Un ladrón de coches arrolla un quiosco con el vendedor dentro
El hombre sufre una herida leve
PILAR ÁLVAREZ - Madrid - 09/09/2009
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Un minuto antes, Paco hablaba con su mujer por el móvil en el quiosco donde vende cupones. A las 13.20 estaba tendido en el suelo, con un dedo del pie roto, la cara magullada y un chichón en la cabeza. Su quiosco de la ONCE del número 38 de la avenida de Reina Victoria había sido arrollado por un Nissan Navara negro, un todoterreno que un hombre robó en un concesionario cercano. El vendedor, que intentaba recoger las monedas y los boletos con el quiosco a ras de tierra tras el accidente, se quedó pálido por el susto.
"El coche ha entrado casi volando", dice una testigo
La secuencia comenzó a 1,7 kilómetros del quiosco en el que Francisco Ortega, al que llaman Paco el ciego en el barrio, reparte suerte desde hace más de 30 a?os, en el límite entre Tetuán y Chamberí. Jesús G., de 54 a?os y con antecedentes policiales por robo de coches, entró en el taller concesionario de Peugeot de la calle de Berruguete. Al jefe del taller, que movía vehículos de un lado a otro, le pilló desprevenido. "No sé, ha entrado y se lo ha llevado", contaba después uno de los operarios del taller.
Lo que se llevó fue un coche gigantesco con matrícula provisional y chapa bru?ida. Pegó un empujón a uno de los trabajadores y salió calle abajo. Llevaba el brazo derecho escayolado. El operario salió a buscar una patrulla policial. "?Se ha fugado por Bravo Murillo!", le dijo a los agentes. Y comenzó la persecución que acabó con los cupones por los aires.
"El coche ha entrado casi volando", según Beatriz Reyes, la vendedora del puesto de chucherías. Los vecinos sacaron a Paco, con el móvil aún encendido, y Leonor, su mujer, al otro lado de la línea telefónica. "He oído un golpe muy grande", recordaba ella. Su marido, que sólo tiene un 10% de visión en un ojo, divisó la sombra del todoterreno que se le venía encima. Y se armó el revuelo.
Juan, el del quiosco de prensa, también oyó el golpetazo. "Todo pasó muy rápido", resumía lacónico el vendedor de periódicos. El coche arrambló con la valla, el semáforo y el quiosco. Todo el frontal estaba aplastado y el cristal delantero roto. Y Patricia, la dependienta de la tienda de ropa de mujer, salió a socorrer a Paco con el de la carnicería y el de la óptica.
"Me ha dado una taquicardia", contó la joven con una risilla nerviosa. Todos vieron al ladrón -un hombre "con la típica pinta de un yonqui mal vestido", según la dependienta-. "?Hay que coger a ese cabrón!", se gritaron antes de pararlo entre varios. La versión policial difiere en este punto. Según una portavoz de la Jefatura Superior de Policía, el sujeto estaba aún dentro del coche cuando lo sacaron los agentes.
Y Paco, el de la ONCE, casi sin palabras. "Cógeme las monedas, el móvil", balbuceó antes de explicarle a su esposa, también lívida al otro lado del teléfono, que acababan de echar abajo su lugar de trabajo con él dentro.
La calle quedó cortada más de una hora. Los bomberos y los barrenderos limpiaron la zona y recogieron los escombros. El Samur atendió a Paco muy nervioso, a otro contusionado y a dos personas con crisis de ansiedad. Juan el de los periódicos creía que era "increíble" que no hubiera ocurrido nada peor "con la de gente que pasa por ese cruce".
La familia del herido llegó antes de que lo trasladaran a la Fundación Jiménez Díaz. Paco hizo gala de humor negro. "Leonor, de momento no te has quedado viuda", dijo a su mujer en mitad del desastre. "Si no es por la valla y el semáforo, usted hubiera acabado dentro de un portal", le animó un policía. Cuando se lo llevaron, quedó el cordón policial. Y muchos curiosos. "?Cómo está Paco?", preguntaban los vecinos. Juan les respondía con la misma frase de esperanza: "Vivo de milagro".