Drogas y reyertas en casa de los S-8, la nueva banda que atemoriza a Leganés
Los miembros de este peligroso grupo operan en la misma zona del bar La Octava, un local que trae de cabeza a los vecinos, hartos del ruido y la violencia
Aitor Santos Moya
Madrid
26/09/2024
Actualizado a las 06:43h.
Una banda de latinos, que no latina; un bar de copas en la esquina, el de La Octava; y decenas de balcones atemorizados. Es la pesadilla de fin de semana que sufren los vecinos de Los Santos (barrio Centro) en Leganés, cansados de las peleas, las borracheras al caer la noche, el trapicheo y hasta las amenazas recibidas cuando se asoman a recriminar la escena. En la zona sostienen que detrás de la espiral delictiva surgida en los últimos tiempos estaría un nuevo grupo denominado los S8, compuesto por ciudadanos latinoamericanos cuya edad media supera los 30 años. «La Policía nos ha pedido que tengamos cuidado», sostienen los afectados, sin tener clara la relación entre todos los elementos de la historia.
Un complicado panorama que alcanzó su punto cumbre la madrugada del 15 al 16 de septiembre, cuando una quincena de individuos se enzarzaron en una salvaje pelea a las puertas de La Octava. «A las 2 y algo comenzaron las primeras voces. Había un grupo pequeño fuera [formado por dos hombres y tres mujeres, todos peruanos] y uno de ellos estaba en actitud muy violenta», resume uno de los testigos, nada más despertarse. «Después, este mismo individuo agarró una piedra y rompió un cristal, antes de abrir la puerta y tirarla dentro del local», prosigue. Y ello mientras sus amigos trataban de frenarlo, sin poder evitar que volviera a coger otra piedra para arrojarla igualmente.
Las aguas parecían entonces calmarse, pero en realidad solo estaban a punto de bullir. Al tiempo que el bando menos numeroso se marchaba a pie del lugar, el otro salía por la puerta trasera del bar armados con palos: «Lo que hicieron fue romper las patas de las mesas de metal, y coger también la parte superior y partirla en trozos, con el astillado de madera grande». A partir de ahí, se pueden imaginar: una sucesión de golpes, sobre todo contra el sujeto de las piedras, que dejó helado al vecindario. Desde arriba, los gritos de «asesinos» y «parad ya» se mezclaban con el impacto de las barras contra el cuerpo del afectado.
La reyerta duró unos 20 minutos y dejó diversos charcos de sangre repartidos por la zona. Tres de los agresores, que llegaron a echarse los palos a la espalda para golpear con saña a la víctima cuando estaba indefensa en el suelo, fueron arrestados. Estos también son peruanos, de 34, 33 y 30 años. Las fuentes consultadas por ABC confirmaban esta semana que la Policía Nacional mantiene abierta la investigación de la refriega, desatada tras un presunto robo de 400 euros. Al menos es lo que manifestaron las dos personas agredidas a los agentes, los cuales encontraron esa misma cantidad de dinero durante el cacheo a los arrestados.
La violencia en este punto de Leganés viene de antes de verano, como prueba el hecho de que el 19 de mayo la Policía Local tuviera que intervenir por otra reyerta multitudinaria, en la que tres personas resultaron apuñaladas. Fueron los propios vecinos los que alertaron de que uno de los implicados había lanzado al tejado del local un arma de fuego, lo que obligó a los agentes a subir para encontrar una pistola de aire comprimido con doce bolas de acero en su cargador. También hallaron un cúter, cuchillos y diversos objetos punzantes manchados de sangre. En total, cuatro participantes terminaron esposados por agresión y un quinto por atentado contra la autoridad.
Licencia de bar de copas
Desde el Ayuntamiento de Leganés informan a este diario de que el establecimiento La Octava cuenta con licencia para bar de copas sin espectáculo. Ubicado en la confluencia de las calles de San Vicente y San Andrés, el local consta de una sola planta y presenta dos puertas: la principal, a la que se accede subiendo unas pequeñas escaleras; y la trasera, que sale a una zona interbloque favoreciendo la posibilidad de fuga. «El bar solo abre de viernes a domingo, cuando lo alquilan para fiestas en las que cada fin de semana se monta alguna», sostiene otro residente, bajo la promesa de guardar el anonimato.
«Si hay pelea, lo que hacen es refugiarse dentro y bajar la verja del bar hasta que se va la Policía. Y luego salen todos por la puerta trasera»
El miedo es evidente en el barrio, más aún, si a las molestias ocasionadas por el citado negocio se añade la llegada de un peligroso grupo denominado S8. Según ha podido averiguar este periódico, se trata de una banda asentada en el enclave desde hace unos meses y que presuntamente estaría dedicada al trapicheo de droga, entre otras actividades delictivas. Tal es su voracidad, que habrían tratado de coaccionar a algunos bares para que les permitan vender en sus negocios estupefacientes, además de intentar amedrentar a otros camellos a fin de hacerse con la totalidad del tráfico.
«No sabemos de dónde salen, pero sí que son peligrosos», expone este último morador, convencido de que sus miembros han hecho de La Octava una especie de sede. «Si hay una pelea gorda, lo que hacen es refugiarse dentro y bajar la verja hasta que se marcha la Policía. Y luego ya salen todos por la puerta de atrás pasado un tiempo prudencial», añade. Por si fuera poco, hay ocasiones en las que los habitantes de las casas más cercanas son recibidos a botellazos cuando salen a la terraza a protestar.
Hubo un tiempo en que el local levantado en el número 5 de la calle de San Vicente gozaba de una fama diametralmente opuesta a la actual. El bar, dedicado desde 2006 a acoger celebraciones de cumpleaños y otros eventos más familiares, «daba hasta alegría al barrio». Así lo señalan los mismos residentes que hoy temen la llegada del fin de semana. «El público casi siempre ha sido latino, pero nada que ver con lo de ahora. Había días que llegaban en limusina y el ambiente era mucho más agradable», rememoran. Aquella época, sin embargo, terminó con la llegada del Covid. El bar estuvo entonces un tiempo cerrado hasta que finalmente reabrió de nuevo, aunque para desgracia del vecindario, con distinto dueño y clientela.
«En Leganés, la inseguridad suele ir por barrios, hace años era en San Nicasio y ahora le toca a Los Santos», explica uno de los ciudadanos que mejor conoce el municipio. Asegura que de un tiempo a esta parte es notoria la presencia de gente con actitudes bastante violentas, por lo que echa en falta más presencia policial. «La zona de Los Santos está bastante descuidada, ya no solo a nivel de violencia, sino también de limpieza», remarca, consciente de la degradación observada en los últimos años.
A diez minutos a pie de La Octava se abre paso la Cubierta de Leganés, antaño una fastuosa plaza de toros con techo plegable y vocación de espacios multiusos, que languidece desde hace años por los estallidos de violencia allí vividos. En julio, la Junta de Gobierno Local aprobó la adjudicación del contrato para instalar un sistema de cámaras en los exteriores del viejo coso y el recinto ferial aledaño.
La concejal de Seguridad Ciudadana señalaba entonces que era necesario subsanar las carencias de videovigilancia en algunos puntos de la localidad, como el entorno de La Cubierta, «una zona de ocio nocturno donde se concentra el mayor número de infracciones e incidencias, y que en ocasiones genera conflictos y molestias a los vecinos». Una perniciosa combinación que en Los Santos ya comienza a ser familiar.