ALARMA LATINALa policía lanza una ofensiva en L'Hospitalet tras detectar la presencia de pandilleros peligrosos
La batida policial se salda con once detenciones en los alrededores del polígono Femades de Cornellà
RAÚL MONTILLA / ENRIQUE FIGUEREDO | L'Hospitalet de Llobregat | 06/06/2010 |
Un vendedor de rosas callejero no podía disimular su sorpresa cuando, frente a la parada de metro y Ferrocarrils de la avenida Carrilet de l'Hospitalet, se encontró a más de una treintena de agentes entre Mossos d'Esquadra, Policía Nacional y Guardia Urbana de este municipio. El viernes no era noche para vender rosas, al menos en el entorno del kilómetro comprendido entre ese punto y la zona de discotecas del polígono Femades de Cornellà. Tampoco era un buen momento para ser incívico, no tener la documentación en regla, trapichear con droga o no regular los decibelios al abandonar uno de los dos locales de ocio que siguen abiertos. Las fuerzas de seguridad lanzaron una ofensiva el viernes para controlar los movimientos de miembros de bandas latinas violentas que han sido detectados en los últimos tiempos por esta zona lúdica. Los controles de documentación acabaron con la detención de once personas por infracción de la ley de extranjería.
Al problema de incivismo que denuncian algunos vecinos, y que generan quienes al salir de las discotecas con más alcohol de la cuenta hacen sus necesidades en la vía pública e improvisan botellones y encuentros amorosos, se ha sumado la constatación de que la zona es frecuentada por miembros de bandas latinas peligrosas. Esta circunstancia ya se puso de manifiesto tras la reyerta multitudinaria registrada en esta zona de Cornellà y que, entre otras consecuencias, conllevó el encarcelamiento del jefe de la banda Mara 18 en la demarcación de l'Hospitalet por su participación en los hechos.
Ahora, hay otras luces de alarma encendidas además de las del descontento vecinal. Las fuerzas de seguridad quieren tener información sobre los movimientos de los pandilleros.
Por ello, se estableció un dispositivo policial de una intensidad sin precedentes con la finalidad de identificar a todos cuantos se pudiera y, en su caso, detenerlos si no podían acreditar su identidad. De esta manera, se establecieron controles en las tres estaciones de metro más cercanas al polígono Femades, que son las de Rambla Just Oliveras, Avenida Carrilet (este fue el centro neurálgico de la operación) y Bellvitge. Agentes de los tres cuerpos policiales pidieron documentación a muchos usuarios del metro. La tarea se llevaba a cabo en el propio vestíbulo de la estación y, si era necesario, se llevaba a la persona identificada al exterior, donde, con ayuda de unidades de Extranjería de la Policía Nacional, se cumplimentaba el trámite.
Los controles se acabaron extendiendo a tres bares de perfil latino de los alrededores, pero siempre dentro del municipio de l'Hospitalet. Durante esas inspecciones se localizó a algún miembro de la Mara 18 al que no se arrestó, principalmente, por dos motivos: no estaba cometiendo acción ilegal alguna y además tenía los papeles en regla.
Unidades Arro de los Mossos d'Esquadra (especializadas en orden público) entraron en los locales con cascos y chalecos antibala y cachearon a los clientes y propietarios. "Son bares que se utilizan, en ocasiones, como paso previo de los clientes de las discotecas y eventual punto de encuentro de pandilleros latinos que pueden tener interés policial", explicó una fuente implicada en el dispositivo del viernes. Desde el punto de vista de las fuerzas de seguridad, el dispositivo fue dando sus frutos. Además de las once detenciones por extranjería –no todos los foráneos que acabaron en el furgón eran de origen latino–, se envió un mensaje claro a los pandilleros que quieran asentarse en la zona y es el de que nos son bien recibidos.
La presencia de bandas latinas peligrosas, como la misma Mara 18, no es nueva en Catalunya. Desde hace tiempo se tiene conocimiento de que han ido llegando miembros de estos grupos a Catalunya, aunque no siempre han reproducido los papeles violentos de sus países de origen. Sin embargo, también entre las bandas de origen latino existen grados de peligrosidad y las llamadas maras, como la 18 o la 13, son harina de otro costal, sin que ello signifique que otros grupos no estén siendo observados por expertos policiales. Las autoridades, con menor o mayor grado de decisión, no quieren que estos grupos ganen espacio en la calle.
En la calle Femades de Cornellà, por ejemplo, hay una plaza que recientemente mejoró su iluminación en la que un enorme 18 pintado con un aerosol nos informa de que por allí han pasado personas vinculadas a la Mara 18. Su sentido de territorialidad hace que este tipo de firmas sean muy frecuentes.
Las fuerzas policiales no quieren que este tipo de pandilleros ganen espacio, y es por ello que sólo en una semana han reaccionado y han enviado un nutrido grupo de efectivos. Difícilmente habría habido un despliegue de las características de la noche del viernes si el problema hubiera sido sólo de convivencia y civismo. De hecho, los Mossos y la Guardia Urbana de l'Hospitalet hacen servicios fijos en la zona todos los fines de semana y desde hace mucho tiempo. Fuentes policiales explican que, de hecho, últimamente los problemas producidos por la clientela de las dos discotecas de Femades habían bajado en picado.
Aunque operaciones como la de ayer, la de petición de documentación que corría como la pólvora –los móviles de los que se encontraban el control no paraban de sonar–, no es la primera vez que se llevan a cabo. Hasta ahora se han ido utilizando puntualmente, precisamente para cribar a parte de la clientela que puede ser problemática, más que por no tener la documentación. Eso sí, hasta ahora siempre se habían llevado a cabo en la misma área de las discotecas y no en las estaciones de metro, medio de transporte que utiliza una gran mayoría de la clientela. La última vez que se hizo un control parecido, a finales de noviembre del año pasado, hubo un total de 26 detenidos, 21 por no tener documentación, dos por un delito de lesiones –se estaban peleando a pesar de estar la policía–, dos más por atentado a la autoridad y una por tener una orden pendiente.
Sin embargo, una reyerta multitudinaria cambió de golpe y porrazo las cosas. A pesar de que se considere "un caso aislado" en círculos de los Mossos d'Esquadra, la reacción no se ha hecho esperar. Durante la reyerta del fin de semana anterior hubo heridos graves, uno de ellos con una cuchillada en el cuello.
Tanto la notable presencia policial como las noticias sobre la brutal pelea de la semana anterior tuvieron un efecto disuasorio sobre la clientela de las discotecas. Había menos público del habitual, algo que no impidió que las fuerzas policiales llevaran a cabo el trabajo por el que se habían desplazado a esa zona fronteriza entre l'Hospitalet de Llobregat y Cornellà.
"¿Cómo va la noche?", preguntaba un chico que recogía firmas a favor de las discotecas. "Ya lo ves", contestaba el portero encogiéndose de hombros. En algunos momentos de la noche, en la calle tan sólo estaban ellos, los porteros. Eso sí, con la lección bien aprendida después de que la discotecas, después de tantos años, vuelvan a ser noticia. Uno avisaba: "Foto". Y todos se colocaban de espalda ante el objetivo, lo que hacía que la sensación de vacío en la calle fuera todavía mayor. Una zona de ocio donde se vendían pocas rosas, se aparcaba sin problemas y donde los taxistas apenas tenían trabajo. Ni los legales ni los que, con acento sudamericano y sin licencia, acudían a ofrecer sus servicios a las puertas de la discoteca.
A las tres de la madrugada, momento álgido de las discotecas, entre todas sumaban unos 500 clientes. La Pascana, con un cierre administrativo hasta septiembre por diversos motivos, no sumaba, pero sí Malalts de Festa, con unos 400 clientes, y el Capitolio, con un centenar.
Durante la noche, silencio, pocos incidentes, alguna que otra micción aunque en el polígono industrial y mucha tranquilidad que proseguía hasta la hora fatal, las cinco, la salida. Mossos d'Esquadra y Guardia Urbana de Cornellà –en l'Hospitalet, con el apoyo de esta población– acordonaban toda la zona con vallas para impedir la llegada de los clientes hasta las zonas habitadas del barrio. Hubo decenas de agentes para conducirlos hasta la estación por pleno polígono industrial. "Es lo que hacemos siempre, pero en esta ocasión en vez de llevarlos por la avenida Carrilet, por el lado mar, los conduciremos por el interior del polígono. Vamos a probarlo, además, aprovechando que hay poca gente", explicaba Francesc Josep Belver, segundo teniente de alcalde de gobernación de l'Hospitalet, que pasó toda la noche en vela siguiendo el operativo.
"La semana que viene, a las carpas", aseguraba una chica mientras se quitaba los zapatos de tacones y se colocaba unas manoletinas que había guardado horas antes en una bolsa de mano. Algún policía parecía sonreír