El CSI de la Policía Municipal que caza documentos falsos: "Esto es serio, los terroristas tenían pasaportes comprados en Madrid"
Carnés de identidad, permisos de conducir, matrículas, pasaportes, cheques o títulos universitarios son lo que más se falsifican

Lupa de aumentos examinando un permiso de conducir de Rumanía.E.M.
Daniel J. Ollero
Daniel J. OlleroMadrid
Madrid
Actualizado Miércoles, 31 enero 2024 - 00:07
Varios móviles se encuentran apoyados junto a un sofisticado microscopio de gran tamaño. Junto a ellos, un maletín acolchado con las dimensiones de una caja de herramientas, que tiene todo lo necesario para ponerse en marcha cuando suene el teléfono. Las paredes están decoradas con dólares estadounidenses o bolívares venezolanos enmarcados, y sus estanterías contienen infinidad de carpetas cuidadosamente clasificadas con documentos procedentes de la mayoría de los países del mundo. Un peculiar espacio situado en la segunda planta de un edificio prefabricado de la Policía Municipal en el distrito de Hortaleza, que alberga el Servicio de Documentoscopia Forense del Cuerpo de la ciudad.
El equipo, compuesto por un total de 15 agentes, en el que, ya sea mañana, tarde o noche, siempre hay alguien de guardia, centra su labor en la detección y análisis de documentos falsificados: tarjetas de estacionamiento para personas con movilidad reducida, cheques, DNI, pasaportes, carnés profesionales, títulos universitarios... Sin embargo, también se encarga de tareas más atípicas, como estudiar la grafística de las marcas que los grafiteros dejan en paredes, vagones y autobuses de la ciudad, buscando emparejar al autor con su obra o comprobar la autenticidad de matrículas de coche que resultan sospechosas o que no están autorizadas para circular por nuestro país.
El Servicio de Documentoscopia Forense de la Policía Municipal cuenta con una doble función, según explica su oficial al mando a GRAN MADRID: «La de unidad operativa y la de policía judicial». Es decir, apoyando a las patrullas que se topan con documentos sospechosos y elaborando informes periciales a instancias de las autoridades judiciales.
Con más de 2.000 casos al año durante 2023 -una media de más de cinco al día- resulta habitual que los agentes de este servicio reciban llamadas en los números de guardia. Durante la visita de este periódico, reciben una petición de ayuda de un control de tráfico que se ha encontrado con un ciudadano cuyo carné de conducir, en apariencia auténtico, parece no encontrarse indexado en la base de datos que consulta habitualmente el policía que se encuentra sobre el terreno.
Tras una serie de comprobaciones desde la oficina, se resuelve el misterio. «El conductor se ha quedado sin puntos en su carné, pero aún no se le había notificado oficialmente. Así que ahora, el policía que le ha parado le entregará un documento en el que se le comunica que su permiso de conducir ha quedado suspendido y que no puede volver a ponerse a los mandos de su vehículo hasta recuperar sus puntos», explica uno de los agentes de la unidad.
Sin embargo, en muchas ocasiones es necesario abandonar la oficina y dirigirse hasta el lugar en el que el sospechoso se encuentra retenido, a la espera de que su documentación sea examinada. «Siempre que sea posible, intentamos guiar a los compañeros desde aquí. Sin embargo, en ocasiones las falsificaciones son de tan buena calidad que es necesario desplazarse», explican a este diario. Es ahí donde entra en juego la caja de herramientas equipada con distintas lupas (cuyos precios llegan hasta los 400 euros), linternas con distintas longitudes de onda y cámaras fotográficas macro.
«La gran cantidad de documentos de los distintos países, las modas y lo que el portador esté dispuesto a pagar son los factores que contribuyen a una calidad u otra del carné o pasaporte falso que lleve una persona», detalla el oficial, que abunda: «Todo depende de la cantidad de dinero que una persona quiera gastar. Un ejemplo extremo sería que es técnicamente posible hacer dinero idéntico al dinero real, pero resultaría tan caro que a los falsificadores no les saldría a cuenta porque buscan la rentabilidad».
TARJETAS FALSAS DE MINUSVÁLIDOS
Algunos de los avisos a los que se enfrentan pueden parecer travesuras. Como la falsificación, más o menos artesanal, por parte de menores de documentos de identidad de terceros países para poder tener acceso a las discotecas durante los clásicos viajes de fin de curso.
Uno de los casos más frecuentes son las falsificaciones de tarjetas de estacionamiento para personas con movilidad reducida. Una tipología por la que la Policía Municipal de Madrid ha imputado a decenas de personas que habían intentado fabricar copias más o menos elaboradas de estos documentos para aparcar en cualquier sitio y de manera gratuita.
Las tarjetas falsificadas presentaban diversas anomalías, como dimensiones y soportes inadecuados, hologramas y escudos digitalizados, y reproducciones más o menos chapuceras realizadas por medios ofimáticos.
«Pese a demostrarse que muchas de estas personas portaban tarjetas falsas y hacían un uso fraudulento de las mismas, el Tribunal Supremo falló que era necesario un perjuicio concreto y muchos de estos casos suelen quedar impunes por la vía penal», explican fuentes jurídicas a EL MUNDO. Lo que significa que la gran mayoría de este tipo concreto de fraudes no puede perseguirse por la vía penal, pero sí por los cauces que establece la vía administrativa.
«Aunque muchos casos puedan parecer una niñería [como los chavales falsificando carnés de otros países para salir de copas] o una sinvergonzonería, no debemos olvidar que estos delitos de falsedad documental suelen servir a los delincuentes o prófugos para cometer otros delitos más graves y toda la sociedad tiene que tomar conciencia de ello», explican los agentes. Y completan: «El ejemplo más significativo es que los terroristas del 11-S que atentaron contra las Torres Gemelas de Nueva York compraron documentación falsa aquí en Madrid».