ENTREVISTA EXCLUSIVA A RAFAEL GÓMEZ MENOR
"Nos estaban pegando tiros y nosotros aplaudíamos porque habíamos encontrado el piso de los terroristas"
Avance de la entrevista exclusiva con el policía que logró la pista definitiva para llegar hasta los terroristas de Leganés
ANA TERRADILLOS Madrid 10/03/2017 - 18:04 h. CET
Los atentados de los trenes ocurrieron el 11 de marzo de 2004. La mayor parte de los terroristas que pusieron las bombas no fueron localizados hasta el 3 de abril. Durante esas tres semanas, estuvieron escondidos en un piso de Leganés e incluso intentaron perpetrar un atentado en las vías del tren de alta velocidad a la altura del municipio de toledano de Mocejón. El policía que logró la pista definitiva para llegar hasta los terroristas es un comisario que estaba en ese momento destinado en comisión de servicio a las investigaciones del 11-S y 11-M en la Brigada de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía Nacional. Rafael Gómez Menor detalla por primera vez cómo trabajó aquellos días para conducir a sus compañeros hasta el piso de Leganés donde se escondían los autores materiales del 11-M.
Esto es un extracto de la entrevista que mañana podrán leer completa en esta página web y escuchar en la radio. El testimonio de Gómez Menor forma parte del especial de la Cadena SER con motivo del decimotercer aniversario de los atentados de Madrid, que se publicará íntegro el sábado 11. En él podrán escuchar por primera vez a dos testigos que identificaron a los terroristas de los trenes y a Dolores Delgado, la fiscal coordinadora contra el terrorismo yihadista de la Audiencia Nacional.
Usted fue la persona que localizó ese piso refugio donde los terroristas del 11-M se escondieron durante días a la espera, probablemente, de planear más atentados porque así lo indican las investigaciones policiales. ¿Cómo se llega al piso de Leganés?
Le puedo decir exactamente cómo se llega al piso de Leganés, con pelos y señales. Incluso nos tenemos que retrotaer un poco para comprender la situación. Estaba preparando el juicio de Abu Dahdah: la Operación Dátil, que no se nos olvide, [en la] que les acusamos de las Torres Gemelas; no solo les acusamos, sino que se les condenó por las Torres Gemelas en primera instancia. Fueron condenados por pertenecer a Al Qaeda y por haber participado de alguna forma en los atentados de las Torres Gemelas en el 11-S.
Cuando un policía de barrio lleva 25 años investigando la delincuencia común, cuando hay un atraco en el barrio y le describen a la persona que lo ha hecho, inmediatamente te dice: 'Este es el veneno, este es el fulano'. Porque es su estilo, porque es el arma que lleva, porque le conozco, porque su descripción física encaja. Pues con el terrorismo ocurre lo mismo. Hay un momento que tienes tanto conocimiento de lo que pasa que, cuando ocurre algo, tienes tu propia teoría.
Y mi teoría fue que Said Berraj debía estar en el 11-M. Yo tenía mis razones: había estado en Afganistán, había entrenado con armas y explosivos, pertenece a la célula de Abu Dahdah y a la célula que tenía conexiones con Jamal Zougam. Y por eso se deducía que era la persona que les había enseñado a fabricar explosivos.
En Internet hay muchas páginas que te explican cómo hacer explosivos, cómo colocarlos, pero si no tienes a alguien que te explique cómo se hace es imposible; es muy arriesgado ponerte a colocar cables sin tener conocimiento. Yo decía a mis jefes: 'Ahí tiene que haber alguien que ha estado en Afganistán, que ha entrenado y que lo tenemos aquí'. Y en aquel momento la única persona que pertenecía a esa célula y que había estado en el extranjero era Said Berraj. El mensajero, como se le conocía.
Y, por cierto, resulta muy curioso porque la información nos llegó el día anterior al 11-M. El 10-M nos llegó la confirmación. Nosotros estábamos detrás de Said Berraj por intuición y habíamos acertado. Habíamos emitido una comisión rogatoria a Turquía en la que pedíamos que nos identificasen a una serie de personas que habían pasado por Turquía camino de Afganistán y nos la contestaron. Nos habían mandado las identidades, pero no nos habían mandado ni las huellas ni las fotografías de las personas que habían estado en un piso en Estambul. La verdad es que es para alucinar en colores, vaya cuatro. Vaya cuatro estaban viviendo, ahora si lo miramos con la vista atrás. Amer Azizi, llegó a ser posteriormente el número cuatro de Al Qaeda. Said Berraj, por quien llegamos al piso de Leganés. Laser Alkarim, de la Operación Gala, fue una persona que estuvo en Afganistán, estuvo detenido en Guantánamo, regresó a Madrid, lo acogimos, nos puso verdes a todos y le volvieron a detener en la Operación Gala porque estaba reclutando muyaidines y combatientes con destino a Siria, ahora hace año y medio. El último era Salaheddine Benyaich, conocido por el apodo de Abu Muhgen y que actualmente está cumpliendo condena en Marruecos por su implicación en los atentados de Casablanca contra intereses españoles. Inmediatamente, intentamos localizar a Said Berraj, pero claro, estábamos ya en marzo del año 2004.
Hubo un momento en el que se había detenido a Jamal Zougam pero no se avanzaba más. Se estaba rastreando una serie de tarjetas de teléfono que en aquel momento estaban operativas y alguien las estaba utilizando. Y ese alguien estaba por la zona de Leganés. Pero claro, eso era localizar una aguja en un pajar. Leganés estaba tomado por mil policías, tratando de ver si sonaba ese teléfono. Lo cogía un árabe y se llegaba a la conclusión de que ese árabe era. Eso en una ciudad de 150.000 habitantes donde hay árabes por miles. Es poco menos que imposible. Entonces, en un momento determinado ,el jefe de la unidad me dijo: 'Oye, Rafa, tú que sabes de árabes, mira a ver si ves alguna línea de investigación que no hayamos visto, mira a ver si encuentras algo'.
Cuando yo entré a la habitación donde se estaba instruyendo todo, salí desmoralizado. Era una habitación de 30 o 40 metros cuadrados, bastante grande. Lo instruido hasta ese momento en papel era increíble. Las cuatro paredes estaban llenas de montones de papeles hasta una altura de un metro, pero todo ello rodeaba las cuatro paredes de la habitación. Yo lo primero que pensé fue: 'Para leer esto necesito dos años. Pero si a estos hay que cogerlos ya... Es que van a matar a más españoles, es que estos nos van a achicharrar y yo para sacar una línea de investigación necesito dos años para leerme todo'.
Yo pensé: 'Aquí no pinto nada'. Estaban trabajando mil personas, mañana y tarde, y yo no sabía que hacer ahí. Y sin saber qué hacer, encima de la mesa del instructor había papeles y los cogí. Y los primeros papeles que cogí eran seis hojas rellenas de teléfonos. Como la guía telefónica: no había nombres, solo números de teléfono. Había cientos de teléfonos, seis hojas por ambas caras. Eran todos los números telefónicos que hasta ese momento habían salido en la investigación de todos los investigados. Pues comencé a mirar los teléfonos y, de repente, me paré en uno y dije: 'Este teléfono'. Y entonces me fui a ver al instructor y le dije: '¿Y qué habéis hecho con este teléfono?' Y me dijo: 'De momento, ese teléfono esta descartado; estamos mirando otros que están usando los árabes relacionados con los detenidos'. Y le dije: 'Pues yo voy a mirar este teléfono'. Y comencé a investigar ese teléfono. A la semana, estaba el piso de Leganés.
Me voy a anticipar a esa pregunta: ¿por qué ese teléfono?
Sí, esa era la pregunta.
Tantos años dedicados a árabes, al final te aprendes sus nombres, donde viven, sus calles, sus hijos, qué tienen, lo que han estudiado. De las investigaciones que llevaba yo me sabía todos los teléfonos. Sé que es increíble, pero es así.
¿Se acordaba usted de ese teléfono porque lo había visto en alguna investigación?
Sí, por supuesto. Era muy parecido al de Said Berraj. Tan parecido que variaba en seis o siete números secuenciales. Yo me sabía el numero de Said Berraj. Ya se me ha olvidado, pero me lo sabía. Lo tengo enmarcado. Lo tengo en un cuadro en mi casa, enmarcado. Y me sabía el teléfono de Abu Dahdah. Y te lo decía de memoria. Me sabia sus calles de memoria, era un archivo viviente respecto a los árabes. Y me di cuenta enseguida de que ese numero variaba seis o siete números secuenciales respecto al de Said Berraj. Y yo desde el primer momento suponía que Said Berraj les tenia que haber ayudado a fabricar los explosivos. Y, razonamiento de niño de baba: 'Si Said Berraj está, la persona que está utilizando este teléfono está con Said Berraj. Han ido a comprarlo juntos; por lo tanto, pertenece al comando'.
Empezamos a investigar el teléfono, al titular de este teléfono. Por cierto, era una tarjeta, no había titular. Entonces pedimos el tráfico de llamadas: llamadas salientes, llamadas entrantes... Y empezamos a investigar a todas las personas que habían llamado a ese teléfono y a todas a las que ese teléfono había llamado. Esta fue una investigación contrarreloj porque mi equipo y yo estábamos plenamente concienciados de que teníamos que salvar vidas. Sabíamos que España estaba pendiente de nosotros y que eramos la punta de lanza contra contra el terrorismo árabe. Y que si no llegábamos nosotros no iba a llegar nadie, nos iba a costar miles de vidas. Recuerde que estaban preparando el atentado del AVE. Miles de vidas.
Cuando llegamos al piso era justo el momento en el que estaba saliendo el segundo vídeo en el que los terroristas, en esa escenificación abominable, estaban diciendo en palabras castizas: 'Os vamos a dar hasta en el carnet de identidad'. Eran lo que estaban diciendo, en pocas palabras. Que iban a cometer atentados por toda España. Que iba a haber miles de muertos por toda España. Y entonces la investigación tuvo que ser a toda pastilla.
Usted llama a su jefe y le dice: 'Jefe, los tenemos'.
Sí, eso es cierto. Me gustaría ir por partes. Empezamos a investigar ese teléfono: llamadas entrantes, llamadas salientes... Y la última llamada era una llamada entrante. Es decir, alguien había llamado a ese teléfono, que podría ser de alguien que acompañaba a Said Berraj. Todo eran llamadas de cabina. Llamaban desde una cabina, llamaban a la cabina... Cabinas en Morata de Tajuña. Ahora nos dice mucho, pero en aquel momento no sabíamos nada de Morata de Tajuña. Y la última llamada era de alguien que estaba llamando al que estaba utilizando ese teléfono.
Y, ¿qué ocurre? Que era un teléfono de un español, curiosamente. Hicimos una investigación rapidísima para ver quién podía ser esa persona, que podría ser bueno o malo. Vimos que era una persona normal y corriente y se nos abrieron los ojos. Lo primero que pensé es que esa persona nos podría decir quién era el titular de ese teléfono. Nos lo va a identificar. Le ha llamado, sabe quien es. La verdad es que fuimos ilusionadísimos porque 'tiene que saber quién es'. Cuando llegamos, nos dijo que tenía una especie de inmobiliaria, que se dedicaba a alquilar pisos y ese teléfono era 'de unos árabes a quien hemos alquilado un piso el ocho de marzo'. Lo primero que pensamos fue: '¡Bingo! Ya está, hemos llegado'.
Los primeros que llegaron fueron dos compañeros, a los que les dije que se retirasen 100 metros por lo menos. 'Que no os detecte nadie'. Era una zona muy complicada, era una zona muy residencial. No había tiendas, no había cafeterías y la presencia de unos jóvenes como estos daba muchas sospechas. Les dije que tuviesen el piso a la vista por si salía alguien, algún árabe, y les dije que les mandaba refuerzos.
Recuerdo que se habían ido a comer el jefe de la unidad y el comisario general, y que me llamaron para comer. Y yo les dije que no podía ir porque estaba esperando una llamada muy importante. Y le dije: 'Lo mismo te sorprendo'. Todavía no sabía que el piso lo habían alquilado el 8 de marzo. Y, efectivamente, cuando me dijeron la fecha inmediatamente cogí el teléfono. Estábamos unos ocho o diez en la habitación y le dije a mi jefe: 'Mariano, tengo el piso de seguridad de los terroristas'. Mi jefe me dijo: '¿Pero que dices, Rafa?' Y le repetí: 'Tengo el piso de los terroristas'.
Date cuenta de que yo no llevaba la investigación. La investigación la llevaban mil personas de la Comisaría General de Información y yo, por orden de mi jefe, había intentado sacar alguna pista de información para poder llegar a ellos.
¿Y cómo fue la prueba para saber que esas personas estaban allí dentro?
Pues esa es otra historia. Y una historia muy bonita, además. Eran las tres de la tarde, no se me olvidará jamás. Y yo decía que era el piso de seguridad de los terroristas. Yo sabía que eran ellos, sabía que habíamos llegado. Mi jefe me preguntó si sabíamos si había alguien dentro del piso y le dije que no lo sabía, pero que iba a hacer gestiones. El inspector que estaba junto al piso llamó al telefonillo y alguien con acento árabe le contestó. El inspector le dijo en un tono muy castizo y juvenil: 'Colega, me he olvidado de la llave inglesa, ábreme porque la necesito, estoy abajo arreglando la moto'. Su interlocutor, con un marcado acento árabe, le contestó que se había equivocado de piso. Por eso pudimos saber que alguien estaba en el interior del piso. Pero la sorpresa fue que todo el núcleo duro de la célula terrorista eran los que estaban en el interior.
Inmediatamente mandaron gente allí. Mandaron entre 18 y 20 y llegaron rápidamente porque estaban en Leganés. En esos momentos, nuestro objetivo era saber como íbamos a preparar la operación. Era algo inmediato y en esos momentos es cuando bajó uno a tirar la basura. Salieron inmediatamente detrás de él. Él vio mucha gente, mucha gente joven, y se dio cuenta de que era la Policía la que había llegado allí y que les teníamos rodeados. Dobló una esquina y echó a correr. Salieron corriendo detrás de él, con la mala fortuna de que él era corredor y la verdad es que era muy bueno corriendo. Estaba muy bien preparado físicamente.
Después vimos que esa persona llamó. Cuando consiguió quitarse el susto, llamó a los del piso y les dijo que estaban rodeados. Sobre las cinco de la tarde, aproximadamente, comenzaron a pegar tiros desde la ventana. Los terroristas comenzaron a disparar contra los policías que estaban fuera. Y eso no lo podré nunca olvidar porque fue la confirmación de que habíamos llegado al piso de los terroristas.
Se me está alegrando la cara porque recuerdo perfectamente cómo comenzamos a chillar, cómo comenzamos a gritar, cómo comenzamos a chillar '¡Viva España!'. Fue algo increíble. Nos estaban pegando tiros y nosotros estábamos aplaudiendo porque nos estaban pegando tiros. Aplaudíamos. Aplaudíamos por haber dado bingo y haber encontrado el piso de los terroristas y evitar lo que estaba saliendo en ese momento por televisión, que nos iban a machacar estaban diciendo.