Desaparecido tras un 'vuelco' de coca: «Han entrado en casa y he perdido 15.000 euros»
Francis, un joven de Hortaleza, se 'esfumó' hace casi un año y el juzgado no admite el rastreo de su teléfono
Francisco de Pablo y Juana, su madre CEDIDA POR LA FAMILIA
CARLOS HIDALGO
Madrid
27/02/2023
Actualizado 28/02/2023 a las 01:40h.
«He tenido un problemón, ya te contaré... Es muy fuerte. He perdido casi 15.000 pavos. No me he hecho yo el roto; me han entrado en casa, durmiendo yo. Estuve en el salón con el Ruso hasta las 3 de la madrugada y me levanté a las 7 de la mañana, y miré hacia la habitación y me habían reventado los barrotes, con todos los cajones sacados. A ver si me entero de quién ha sido. No encuentro ni la cartera. Si es alguien del barrio... Madre mía, madre mía». Estos son unos mensajes de audio desesperados, al los que ha tenido acceso ABC, que el 8 de noviembre de 2021 envió Francisco de Pablo Páez a Javi, un amigo suyo. Meses después, el 21 de marzo, Francis desapareció, y nada más se ha sabido de él. Tenía entonces 32 años y había sido víctima de un 'vuelco' de droga (robo de un alijo), en su propia casa, donde vivía solo. El caso, denuncian la madre y su abogado, está en punto muerto en el juzgado.
Esa deuda, la de los 15.000 euros en cocaína, es lo que podría estar detrás del asunto. Este vecino de Hortaleza había estado trapicheando, pero parecía que había recuperado las riendas de su vida: «Iba al gimnasio y parecía que no consumía, pero en los últimos tiempos se le notaba enganchado a algo», admite su madre, Juana, entre llantos. Cuando este periódico la llama, prepara la recogida de los enseres de Francis de un trastero. Se sospecha que el alijo le vino de mano de unos colombianos de su barrio, para que lo moviera. Y esos 15.000 euros son el precio que le pusieron a su vida, presuntamente, tras el robo.
La comisaría del distrito lleva once meses tras su pista. Pero los investigadores tienen las manos atadas: el juzgado de Instrucción número 37 de Madrid ha denegado el volcado de los datos de su teléfono, el tráfico de llamadas e incluso la toma de declaraciones de gente de su entorno más problemático. El penalista Juan Manuel Medina, en nombre de SOS Desaparecidos, ha solicitado estas diligencias y, ante la negativa de la magistrada, ha recurrido a la Audiencia Provincial de Madrid. Está a la espera de su respuesta, y son ya cerca de tres meses los que tarda en pronunciarse.
Juana, la madre del chico, está que no vive. Ella también clama por que alguien mueva un dedo, aunque está casi segura de que su hijo que ya no está en este mundo. La desaparición se produjo en el domicilio en el que Francis vivía solo desde muy joven, en la calle de Santa Susana.
El misterio de la cita médica
El 21 de marzo, cuando tenía 32 años, estaba allí con un amigo jugando a la videoconsola, cuando le dijo: «Me voy, que tengo que hacer una cosa. En un rato vuelvo, una hora más o menos». Eran las seis de la tarde. Nada más se ha sabido de él. Juana ha peinado el peor Madrid, el del lumpen, incluida la Cañada Real, buscando a su hijo. Un joven que, además, no pasa desapercibido con su 1.95 de altura, 85 kilos y una alopecia areata, por la que siempre solía llevar una gorra puesta.
El juzgado no quiere escudriñar el teléfono del desaparecido porque considera que se estaría vulnerando su intimidad. Tampoco queda claro en un oficio nada sobre la cita médica a la que «alguien acudió» presuntamente días después de quedarse sin noticias de Francis. Ni siquiera se le ha podido tomar declaración al médico en cuestión, de un centro de salud de Silvano.
"Van a matarte"
Juana denunció el caso en la comisaría de Hortaleza el 27 de marzo. La amplió el 30, tres días después. A través de dos amigos, había conocido que, «semanas antes de la desaparición, Francisco acudió al domicilio de un hombre» moldavo, acompañado de uno de esos amigos, a reclamarle una deuda. «Sé que días antes mi hijo le pegó, porque no le pagaba», explica Juana. Al parecer, eran solo 200 euros.
En la cita se encontró no solo con su deudor, sino con el padre de este, que le amenazaron: «Ten mucho cuidado. Nuestra familia es muy peligrosa y van a matarte».