteración de ofensas han llevado a la guardia a un trastorno psicológico complejo y grave" y los hechos, según el juzgado -que ha retirado el pasaporte al acusado pero le ha dejado en libertad con cargos-, merecen ser calificados como un delito de abuso de autoridad en su modalidad de trato degradante o inhumano en concurrencia con otro contra la libertad e indemnidad sexuales en concurso con lesiones psíquicas graves y maltrato.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #751 en: 21 de Julio de 2016, 08:37:40 am »
el acoso se mantuvo durante cuatro años
Suspendido el guardia civil procesado por violar y hacer abortar a su subalterna
La Asociación Unificada de Guardia Civiles ha dado una rueda de prensa posterior a la información desvelada por El Confidencial sobre los supuestos abusos de este superior
)
Roberto R. Ballesteros

20.07.2016 – 15:29 H.

El director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, ha suspendido y cesado de sus funciones al sargento O. M. G., procesado por acosar a una subordinada durante cuatro años tanto en el cuartel de Molina de Segura (Murcia) como en la casa de la chica, como contó El Confidencial el pasado sábado. El Juzgado Militar Territorial número 14 le investiga por un presunto delito de abuso de autoridad en modalidad de trato degradante o inhumano, en concurrencia con otro contra la libertad e indemnidad sexual.

Según un comunicado hecho público este miércoles por la Dirección General del instituto armado, la decisión la ha tomado Fernández de Mesa, además de por la "gravedad y afectación individual de la víctima", por la "amplia difusión en los medios" que tuvo la información publicada por este diario y debido a que la noticia "generó un notable desprestigio de la institución". El argumento ha sentado mal a la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), cuyo portavoz, Juan Fernández, ha apuntado que parece que lo único que interesa a la Dirección General es la imagen de la institución.

Según Fernández, que ha protagonizado una rueda de prensa previa a la decisión de Fernández de Mesa, AUGC remitió una carta al director general en octubre de 2015 en la que relataba detalladamente lo que estaba ocurriendo en el cuartel de Molina de Segura. A raíz de esa misiva, ha explicado el portavoz de la asociación, el director ordenó atender psicológicamente a la presunta víctima, pero no apartar al mando procesado. Fernández de Mesa ofreció a la mujer la asistencia de los psicólogos de la Guardia Civil, pero tanto ella como AUGC rechazaron el ofrecimiento. Según fuentes de la asociación, estos profesionales están sometidos al régimen de jerarquía que impera en el cuerpo y la guardia "ya no cree en el sistema y desconfía de la institución".
El director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa (d). (EFE)
El director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa (d). (EFE)

No ha sido, por lo tanto, hasta la publicación de la noticia el pasado sábado y la rueda de prensa de AUGC este miércoles cuando el director ha ordenado el cese del funcionario. En el comunicado de la Dirección General se alega, sin embargo, que "esta misma mañana" se ha "recibido oficialmente el auto de procesamiento del Juzgado Militar" y que ha sido entonces cuando se ha tomado la decisión. El auto, sin embargo, fue firmado el pasado 24 de junio, hace casi un mes.

En la rueda de prensa de AUGC, Fernández y la abogada de la denunciante, Laura Pérez Botella, han explicado la situación que ha vivido la mujer, de mediana edad, que finalmente denunció lo que le pasaba tras haberlo intentado sin éxito dos veces, ya que el miedo provocaba que se arrepintiera en el último momento, según relata el propio auto de procesamiento. El sargento y su subordinada, que trabajaba en la unidad de atención a víctimas de violencia de género, mantuvieron una breve relación consentida durante cuatro meses, pero esta se terminó y el hombre comenzó a proponerle encuentros sexuales a los que ella se negaba.

En una ocasión, tal y como relató este diario, "el sargento siguió a la guardia hasta su domicilio y la abordó" cuando esta se bajó del coche. Al verle allí, la chica le pidió que se marchara, a lo que el perseguidor le respondió "en tono amenazante" que abriera la puerta y no montara numeritos. En cuanto ella giró la llave, él "entró como un loco" en la estancia y la violó. Luego se subió los pantalones y le dijo: "¿Ves como no era para tanto?". Desde entonces, narra el auto judicial, fueron "continuos e indeterminados en número (...) los tocamientos, amenazas y accesos carnales" del superior hacia su subordinada, tanto en el trabajo como fuera de él.

Fruto de estas violaciones la mujer se quedó embarazada y él la obligó a abortar. En julio de 2012, ella se enteró de que esperaba un hijo y, tras comunicárselo a su presunto acosador, solo encontró rechazo en él. "Saca eso de ahí, lo quiero fuera, tu no me vas a joder la vida, entérate bien", le gritaba mientras la sujetaba contra la pared. La situación se alargó durante cuatro años, hasta marzo de 2015 -cuando la mujer tuvo que pedir la baja por problemas psicológicos derivados de estos hechos-, tiempo en el que el sargento llegó a amenazarla con que si contaba algo iba a perder su puesto de trabajo, según cuenta la abogada de la afectada, quien ha admitido que AUGC ofreció la rueda de prensa tras conocer que se había publicado la noticia en El Confidencial, ya que la asociación pretendía esperar hasta la sentencia, dada la "muy delicada" situación de salud de la afectada.

El portavoz de la asociación ha añadido en la misma comparecencia que en el último semestre de 2015 se produjeron en el cuerpo 25 casos de acoso laboral y sexual. Fernández ha criticado también que hasta 2013 no se redactó un protocolo para atender este tipo de casos en la Guardia Civil. Aun así, ha matizado que este protocolo "no cubre las necesidades de acoso sexual" y es "ineficaz en materia de prevención y de garantías mínimas para las víctimas". "Es necesario acometer reformas urgentes en la Guardia Civil para atajar estos casos que siguen existiendo en el cuerpo", ha añadido posteriormente a la rueda de prensa a El Confidencial.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #752 en: 21 de Julio de 2016, 13:29:03 pm »
A mi, personalmente, toda esta historia me parece un poco extraña . . . veremos como concluye . . .

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #753 en: 22 de Julio de 2016, 00:49:02 am »


   La Guardia Civil debería desmilitarizarse, así lo exige la Unión Europea.

  Además, no es normal que los guardias civiles, hombres y mujeres, les tengan tanto miedo a sus mandos y superiores.
  Y se producirían menos casos tan extremos de abusos de poder, como el escalofriante caso de esa compañera,
 y también menos suicidios.
   Los compañeros guardias aceptarian sin dudar, vestir el uniforme que merecen llevar
el apropiado para sus funciones y misiones civiles,
el de la Policía Nacional.

   Pobre mujer. Espero que se recupere algún día del deterioro físico y mental.
   Y que su hijo no deba pagar las consecuencias como víctima indirecta   ;v;
Nací con las manos vacías, moriré con las manos vacías, y he visto la vida en su máximo esplendor, con las manos vacías.
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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #754 en: 22 de Julio de 2016, 08:26:08 am »
La Guardia Civil tarda siete meses en apartar a un sargento al que denunció por violación a una subordinada

    Fernández de Mesa ordena la suspensión de funciones del investigado dos horas después de que la AUGC denunciara en rueda de prensa un sórdido episodio de abusos continuados
    Fue la propia Policía Judicial la que en diciembre acudió a un juzgado militar después de que la asociación de guardias civiles pusiera los hechos en conocimiento de la Dirección General

Alicia Gutiérrez
Publicada 21/07/2016 a las 06:00 Actualizada 21/07/2016 a las 21:27
 
Dos horas después de que la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) relatara este miércoles ante un grupo de periodistas un sórdido episodio de presunto abuso de autoridad en Murcia que incluyó violaciones y luego amenazas a la víctima para que abortase, la Dirección General del cuerpo ha suspendido al sargento denunciado.

La adopción de medidas cautelares ha tardado siete meses desde que, tal como confirmó la AUGC a infoLibre, fuese la propia Policía Judicial la que pusiera en diciembre el caso en manos de un juzgado militar "siguiendo instrucciones de la Dirección General de la Guardia Civil". La denuncia se formalizó después de que la asociación de guardias civiles hubiese enviado a la cúpula del Instituto Armado una carta en la que explicaba lo sucedido.

Por "miedo", la supuesta víctima se había negado durante años a denunciar ante sus superiores el calvario físico y psíquico al que la estaba sometiendo el sargento O.M.G. A tenor de los indicios recabados por el juzgado militar territorial 14, con sede en Cartagena, ese mismo sargento había terminado convertido en su perseguidor tras una breve relación sentimental consentida.

Pero en la causa –admite la AUGC– obran correos electrónicos enviados por él mismo. Y esos correos, escritos por quien habría ocultado en un primer momento a su víctima su condición de casado para luego abusar sexualmente de ella, violarla, forzarla a practicarle una felación y, finalmente, a abortar, son explícitos y "vergonzosos". La asociación de guardias civiles había pedido expresamente la suspensión del sargento.

La presunta víctima es una guardia de base, es decir, subalterna del investigado. De mediana edad y con un hijo a su cargo, desde marzo de 2015 se encuentra de baja. Paradójicamente, de nada le sirvió estar destinada en la oficina de violencia de género de su comandancia, la de Molina de Segura. Ni el portavoz de la AUGC, Juan Fernández, ni la abogada de la víctima, Laura Pérez, han accedido a facilitar más datos.

¿Se le podía haber suspendido antes?

Fuentes oficiales del Instituto Armado aseguraron el miércoles a este diario que la suspensión ha sido aplicada en cuanto se ha recibido por cauces oficiales el auto que encausa al supuesto violador, dictado la semana pasada por una juez militar de Cartagena.

Lo que ha firmado este miércoles el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, es "la tramitación del pase a la situación administrativa de Suspenso de Funciones y posterior cese del destino, del Sargento O.M.G., destinado en el puesto de Molina de Segura (Murcia), por un presunto delito de abuso de autoridad en su modalidad de trato degradante o inhumano en concurrencia con otro contra la libertad e indemnidad sexual en concurso con lesiones psíquicas graves y maltrato".

La polémica suscitada por el asunto ha derivado este jueves en un nuevo comunicado oficial donde la Dirección General de la Guardia Civil sostiene que la ley no le permitía suspender al sargento antes de que el juzgado dictase el auto de procesamiento.

Fue el 20 de julio cuando, tras recibir la resolución judicial, se produjo la decisión. La nota difundida señala que el artículo 92.1 de la Ley 29/2014, del Régimen de Personal de la Guardia Civil, "sólo se permite tramitar el pase a situación de suspensión de funciones y cese en el destino cuando se dicta auto de procesamiento, como ocurrió en este caso".

Fuentes jurídicas de la AUGC refutaron de inmediato ese argumento. Y subrayaron que el artículo invocado por el equipo de Arsenio Fernández Mesa dice lo siguiente: "El pase a la situación de suspensión de funciones de los guardias civiles se podrá acordar como consecuencia del procesamiento, inculpación o adopción de alguna medida  cautelar contra el imputado en un procedimiento penal o por la incoación de un expediente disciplinario por falta muy grave". La AUGC asegura que la apertura de ese expediente, previsto en la Ley del Régimen Disciplinario de la Guardia Civil , habría permitido suspender de inmediato al sargento en cuanto la Policía Judicial puso el caso en manos de un juzgado militar de Cartagena el 22 de diciembre de 2015. El artículo 4 de la citada norma dice esto: "La iniciación de un procedimiento penal contra miembros de la Guardia Civil no impedirá la incoación y tramitación de expedientes disciplinarios por los mismos hechos. No obstante, la resolución definitiva de dichos procedimientos sancionadores sólo podrá producirse cuando la dictada en el ámbito penal sea firme, vinculando la declaración de hechos probados".

El "desprestigio" como argumento

La nota introduce un argumento inesperado cuando advierte de que la decisión de Fernández de Mesa "se basa en que los hechos delictivos que se investigan por la Autoridad judicial, además de por su gravedad y afectación individual de la víctima, han provocado una amplia difusión en los medios y generan un notable desprestigio de la Institución a la que pertenece el procesado".

¿Significa lo anterior que el apartamiento del sargento no se habría producido si la noticia no hubiera trascendido a la opinión pública? ¿O que Fernández de Mesa lo habría ordenado hace siete meses si se hubiera conocido entonces que un juzgado militar había empezado a investigar la truculenta secuencia de hechos denunciada este miércoles por la AUGC?

No hay respuesta, aunque fuentes del cuerpo ajenas a la asociación y al equipo de Fernández Mesa aseguran que cuando un caso de abuso sexual acaba en la jurisdicción ordinaria, es decir, no en la militar, "las medidas cautelares son más rápidas". Y ejemplifican con lo ocurrido en Pamplona, donde fue suspendido de inmediato el guardia civil implicado en la violación múltiple durante los sanfermines a una joven: una joven civil.

Según la AUGC, la Guardia Civil "sabía a ciencia cierta" desde abril de 2013 lo que estaba sucediendo. ¿Cómo lo sabía? Por lo que explicaron el portavoz de la AUGC y la abogada de la presunta víctima, al menos una teniente de su comandancia y un guardia de base habían alertado a sus superiores jerárquicos ya en 2013. Ambos –dice la AUGC– acabaron amonestados.

Es más, la AUGC subraya que el capitán al que ambos se habrían dirigido aconsejó al sargento ahora investigado que emprendiese acciones contra el guardia en defensa de su honor. Esa versión no ha podido ser corroborada por este diario en fuentes oficiales.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #755 en: 31 de Julio de 2016, 08:31:53 am »

¿ACOSO LABORAL?
Cuatro esposas de guardias civiles se ponen el tricornio para defenderles de sus jefes

Un año después de declarar contra dos mandos en un juicio civil, la Benemérita les cambia el destino forzosamente. Sus mujeres denuncian el "destierro" al que se enfrentan.


Las mujeres de los cuatro guardias expedientados, delante del cuartel de Arcos de la Frontera. F. Ruso
Andros Lozano @AndrosLozano
31.07.2016 02:52 h.

Imagine que su jefe del trabajo le recrimina a diario que lleva los zapatos sucios. O que le impide echarse un pitillo a la boca en la puerta de la oficina durante un descanso. O que le pide que se vaya a la calle a seguir con la tarea cuando afuera arrecia una tormenta que deja las calles vacías y las carreteras anegadas.

Pues algo muy parecido le ocurrió a cuatro guardias civiles de la serranía de Cádiz. Son Juan Pedro Palacios, José Antonio Vélez, José Manuel Herrera y José Joaquín Córdoba, todos ellos con más de dos décadas de servicio a sus espaldas.

Tras declarar hace un año contra dos superiores en un juicio civil, han sido expedientados y se les obliga ahora a cambiar de destino forzosamente. ¿Se trata de acoso laboral? Sus mujeres, convertidas en sindicalistas eventuales ante la imposibilidad de sus maridos de protestar, no tienen duda de que sí.

"Ellos no tienen voz para poder quejarse ya que sus superiores acallan cualquier protesta amenazándolos con acudir al régimen militar. Nosotras estamos obligadas a levantar la nuestra y gritar que esto es una injusticia”, afirma rotunda María Luisa Fajardo, la mujer de José Manuel Herrera. "Desde el juicio, para sus jefes son los guardias civiles rojos", apostilla.

José Manuel, como sus otros tres compañeros represaliados, se encuentra de baja y en tratamiento psiquiátrico. El día a día de todos transcurre entre pastillas para conciliar el sueño, nervios y abatimiento. Todo, cuenta María Luisa, por culpa del sargento Pedro García, destinado en Arcos de la Frontera hasta enero pasado, y del alférez Juan Carlos Párraga, con plaza en Ubrique desde hace cuatro años.

El esposo de María Luisa y los otros tres compañeros (dos en el cuartel de Arcos y dos en Ubrique) testificaron contra sus superiores en un juicio civil después de que la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) denunciara públicamente en un comunicado de prensa “las malas prácticas” de ambos mandos con sus subordinados.

Tras aquella nota remitida a los medios, el alférez y el sargento denunciaron por la vía civil y por separado a la AUGC. El caso llegó a juicio y, a petición de la asociación, los cuatro guardias acudieron como testigos voluntarios. Pensaron que lo que pudieran decir en sede judicial “nunca” les iba a repercutir negativamente en su puesto de trabajo.

Sin embargo, el alférez y el sargento usaron el testimonio de los agentes ante el juez para expedientarlos mediante el régimen disciplinario de la Guardia Civil, un cuerpo militar con normas propias. Sus mujeres, conocedoras de lo que estaban sufriendo sus maridos, lo consideraron una vendetta en toda regla.
María Luisa junto a su hijo de 10 años que padece autismo.

María Luisa junto a su hijo de 10 años que padece autismo. Fernando Ruso

Ahora, los cuatro guardias, de baja desde hace dos años -antes de que se celebrara el juicio, en marzo de 2015- se enfrentan a expedientes disciplinarios que conllevan la pérdida de destino. El cuerpo al que pertenecen los puede destinar a cualquier punto de la geografía española. Todos llevan más de dos décadas de servicio. Ninguno tiene ni un solo borrón en sus expedientes. Al contrario, todos han sido condecorados por su labor dentro del cuerpo. Pero ahora ellos y sus familias se enfrentan “al destierro”.

Sin embargo, sus esposas no piensan permanecer impasibles. María Luisa y las mujeres de los otros tres agentes expedientados han creado la plataforma No Más Silencio para recabar apoyos en la sociedad y para poder denunciar la situación por la que pasan sus maridos.
“ROMPERÍAN NUESTRAS VIDAS”

Es media mañana de este lunes y las cuatro mujeres atienden al reportero en la terraza de un restaurante a las afueras de Arcos de la Frontera. Todas tienen el gesto serio y lucen gafas de sol oscuras. Llevan el luto por dentro. Se les nota preocupadas. Dicen que es lógico. “Romperían las vidas de cuatro familias si ahora les obligan a cambiar de destino. Lo tenemos todo aquí, en esta zona”, aseguran.

Las historias personales de los cuatro matrimonios no contradicen las palabras de estas señoras. María Luisa Fajardo, de 46 años, está casada con el guardia civil José Manuel Herrera, un año menor que ella. La pareja tiene dos hijos, una niña de 18 años que acaba de hacer la Selectividad y un chico de diez con autismo.

El niño es quien más preocupa a la pareja ya que en el colegio en el que estudia tiene una logopeda para él y, además, su currículum académico está adaptado a sus necesidades formativas. “Si nos tuviéramos que ir, él sufriría mucho. Cambiarle la vida de repente a un niño así es una locura”, cuenta su madre con tono de desasosiego.
Joaquina, en la puerta del colegio en la que imparte Inglés desde hace 17 años.

Joaquina, en la puerta del colegio en la que imparte Inglés desde hace 17 años. Fernando Ruso

La mujer explica que su marido, como los otros tres guardias expedientados, está bajo tratamiento psiquiátrico. El suyo, dice, necesita medicación para conciliar el sueño, sufre ansiedad, vive en un estado de nerviosismo perpetuo y en marzo de 2015 le tuvieron que practicar un cateterismo después de sufrir un fuerte dolor de pecho que le impedía respirar. “Los han machacado hasta un límite impensable”, afirma María Luisa con la voz quebrada.

El caso de Joaquina Valle, de 48 años, y de su esposo, José Joaquín Córdoba, de 46, es distinto. Ella es profesora de Inglés en un colegio de Ubrique. Hace 17 años que consiguió plaza fija allí. Él lleva destinado 21 años en el pueblo. Juntos tienen una hija.

Si a José Joaquín, hijo de un agente de la Guardia Civil -a la que accedió cuando aún no había cumplido la mayoría de edad- lo cambian de destino y Joaquina decide acompañarlo, ella perdería su plaza en el centro escolar en que trabaja. “No rompen sólo una vida. Rompen las de toda una familia”.

“Es la primera vez que esto ocurre en España. Nunca nos pensamos que lo que pudieran denunciar en un juicio civil iba a ser usado por sus superiores para expedientarlos internamente”, dice Joaquina, visiblemente molesta.

Las cuatro heroínas que alzan la voz por sus maridos son, además de María Luisa y de Joaquina, María del Carmen Roldán y Eva Bohórquez. Ellas, “hartas de que en el siglo XXI aún haya alguien que no pueda quejarse del trato de un superior”, se conocieron en una concentración organizada a mediados de junio ante la Comandancia de la Guardia Civil en Cádiz. Allí estuvieron presentes familiares de otros compañeros de Arcos y de Ubrique que también “han sufrido” al alférez y al sargento.
“YA NO ES EL QUE ERA”

María del Carmen Roldán tiene 46 años y la mirada apagada. Su marido, Juan Pedro, dos menos que ella y una depresión que le hace perder peso cada semana. Desde que él se dio de baja hace dos años, casi a la par que los otros tres compañeros que acudieron al juicio como testigos, la hija de ambos, Lorena, de 17, sufre problemas de ansiedad, desmayos con pérdida de conocimiento… Una mañana al matrimonio lo llamaron del colegio en el que estudia la chica para contarle que la alumna había bajado notablemente su rendimiento escolar y que sufría cambios de actitud constantes.
María Dolores y su hija Lorena, que sufre problemas de ansiedad.

María Dolores y su hija Lorena, que sufre problemas de ansiedad. Fernando Ruso

“Ella ve lo que le pasa a mi marido, que tiene depresión y al que el humor le cambia a diario. Él necesita trabajar, pero le ha cogido miedo a hacerlo”, explica María del Carmen. “Mi hija sufre por dentro al ver cómo su padre ya no es el que era”.

En el caso de Eva Bohórquez y de su marido, José Antonio Vélez, el problema no les llega por los hijos y sí por los padres de ella, ya que ambos son dependientes. La madre de Eva tiene alzhéimer. Aunque pasa todo el día en una residencia, por las noches se tiene que hacer cargo de ella. Mientras, su padre, que no se puede valer por sí solo, necesita que lo aseen, que le hagan de comer…

Eva y José Antonio tienen 51 años cada uno. También dos hijos en común. La mujer, que dice vivir con el corazón en un puño, cuenta que su esposo ha perdido siete kilos desde que se dio de baja. “Si a él lo mandan a Segovia, por ejemplo, ¿yo qué he de hacer? -se pregunta visiblemente enfadada la mujer-. ¿Seguirlo y dejar a mis padres? ¿Quedarme aquí y no saber si nuestro matrimonio seguirá adelante? ¡Ya no tenemos veinte años para empezar una nueva vida!”.
Eva Bohórquez, delante del centro en el que su madre, con alzhéimer, pasa sus días.

Eva Bohórquez, delante del centro en el que su madre, con alzhéimer, pasa sus días. F. Ruso
PIDEN QUE SE PARALICE LA SANCIÓN

“Cada uno ha pasado por diferentes situaciones surrealistas, pero todas con un patrón: el abuso y el trato denigrante de estos dos mandos”, explica de nuevo María Luisa, la esposa de José Manuel Herrera, uno de los guardias a los que, en cualquier momento, el cuerpo les puede variar el destino. “Sufrieron un amedrentamiento continuo que acabó provocando que no pudieran ir a trabajar”, denuncia.

Pero, ¿en qué consistía el acoso psicológico al que supuestamente eran sometidos? “Los amonestaban por llevar sucios los zapatos cuando acababan de volver de un incendio; les impedían fumarse un cigarro en la puerta de cuartel, como habían hecho siempre, y hasta alguna vez les exigieron hacer controles de tráfico bajo fuertes tormentas, con el peligro que eso conlleva tanto para los agentes como para los conductores. Todo un sinsentido”.

La pérdida de destino de los cuatro agentes expedientados se publicó a principios de junio en el Boletín Oficial de la Guardia Civil. Durante los dos próximos años no pueden solicitar destino en localidades cercanas -si es que hubiese plazas vacantes- ya que se les impone no poder regresar a cualquier puesto bajo mando de la Comandancia de Cádiz, lo que en la práctica los obliga a cambiar de provincia.

Los guardias expedientados disponen de un plazo de seis meses para pedir plaza de manera voluntaria en zonas con vacantes. Pasado ese tiempo, si no han obtenido nuevo destino, la Dirección General del cuerpo los puede destinar con carácter forzoso allá donde lo requiera.

Por el momento, los cuatro expedientados han presentado un recurso ante el Ministerio de Defensa. Si no se revoca la sanción, presentarán un contencioso-administrativo por la vía de la Justicia militar. Mientras llega la resolución del departamento del que depende la Benemérita, piden que se paralice la sanción.
La gorra del guardia civil José Manuel Herrera sostenida por su mujer. Detrás, su hijo con autismo.

La gorra del guardia civil José Manuel Herrera sostenida por su mujer. Detrás, su hijo con autismo. Fernando Ruso

Por el momento, las mujeres que han creado la plataforma han recabado más de 2.500 firmas de apoyo a sus maridos y mantienen reuniones con políticos de la provincia de Cádiz para trasladarles la situación por la que atraviesan sus esposos. Ya se han reunido con la ex diputada nacional y hoy alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, quien les ha prometido que su partido, el PSOE, llevará el asunto al Congreso.

Mientras continúan con su “calvario”, las cuatro mujeres siguen adelante con su denuncia pública. Como la Guardia Civil ni el Ejército admiten sindicatos, ellas se han convertido en las defensoras de sus parejas. “A nosotras nadie nos puede callar. Podrán partir nuestras vidas, pero no nuestras convicciones. Y esto es una injusticia, que se escuche alto y claro”.

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #756 en: 31 de Julio de 2016, 09:38:26 am »
Las costumbres del franquismo perduran

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #757 en: 31 de Julio de 2016, 10:54:40 am »
Me hace gracia que cada vez que aparece algo que está fuera de tu comprensión acudas al franquismo.
La norma por la que se le imponen las faltas muy graves con la posible pérdida de destino es del año 2007, en gobierno de un tal Zapatero... En la campaña electoral de esa legislatura recuerdo a un tal Jesus Caldera, en un mitin ante representantes de las distintas asociaciones, que estos representantes gritaban al unisono:"Que se moje, que se moje..." Y el Sr. Caldera, ante el extasis de los aplausos y aclamaciones dijo: "...Y cuando gobernemos eliminaremos el caracter militar de la Guardia Civil!!!!" Lo que le siguió una gran ovación y sus correspondientes aplausos.
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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #758 en: 31 de Julio de 2016, 12:51:57 pm »
Mientras que no se elimine el carácter militar de la GC siempre tendréis este u otro tipo de problemas parecido . . . se debería de mantener una doble condición, civil para los funcionarios dependientes del MIR y militar para los que realicen misiones para Defensa . . . algún día algún gobierno lo tendrá que poner sobre la mesa . . .

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Re: El acoso en los cuerpos policiales
« Respuesta #759 en: 01 de Agosto de 2016, 09:40:25 am »
a ver, siempre he dicho que no es malo el hecho de que tengamos la condición de militar. El problema de la condición militar en este cuerpo es que el supuesto "orden" militar que supuestamente debe regir no existe, la condición se usa por parte de algunos de forma totalmente fraudulenta, y es ahí donde está el problema.
Dentro de ese régimen se le da aparente carta blanca a determinadas personas para que hagan y desagan a placer, lo cachondo es que apenas hay control sobre esas actividades; sí lo hay sobre los patrulleros, que son posiblemente los que menos control necesitan por la particularidad del trabajo de la calle. Se les trata como a niños rebeldes a los que hay que llevar rectos y eso no hace más que crear conflictos ¡y muchos! de ahí que aparezcan casos como este.
Sólamente un apunte:
Si AUGC denuncia irregularidades contra estos mandos... ¿Que narices hacen los mandos superiores que supuestamente, ni detectan algo que detectan y denuncias formaciones de la calle? Eso sí, como el guardia se desvie...
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