Autor Tema: Sobre la vocación policial  (Leído 75385 veces)

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #600 en: 19 de Diciembre de 2013, 16:52:37 pm »
<a href="http://youtube.com/v/I5RcDv9cAMA" target="_blank" rel="noopener noreferrer" class="bbc_link bbc_flash_disabled new_win">http://youtube.com/v/I5RcDv9cAMA</a>

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #601 en: 08 de Febrero de 2014, 10:52:45 am »
¿Qué fue de ...?
«Un policía debe estar y saber pisar la calle, y eso sólo se aprende haciéndolo»Pilar Muñoz - sábado, 08 de febrero de 2014



Jesús Sáinz López ha sido comisario jefe provincial de Ciudad Real desde noviembre de 1999 a diciembre de 2004

Es un hombre muy educado y amable en el trato, pero sin exagerar, como, según el tópico, se dice que son los castellanos al norte de la sierra de Guadarrama. Quienes estuvieron a sus órdenes en la Comisaría de Ciudad Real le recuerdan como un jefe que estaba al tanto de todo, siempre pendiente de sus subalternos. Asegura que estuvo tan a gusto en esta tierra que, según su mujer, después de jubilarse se habrían quedado aquí de no ser porque el hijo, los nietos y el Atleti tiran mucho. Lo cierto es que han pasado algo más de nueve años desde que pasó a segunda actividad y sigue pendiente de lo que pasa cada día en nuestra provincia.
Jesús Sainz nació en Burgos el 25 de diciembre de 1942 y es el mayor de cinco hermanos. La vocación policial le venía de su padre, que era guardia civil, aunque «en principio la vocación que tienes es acabar los estudios y tratar de encontrar una posición, también influyen los amigos que se están preparando... son varias cosas», reconoce. Estudió en Burgos y luego en Madrid.

Recuerda que empezó a estudiar en la Academia de Policía en septiembre de 1967 y que «lo más duro era la competencia, porque nos presentamos más de 3.000 para 200 plazas y la oposición no era nada fácil. Constaba de tres partes y la suerte influía mucho porque dependías del tema que te tocara». A Jesús Sainz lo que se le daba mejor era «la prueba oral».

Las prácticas las hizo en la famosa comisaría del barrio madrileño de La Latina, donde tocó todos los palos. Sainz recuerda aquellos meses con mucho cariño porque tanto el comisario como los inspectores jefes fueron «muy buenos» con él, tanto que estuvieron invitados a su boda. Estuvo un tiempo en admisión de denuncias, con un compañero mayor, después dedicaba las noches a las identificaciones y también participó en algún registro. Tan a gusto estaba que, cuando acabó las prácticas, en muchas ocasiones iba a echar una mano a sus compañeros de la comisaría, policías que le enseñaron algo que no se aprende en ninguna escuela ni academia por muchos años que se permanezca en ellas, saber estar en la calle: «Un policía debe estar y saber pisar la calle, y esto sólo se aprende haciéndolo y viéndolo hacer a gente con muchísima experiencia, como se trata al público, solucionar gran cantidad de problemas aunque muchos no sean delictivos; el saber estar en la calle lo aprendes de los compañeros con experiencia», explica Jesús Sainz.

Su primer destino fue Puigcerdá, una comisaría de un pueblo gerundense fronterizo con Francia. Corría el año 1968. El trabajo de la entonces Policía Armada consistía en el control de fronteras, porque la seguridad ciudadana era competencia de la Guardia Civil destacada en la localidad.

De Puigcerdá bajó a Lérida, donde estuvo destinado tres años y medio y de donde también guarda recuerdos muy agradables: «Era muy joven y el comisario que tenía, que era un hombre impresionante, me dijo que me tenía que hacer cargo de la Brigada Provincial de Investigación Criminal. Supuso un reto importante que confiaran en mí. Era totalmente distinto al puesto fronterizo, con distintos grupos de investigación criminal, y trabajamos en asuntos muy importantes, algunos en colaboración con la Brigada de Madrid como cuando después de unas inundaciones se instaló mucha gente en viviendas de madera, gente necesitada pero también muchos delincuentes». Recuerda que hubo otras actuaciones importantes con la Brigada Provincial de Madrid, casos de homicidios, grandes estafas y «comenzamos a trabajar ya en la lucha contra el tráfico de drogas».

En diciembre de 1972 abandonó Lérida y se incorporó a la recién creada comisaría de Alcalá de Henares (Madrid) con el empleo de inspector. Fue toda una experiencia, ya que «llegamos siete inspectores y el comisario, y encontrarte con un despacho nuevo, con papeles en blanco y comenzar a hacer archivos, clasificaciones, a funcionar... la tienes un poco como hija tuya». A Jesús Sainz le tocó ocuparse de la Policía Judicial. Eran los años en que «comenzaron los atracos a entidades bancarias y a consumirse la droga, fundamentalmente drogas duras». Además de Alcalá atendían a Torrejón de Ardoz, que no tenía comisaría pero sí dos barrios conflictivos, y mantenían una conexión muy estrecha con Madrid porque «había muchos delincuentes que actuaban en la capital de España pero vivían en Alcalá, Torrejón o Villaverde».

San Sebastián. Ascendió a comisario y el 2 de enero de 1986 tomó posesión como máximo responsable de la Comisaría de San Sebastián, «una etapa muy difícil en la que trabajábamos mucho en equipo, siempre te arropas, te ayudas, sabes que hay que ser fuerte porque los demás compañeros se están fijando en ti», señala. Los recuerdos relacionados con el trabajo que tiene de aquel periodo en el norte no son nada felices, como la bomba que adhirieron a los bajos del coche de un policía nacional en Rentería que arrancó los pies a la hija del agente y, sobre todo, la noche en la que estando en un restaurante de San Sebastián vio a un par de policías de la escala básica que iban de paisano en un coche camuflado.

Cuenta que les llamó y les dijo «que se tomaran un café antes del servicio, pero
uno de ellos me dijo que lo sentía, que quería pasarse por su casa porque se había enfadado un poco con su mujer por una tontería y quería pedirle perdón. Poco después hubo un enfrentamiento con un etarra y luego me tocó a mí decirle a una mujer muy joven con un bebé en brazos que acababan de matar a su marido. Era una familia de León y, pese a los años transcurridos, sigo sin poder olvidarlo. Duele», confiesa.

De película. Jesús Sainz abandonó San Sebastián en julio de 1987 y regresó a Madrid para hacerse cargo de la sección de atracos y delincuencia económica de la Brigada de Policía Judicial. Entonces fue cuando se perpetró un asalto a un banco de película. Se remonta al 86 y todavía hoy se recuerda. Fue un saqueo por el procedimiento del butrón en el Banco de Santander de la plaza de Cascorro de Madrid. «La primera vez que se empleó en España la lanza térmica, que se sepa, se llevaron dos mil millones de pesetas en dinero y joyas depositados en las cajas fuertes pero se recuperó prácticamente todo en Valencia», recuerda Sainz.

Otro caso resuelto que también abrió los informativos y llenó páginas en los periódicos fue los asesinatos en el 'Lobo Feroz', un mesón madrileño de la calle Granito donde aparecieron emparedados los cadáveres de varias mujeres. «La inspección ocular fue determinante, fue un policía joven recién llegado a la brigada que era muy observador quien se dio cuenta de que aquella pared no cuadraba y, a partir de ahí fue cuando pudimos avanzar y fijar la fecha en que se habían producido los asesinatos y quién regentaba el bar en aquel momento», aclara.

Sin embargo, en la Policía Judicial no pasó mucho tiempo porque en 1990 volvió a Alcalá de Henares como comisario. Tras nueve años en Alcalá, en noviembre de 1999 se hizo cargo de la Comisaría de Ciudad Real, un destino en el que estuvo muy a gusto y en el que «lo que más me llamó la atención, lo que más me sorprendió fue el nivel de preparación de los compañeros; normalmente en Madrid se piensa que en provincias la gente no está tan al día, y la verdad es que me sorprendió la preparación de la gente, de los mandos. Los compañeros de Policía Científica tenían un nivel muy grande».


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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #602 en: 08 de Febrero de 2014, 11:01:12 am »
¿Qué fue de ...?
«Un policía debe estar y saber pisar la calle, y eso sólo se aprende haciéndolo»Pilar Muñoz - sábado, 08 de febrero de 2014



Jesús Sáinz López ha sido comisario jefe provincial de Ciudad Real desde noviembre de 1999 a diciembre de 2004

Es un hombre muy educado y amable en el trato, pero sin exagerar, como, según el tópico, se dice que son los castellanos al norte de la sierra de Guadarrama. Quienes estuvieron a sus órdenes en la Comisaría de Ciudad Real le recuerdan como un jefe que estaba al tanto de todo, siempre pendiente de sus subalternos. Asegura que estuvo tan a gusto en esta tierra que, según su mujer, después de jubilarse se habrían quedado aquí de no ser porque el hijo, los nietos y el Atleti tiran mucho. Lo cierto es que han pasado algo más de nueve años desde que pasó a segunda actividad y sigue pendiente de lo que pasa cada día en nuestra provincia.
Jesús Sainz nació en Burgos el 25 de diciembre de 1942 y es el mayor de cinco hermanos. La vocación policial le venía de su padre, que era guardia civil, aunque «en principio la vocación que tienes es acabar los estudios y tratar de encontrar una posición, también influyen los amigos que se están preparando... son varias cosas», reconoce. Estudió en Burgos y luego en Madrid.

Recuerda que empezó a estudiar en la Academia de Policía en septiembre de 1967 y que «lo más duro era la competencia, porque nos presentamos más de 3.000 para 200 plazas y la oposición no era nada fácil. Constaba de tres partes y la suerte influía mucho porque dependías del tema que te tocara». A Jesús Sainz lo que se le daba mejor era «la prueba oral».

Las prácticas las hizo en la famosa comisaría del barrio madrileño de La Latina, donde tocó todos los palos. Sainz recuerda aquellos meses con mucho cariño porque tanto el comisario como los inspectores jefes fueron «muy buenos» con él, tanto que estuvieron invitados a su boda. Estuvo un tiempo en admisión de denuncias, con un compañero mayor, después dedicaba las noches a las identificaciones y también participó en algún registro. Tan a gusto estaba que, cuando acabó las prácticas, en muchas ocasiones iba a echar una mano a sus compañeros de la comisaría, policías que le enseñaron algo que no se aprende en ninguna escuela ni academia por muchos años que se permanezca en ellas, saber estar en la calle: «Un policía debe estar y saber pisar la calle, y esto sólo se aprende haciéndolo y viéndolo hacer a gente con muchísima experiencia, como se trata al público, solucionar gran cantidad de problemas aunque muchos no sean delictivos; el saber estar en la calle lo aprendes de los compañeros con experiencia», explica Jesús Sainz.

Su primer destino fue Puigcerdá, una comisaría de un pueblo gerundense fronterizo con Francia. Corría el año 1968. El trabajo de la entonces Policía Armada consistía en el control de fronteras, porque la seguridad ciudadana era competencia de la Guardia Civil destacada en la localidad.

De Puigcerdá bajó a Lérida, donde estuvo destinado tres años y medio y de donde también guarda recuerdos muy agradables: «Era muy joven y el comisario que tenía, que era un hombre impresionante, me dijo que me tenía que hacer cargo de la Brigada Provincial de Investigación Criminal. Supuso un reto importante que confiaran en mí. Era totalmente distinto al puesto fronterizo, con distintos grupos de investigación criminal, y trabajamos en asuntos muy importantes, algunos en colaboración con la Brigada de Madrid como cuando después de unas inundaciones se instaló mucha gente en viviendas de madera, gente necesitada pero también muchos delincuentes». Recuerda que hubo otras actuaciones importantes con la Brigada Provincial de Madrid, casos de homicidios, grandes estafas y «comenzamos a trabajar ya en la lucha contra el tráfico de drogas».

En diciembre de 1972 abandonó Lérida y se incorporó a la recién creada comisaría de Alcalá de Henares (Madrid) con el empleo de inspector. Fue toda una experiencia, ya que «llegamos siete inspectores y el comisario, y encontrarte con un despacho nuevo, con papeles en blanco y comenzar a hacer archivos, clasificaciones, a funcionar... la tienes un poco como hija tuya». A Jesús Sainz le tocó ocuparse de la Policía Judicial. Eran los años en que «comenzaron los atracos a entidades bancarias y a consumirse la droga, fundamentalmente drogas duras». Además de Alcalá atendían a Torrejón de Ardoz, que no tenía comisaría pero sí dos barrios conflictivos, y mantenían una conexión muy estrecha con Madrid porque «había muchos delincuentes que actuaban en la capital de España pero vivían en Alcalá, Torrejón o Villaverde».

San Sebastián. Ascendió a comisario y el 2 de enero de 1986 tomó posesión como máximo responsable de la Comisaría de San Sebastián, «una etapa muy difícil en la que trabajábamos mucho en equipo, siempre te arropas, te ayudas, sabes que hay que ser fuerte porque los demás compañeros se están fijando en ti», señala. Los recuerdos relacionados con el trabajo que tiene de aquel periodo en el norte no son nada felices, como la bomba que adhirieron a los bajos del coche de un policía nacional en Rentería que arrancó los pies a la hija del agente y, sobre todo, la noche en la que estando en un restaurante de San Sebastián vio a un par de policías de la escala básica que iban de paisano en un coche camuflado.

Cuenta que les llamó y les dijo «que se tomaran un café antes del servicio, pero
uno de ellos me dijo que lo sentía, que quería pasarse por su casa porque se había enfadado un poco con su mujer por una tontería y quería pedirle perdón. Poco después hubo un enfrentamiento con un etarra y luego me tocó a mí decirle a una mujer muy joven con un bebé en brazos que acababan de matar a su marido. Era una familia de León y, pese a los años transcurridos, sigo sin poder olvidarlo. Duele», confiesa.

De película. Jesús Sainz abandonó San Sebastián en julio de 1987 y regresó a Madrid para hacerse cargo de la sección de atracos y delincuencia económica de la Brigada de Policía Judicial. Entonces fue cuando se perpetró un asalto a un banco de película. Se remonta al 86 y todavía hoy se recuerda. Fue un saqueo por el procedimiento del butrón en el Banco de Santander de la plaza de Cascorro de Madrid. «La primera vez que se empleó en España la lanza térmica, que se sepa, se llevaron dos mil millones de pesetas en dinero y joyas depositados en las cajas fuertes pero se recuperó prácticamente todo en Valencia», recuerda Sainz.

Otro caso resuelto que también abrió los informativos y llenó páginas en los periódicos fue los asesinatos en el 'Lobo Feroz', un mesón madrileño de la calle Granito donde aparecieron emparedados los cadáveres de varias mujeres. «La inspección ocular fue determinante, fue un policía joven recién llegado a la brigada que era muy observador quien se dio cuenta de que aquella pared no cuadraba y, a partir de ahí fue cuando pudimos avanzar y fijar la fecha en que se habían producido los asesinatos y quién regentaba el bar en aquel momento», aclara.

Sin embargo, en la Policía Judicial no pasó mucho tiempo porque en 1990 volvió a Alcalá de Henares como comisario. Tras nueve años en Alcalá, en noviembre de 1999 se hizo cargo de la Comisaría de Ciudad Real, un destino en el que estuvo muy a gusto y en el que «lo que más me llamó la atención, lo que más me sorprendió fue el nivel de preparación de los compañeros; normalmente en Madrid se piensa que en provincias la gente no está tan al día, y la verdad es que me sorprendió la preparación de la gente, de los mandos. Los compañeros de Policía Científica tenían un nivel muy grande».



En la Corporación hay muchos casos similares a éste, por eso cuando desde otros Cuerpos pequeños y de reciente creación pretenden darnos lecciones, sale una sonrisilla...

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #603 en: 23 de Abril de 2014, 16:21:53 pm »

Vocación



Muchos agentes hacen un semisacerdocio de su trabajo. A pesar de los sinsabores que les deja el día a día, pocos pierden la pasión por su oficio.


Lleva un par de años lejos de la calle, sin subirse a un coche zeta, sin necesidad de engrilletar a nadie, sin notar el peso de su arma reglamentaria en la cintura, salvo en las ocasiones que el protocolo lo requiere. Pero se sigue sintiendo policía. Tan policía como el día que juró el cargo. Días atrás, cuando veía las imágenes de las agresiones sufridas por los agentes de la UIP el pasado 22 de marzo, se revolvía en su puesto administrativo, deseando volver a la calle, sintiendo como propias las heridas de sus compañeros. "Te aseguro que lo peor no son los heridos, lo peor es lo que han tenido que sentir sus compañeros sin poder hacer nada", me repetía.

Como ella, una gran parte de los policías que conozco se dedica a su oficio por pura vocación y hacen un semisacerdocio de su trabajo: nunca dejan de ser policías. Ni cuando están fuera de servicio, ni cuando están de vacaciones, ni siquiera cuando se jubilan. Mi padre también era periodista y, sin duda, a él le debo mi amor por contar historias, mi devoción por este oficio. En la policía también ocurre. Son muchos los hijos de policías que han heredado la vocación y se sienten orgullosos de ello: "Soy policía por mi padre, porque aunque le necesité muchas veces y no estaba, sabía que cuando estaba en la calle, lo hacía por todos los que estábamos en casa tranquilos", me cuenta una policía. "Ahora yo paso por eso cada día. Sigo sintiendo el orgullo de ser policía. Aunque todos los días me toque tirarme al suelo a luchar. Es la única manera de demostrar a los de arriba que solo necesitamos vocación", concluye.


Son muchos los hijos de policías que han heredado la vocación y se sienten orgullosos de ello


La vocación tapa los desvelos y los malos sueldos. En la policía y en el periodismo. Hasta que la vocación deja de ser suficiente. En uno y en otro oficio. Conozco a muchos compañeros que han dejado los medios o, más bien, a los que han dejado los medios. En la policía hay menos casos, seguramente porque, para lo bueno y para lo malo, los policías son funcionarios. Pero ocurre. Otro policía, hijo de un inspector, dejó su carrera después de tener problemas con la justicia. Hacía su trabajo en la calle, en una unidad de investigación, dedicada a la lucha contra el crimen organizado. Él y su grupo cometieron un error, se equivocaron a la hora de efectuar una detención. Aquello les costó un procesamiento y una condena en primera instancia. Luego llegó la absolución, pero para él ya era tarde: "Amaba este trabajo desde que era un niño, pero me sentí solo en la calle, sin el respaldo de mi 'empresa'... No merece la pena arriesgar cada día en la calle, jugándote la vida o una condena".

Es una excepción. El orgullo de ser policía puede con casi todo. Hace pocos días, pasé un rato con un inspector, también hijo del Cuerpo. Había sufrido recientemente una terrible campaña de difamación, que incluía cuestionar sus méritos, sus felicitaciones públicas y la forma en la que resolvió un caso mediático, de esos que ocupan centenares de horas de televisión. Aún dolido por esa campaña, esclareció otro crimen de esos que no merecen ni media columna en la prensa nacional. "Es nuestro trabajo. Nos da igual si el caso sale o no sale en la prensa", decía con laconismo y un punto de desconfianza hacia el periodista.

La vocación es la que hace que tres policías pierdan la vida por intentar salvar a un borracho que se mete en las bravas aguas de Orzán; la que hace posible que un agente desprecie su propia vida para rescatar a alguien que se cae al andén del metro; la vocación hace que yo haya podido ver a policías arrastrados por el suelo, haciendo interminables esperas en apostaderos en los que las ratas les pasan por encima para poder fotografiar a los yonquis acudiendo a un punto de venta de droga de la Cañada Real; esa misma vocación es la que hace que haya visto el mismo entusiasmo a la hora de hacer su trabajo en un inspector dedicado a dar caza a los mayores narcotraficantes del mundo que en un policía que da charlas en los colegios para prevenir el acoso escolar. Todos ellos son policías orgullosos de serlo. Pese a todo.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #604 en: 23 de Mayo de 2014, 15:02:19 pm »
El policía herido en los sucesos de San Juan de 2005, en el olvido



Hubo 30 personas heridas por quemaduras aquella noche en la que, además, resultó complicado obtener imágenes debido a impedimentos oficiales
 
 La noche del 24 de junio de 2005 le cambió radicalmente la vida al agente de la Policía Nacional Antonio Garcés. Y se la cambió a peor por culpa de la pirotecnia empleada en aquel San Juan que, sin control alguno, siguió un camino equivocado dejando 30 heridos por quemaduras de diversa consideración.

Entre todos ellos uno grave: el agente Garcés, quien perdió el 98% de la visión de su ojo izquierdo después de intervenir, en primera línea de playa, para que decenas de personas no se vieran afectadas por quemaduras.

Hoy, casi 9 años después de aquello, Garcés vive prácticamente en la ruina, después de que se le jubilara forzosamente, en julio de 2009, al entender la Dirección que no podía continuar en el Cuerpo. En cualquier momento puede ser lanzado de la casa que ocupa pues carece de recursos para hacer frente a la hipoteca, debido a las condiciones económicas en que quedó tras los hechos que fueron desencadenándose en su vida, orientándola por otros derroteros.
Su historia es un claro ejemplo de cómo la vida de un agente puede llegar a torcerse por una actuación que terminó como no debía y que le ha dejado a él como víctima olvidada de un accidente del que nadie quiere hacerse responsable. Ni antes, ni ahora. Así, pasó de estar deteniendo a un delincuente peligroso en el Príncipe en una jornada en la que “nos tiraron de todo menos flores” a intervenir en un complicado incendio ocurrido en los Pisos Militares para, una vez llegado a la Jefatura después de ese doble servicio en los zetas, toparse con la notificación de que se iba a la calle de forma forzosa.
La vida de Garcés se torció aquel San Juan del que, casi nueve años después, nadie quiere responder. Se le reconoció el acto de servicio realizado aquella noche pero, por el otro lado, le jubilaron echándolo a la calle y nunca se le reconoció indemnización alguna. Ni a él, con el caso de mayor gravedad, ni al resto de personas que sufrieron quemaduras más leves.

El caso fue archivado por el Juzgado de Instrucción número 4 al considerar que no existía responsabilidad penal alguna ya que se concluyó que el accidente fue fortuito. No obstante, el juez instructor dejó escrito en su auto, notificado en junio de 2010, la posibilidad de que Garcés, al igual que otros heridos, emprendiera acciones civiles que nunca se han materializado puesto que la única respuesta obtenida por parte de la Ciudad Autónoma a los distintos escritos remitidos reclamando la responsabilidad patrimonial por los hechos ha sido la del silencio administrativo.

“Aquella noche ya fue especialmente movida”, recuerda Garcés, nueve años después en una entrevista con El Faro. Antes de que se produjera el accidente, tanto él como un compañero, ambos destinados en los zetas, tuvieron que echar de la playa del Chorrillo a un borracho que estaba dando problemas con la hoguera. Sobre la arena eran pocos los policías que estaban desplegados, ya que la amplia mayoría se encontraba en la parte superior. “Estábamos tres policías nacionales nada más en la arena”, recuerda Garcés.

“Pusimos el cinto de seguridad y recuerdo que a uno de los técnicos que estaba allí presente le pregunté si era todo seguro y me respondió que sí. El hecho es que no avisaron a los agentes especializados para estos asuntos, que son los TEDAX, y nos quedamos allí mis compañeros y yo”, añade. “Nosotros tiramos a la gente hacia atrás porque desde las lanchas que había en el mar había quienes estaban tirando cohetes hacia la arena. Estábamos allí solo tres agentes y podía ser muy poco lo que hiciéramos”, recuerda.

Eran los momentos previos a la celebración de San Juan y nada presagiaba lo que iba a suceder. “Estábamos controlando la situación y de repente vimos que uno de los cohetes subía pero no marchaba hacia el agua sino que venía hacia la arena. Mis compañeros y yo empezamos a correr y a avisar a la gente de que el cohete iba a explotar en la arena... pero nadie se movía. Recuerdo que aparté de en medio, a una abuela y a varias niñas pequeñas”, añade. Garcés se interpuso entre una carcasa pirotécnica no explosionada y el público congregado salvando la vida e integridad de varios de los presentes.

Después de aquello el caos se adueñó de la playa. Decenas de heridos con diversas quemaduras  eran atendidos en el arenal, mientras que Garcés tenía que ser trasladado al Hospital con una quemadura en el ojo. A partir de ahí empezó su calvario. “A mí no me dijeron nada, pero ya a mi jefe le avisaron de que el ojo lo iba a perder. No podían hacerme ninguna prueba ni nada porque lo tenía lleno de sangre”. Tras aquello llegaron hasta tres operaciones, visitas a los médicos en Ceuta y en Sevilla para, al final, confirmar la pérdida de visión de un 98%.

Garcés reconoce estar orgulloso de la intervención llevada a cabo aquella noche, a pesar de que hoy se encuentre prácticamente en la ruina con dificultades para llegar a final de mes y sin que, a pesar de la insistencia, la Administración haya contestado a los escritos remitidos en cuantiosas ocasiones por su Defensa para responder de la indemnización que siempre se le ha negado. “Aquella noche me malogró la vida por completo”, indica. “Yo estaba orgulloso de la intervención, de hecho me condecoraron con la Cruz al Mérito Policial con distintivo rojo y a título colectivo la Medalla de Oro de la Ciudad de Ceuta. Me reconocen toda clase de méritos pero a la hora de la indemnización... si te he visto no me acuerdo... Me han jubilado del Cuerpo, me han dejado en la ruina... Yo me alegro porque las niñas que retiré de la playa hoy tienen diez años más, serán unas señoritas, pero póngase a pensar cómo estoy yo, cómo me he quedado”, lamenta.

¿Se arrepiente de aquella acción? “No tengo valor para no hacer lo que hice. Estoy también condecorado con el Galón de Mérito del 83 por meterme en un incendio en un quinto piso en diciembre de aquel año en Tudela (Navarra)”, añade. La respuesta a la pregunta es evidente: lo volvería a hacer.

Garcés mantiene su pelea, cual David frente a Goliat. Lleva años presentando escritos sin que se le haya atendido hasta la fecha. El 10 de junio de 2011 se presentó en el Ayuntamiento la reclamación patrimonial por los daños sufridos debido, entiende, a un anormal funcionamiento de los servicios públicos, ya que la Ciudad era responsable de la contratación de la pirotecnia de San Juan y debía garantizar que no hubiera problemas de ningún tipo. Los hubo, causaron daños y ahora se escurre el bulto a esa responsabilidad patrimonial.

Garcés protagoniza desde entonces un rosario de reclamaciones que todavía persiste. La única respuesta obtenida fue en 2013 cuando se le comunicó telefónicamente que todos sus escritos se habían perdido. Algo ilógico en pleno Siglo XXI y que provocó que, poco después, su abogado volviera a presentar una documentación con la narración de los hechos que fundamentan la reclamación como la cuantificación de la indemnización y toda la documentación que los acreditaban.

El silencio administrativo ha sido la respuesta dada. Hasta la fecha no se ha procedido a abrir expediente, desatendiendo todas las peticiones cursadas por el afectado. A todos los pasos dados se le ha respondido con el caso omiso.

El agente Antonio Garcés fue condecorado en el Patrón de 2010

El agente Antonio Garcés, al que se le conocía en la ciudad como ‘el maño’ por su origen aragonés, estuvo destinado en Ceuta desde el año 2003 hasta 2009. De no haber sido jubilado de manera forzosa, hubiera seguido en el Cuerpo Nacional de Policía hasta el año 2022. Afiliado al SUP, formaba parte de la cúpula sindical con Andrés Carrera al frente. Destinado en los zetas, en la comisaría de San José, el mismo día en que el jefe superior de la época le comunicó la jubilación forzosa había estado deteniendo a un delincuente en el Príncipe e interviniendo en un incendio en los Pisos Militares. En octubre de 2010, con motivo de los actos del Patrón, se le impuso una condecoración al Mérito Policial con distintivo rojo junto a otro compañero del Cuerpo.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #605 en: 30 de Mayo de 2014, 16:20:50 pm »
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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #606 en: 31 de Mayo de 2014, 16:10:23 pm »
Si asi es....que suerte tiene Palma.



Isern afirma que Palma cuenta con una Policía Local “fuerte, comprometida y motivada”




may 31, 2014

El alcalde de Palma, Mateo Isern, afirmó en el transcurso del acto central de la Diada de la Policía Local celebrado ayer en el Palacio de Deportes de Son Moix, que Palma cuenta con un Cuerpo “fuerte, comprometido y motivado” al servicio de los ciudadanos lo que, sumado a la “profesionalidad, entrega y al compromiso absoluto” demostrado por “la amplísima mayoría” de la plantilla, ha permitido hacer de ésta “una ciudad mucho más segura en consonancia con el modelo que pide la ciudadanía”.

En su intervención, Mateo Isern ha querido agradecer el trabajo desarrollado por todos los miembros de la Policía Local sin el cual “sería imposible garantizar el normal día a día de la ciudad”. En este sentido, ha reconocido tener “un compromiso absoluto” con el Cuerpo que hoy “es más firme que nunca” desde el convencimiento que problemas como los ocurridos dentro de este último año “se han de afrontar con inmediatez y autoexigencia”, como así ha sucedido, “y no pueden empañar el trabajo honesto y sincero de la inmensa mayoría” de los profesionales que conforman la plantilla de la Policía Local.

El alcalde de Palma también ha querido felicitar a todos los premiados en el acto de esta tarde destacando que “vuestro legado, manifestado en un trabajo bien hecho, es el mejor ejemplo de dedicación a la ciudadanía sobre el cual hemos de seguir construyendo el futuro de nuestra ciudad”.

Del mismo modo, ha agradecido el trabajo llevado a cabo en estos tres años por el concejal de Seguridad Ciudadana, Guillem Navarro, “quien ha sido capaz de poner en marcha y hacer crecer un nuevo modelo de seguridad ciudadana eficiente y acorde con lo que nos piden los ciudadanos”, y por el director general del Área, el mayor Guillem Macaró, “pieza clave en la consecución de estos objetivos”.

Isern también ha animado y deseado una “larga y provechosa etapa al frente de la Policía Local” al nuevo jefe del Cuerpo, el comisario Joan Mut, “que será un nuevo estímulo capaz de hacer realidad todos los retos que tenemos por delante y de consolidar todos los esfuerzos que nos han llevado a vivir, cada día más, con mayor armonía y una mejor convivencia”.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #607 en: 08 de Julio de 2014, 14:42:40 pm »
Esteban asegura que la labor de los policías locales «no está pagada»

REDACCIÓN - martes, 08 de julio de 2014



El portavoz del Gobierno de Castilla-La Mancha destacó que los policias locales «asumen una función de entrega y vocación que va más allá de su responsabilidad formativa»
 
La formación, el perfeccionamiento y la especialización de quienes trabajan en actividades relacionadas con la seguridad son, en palabras del portavoz del Gobierno de Castilla-La Mancha, «los principales objetivos que persigue la amplia y completa» programación de actividades y cursos destinada a estos cuerpos. Así, Leandro Esteban apreció la profesionalidad del colectivo durante el acto de entrega de placas y diplomas a los alumnos de los cursos de formación para Policía Local.

 En dicho marco, y sentenciando que «vuestro éxito es nuestro seguridad y bienestar», Esteban destacó la importancia de «la formación como base sólida para asentar el desarrollo de la región» porque «garantiza los bienes, derechos e integridad física» de los ciudadanos. Por ello, y apelando constantemente a la «vocación de servicio público» de los integrantes de la Policía Local, el consejero de Presidencia y Administraciones Pública evidenció el compromiso del Gobierno regional «en la formación, perfeccionamiento y aumento de la calidad» de este tipo de cursos que, en esta edición, han contado con «unas calificaciones excelentes, muestra de la especial implicación y motivación por prestar un servicio especializado».

En este punto, felicitó y agradeció la labor desarrollada a los dos nuevos miembros de la Policía Local en La Solana y en Añover de Tajo -Juan Cano y José Antonio Martín-; a los oficiales Luis Francisco Barragán y Antonio Mansilla; al subinspector Alberto Espuña y al intendente Miguel Ángel Caballero. A todos ellos los felicitó porque «asumen funciones que no son habituales en otros trabajos que no están pagadas».

Se refería Esteban a «la entrega incluso de su integridad física» ya su «componente vocacional que, en ocasiones, los hace renunciar a la compañía de sus familiares». De hecho, dirigió estas palabras a los familiares allí reunidos a través de «un reconocimiento importante porque sin vuestro apoyo no serían capaces de dar todo lo que aportan a nuestra sociedad».

Por su parte, la directora de Escuela de Protección Ciudadana de la región destacó la importancia de «buscar y formar a los mejores profesionales» en el conocimiento, habilidades y técnicas. Gema Aguado Martín relató algunas de los aspectos teóricos y prácticos tenidos en cuenta poniendo especial atención a la «capacidad de adaptación de los alumnos y su predisposición para aprender».
Apunto, además, que «la cualificación no puede supeditarse a medidas económicas, razón por la que aseguró están «optimizándose los recursos y priorizando la formación».

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #608 en: 09 de Julio de 2014, 08:34:24 am »
Esto puede tener muchos analisis, e interpretaciones... enchufismo?, falta de vocacion? Imagen? El desmantelamiento programado esta funcionando?... por lo que he podido leer Madrid parece que tiene el mismo color. En otros tiempos no hubiera sido muy relevante, pero la lectura de estas noticias ahora....

Un saludo a todos.


http://www.cadenaser.com/euskadi/articulo/unicamente-49-aspirantes-pasan-pruebas-policia-municipal/csrcsrpor/20140708csrcsreus_22/Tes

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #609 en: 09 de Julio de 2014, 10:21:38 am »
La verdad es que no encuentro una explicación que sirva para intentar conocer que está pasando....más de 1300 presentan instancia, de ellos más de 500 no se presentan al examen y de los que lo hacen, 783,  sólo lo pasan 49.


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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #610 en: 09 de Julio de 2014, 10:48:32 am »
Falta vocación. Hay que hacer como la iglesia que se trae los curas y las monjas de allende los mares.

gautamacop

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #611 en: 10 de Julio de 2014, 20:44:58 pm »
 :Mosqueteros_1   Muchas palabras bonitas sobre la vocacion , el que te juegues la vida pero..la realidad es que no se acuerdan de nosotros a la hora de redactar un catalogo de enfermedades especificas y adelantarnos la jubilacion a una edad en la que se jubila todo quisqui en los Ayuntamientos.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #612 en: 17 de Septiembre de 2014, 11:14:02 am »
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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #613 en: 17 de Septiembre de 2014, 11:55:10 am »
 . . . grande, muy grande y emotivo . . .

 :Plasplas :Plasplas :Plasplas :Plasplas

"No hay hechos, sino interpretaciones" Nietzsche

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #614 en: 28 de Octubre de 2014, 10:39:47 am »
La última noche de Ricardo en el zeta

Llegó al control de radiopatrullas de Madrid después de haber pisado mucha moqueta. Pero pronto el Zeta Sierra 20 se convirtió en un guía indiscutible para un grupo de jóvenes agentes que patrullan las noches de la capital, una "camada" que conforma el primer frente de batalla del 091.

Alguien que estuvo bajo su mando, a bordo de un coche zeta, y que ahora anda en un destino bien distinto, me habló de él hace tiempo con un enorme cariño: "Es el mejor jefe que he tenido nunca. Le sigo echando de menos cada día". A las 21 horas del pasado sábado, Ricardo –Zeta Sierra 20– inició su último turno como coordinador de noche de los radiopatrullas –los zetas– de cinco comisarías de distrito de Madrid. Ha ascendido a inspector y pasará una temporada en la escuela de Ávila antes de ir a un nuevo destino. Me avisó de que iba a ser una noche de lágrimas y de emociones a flor de piel. Antes de empezar su turno recibió un mensaje de uno de los suyos que le provocó el primer nudo en la garganta: "Creo que jamás volveré a tener a mi lado a un líder como tú, buena persona, coherente, cercano y, sobre todo, un jefe que se preocupa de su camada. Como tú no hay otro". El mensaje es de un tipo hecho y derecho, uno de sus cachorros, un patrullero que recorre cada noche los rincones más oscuros de Madrid y que convive en cada turno con lo peor de la ciudad. Pero también con lo mejor, con la hermandad que forman los que, como él, se suben en un coche policial e inician una jornada que no saben dónde les va a llevar con un escueto: "en servicio".

La última noche quería que fuese como una más, movidita, porque era sábado, pero una más, aunque endulzada por los profiteroles que le había preparado su mujer. Pero al llegar a base y cruzar su mirada con la de Rafa, su compañero, su hermano, supo que no iba a ser una noche más: "La sonrisa y mirada cómplice de Rafa me dice que sí pero no, me dice que trabajaremos igual que siempre, pero que nada será igual que siempre".

Ricardo llegó a los zetas procedente de un destino en el que casi siempre se está pisando moqueta, lejos de la mugre de la calle: "Diez años en protocolo de la Dirección General, así que decidí volver al barro, a los centauros o a los zetas, donde hubiese sitio". Y cayó en los radiopatrullas. Como subinspector, le tocó coordinar las comisarías de Latina, Carabanchel, Usera, Arganzuela, Moncloa y Centro. Es decir, medio Madrid. Media ciudad que por las noches patrullaban 90 policías en sus zetas, los que estaban bajo el mando de Ricardo: "Todos chavales jóvenes, la mayoría recién jurados, con mucha ilusión, pero sin experiencia y sin un guía. Esos 90 chavales se convirtieron en 90 hijos".

El panorama no era fácil: algunos de los distritos más complicados de Madrid al cargo de policías novatos que hasta la llegada de Zeta Sierra 20 no habían tenido un guía, un referente, algo imprescindible en cualquier oficio, también en el de policía: "Me dije que esto había que levantarlo y para eso era necesaria empatía, trabajo, trabajo, trabajo, vista larga y que me viesen trabajar como yo quería que trabajaran ellos".

Un enorme baño de realidad

El baño de realidad, tras dejar las moquetas y los despachos, fue enorme. "Mi trabajo consistía en coordinar todas las actuaciones de las intervenciones que se generan en el turno por las llamadas al 091. Somos los primeros que actuamos ante amenazas de bomba, homicidios, todo... El primer frente de batalla". Un frente cubierto por reclutas: "Al principio, ardían el teléfono y la emisora, todo eran dudas hasta que los chicos fueron creciendo. La obsesión era motivar y que hubiera calidad, ante todo calidad".

Y pronto llegaron los primeros momentos complicados, en los que se mide la calidad, no del servicio, sino del mando. "Cuando uno de los zetas tenía un accidente, iba al hospital con la máxima de que esa soledad que te da ir en un zeta, no fuera tal, y que en todo momento se sintieran arropados y respaldados. Así veía yo la labor de un jefe".

Los 90 hijos fueron creciendo y haciendo un equipo pétreo, rocoso, impermeable, con su líder. Y desde esa fortaleza veían a diario lo peor de la ciudad, de la sociedad, la primera capa de basura que ellos, los componentes de los zetas, retiran antes que nadie: "Asesinatos, suicidios, muertes solitarias, mucha violencia de género, muchas reyertas, amenazas de bomba, incendios, robos con fuerza, atracos..., pero también muchos servicios humanitarios gratificantes o servicios en los que, por ansia e ilusión, nos hemos extralimitado haciendo las primeras investigaciones".

La última noche dio para algún respiro: "Recorrido por todas las comisarías en las que en los pequeños periodos de calma llamo a los chicos y chicas para despedirme de ellos. Risas, recuerdos, anécdotas y, sobre todo, miradas cómplices y cabezas bajas, los guardias no lloran, a uno se le escapa que han organizado una cena de despedida y más risas y abucheos para él".

Pese a luchar con monstruos y mirar cada noche al abismo, Ricardo y sus 90 hijos mantienen limpia la mirada. "De lo que más orgullosos estamos es de que tanta miseria no nos deshumanice y tengamos siempre la capacidad de empatizar". Los peores momentos llegan cuando por la emisora uno de ellos pide apoyo: "Ese nudo en el estómago y el coche a toda velocidad cada vez que un compañero ha pedido auxilio y esa impotencia y la obligación de mantener el tipo cada vez que han agredido a alguno de los chicos".

Su última noche, Ricardo quiso mantener los rituales. El café a las tres de la madrugada, "donde siempre, por supuesto, un lugar céntrico pero discreto, en un sitio especialmente escogido en el que no estás a la vista de todos, ya que para mí la imagen del guardia en el bar se malinterpreta aunque estés diez minutos". Lo sirve María, que le recuerda que no es una noche más: "¿El último café?" "Siempre es el penúltimo, María". Y la camarera recuerda la de veces que han dejado la cena por salir corriendo, la de veces que se la habrá recalentado. Y Ricardo piensa que a lo mejor hasta alguna vez se ha ido sin pagar.

La despedida

Un comunicado de Usera rompe la calma: acaban de apuñalar a un tipo y dan descripción del autor y lugar. "Llegamos los primeros, ya sabemos qué hacer". El malo anda por ahí cerca. Trincado, otro palote. A esperar a los de amarillo, al verdadero cuerpo hermano de los zetas, los del Samur, que se unen a una noche de despedidas.

A las seis y media del domingo, el turno y un ciclo de seis años se termina para Ricardo. Coge la emisora y habla para todos los zetas:

- H50 para ZS20.
- Adelante, ZS20.
- Para comunicar a todos los zetas que este indicativo se disuelve, ha sido un placer trabajar con todos ustedes, gracias por su profesionalidad y por hacer tan fácil mi trabajo, gracias también a todos los operadores de esa sala por estar siempre pendientes de nosotros.

Aunque los guardias no lloran, aunque las retinas de Ricardo han almacenado en estos seis años escenas terribles, esta vez la voz se le quiebra y las lágrimas asoman cuando los zetas van respondiendo:

- Jefe este turno no será lo mismo sin usted.
- Este turno será igual mientras estéis vosotros.

Al fin, el zeta en el garaje. La mirada cómplice entre Ricardo y Rafa mientras saca la llave de contacto. Una despedida sencilla –"¿sabes que eres como mi hermano, verdad?"– y la mirada al suelo del compañero, que solo puede asentir. Fin de trayecto en la taquilla. Toca recoger las cosas: "Cambio la funda del arma antirrobo que siempre llevo, por la oficial, en Ávila nadie querrá quitármela, como sí me ha pasado alguna vez aquí en la jungla".

Camino de casa, ya libre de servicio, Ricardo sigue pensando en todos esos hijos que deja huérfanos. "Pienso en todos esos amigos que dejo atrás, en lo mucho que dan a diario por tan poco, incluso a veces no se llevan ni un gracias de la gente, pienso en si podría haber hecho algo más por agradecerles yo su trabajo, pero he hecho lo único que podía y sabía hacer: estar con ellos".

El domingo por la mañana se acabó una etapa para Ricardo. "Ahora toca forrar libros e hincar codos con el fin de hacernos mejor, para hacer mejor las nuevas misiones y responsabilidades que quedan por venir". Pero esta etapa es como esas mujeres que no puedes olvidar aunque vivas cien vidas, esas que dejan cicatrices en la piel, en el alma y en el corazón. "Después de haber pasado por científica, infiltrado en policía judicial, policía en el transporte, protocolo... Me quedo con la esencia de la policía, con lo que visualiza la gente cuando nombran a la policía: los zetas".

El último pensamiento de Ricardo su último día en los zetas es para su familia: "Jamás piensas en ellos cuando trabajas, pero ahora pienso en la de fines de semana, festivos y noches que les he dejado solos. Ellos saben que estaba donde tenía que estar y de paso mi hijo aprovechaba para ocupar mi lado de la cama". Al llegar a casa, a Ricardo le recibió su hijo en pijama: "¿Ya no trabajas más verdad papi?" "No cariño, pero dentro de un tiempo, volveré".

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #615 en: 28 de Octubre de 2014, 11:15:18 am »
Esto puede tener muchos analisis, e interpretaciones... enchufismo?, falta de vocacion? Imagen? El desmantelamiento programado esta funcionando?... por lo que he podido leer Madrid parece que tiene el mismo color. En otros tiempos no hubiera sido muy relevante, pero la lectura de estas noticias ahora....

Un saludo a todos.


http://www.cadenaser.com/euskadi/articulo/unicamente-49-aspirantes-pasan-pruebas-policia-municipal/csrcsrpor/20140708csrcsreus_22/Tes


Lo que no explica la noticia es que la prueba de callejero a sido una autentica cabronada, porque ha sido un exterminio sistemático de gente que vive en Bilbao de toda la vida e incluso algún concejal de Bilbao dijo que el no la hubiera aprobado dado que se les fue de las manos por su excesiva dificultad.

Nunca en la vida se ha visto una prueba así y te hablo de gente que estudió el callejero bien, bien y aún así alucinó con lo que le preguntaron y terminó suspendiendo.
Que me quiten lo bailao

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #616 en: 12 de Febrero de 2015, 18:30:16 pm »
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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #617 en: 15 de Febrero de 2015, 15:15:24 pm »
Programa de Apoyo y Asesoramiento
Nace la Oficina del Policía para mejorar la motivación de los agentes
 
La Dirección General de la Policía (DGP) ha puesto en marcha una nueva Oficina del Policía para mejorar la satisfacción y motivación de su personal, según ha informado la institución.

La nueva Oficina del Policía pretende convocar y evaluar las necesidades del personal de la DGP y responder con "rapidez y eficacia" a sus demandas, apoyándoles en situaciones profesionales y facilitándoles la conciliación con la vida personal, según ha explicado.

   Asimismo, ha detallado que se pondrán en marcha programas específicos de atención a los familiares de policías víctimas del terrorismo, violencia intrafamiliar del personal del Cuerpo y agentes jubilados de la Policía Nacional.

   Las peticiones, solicitudes y quejas se podrán presentar de forma verbal, por escrito o mediante medios telemáticos habilitados al respecto y serán tratadas con confidencialidad, según ha señalado la DGP.

RECURSOS HUMANOS, LO MEJOR

   Durante la visita a esta Oficina, el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, ha destacado: "Nuestros recursos humanos, los hombres y mujeres que sirven en la Policía Nacional, son lo mejor, lo más valioso de nuestra institución".

   Con la Oficina del Policía, según ha señalado la DGP, se consigue mejorar las condiciones de los funcionarios y facilitar la toma de decisiones para realizar cambios organizativos y estructurales.

   Además, ha indicado que esta nueva Oficina gestionará las funciones del Programa de Apoyo y Asesoramiento que da prioridad a la vía on-line y telefónica a la hora de recibir las demandas y opiniones.

   Por otra parte, ha destacado que la implantación del Programa de Apoyo y Asesoramiento convierte a la Oficina del Policía en punto de contacto directo para los policías nacionales jubilados. Estos agentes, que pertenecieron al Cuerpo, han recibido hoy los primeros carnés profesionales a retirados de la Policía Nacional.

   "Espero que esta tarjeta no solo os permita identificaros como lo que sois, policías, sino que os haga sentir además, aún en mayor medida si cabe, parte indisociable del Cuerpo al que durante tantos años servisteis con abnegación y sacrificio y que hoy no os quiere perder", ha concluido Cosidó.

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #618 en: 15 de Febrero de 2015, 16:55:54 pm »
Lo que viene a ser un servicio psicosocial, dando apoyo en demandas sociales, sobre todo a mayores . . . interesante iniciativa . . . aquí se centran en la patología psicológica, que diferencia de concepto.

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"No hay hechos, sino interpretaciones" Nietzsche

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Re: Sobre la vocación policial
« Respuesta #619 en: 19 de Febrero de 2015, 09:16:22 am »
Que dificil es tener vocación con este panorama....


VERGÜENZA, CORRUPTELAS Y AMIGUISMO
'Casta' y 'corrupción' en la Policía Nacional
Sandra Toro
Miércoles, 18. Febrero 2015 - 20:59

La Unión Federal de Policía (UFP) se dirige a Fernández Díaz para 'desenmascarar' a la 'casta' del CNP. "Parecemos una Policía tercermundista", afirman a GACETA.ES.

Otorgamiento de medallas sin ajustarse a los parámetros legales, ascensos 'manchados' de amiguismo, falta de material, "lamentable" estado de muchas dependencias policiales, pérdida de competencias, agravio comparativo con relación a los sueldos... Los problemas no cesan en el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) y mientras tanto, Jorge Fernández Díaz -ministro del Interior- se 'salta' las leyes a su antojo.

La Unión Federal de Policía (UFP) ha enviado un escrito en el se dirige a Fernández Díaz para 'desenmascarar' a la 'casta' del CNP.
Concesión 'ilegal' de medallas

"'Casta', Sr. Ministro, son muchos comisarios y algunos políticos que siguen recibiendo medallas", reza un comunicado en el que se reivindica el honor y el valor que 'los de arriba' parecen querer quitarle a los agentes policiales que día tras día se juegan sus vidas para salvar las vidas de otros.

Y es que en el otorgamiento de dichas medallas se pasa por alto una ley orgánica de los años 60 que establece que, para otorgar una condecoración, la persona premiada ha tenido que realizar un acto heroico de valor en el que su vida haya corrido peligro. Estas medallas implican, además, un beneficio económico de por vida que puede ascender hasta los 500 euros mensuales. "Esto provoca desmotivación en el CNP porque estas medallas, en la mayoría de los casos, son para los mismos", han dicho a GACETA.ES fuentes sindicales.
Ascensos 'manchados' de amiguismo

Otro tema que levanta ampollas en los fueros internos de la Policía Nacional es "la vergüenza" en los ascensos y oposiciones policiales, "las corruptelas, los amiguismos". Aseguran que no hay claridad y sí mucho oscurantismo en el nombramiento de los tribunales, la calificación de los exámenes. "Deducimos que muchas plazas se asignan a dedo", afirman las mismas fuentes. La solución, según ellos, es sencilla. "Hay que fiscalizar todos los procesos selectivos. Se lo hemos propuesto mediante cartas y denuncias al Director de la Policía, pero no hemos obtenido respuesta".
Olvido y desprecio hacia el CNP

"Parecemos una Policía tercermundista", exclaman indignados. Y no les falta razón, pues los agentes pierden la vida sin disponer de material necesario, pierden la vida por no disponer de ese material necesario. "No tenemos chalecos, guantes anticortes... Es vergonzoso que se tengan que pedir estas cosas", afirman.

Mención aparte merece el estado "deprimente" de muchas dependencias policiales que parecen "verdaderas pocilgas sin mantenimiento". Pero a pesar de que han denunciado, mostrado fotos, "todo sigue igual".
Pérdida de competencias y agravio comparativo

"'Casta', Sr. Ministro, es el incumplimiento continuo de la L.O. 2/86 en régimen de competencias y en equiparación de sueldos con compañeros autonómicos o locales", reclaman en la circular. Como explican a GACETA.ES, el régimen de competencias establecido con la Guardia Civil en tema de extranjería, de fronteras y de materia internacional no se está cumpliendo. Lo cierto es que las competencias de la Guardia Civil han experimentado un avance en detrimento de las del CNP debido a la apatía de los responsables del Ministerio del Interior.

Desprecio histórico también el que se produce con la equiparación de los sueldos de la Polilcía Autonómica y la Policía Local, que, "incluso realizando menos funciones", en gran medida sobrepasan el sueldo de los agentes del CNP.

"El ministro está convirtiendo el Cuerpo Nacional de Policía en un verdadero solar", advierten.