Un juez manda a la cárcel en plena sala a siete acusados de una banda juvenil antes de dictar sentencia por el asesinato de un menor en Madrid
Este juicio contra nueve supuestos trinitarios es el primero en el que los miembros de una organización de este tipo se enfrentan a prisión permanente revisable
Los cuatros miembros de la banda latina de los Trinitarios (fila delante) y cinco simpatizantes (fila de atrás) en la Audiencia Provincial de Madrid, el 14 de noviembre.
Los cuatros miembros de la banda latina de los Trinitarios (fila delante) y cinco simpatizantes (fila de atrás) en la Audiencia Provincial de Madrid, el 14 de noviembre.
EDUARDO PARRA (EUROPA PRESS)
Patricia Peiró
PATRICIA PEIRÓ
Madrid - 22 NOV 2022 - 14:38
Actualizado:22 NOV 2022 - 15:02 CET
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El juicio a nueve supuestos miembros de la banda juvenil de los Trinitarios por el asesinato de un menor en una plaza en Madrid en 2016 acabó este lunes con siete de los acusados detenidos y engrillados en plena sala de la Audiencia Provincial en una decisión poco común. Al término de la vista oral, el juez dictó orden de ingreso en prisión para seis procesados que durante todos estos años han estado en libertad a la espera de juicio. A uno ya lo había mandado a la cárcel el segundo día de vista y a otros dos los dejó en libertad hasta que se dicte sentencia. A la sede judicial tuvieron que acudir miembros de la Unidad de Intervención Policial (los conocidos como antidisturbios) y de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), para colaborar en la detención y traslado de varios de los acusados a su nuevo destino: la cárcel. “Se avisó a una dotación extraordinaria de policía tanto en el interior como el exterior de la Audiencia para prevenir posibles altercados y porque eran muchos detenidos”, confirman fuentes judiciales.
Se trata del primer proceso en España por el que los supuestos miembros de una banda se enfrentaban a prisión permanente revisable por un crimen. La Fiscalía y la acusación piden esta pena para cuatro de los acusados por el delito de asesinato y porque se considera probada su pertenencia a la banda de los Trinitarios. Para los otros cinco, se solicita hasta 32 años de prisión por el crimen, pero no la prisión permanente porque no está suficientemente acreditado que fueran integrantes activos de los Trinitarios.
En septiembre de 2016, según el relato de la Fiscalía, los nueve acusados se encontraban en la plaza de María Paz Unciti, en Puente de Vallecas, acompañados de otros cinco menores, cuando atacaron de forma premeditada a integrantes de otra banda rival, los Ñetas. Como es habitual en ese tipo de situaciones, miembros de uno y otro grupo se abalanzaron contra sus enemigos armados con machetes, botellas de vidrio y cuchillos. En el enfrentamiento se escucharon gritos como “¡Patria!” o “¡Fucking ñetas!”. En la reyerta, un menor supuesto miembro del grupo rival, Richard, recibió un navajazo en los riñones y acabó falleciendo.
La decisión de enviar a los acusados a prisión una vez acabada la vista oral, pero antes de la sentencia, “no es en absoluto habitual, aunque perfectamente reglamentaria”, aseguran fuentes judiciales. “En este caso lo solicitó la acusación particular por la gravedad de los hechos y se adhirió la Fiscalía”, añaden estas fuentes. En el momento en el que el magistrado anunció su dictamen y los policías procedieron a engrillar a los acusados para trasladarlos inmediatamente a prisión, aumentó la tensión entre los familiares y allegados, pero no llegó a producirse ningún altercado.
Aunque en la Audiencia Provincial hay policías y personal de seguridad, se hizo necesaria la presencia de refuerzos. “No esperaban llegar libres y salir en el furgón policial, especialmente cuando habían estado en la calle desde que sucedió todo”, comentan testigos indirectos de la situación.
El Ministerio Público solicita la prisión permanente revisable para cuatro de ellos porque la ley contempla que se podrá pedir en los “asesinatos cometidos por miembros de un grupo u organización criminal”. Diversas sentencias acreditan que los Trinitarios constituyen una organización criminal por la jerarquía con la que operan y las reglas que les unen. Por eso, la clave de esta resolución judicial y de que se les condene a la permanente revisable será que se haya acreditado de forma irrefutable que eran integrantes de esta banda. Entre aquellos que se enfrentan a esta condena se encuentra el supuesto líder apodado Tyson, pero también sus compañeros Plátano, Solitario Dady y Aldo.
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Durante la vista oral, que se ha prolongado una semana, los acusados han estado acompañados de sus novias y familiares. Siete de los procesados se negaron a declarar y dos apenas contestaron con monosílabos. Uno de ellos no se presentó el primer día del juicio. Todos los testigos pidieron declarar tras un biombo por miedo a las represalias de los acusados.
En el juicio declararon policías de la Brigada de Información especializados en bandas que narraron las incontables identificaciones y detenciones de los condenados en reyertas relacionadas con bandas juveniles. En algunas de ellas, los procesados eran los que perpetraban el delito, pero en otras, fueron las víctimas de sus rivales. Es el vaivén constante de este tipo de organizaciones en las que un crimen viene seguido de una venganza. En el caso del asesinato de Richard, poco después se produjo un tiroteo en una cancha de Vallecas en lo que se piensa que fue la respuesta a ese crimen.
Durante la vista también se expuso la navaja desplegable con restos de ADN de uno de los acusados que se halló poco después de crimen en un arbusto, así como un cuchillo de cocina con mango marrón que se encontró en una escalera cercana a donde cayó Richard. En otro arbusto se halló un machete con huellas de otros dos procesados y otro más con restos de sangre de otro de los que esta semana se han sentado en el banquillo.
Para los estándares actuales de las bandas juveniles, este no es un grupo de acusados normal. Normalmente los detenidos y procesados ahora no superan los 25 años y, de hecho, el número de menores identificados como miembros de estas organizaciones por la policía se ha doblado en los últimos años. Aquí, uno de los acusados tiene 30 años, una edad en la que los integrantes de bandas ya han dado el salto al crimen organizado, han conseguido que la banda les permita abandonar esa vida o bien han fallecido en enfrentamientos con los rivales.