Un vídeo 'mató' al rey de los delfines 'Lo que han hecho conmigo es una masacre', se lamentaba José Luis Barbero
Fue días antes de que el adiestrador y precursor de la delfinoterapia se suicidara
Todo por la difusión de un vídeo que le acusaba de maltrato animal
¿Montaje de un ex empleado o una denuncia real?
VÍDEO:
http://www.elmundo.es/cronica/2015/03/15/55040f7ae2704e165c8b4579.htmlAquella mañana de martes, José Luis Barbero salió de su casa en El Toro (Calvià) hacia el aeropuerto, donde debía recoger a un veterinario. El lunes tenía previsto tomar un vuelo a Atlanta, pero su billete era abierto y había optado por prolongar su estancia en la isla. No atravesaba su mejor momento: tras más de 35 años como entrenador de delfines en Tenerife y Mallorca, su prestigio internacional se iba al garete por un vídeo de 99 segundos. En él, se veía cómo supuestamente maltrataba a los cetáceos durante un entrenamiento en Marineland, un zoo marino a 10 kilómetros de Palma, donde prestó sus servicios hasta el 30 de enero. "Vaga, que eres una vaga", "toca la puta pelota" o "te voy a dar un cubazo en la cabeza" se escuchaba al tiempo que se adivinaban repetidos golpes a los cetáceos.
Aquel 3 de marzo, Barbero, de 59 años, no acudió a su cita en el aeropuerto. Ya por la noche su mujer denunciaba la desaparición a la Guardia Civil. Tras cuatro días de búsqueda, llegó lo peor: su cuerpo sin vida apareció el sábado al mediodía en el interior de su vehículo, un Peugeot 407 de color negro. Sí, José Luis, padre de dos hijos, llegó al aeropuerto, pero lo hizo para subir a la cuarta planta del aparcamiento y quitarse la vida.
"Lo que han hecho conmigo dijo es una auténtica masacre", fueron las últimas -y premonitorias- palabras de Barbero a EL MUNDO. La entrevista se celebró el 26 de febrero, tres semanas después de que las entidades animalistas FAADA y SOS Delfines difundieran el vídeo y acusaran a Marineland de incumplir la legislación sobre adiestramiento de delfines. Aquél vídeo se viralizó y generó un intenso debate que llegaría hasta EEUU. Allí, en Georgia, uno de los acuarios más grandes del mundo, donde Barbero había colaborado esporádicamente, lo había fichado para el cargo de vicepresidente senior.
Era el mejor final a toda una vida dedicada a los delfines. Un retiro dorado para quien fue impulsor de la delfinoterapia en toda Europa, una técnica basada en la interacción con estos animales con la que se ha ayudado a más de 3.500 niños con discapacidad. Pero aquel vídeo iba a truncar para siempre la última aventura de Barbero. "Han esperado a que me desvinculase de Marineland, renunciando a un finiquito de 30 años, para difundirlo esperando que en el Georgia Aquarium rompiesen mi contrato", se lamentaba Barbero.
Más de 200.000 usuarios de Youtube pincharían el enlace en unos días. Las televisiones americanas mostraban casi en bucle las imágenes de los supuestos maltratos. Incluso se organizó una concentración frente al Georgia Aquarium para protestar por el fichaje de Barbero, que llegó a sufrir amenazas de muerte. Desde el acuario estadounidense iniciaron su propia investigación, liderada por un antiguo colaborador del FBI, que trató de comprobar la veracidad del vídeo.
El análisis de la cinta
Mientras, el entrenador contrataba a uno de los mejores abogados de la isla, Mateo Cañellas. Al perito al que encargaron el estudio de la cinta no le costó demasiado desmontar la farsa: según su análisis, las imágenes no se correspondían con el audio y una aceleración de los frames daba la "falsa sensación" de que se propinaban patadas. Un vídeo "artificialmente manipulado con maliciosa intención, dando lugar a un resultado distorsionado", rezaba la denuncia interpuesta en el juzgado de guardia.
Pretendía actuar Barbero contra quienes hubieran editado y difundido aquel vídeo. Sus sospechas se centraron en algún ex trabajador de Marineland con ganas de hacerle "el mayor daño posible" filtrando las imágenes a los animalistas. Lo que desconocía Barbero era que, en realidad, había más de 60 horas de material audiovisual comprometedor. Y aquel minuto y medio era sólo una muestra de lo que se podía encontrar.
El trágico final de Barbero no zanjó la guerra entre sus partidarios y detractores. Algunos celebran todavía hoy su muerte. Mientras, FAADA se reafirma en la denuncia, al tiempo que hace también autocrítica: su presidenta, Carla Cornella, admite que no se siguieron los habituales protocolos, que prevén contactar con el zoo antes, y no después, de difundir las imágenes. Un error que, dice, "no volverá a ocurrir".
Cornella sostiene que su dedo acusador señalaba a Marineland y a los métodos de cuatro instructores "sin ningún objetivo personal contra Barbero". También admite que el vídeo no fue "bien editado", pero tiene claro que el conjunto de las grabaciones demuestran que "las actitudes eran contrarias al entrenamiento en positivo de los delfines", incluyendo insultos, patadas y manotazos.
De hecho, hace unos días se publicó un segundo vídeo en el que se observa al instructor en un entrenamiento. Allí, el audio sí coincide con la imagen y se vuelven a ver y escuchar golpes e insultos hacia los delfines. Los animalistas restan además mérito a la delfinoterapia, ponen en duda sus beneficios sobre los niños y resaltan que se realiza a un precio "muy alto".
De momento, la Fundación Animalista dejará de distribuir material correspondiente a las sesiones de entrenamiento de José Luis Barbero -imágenes que la familia del fallecido está intentando que sean retiradas de Youtube-. Creen que el mensaje hacia los zoos marinos ya está lanzado. Y el veterano instructor ya no volverá a acercarse a los delfines. Unos animales que tal como destacan desde Marineland, y con métodos de adiestramiento más o menos ortodoxos, fueron siempre "su pasión y su vida".
