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Pues la verdad es que SI y es un repetitvo en el tiempo.
La mujer que supuestamente mató a su hijo de cinco años en un hostal de Madrid había perdido su custodiaLa policía encuentra en la habitación donde aparecieron los cadáveres de ambos una carta en la que explica por qué lo hizo
Juan Diego Quesada
Madrid - 06 jul 2020 - 19:15 CEST
La dueña del hostal abrió la puerta de la habitación que había asignado a una madre y a un hijo que ese sábado noche habían estado buscando un lugar en el que dormir por el centro de Madrid. Sin mediar palabra, el niño se subió a la cama de un brincó y se puso a saltar.
—Ten cuidado, hijo, que te vas a hacer daño—, le advirtió su madre en un tono cariñoso.
—No se preocupe—, intervino la dueña del hostal Levante, un establecimiento antiguo junto a la plaza del Callao.
La mujer pensó que, en estos tiempos oscuros de pandemia, era una alegría ver a un niño divirtiéndose.
El pequeño, de cinco años, preguntó si iban a bajar a cenar algo, tenía hambre. Eran las nueve de la noche. La madre, de 35, le dijo que sí, aunque después, de acuerdo a la propietaria del establecimiento, no salieron a la calle. La mujer no le dio importancia, pensó que habrían comido algo que guardaban en el equipaje.
La policía entró a la habitación por la fuerza este lunes, después de que durante 36 horas sus ocupantes no dieran señales de vida. En el interior, encontró los cadáveres de la madre y del hijo con signos de violencia. La principal hipótesis es que ella, que padecía un trastorno mental, asfixió al pequeño y después se suicidó.
La madre dejó escrita una carta de varios folios en la que detalla los motivos del crimen, que por ahora es la principal fuente de información que tienen los investigadores. Los servicios sociales de la Comunidad de Madrid le habían retirado a la madre la custodia del niño hace dos semanas, según confirmaron fuentes oficiales.
Esa separación, una vez que se ratificó, se estaba ejecutando siguiendo un protocolo. Los servicios sociales no retiran a los menores de sus familias de raíz para no causar traumas, explican fuentes de la Consejería de Familia y Asuntos Sociales. La familia que se refugió el sábado en el hostal Levante estaba inmersa en ese proceso.
Al día siguiente de la llegada de los dos huéspedes, el domingo, la propietaria tocó en la habitación a mediodía, con la idea de limpiarla y cambiar las sábanas si fuera necesario. La madre abrió la puerta entonada, sin dejar ver el interior, y le dijo que no era necesario, que ya se encargaba ella de asear el cuarto.
El matrimonio que regenta el lugar desde hace más 30 años se había enfrentado en este tiempo a clientes morosos que se pertrechan en la habitación y no se quieren ir, a vándalos y ruidosos que ponen el negocio patas arriba. Pero nunca habían vivido algo parecido a esto. La mujer y su marido comenzaron a inquietarse después de que la madre rechazara el servicio de habitaciones porque desde entonces no escucharon ningún ruido procedente de la estancia, algo muy extraño cuando hay un niño pequeño dentro.
El marido llamó a la policía ese mismo día por la noche. Un agente le pidió los datos de la clienta y, después de comprobarlo en el ordenador, le aseguró que no pesaba sobre ella ninguna orden busca y captura ni ningún requerimiento judicial que les hiciera sospechar. El policía, según su versión, le dijo que llamara a comisaría al día siguiente.
Inquietos, el matrimonio volvió a llamar a la habitación de madrugada, esta vez sin respuesta de la madre. Se dieron cuenta de que habían dejado las llaves puestas por dentro. Era imposible abrir desde fuera. "No se sentía nada. Llevaban ahí un día y medio y ni un ruido. No nos parecía normal. Ni encendían el aire acondicionado, con este calor. Ella era súper educada y el niño, majísimo. Nos preocupamos, claro", cuenta la propietaria del hostal.
Los dueños durmieron mal esa noche. Tenían la sensación de que algo no iba bien. Este lunes volvieron a llamar a la policía a las ocho en punto de la mañana. Los agentes llegaron enseguida. Uno de ellos se asomó por un balcón y pudo observar el interior de la habitación: un cuerpo pequeño yacía sobre la cama tapado totalmente por una sábana.
Los agentes ya tenían con eso indicios suficientes de que había ocurrido un crimen. Rompieron el cristal de la puerta, uno de esos traslúcidos que todavía perviven en los hostales antiguos, e introduciendo la mano retiraron la llave y giraron el pomo. Dentro estaban los dos cadáveres muertos desde hacía horas.
La dueña del Levante asegura que estas muertes le duelen como si fueran las de un su propia hija y su nieto, pese a que solo se conocieron durante un instante: “Es un espanto. No me quito de la cabeza sus caras. Y pienso en ella diciéndole al niño con mucho cariño, con mucho amor: ‘ten cuidado, que te vas a hacer daño”.