Autor Tema: Sobre la vocación policial  (Leído 82465 veces)

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #661 en: 04 de Agosto de 2019, 16:28:19 pm »
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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #662 en: 01 de Septiembre de 2019, 21:33:42 pm »



La primera línea de la Policía


"Cuando vean por la calle a uno de esos zetas, pónganse sus botas si quieren juzgar su camino. Y no lo duden: ellos se jugarán el pellejo hasta por el más tonto de los que cuestionan su trabajo".

 Coche patrulla de la Policía Nacional
Coche patrulla de la Policía Nacional | EFE

Manu Marlasca

  Madrid | 01/09/2019
Acaba el verano, comienza para muchos el año real, no el que empieza con la pereza y la resaca que deja el 31 de diciembre y la perspectiva de una semana más a medio gas, de fiestas navideñas que no echan el cierre hasta bien entrado enero. Y el verano, ese fin de año real, ha dejado unos cuantos sucesos que vuelven a dejar claro que para algunos, los días donde las grandes ciudades se vacían son un día más en su oficina. La oficina de la calle, la oficina del coche patrulla.

Hablo de lo que a mí me gusta definir como la primera línea de la Policía, los agentes que pasan los días en un coche zeta, allí donde se forja el prestigio del cuerpo, lejos de salones, de ruedas de prensa y de altos cargos.

La dotación de un coche patrulla fue la que reconoció y detuvo al asesino de la doctora Cardeñoso, la última víctima de la violencia machista en Madrid. Una llamada alertó de su presencia en la calle y dos agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana le reconocieron y le detuvieron. Acababa así una huida que había llevado al Grupo de Homicidios a recorrer todos los albergues de Madrid y hasta una ciudad castellana, donde pensaban que había escapado. Los agentes del Zeta hicieron su trabajo: le arrestaron y le condujeron hasta la Brigada. Un detenido, un palote más, aunque sea un asesino. Una comparecencia en el Grupo de Homicidios y a seguir patrullando.

Apenas unos días después, una patrulla del GOR (Grupo Operativo de Respuesta) de la comisaría de Centro, un distrito con más personal y mucho más trabajo que algunas jefaturas y que muchas comisarías provinciales, salvaba la vida a una mujer que estaba a punto de suicidarse arrojándose desde el viaducto de Segovia, el que fuera destino estrella para los suicidas marfileños hasta que en los años 90 se reforzó la protección. Pese a ello, la mujer estaba a punto de saltar, cuando los agentes la agarraron prácticamente al vuelo, poniendo en peligro sus vidas. No hubo negociadores, no hubo palabras, ya no había tiempo, tan solo la firme decisión de que había que hacer lo correcto y salvar una vida. Y así lo hicieron.

Su jefe, un comisario que ha pasado toda su vida en la Comisaría General de Policía Judicial, en la élite de la investigación, me decía, orgulloso de los suyos: "estoy descubriendo otra Policía".

Esa Policía es la que ve la mujer que llama al 091, harta de los golpes o los gritos de su pareja; la madre que ve como su hijo se está ahogando y requiere la ayuda de la Policía; el ciudadano que acaba de sufrir un robo y para un coche patrulla... Por eso, los zetas, los agentes de Seguridad Ciudadana son esa primera línea, el escaparate que todos ustedes ven de un cuerpo que durante demasiado tiempo ha dejado en la trastienda a uno de los productos más lujosos que tiene: hombres y mujeres muy jóvenes que a veces se ven obligados a tomar decisiones críticas en cuestión de segundos y, encima, han de soportar que desde la comodidad de sus casas o desde sus redacciones, algunos imbéciles juzguen con ligereza su trabajo en las redes sociales o en los medios.

El pasado mes de julio, una de esas agentes de seguridad ciudadana estuvo a punto de morir acuchillada por un delincuente en su primer día de uniforme. Su profesionalidad y la del compañero que disparó al agresor le salvaron la vida. Pocas veces he visto a tantos estúpidos juzgando un trabajo del que no tienen ni la menor idea. Cuando vean por la calle a uno de esos zetas, pónganse sus botas si quieren juzgar su camino. Y no lo duden: ellos se jugarán el pellejo hasta por el más tonto de los que cuestionan su trabajo.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #663 en: 17 de Septiembre de 2019, 07:20:00 am »

La soledad del policía
September 16, 2019|


Poco se habla del policía y de sus miserias, siempre se recuerdan aquellos aspectos mas llamativos y positivos de la profesión, aunque para muchos de nosotros sea mas una vocación que una simple profesión. Es común oír eso de "que bien vivís los funcionarios", o aquello de "todo el día paseando con el coche y haciendo cafés", o otras frases como, "vosotros no tenéis que preocuparos con vuestros sueldos de millonarios", o "vivís como reyes",... en fin, un sinsentido de frases que nada tienen que ver con hacer de policía, o mejor dicho ser policía.

Pocos ven el lado mas oscuro de nuestra profesión, o pocos quieren reconocerlo. Ahora, estos días, embarcado en un proyecto personal, he recordado uno tras otro, miles de servicios en los que he sido participe durante todos mis años de carrera policial, que ya son mas de dos décadas. Sentía en cada recuerdo, en cada linea que dejaba escrita de ese momento, un escalofrío que me recorría todo el cuerpo, y pensaba si la mayoría de ciudadanos sabe de nuestras miserias y de nuestra soledad, que no se paga con un sueldo y que se lleva a cuestas toda la vida.


Porque os aseguro que hasta el policía mas "duro" ha tenido que vivir algún servicio o alguna situación que le ha removido el estomago y el alma, y se ha tenido que ir a su casa solo, en silencio, guardándose para si aquel mal momento vivido. ¿O acaso el ciudadano puede creer que vivir los diez peores minutos de muchas familias, vivir las mas retorcidas situaciones, o compartir la tristeza de ciertos momentos, no afectan a los policías? ¿Acaso no somos personas? ¿Acaso no tenemos sentimientos? Describiendo un servicio tras otro, se que muchos de los lectores entenderán que ser policía va mas allá de pasear con el vehículo policial, tomar café y cobrar el sueldo. Y por eso les lanzo esta pregunta, ¿estaría usted dispuesto como tantos policías, a enfrentarse a armas de fuego, enfrentarse a armas blancas, aguantar insultos y amenazas, convivir  con situaciones de abusos o agresiones sexuales, ver menores desamparados, acudir a servicios de fallecidos, atender a personas con graves lesiones, comunicar muertes de fallecidos, ver asesinados o mutilados, ver aberraciones con bebes y niños, entrar en incendios para salvar vidas, ser agredido por delincuentes, atender suicidios de todo tipo, vivir incidentes de familias desestructuradas, atender mujeres rotas por el dolor físico y psíquico, lidiar con jefes, abogados, jueces, fiscales, ciudadanos, ...?

¿Estaría dispuesto? y lo digo porque nosotros los policías lo aceptamos, y ,si, estamos dispuestos, y nos reconocemos valedores de nuestro derecho a luchar por un mundo mejor, ya no se si mas justo, pero al menos mejor. Pero eso si, los policías somos conscientes que la factura que pagamos por todo ello es sumamente importante. Esa factura se llama soledad, la soledad del policía. Soledad al no ser reconocido nuestro trabajo por la sociedad que defendemos, soledad por no poder contar nuestras penas mas que a nuestros propios compañeros (porque nadie las entiende), soledad por no tener un apoyo real ante ciertas situaciones que vivimos, soledad por no ser entendidos por nuestras acciones, soledad por ser humillados constantemente por llevar uniforme, soledad por llevarnos los peores momentos de tantas y tantas personas en nuestra alma, una soledad que muchas veces lloramos sentados en un banco, delante de nuestras taquillas, al acabar el servicio.

Estamos solos, si, y lo sabemos, pero me pregunto si merecemos esa soledad, si no seria mas normal que la ciudadanía diera valor a todo el trabajo que hacemos, si no seria mas lógico que se nos brindara el respeto que merecemos, si no seria mas normal que la sociedad (el rebaño) diera mas reconocimiento y apoyo a sus perros pastores (los policías) que luchan cada día para salvarlos de las garras del lobo (los delincuentes). Espero que dejemos pronto de estar solos en esta lucha por un país y un mundo mejor, sinceramente espero que pronto dejemos de estarlo. Y siempre, siempre, seremos la delgada linea azul que separa la sociedad del caos, incluso en nuestra mas absoluta soledad.

[ARRO.01]

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #664 en: 17 de Septiembre de 2019, 07:26:23 am »
Estamos construyendo día a día funcionarios lloricas y quejicosos que necesitan de un respaldo y sobretodo de un reconocimiento continuo por parte de la ciudadanía.

En estos días de labores de rescate en zonas anegadas he leído no pocas inserciones sobre si se ha olvidado a este o aquél en las distintas menciones públicas, cuando lo importante es sentirse bien con uno mismo con independencia de si luego vienen a pasarte la mano por el lomo.

"La soledad del policía" se eligió cuando accedimos a esta profesión y en ella va implícita el rechazo, la indiferencia, la agresión y también...el reconocimiento, pero no podemos exigir ese reconocimiento en cada paso que damos, que es lo que hacen algunos funcionarios en esa diábolica máquina de esparcir odio que es Twitter.

O lo aceptan...o cuelguen el uniforme y dediquense a otra cosa.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #665 en: 27 de Noviembre de 2019, 07:23:38 am »

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #666 en: 14 de Marzo de 2020, 07:38:13 am »
Llegan días dificiles y los servicios de emergencia en general se van a tensionar...es el momento de dar la talla y estar ahí.


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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #667 en: 31 de Marzo de 2020, 10:37:25 am »

TRABAJOS SUCIOS


Vocaciones

"Estos días he hablado con muchos policías, guardias civiles, agentes locales, mossos y militares, que me han demostrado una vez más la pasta de la que están hechos"...

Manu Marlasca
  Madrid | 30/03/2020

Quique es inspector jefe de la Policía Nacional y uno de los mejores investigadores que conozco. En su hoja de servicios hay infinidad de crímenes resueltos, unos años en la Comisaría General de Información, donde combatió al terrorismo yihadista, y hasta una estancia en la embajada de un país del centro de África. Estos días anda entre cabreado y melancólico, enviando a sus amigos canciones de Led Zeppelin. Acude a diario a su despacho de la Brigada de Policía Judicial de su ciudad, desde donde habla con compañeros que tienen a sus padres ingresados y se interesa por los policías a los que ha alcanzado el virus. Allí, confinado detrás de su mesa, mira de reojo el uniforme que acumula polvo en el armario y que luce solo en actos oficiales: "Estoy jodido por no poder ayudar más. Deseando que me lancen a la calle con el uniforme, como han hecho en muchas comisarías con los que trabajan en policía judicial".

Víctor es inspector y ha pasado la mitad de su vida en una Brigada de Policía Judicial, retirando de la circulación a atracadores de bancos de todo pelaje. Hace pocos años, decidió cambiar radicalmente de vida y comenzó a enseñar lo que sabía a otros policías. Estos días trabaja desde casa y calma su ansiedad recorriendo cientos de kilómetros ficticios con su bicicleta acoplada a un rodillo: "He pedido a los jefes que me manden a un zeta (coche patrulla), que estoy sin poder hacer nada por la gente cuando la gente más nos necesita".

Quique y Víctor se cambiarían de inmediato por Macu, una inspectora destinada en la Unidad de Prevención y Reacción (UPR). Estos días trabaja en la calle, sobre una motocicleta: "No quiero pasar un minuto en casa, quiero estar en la calle quitando de en medio a los imbéciles y haciendo compañía desde la calle a los peques, pero sobre todo a las personas mayores... No te haces idea de lo que supone ver esas caras de alegría cuando te paras a preguntarles cómo están y les das las gracias por quedarse en casa".

Probablemente, José Luis se cambiaría por cualquiera de los tres. Se jubiló hace unos años y dejó una carrera jalonada de éxitos y medallas: "Estoy triste, viendo tanto dolor y pena a mi alrededor. Y me siento un inútil, un trasto viejo, sin poder ayudar".

Estos días he hablado con muchos policías, guardias civiles, agentes locales, mossos y militares, que me han demostrado una vez más la pasta de la que están hechos y, sobre todo, su vocación de servicio. No he oído en ellos ni una solo queja sobre la gestión política de la pandemia –"ya llegará el momento", dicen–. Ninguno es partícipe del griterío, el ruido y las trincheras que tantos se empeñan en cavar sin ni siquiera haber abierto aún el duelo por tantos muertos a los que no se puede ni enterrar.
Manu Marlasca


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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #668 en: 01 de Septiembre de 2020, 17:11:59 pm »
https://youtu.be/Xpt_9pBG6RQ

Ay, pipiolo, solo un lobo con dientes afilados puede enfrentarse y sobrevivir en esa "estepa" que es la policía.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #669 en: 02 de Septiembre de 2020, 13:26:44 pm »

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #671 en: 02 de Septiembre de 2020, 17:07:30 pm »
https://youtu.be/Xpt_9pBG6RQ

Ay, pipiolo, solo un lobo con dientes afilados puede enfrentarse y sobrevivir en esa "estepa" que es la policía.

En la serie "vis a vis" la malota contaba una historia sobre un mercader de bacalaos, que para conseguir entregarlos vivos y fuertes, metía un pez gato en cada tanque de transporte para estresarlos y sacarlos de su zona de confort, con lo que la carne de esos pescados era sabrosa y con textura prieta, todo lo contrario de si hubieran estado nadando en paz, que llegaban gelatinosos e insípidos.

No voy a justificar de ninguna manera a ningún hipotético hijo de la gran puta que usara su posición para joder la vida a cualquier trabajador, pero cierta tensión siempre es necesaria en todo ámbito laboral para sacar el mejor rendimiento posible de la plantilla.

El que vea los puestos de trabajo "idílicos" de Palo Alto como algo maravilloso, es que no tiene en cuenta los requisitos leoninos de productividad, desempeño y sobre todo de actitud mantenida en el tiempo que exigen por poder echar un billar, tirarse por un tobogán de vez en cuando en esas salas de colorines o simplemente poder pagar holgadamente las millonadas que piden por alquiler de una vivienda a menos de una hora en coche de semejante vergel tecnológico.

De todos modos, el peor enemigo de los lobos no son otros lobos, ni siquiera leones, tigres o elefantes más grandes y fuertes, sino las hienas a su servicio a la búsqueda de contraprestación, chismosas, gregarias, cobardes y ruines, que acechan en cualquier lugar.

Y esto pasa en cualquier empresa.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #672 en: 02 de Septiembre de 2020, 18:12:02 pm »
Cuando un policía tiene otra actividad laboral a tiempo completo, como es el caso. . . normalmente el trabajo policial pasa a segundo plano y eso repercute en el servicio. . . así que aquí, como en el cuento de Caperucita Roja, la historia sería muy diferente si fuera contada por el lobo, siempre hay que oír todas las versiones para poder hacer un juicio de valor.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #673 en: 02 de Septiembre de 2020, 19:11:07 pm »
Evidentemente cada uno cuenta las cosas según su experiencia y también también de su querencia a dejarse querer, pero a este chaval yo le veo sincero aún con su toque de resentimiento por haber sido sancionado por una nimiedad en comparación con lo que dice haber visto en otros....y por cierto, hacerle fotos durmiendo y que estas sirvan para abrirle expediente es....


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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #674 en: 18 de Abril de 2021, 17:39:31 pm »

Tipos de policía. El guerrero y el mercader


Por H50 Digital Policial -18/04/20210

Un policía a menudo se vas a casa enfadado tras discutir con sus compañeros por el “cómo” se hacen las cosas, es común que esto te ocurra si eres un guerrero y tus compañeros son mercaderes, a ellos les preocupará más el “qué” y la cantidad, la calidad les preocupa menos si es que son capaces de verla, a algunos les gusta disfrazarse de policía para que los conozcan por su trabajo en las redes sociales. Al primero como a los espartanos, le preocupa la forma de hacer las cosas hasta extremos insospechados, es tan metódico que puede poner en riesgo situaciones corrientes, el mercader como los atenienses prefiere no complicarse, hacerle la estadística a su jefe para cubrir el expediente, reducir los riesgos y salir a su hora.

El Ateniense tiene otras cualidades, valora su tiempo y prefiere no perderlo, es negociador, tiene las habilidades sociales necesarias para desescalar situaciones dramáticas sin llegar al uso de la fuerza, puede conseguir que colaboren con él y no pierde la paciencia, le cuesta poco agradar y cae bien. Pero no le sirve para cualquier contexto, como intervenciones con personas de interés policial que pueden reaccionar de manera violenta y sujetos hostiles que parecen tranquilos, como el detenido que agredió esta semana a una policía del servicio de custodias en Valencia cuando le abrió la puerta del calabozo. Era un “gorrilla”, quizás fue subestimado.


 
El Espartano por su parte velará por cumplir hasta los protocolos que no existen para asegurar una situación, su riesgo es por exceso y no por defecto como el mercader. Puede activarse antes de tiempo o más de lo necesario, complicando una situación que en principio era poco importante, al no relativizar un escenario frente al valor de su tiempo y a la consecuencia de la escalada. Su perfil es de riesgo en situaciones de seguridad ciudadana donde lidera un ateniense, que pueden transformarse en problema de orden público, por ejemplo, si quiere identificar a alguien que está grabando, pero en un momento y lugar poco recomendable, en que las consecuencias son peores que cumplir la ley. Al guerrero le importa menos salir tarde.

Ambos perfiles hacen falta y son complementarios, pero mejor por separado, los dos juntos en una misma patrulla hace peligrar al guerrero por defecto de celo de su compañero y al mercader por exceso. Algunos jefes creen que los dos perfiles juntos se compensan, pero en realidad nombrándoles servicio juntos, el de inferior categoría (1), el menos dominante (2) o el más nuevo (3) será anulado por su compañero, que impondrá su criterio.


 
Situaciones proactivas y reactivas ¿Cuándo pasar los datos a la Sala?

Parece una cuestión poco importante pero no lo es y puede ser motivo de conflicto dentro de una patrulla, ya que esta tarea y otras, si no se jerarquizan pueden producir un solapamiento de tareas y que acaben diez policías juntos, cada haciendo la guerra por su cuenta.

Al mercader no le gusta trabajar a iniciativa, prefiere ser requerido y en el caso de participar en un control puede ponerse en riesgo a sí mismo y a sus compañeros, el riesgo de prestar atención a las relaciones pero no a las tareas. Es frecuente solicitar la documentación a alguien y que el mercader quiera hacer las comprobaciones con ese documento antes de un registro corporal, de comprobar que en el vehículo no hay algo que justifique la detención y asegurarse de que no es una amenaza. Es un grave error porque los documentos no matan y también esta semana le ha costado la vida a un policía de carretera de Nuevo México (EEUU).

El mercader se sentirá más seguro sabiendo desde el principio si el sospechoso “tiene algo pendiente” o es “malo”, incluso antes de comprobar si va armado, descartar que sea una amenaza y está dispuesto a hacer daño, la excusa del mercader es del tipo: “necesito pasarlo antes para saber quién es”. Si eres un mercader cambia tu actitud en estas situaciones, en la calle todo sospechoso es una amenaza y todo documento es falso hasta que se demuestre lo contrario, el documento no es la identidad y la identidad no es el documento (dos artículos recomendables). Es inocente sino estúpido, pensar que, si tienes delante a un fugitivo, te dará su documento bueno para que lo detengas porque está deseando cooperar contigo.

Si te han colado un documento malo y no te has formado para detectarlo “te lo vas a comer” y se marchará, por la radio te dirán que “no tiene antecedentes”, no harás más gestiones y la responsabilidad de ese fracaso será tuya. Sigue el camino del guerrero, céntrate en el sospechoso, su declaración, sus reacciones, sus pertenencias, su vehículo, que no tiene una vía de escape ni alguien dándole cobertura. Deja el documento para el final, por favor.


 
El Espartano piensa: “si el tipo es malo, antes de que te den el resultado por la radio ya te ha matado cuatro veces”, y tiene razón, cuando el que manda en la patrulla es un mercader y el que da seguridad es un guerrero, se corren riesgos frente a situaciones proactivas como la identificación de los ocupantes de un vehículo sospechoso. Si eres un guerrero, diriges la intervención y tu compañero se pone a hacer gestiones con el documento mientras tú haces un registro corporal, estamos ante un solapamiento de tareas y no te está dando seguridad.

El mismo problema existirá ante situaciones reactivas, cuando la Sala te manda a un servicio y están esperando a la Policía, el escenario es otro y es el mercader quien juega con ventaja. Es posible encontrarse alguien sospechoso, sí, pero si hay un “malo” que sabe que la Policía viene de camino, lo más posible es que escape a tiempo. En escenarios de cooperación es más probable que nos den un documento bueno y que no tengan problemas con la Justicia.

Adelantar la identificación y pasar antes los datos por la radio para conocer los antecedentes e informar a la Sala, puede ser ventajoso para reducir los tiempos en escenarios de cooperación. El riesgo para el guerrero en una de estas llamadas será actuar con orgullo y practicar la identificación de uno que simplemente protesta, con un beneficio inferior al coste, que escalará sin necesidad, acabando en urgencias y saliendo tarde por un detenido de escaso valor.

¿Intervención democrática o autoritaria?

En la misma lógica del orden de prioridades hay otra cuestión: “autoridad o democracia”, dependiendo de si el policía es Espartano o Ateniense, guerrero o mercader.

España en un país democrático pero el crimen no lo es y la intervención policial tampoco. El guerrero elige las intervenciones autoritarias en las que uno actúa mientras los otros dan cobertura y observan, hay poca comunicación, los que dan cobertura no intervienen, protegen la intervención, custodian documentos, testigos, evidencias o detenidos y se acaba rápido.


 
Para el guerrero no hay intervención democrática en la que todos tienen algo que decir hasta que no acaba, algo positivo para situaciones de mayor riesgo, especialmente en controles de personas y vehículos donde la incertidumbre es mayor. Estas situaciones incomodan al mercader, que si no es jefe de equipo, se sentirá denostado porque cree que “la intervención es de todos”, si lidera el mercader y la situación es hostil, es probable perder el control por un exceso de comunicación, que cada uno acabe yendo por libre, se solapen las tareas, la intervención se prolongue más de lo necesario y acabe de manera indeseada.

Las intervenciones “participativas” -y caóticas- son más comunes en un contexto de policía judicial, por tratarse de grupos pequeños de atenienses que trabajan más tiempo juntos, están más acostumbrados a comunicarse y a agradar, todos prefieren “meter la cuchara” a ocupar una posición secundaria dando cobertura, a riesgo de que ocurran hechos inesperados como la fuga de los “malos” mientras todos buscan la droga o fugas de información.

La intervención “democrática” puede darse en escenarios de bajo riesgo y planificación previa, cada uno sabe lo que tiene que hacer y se pueden solapar unas tareas con otras. Esta clase de intervenciones no son recomendables en seguridad ciudadana porque dan lugar a que los hechos escalen a problema de orden público, empiecen a salir teléfonos grabando por todas partes, aumente el nivel de activación, aparezca el estrés y algo pequeño acabe siendo grande. En seguridad ciudadana es mejor actuar siguiendo un orden de prioridades liderado por el jefe de equipo, evitar solapamientos de tareas como registrar un vehículo a la vez que se comprueban datos por la radio, no comunicar más de lo necesario y acabar rápido.

En Una Policía para el Siglo XXI somos veteranos y hemos aprendido a desarrollar los dos registros, el dominante y el negociador, cada uno en su contexto. A modo de “crítica de sofá” nos alarma ver que aparecen errores de base como perder la atención de un sospechoso para comprobar sus datos, el error del mercader, o cuando se trata como sospechoso a un requirente en lugar de darle una solución amable y negociada, el error del guerrero. Cuando el Espartano no sabe desactivarse y el Ateniense no sabe tomar precauciones, a menudo ambos acaban frustrados, el primero con gafas de madera y el segundo en Secretaría o Automoción.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #675 en: 19 de Abril de 2021, 08:53:57 am »

Tipos de policía. El guerrero y el mercader


Por H50 Digital Policial -18/04/20210

Un policía a menudo se vas a casa enfadado tras discutir con sus compañeros por el “cómo” se hacen las cosas, es común que esto te ocurra si eres un guerrero y tus compañeros son mercaderes, a ellos les preocupará más el “qué” y la cantidad, la calidad les preocupa menos si es que son capaces de verla, a algunos les gusta disfrazarse de policía para que los conozcan por su trabajo en las redes sociales. Al primero como a los espartanos, le preocupa la forma de hacer las cosas hasta extremos insospechados, es tan metódico que puede poner en riesgo situaciones corrientes, el mercader como los atenienses prefiere no complicarse, hacerle la estadística a su jefe para cubrir el expediente, reducir los riesgos y salir a su hora.

El Ateniense tiene otras cualidades, valora su tiempo y prefiere no perderlo, es negociador, tiene las habilidades sociales necesarias para desescalar situaciones dramáticas sin llegar al uso de la fuerza, puede conseguir que colaboren con él y no pierde la paciencia, le cuesta poco agradar y cae bien. Pero no le sirve para cualquier contexto, como intervenciones con personas de interés policial que pueden reaccionar de manera violenta y sujetos hostiles que parecen tranquilos, como el detenido que agredió esta semana a una policía del servicio de custodias en Valencia cuando le abrió la puerta del calabozo. Era un “gorrilla”, quizás fue subestimado.


 
El Espartano por su parte velará por cumplir hasta los protocolos que no existen para asegurar una situación, su riesgo es por exceso y no por defecto como el mercader. Puede activarse antes de tiempo o más de lo necesario, complicando una situación que en principio era poco importante, al no relativizar un escenario frente al valor de su tiempo y a la consecuencia de la escalada. Su perfil es de riesgo en situaciones de seguridad ciudadana donde lidera un ateniense, que pueden transformarse en problema de orden público, por ejemplo, si quiere identificar a alguien que está grabando, pero en un momento y lugar poco recomendable, en que las consecuencias son peores que cumplir la ley. Al guerrero le importa menos salir tarde.

Ambos perfiles hacen falta y son complementarios, pero mejor por separado, los dos juntos en una misma patrulla hace peligrar al guerrero por defecto de celo de su compañero y al mercader por exceso. Algunos jefes creen que los dos perfiles juntos se compensan, pero en realidad nombrándoles servicio juntos, el de inferior categoría (1), el menos dominante (2) o el más nuevo (3) será anulado por su compañero, que impondrá su criterio.


 
Situaciones proactivas y reactivas ¿Cuándo pasar los datos a la Sala?

Parece una cuestión poco importante pero no lo es y puede ser motivo de conflicto dentro de una patrulla, ya que esta tarea y otras, si no se jerarquizan pueden producir un solapamiento de tareas y que acaben diez policías juntos, cada haciendo la guerra por su cuenta.

Al mercader no le gusta trabajar a iniciativa, prefiere ser requerido y en el caso de participar en un control puede ponerse en riesgo a sí mismo y a sus compañeros, el riesgo de prestar atención a las relaciones pero no a las tareas. Es frecuente solicitar la documentación a alguien y que el mercader quiera hacer las comprobaciones con ese documento antes de un registro corporal, de comprobar que en el vehículo no hay algo que justifique la detención y asegurarse de que no es una amenaza. Es un grave error porque los documentos no matan y también esta semana le ha costado la vida a un policía de carretera de Nuevo México (EEUU).

El mercader se sentirá más seguro sabiendo desde el principio si el sospechoso “tiene algo pendiente” o es “malo”, incluso antes de comprobar si va armado, descartar que sea una amenaza y está dispuesto a hacer daño, la excusa del mercader es del tipo: “necesito pasarlo antes para saber quién es”. Si eres un mercader cambia tu actitud en estas situaciones, en la calle todo sospechoso es una amenaza y todo documento es falso hasta que se demuestre lo contrario, el documento no es la identidad y la identidad no es el documento (dos artículos recomendables). Es inocente sino estúpido, pensar que, si tienes delante a un fugitivo, te dará su documento bueno para que lo detengas porque está deseando cooperar contigo.

Si te han colado un documento malo y no te has formado para detectarlo “te lo vas a comer” y se marchará, por la radio te dirán que “no tiene antecedentes”, no harás más gestiones y la responsabilidad de ese fracaso será tuya. Sigue el camino del guerrero, céntrate en el sospechoso, su declaración, sus reacciones, sus pertenencias, su vehículo, que no tiene una vía de escape ni alguien dándole cobertura. Deja el documento para el final, por favor.


 
El Espartano piensa: “si el tipo es malo, antes de que te den el resultado por la radio ya te ha matado cuatro veces”, y tiene razón, cuando el que manda en la patrulla es un mercader y el que da seguridad es un guerrero, se corren riesgos frente a situaciones proactivas como la identificación de los ocupantes de un vehículo sospechoso. Si eres un guerrero, diriges la intervención y tu compañero se pone a hacer gestiones con el documento mientras tú haces un registro corporal, estamos ante un solapamiento de tareas y no te está dando seguridad.

El mismo problema existirá ante situaciones reactivas, cuando la Sala te manda a un servicio y están esperando a la Policía, el escenario es otro y es el mercader quien juega con ventaja. Es posible encontrarse alguien sospechoso, sí, pero si hay un “malo” que sabe que la Policía viene de camino, lo más posible es que escape a tiempo. En escenarios de cooperación es más probable que nos den un documento bueno y que no tengan problemas con la Justicia.

Adelantar la identificación y pasar antes los datos por la radio para conocer los antecedentes e informar a la Sala, puede ser ventajoso para reducir los tiempos en escenarios de cooperación. El riesgo para el guerrero en una de estas llamadas será actuar con orgullo y practicar la identificación de uno que simplemente protesta, con un beneficio inferior al coste, que escalará sin necesidad, acabando en urgencias y saliendo tarde por un detenido de escaso valor.

¿Intervención democrática o autoritaria?

En la misma lógica del orden de prioridades hay otra cuestión: “autoridad o democracia”, dependiendo de si el policía es Espartano o Ateniense, guerrero o mercader.

España en un país democrático pero el crimen no lo es y la intervención policial tampoco. El guerrero elige las intervenciones autoritarias en las que uno actúa mientras los otros dan cobertura y observan, hay poca comunicación, los que dan cobertura no intervienen, protegen la intervención, custodian documentos, testigos, evidencias o detenidos y se acaba rápido.


 
Para el guerrero no hay intervención democrática en la que todos tienen algo que decir hasta que no acaba, algo positivo para situaciones de mayor riesgo, especialmente en controles de personas y vehículos donde la incertidumbre es mayor. Estas situaciones incomodan al mercader, que si no es jefe de equipo, se sentirá denostado porque cree que “la intervención es de todos”, si lidera el mercader y la situación es hostil, es probable perder el control por un exceso de comunicación, que cada uno acabe yendo por libre, se solapen las tareas, la intervención se prolongue más de lo necesario y acabe de manera indeseada.

Las intervenciones “participativas” -y caóticas- son más comunes en un contexto de policía judicial, por tratarse de grupos pequeños de atenienses que trabajan más tiempo juntos, están más acostumbrados a comunicarse y a agradar, todos prefieren “meter la cuchara” a ocupar una posición secundaria dando cobertura, a riesgo de que ocurran hechos inesperados como la fuga de los “malos” mientras todos buscan la droga o fugas de información.

La intervención “democrática” puede darse en escenarios de bajo riesgo y planificación previa, cada uno sabe lo que tiene que hacer y se pueden solapar unas tareas con otras. Esta clase de intervenciones no son recomendables en seguridad ciudadana porque dan lugar a que los hechos escalen a problema de orden público, empiecen a salir teléfonos grabando por todas partes, aumente el nivel de activación, aparezca el estrés y algo pequeño acabe siendo grande. En seguridad ciudadana es mejor actuar siguiendo un orden de prioridades liderado por el jefe de equipo, evitar solapamientos de tareas como registrar un vehículo a la vez que se comprueban datos por la radio, no comunicar más de lo necesario y acabar rápido.

En Una Policía para el Siglo XXI somos veteranos y hemos aprendido a desarrollar los dos registros, el dominante y el negociador, cada uno en su contexto. A modo de “crítica de sofá” nos alarma ver que aparecen errores de base como perder la atención de un sospechoso para comprobar sus datos, el error del mercader, o cuando se trata como sospechoso a un requirente en lugar de darle una solución amable y negociada, el error del guerrero. Cuando el Espartano no sabe desactivarse y el Ateniense no sabe tomar precauciones, a menudo ambos acaban frustrados, el primero con gafas de madera y el segundo en Secretaría o Automoción.

El sesgo de simpatía hacia la tipología descrita como más rentable para mandos y gestores (que coincide con su línea para ganar apoyos hacia su anhelado despacho) tendría más gravedad si no encasillaran a los policías en esos 2 tipos al estilo que encasillaban a los buenos y los malos en la series de los 80. Mientras, no deja de ser un artículo para aportar contenido en un blog monetizado.

Cada policía tiene un culo, una forma de ser y de trabajar, no necesaria y únicamente mezcla de esos 2 estereotipos y es cuestión de los mandos/gestores sacar lo mejor del grupo atendiendo a la diversidad de las PERSONAS Y POLICÍAS dentro de él, en vez de esperar con el cestillo los números de sus queridos e idealizados "espartanos" para presentarlos ante su superioridad y desfilar a por su medalla en el patrón de turno.

En vez de la policía del siglo XXI parece que deseen, en realidad, otro tipo de policía ya inventado y reinventado en los despachos del siglo pasado.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #676 en: 25 de Junio de 2021, 07:26:46 am »
El comentario sobre "la calma"...los que vivimos en grandes ciudades lo llevamos mal, yo al menos ese "tran.tran" de hoy no, para mañana o quizás al siguiente lo llevo fatal....me recuerda a ese "ahorita mismo" de ciertos paises sudamericanos donde el "ahorita" puede traducirse en horas de espera.



 
La nueva vida de Jordi C.: de policía local en Barcelona, a agente municipal en Cádiz

José Luis García-SerranoBarbate, Cádiz
23/06/202117:00h.

Jordi C. con su coche patrulla en la entrada a BarbateNIUS

Entre Vallirana, en el Baix Llobregat barcelonés, y Barbate,  hay, ni más ni menos, 1141 kilómetros de carretera. Aquella, a veinticinco kilómetros de la capital catalana, en el interior del macizo del Garraf, es una localidad eminentemente residencial. Barbate, en la costa gaditana, vive, por el contrario de la pesca y el turismo . En una se habla catalán, en la otra andaluz. Parecen no tener nada en común, pero hay algo que las une, un policía local llamado Jordi C. De trabajar en Vallirana ha pasado a hacerlo en Barbate.
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"Había tenido mi segundo hijo, vivía a mucha distancia de mi trabajo, así que hablé con mi regidor y con mis mandos y les comenté la necesidad de conciliar mi vida laboral y familiar viniéndome a Barbate, porque la familia de mi mujer es de aquí", explica Jordi, con una seriedad que dibuja una sonrisa en sus nuevos compañeros. "Había estado un par de veces veraneando y me gustaba la zona y la tranquilidad".

""Lo primero que me ha sorprendido, para bien, es la familiaridad que hay aquí entre los agentes, y entre estos y la gente en la calle. Es un trato muy cercano""

La solución fue una comisión de servicio. De una policía local a otra. Cambio de ciudad, cambio de clima, de compañeros de trabajo y de idioma. Foto con las autoridades municipales en su toma de posesión, y a patrullar por las nuevas calles. Su primer día, el 17 de junio. Su primer compañero de patrulla, Narciso.

"Lo primero que me ha sorprendido, para bien, es la familiaridad que hay aquí entre los agentes, y entre estos y la gente en la calle. Es un trato muy cercano", cuenta Jordi. "Yo estoy acostumbrado a un trato muy de `usted´. Allí es que somos a lo mejor de otro carácter, un poco más cerrados, menos extrovertidos".

"Te pide permiso, te habla de usted. Digo: no, yo soy un compañero, a mí no es necesario que me hables de usted, ni me pidas permiso", dice sonriendo Narciso. "Luego en la calle, también la forma de dirigirse a los agentes es distinta. Igual allí les dicen agente, aquí la gente te puede decir `oye´, `quillo´, no te hablan tanto de usted. A él esa proximidad le tira un poco. Yo le digo, no te preocupes que no te están hablando mal. No se allí, pero aquí empatizamos mucho con el ciudadano"

Le sorprende también esa forma de hablar rápida y concisa, en la que  un `¡illo, eh!´ es un saludo, un `¡illo, illo! ¨un aviso para prestar atención a algo que está ocurriendo, y un `¡ìllo, illo, illo!´, un claro aviso de peligro. Jordi habla catalán y castellano. Acaba de descubrir que si no hablarlo, al menos deberá comprender el andaluz.

"Me está costando un poco, se habla rápido, se cortan palabras. Sobre todo por la emisora". reconoce Jordi. "Les voy preguntando a los compañeros lo que que han dicho desde la central, porque me cuesta. Voy diciendo: ¿qué?, ¿qué has dicho?, ¿me puedes repetir?".

"Los dos primeros días con la radio decía: ¿qué ha dicho?. Digo: ha dicho esto", cuenta Narciso. "Diciéndoselo poquito a poco pues ya lo va entendiendo, porque al principio no es fácil, y le costará un poquito cogerlo".


""Me he llevado una agradable sorpresa con la calma con la que se toman aquí las cosas""


Como también ya se está acostumbrando a un sentido del humor completamente diferente, y una forma de vivir mucho más sosegada que la que llevaba.

"Me he llevado una agradable sorpresa, frente a lo que estaba acostumbrado en Barcelona, con la calma con la que se toman aquí las cosas", confiesa el nuevo agente de Barbate. "Yo estaba acostumbrado a un tipo de estrés, a las prisas, y eso es quizás también de lo que más me ha chocado".

Es la nueva vida de Jordi C. Por el momento un año, que puede prorrogarse otro más. Pero si por él fuera, puede que esa vida, con otro uniforme, en otra ciudad, con otras costumbres, se convierta en definitiva.

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« Última modificación: 27 de Junio de 2021, 07:27:26 am por 47ronin »

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #678 en: 26 de Junio de 2021, 18:00:26 pm »
Idiotas sin importancia.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #679 en: 27 de Junio de 2021, 07:33:25 am »
Idiotas sin importancia.

Bueno si, pero no...esto de la "policía de verdad" no es nuevo, es un "sentimiento" minusvalorador de lo que en apariencia se resume en tráfico y ordenanzas que son dos de las funciones principales de las policías locales, las principales que no las propias e impropias como algunos defienden desde sus púlpitos leyendo una 2/86 según convenga, y que hace que esos "idiotas" se apresuren en incorporar la adjetivación minusvaloradora, cuando en realidad y sobre el terreno práctico de la seguridad ciudadana, las Policías Locales tienen un ámbito de funciones mucho mayor que cualquier E.

Otra cosa distinta sería de hablar de medios y sobretodo de información, que es el poder de la E, ahí las Policías Locales no tienen recorrido frente a una maquinaria de décadas que se ha ido nutriendo día a día y de las que las Policías Locales no pueden ni soñar acceder, por que además sus pretesiones no son asaltar barcos en alta mar o desmontar celulas terroristas, su trabajo es el del día a día, el de ser conocedores del terreno que pisan a base del patrullaje continuo, algo que algunas Policías Locales han perdido como la de Madrid, hoy ya no se conoce el terrero y tampoco a sus habitantes, y eso es un defecto enorme.