Nafarroa Bai prefiere los policías bajitos.
Lunes 16 de febrero | Navarra
Una idea copiada frente a nuestra media de estatura.
La iniciativa de Nabai no es de Nabai.
En primer lugar, interesa tal vez aclarar que la iniciativa de rebajar la estatura exigida a los candidatos a policía no es una ocurrencia novedosa. Ya en el a?o 2005, el Sindicato Unificado de Policía (SUP) propuso reducir la altura mínima exigida para las aspirantes a formar parte del Cuerpo Nacional de Policía. De hecho, en el a?o 2007 se rebajó la altura exigida para formar parte de este cuerpo tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres, de 1,70 cm a 1,65cm en el caso de los primeros, y de 1,65cm a 1,60 en el caso de las segundas. El criterio para fijar estos límites, sin embargo, dista mucho de estar claro.
El motivo del cambio.
En palabras de la diputada de Nafarroa Bai, Nekane Pérez, "la altura que se exige es superior a la estatura media " en el caso de las mujeres, y considera que resulta "discriminatorio mantener las actuales exigencias tanto en la diferencia que se establece entre hombres y mujeres porque es mucho mayor el porcentaje de hombres que alcanzan el requisito que el de mujeres". Actualmente, el mínimo exigido para la Policía Foral es de 1,65cm para las mujeres y 1,70cm para los hombres. Una vez más el argumento no es original de Nabai, sino que es exactamente el mismo por el que el SUP pidió idéntica reducción en el Cuerpo Nacional de Policía.
La estatura real de los espa?oles.
A estas alturas de la exposición, resulta imprescindible traer a colación el dato de cuál es la estatura media de los espa?oles. La petición del SUP en 2005, venía avalada por un estudio elaborado por el doctor Manuel Hernández Rodríguez, director del Instituto de Investigación sobre Crecimiento y Desarrollo. Según éste, la estatura media de los hombres espa?oles de 18 a?os era de 176,6cm, y de 161,2 en el caso de las mujeres. No se aprecian diferencias consistentes entre las distintas comunidades autónomas. El dato es coherente con el de la Asociación Espa?ola de Pediatría, que ha también fijado la talla media de los hombres espa?oles en 176cm en el caso de los chicos, y en 161 cm en el de las chicas.
Criterio caótico.
En principio, resulta paradójico que la estatura media de los espa?oles crezca y la de la policía decrezca. El motivo de que se revisara a la baja la estatura exigida para ser policía, como decíamos, lo encontrábamos en el hecho de que a las mujeres se les exigiera 1,65 metros de altura y a los hombres 1,70. Según el mismo razonamiento que ahora utiliza Nabai, a los hombres se les exigía una altura que se encontraba 6 centímetros por debajo de su media, mientras que a las mujeres se les exigía otra 4 centímetros por encima de la suya.
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La biología no es progre.
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Reconciliar la biología con las exigencias de lo políticamente correcto resultaba un empe?o destinado al fracaso desde el mismo momento en el que hombres y mujeres tienen una media de estatura distinta. De esta forma se planteaba un problema entre la política y la bilogía, ya que desde el primer momento no se podía exigir la misma estatura a todos los aspirantes sin crear una ventaja o una desventaja en función del género.
Lo cierto es que la modificación prevista parece resultar perfectamente arbitraria. Rebajando la estatura exigida para las chicas hasta 1,60 cm, ciertamente se sitúa el límite en la estatura media de las féminas. En virtud de la misma lógica, el límite exigido para los varones debería ascender hasta 1,76 cm desde el 1,70 exigido. La modificación propuesta por Nabai sigue siendo discriminatoria porque exige a las mujeres la estatura media, mientras que un hombre puede aspirar al puesto con una estatura significativamente menor a la media de su género.
En cualquier caso, llama extraordinariamente la atención que los requisitos para el puesto los determine el cálculo promedio de las características de los aspirantes, cuando a todas luces la lógica exige que estos requisitos los determinen las propias características del trabajo policial a desempe?ar. Da la impresión de que cualquier proceso de selección se basa justamente en recorrer el camino opuesto al que se pretende.
