Si queréis comer, ya sabéis: ?Putear o robar!"16:16:39 - 19/03/2006Vocento VMT
-Son muy jóvenes, incluso menores. Media docena de chicas intentan recomponer sus vidas gracias a la ayuda de Apram, que las ha sacado de las calles tras una larga huida llena de luces y sombras y les brinda acogida y formación
Son como las meigas: "haberlas, haylas". Aunque no sea políticamente correcto reconocerlo y nadie se atreva a decirlo en voz alta -ni siquiera las propias afectadas-, en el negocio de la prostitución hay menores de edad. Son objeto de deseos lascivos, cotizan al alza en este mercado carnal y, como es obvio, son las peor paradas, las más vulnerables. Abandonan su país por voluntad propia y con documentación falsa para hacerse pasar por mayores de edad, bajo promesas de un empleo con un buen sueldo en la mayoría de las ocasiones. Huyen de una precaria situación socio-familiar y económica para terminar perdiendo su libertad, sometidas a un control férreo. ABC habló con media docena de ellas, a salvo, gracias a la ayuda de la Asociación de Prevención y Asistencia a la Mujer Prostituida (Apram). Les brindan acogida, protección, apoyo, formación y asesoramiento.
Andrea y Giovanna
Rumanas, menores de edad
"Para escapar del encierro robamos en un centro comercial"
Como mucho, tienen 17 a?os, aunque digan tener 19. En su país iban a la escuela y trabajaban. Son del campo, de familias humildes. Andrea y Giovanna (nombres ficticios) llevan un mes escaso en Espa?a: la primera entiende un poco el espa?ol, la segunda, ni una palabra. "Cuando mi padre se casó con otra mujer -dice Andrea, huérfana de madre- me fui a vivir con mi hermana y sus hijos. El dinero faltaba. Un día, en la calle, se nos acercó un chico. Nos dijo que si queríamos ganar dinero que viniésemos a Espa?a a trabajar como internas. Mi hermana no me dejó. Cuando ingresó en el hospital para dar a luz, Giovanna y yo nos fuimos con lo puesto. No teníamos dinero para el billete, pero nos lo pagaron "ellos" -la red mafiosa-. El hombre que nos propuso viajar nos acompa?ó al autobús y nos prestó 1.500 euros a cada una para poder entrar en Espa?a como turistas. Entregó nuestros pasaportes al conductor y, al llegar a Madrid, los devolvió al contacto -el "chulo"que ejerce el control aquí- que nos esperaba".
Giovanna confiesa que su ?intención de hacer dinero se desmoronó de inmediato y comenzó la pesadilla. Nos llevaron a un piso en Sol en el que estuvimos quince días encerradas. El "chulo" venía una vez al día y el alimento escaseaba. Pasamos hambre. Empezó a echarnos en cara la situación y nos dijo: "?Si queréis comer, ya sabéis lo que tenéis que hacer: o putear o robar!". Se negaron y comenzaron las amenazas, palizas y los intentos de violación. Con la excusa de ir a sustraer comida, una ma?ana salieron a la calle acompa?adas por el proxeneta. Se dirigieron a un centro comercial y, mientras él esperaba fuera, ellas no perdieron el tiempo. "Para llamar la atención empezamos a coger cosas y a meterlas descaradamente entre nuestras ropas. Así nos retuvieron y, en lugar de detenernos, les contamos lo que nos sucedía y nos ayudaron: llamaron a la Policía y ésta a Apram".
Siguen en un piso de esa entidad, a la espera de que finalicen los trámites del consulado para retornar a su país voluntariamente. La experiencia las ha cambiado. "Queremos hacer estudios superiores y, mientras, trabajar para poder costearlos".
Nadia
Rumana, 21 a?os
"Me vendieron a otra banda porque no hacía dinero"
Aún no ha superado las secuelas del horror que ha dejado atrás; sigue vivo en su memoria. El trauma se refleja en su rostro y en su cuerpo. Está en los huesos, a pesar de que ha ganado peso en el mes que lleva alejada de tanto espanto en el piso protegido de Apram. Solloza, mientras relata un drama que ha durado dos a?os. Ella sí sabía a lo que venía y aceptó cuando se quedó en paro.
"Empecé en Almería y me vendieron porque no hacía dinero. No sé por cuánto. Me amenazaban con hacerle da?o a mi familia. Acabé en Madrid. Siempre vigilada. Me quitaban el dinero y no podía mandarlo a mi casa. No podía salir sola y no me dejaban hablar con mis compa?eras del piso. El "chulo" nos amenazaba por teléfono -jamás le vi- y, aquí, una mujer ejercía el control y nos pegaba. Nunca libraba. Empezaba a trabajar a las cinco de la tarde y acababa al día siguiente, nunca sabía a qué hora; dependía de la recaudación y de lo que hacían las chicas de otros grupos. Nos decían: "?Si ellas siguen vosotras también!". Tenía dos o tres horas para descansar o dormir. No hablaba. No comía. ?No podía más!?. Prosigue: "Estaba tan débil que un desconocido que me vio sentada en un bordillo en la Casa de Campo se ofreció a ayudarme. No le dejé. Una semana después la misma persona avisó a la Policía y acabé en el hospital".
Concluye: "Yo sólo deseo volver a mi país, estar tranquila y tener un trabajo decente; ahora entiendo que el dinero no es lo más importante". Perdió el pasaporte que apareció hace poco... en Rumanía. Cuenta los días para abrazar a su madre.
Georgete
Rumana, 18 a?os
"?No me importa que te drogues: tú gáname dinero!"
"Era una ni?a -16 a?os- y me obligaron a trabajar en un club de carretera.Vine enga?ada: conocí a un chico que me prometió un empleo como bailarina y me dijo que vendría a Espa?a en 15 días. Entré con pasaporte legal pero con los datos falsificados. Estuve trabajando a?o y medio para él fuera de Madrid. Nada más llegar tuve que abrir los ojos a la fuerza. Primero me obligó a robar perfumes y comida porque decía que no tenía dinero, que yo tenía que ganarlo. Me aleccionó: ?no hables con nadie y si te preguntan, dí que trabajas por tu cuenta y que has venido sola". Luego, me llevó a una discoteca. "Mira y aprende", me dijo. Me maltrataba y me pegaba. No tenía libertad. No sabía hablar espa?ol. Él se quedaba con todo el dinero y no me dejaba hablar con mi familia. Cuando se iba de viaje me amenazaba por teléfono. Recuerdo varias redadas de la Policía en el local, pero no me atrevía a denunciar porque el proxeneta afirmaba que sería peligroso para mi familia. Mis padres, que no tenían ni idea de lo que me pasaba, comenzaron a sospechar... y yo no podía volver a mi país sin dinero ni documentación. ?Es horrible? Además, hay muchos clientes que toman cocaína y si tú tienes entran contigo al reservado. Yo no quería drogarme. Nunca lo había hecho. Mi jefe me chillaba: "?No me importa que te drogues: tú gáname dinero; es lo que tienes que hacer!". Como es natural, no faltaba quien lo hiciera. ?Qué cuanto podía sacar? Mil euros al día; todo para él. La media hora salía por 60 euros y la hora, el doble. Lo único que hacía él era comprarme ropa: siempre chándals para asegurarse de que me sirvieran porque yo no podía salir. Tenía muchas chicas repartidas por el país; luego me enteré que llevaba ocho a?os viviendo de esto. Derrochaba el dinero en juego y drogas. Denuncié y tuve que huir de las mafias: es difícil porque el responsable siempre no aparece..."
Mariam
Nigeriana, 25 a?os
Fue secuestrada y violada. Lo dejó, pero no encontró trabajo y volvió Lo ha pasado peor que las demás en los tres a?os que lleva en nuestro país. Entre otras cosas, por su raza, que hace aún más difícil la reinserción social.No habla. No tiene fuerzas, pero las trabajadoras de Apram ponen voz a su terrorífica historia. "Fue violada y secuestrada por negarse a ejercer la prostitución. No le daban de comer y estaba deshidratada. La encontró la Policía, desorientada, vagando en el parque en el que la dejaron, en estado de "shock". Luego nos la trajeron hasta aquí. No tiene papeles, y por su lugar de nacimiento -Nigeria-, es muy difícil que los consiga. Ni siquiera tiene partida de nacimiento. Hemos pedido el asilo para ella. Durante su primera estancia en el piso de acogida -el máximo es de seis meses, en función de cada caso- hizo inserción laboral en el área de servicio doméstico. Sin embargo, por su raza no obtuvo ningún empleo, lo que complicó las cosas: abandonó el piso, se fue a vivir con su novio y volvió a la calle. Para colmo de males se quedó embarazada de su pareja porque no usaban preservativos. Al final, volvió a Apram, delgadísima y con golpes en la espalda... su hijo fue dado en adopción y otra vez hemos vuelto a empezar. Partida de nacimiento, pasaporte...".