DE HÉROE A VILLANO
El jefe de policía del 11-S ingresa en prisión por corrupción
Bernard Kerik, acusado de corrupción y fraude, fue mano derecha de Giuliani y amigo del ex presidente Bush
Según las crónicas, Bernard Kerik, antiguo jefe de la policía de Nueva York y héroe del 11-S, rechazó protección cuando el martes escuchó el sonido de las cancelas. Las escuchó como tantas otras veces en su larga trayectoria, pero esta vez no como visitante, sino como huésped sin billete de salida al menos por una temporada. Su nombre lo sustituyeron por un número, el del preso 210-717 en el presidio de Valhalla.
Sólo hacía unas horas que el juez le había revocado la fianza de 500.000 dólares en el proceso que se sigue contra él por los delitos de corrupción, conspiración ?se supone que aceptaba dinero para favorecer a sus amigos? y fraude fiscal. Cuentan que, tras la deliberación, se desanudo la corbata, descolgó de su cuello un medallón de oro, entregó a sus abogados un maletín y unos papeles que sacó de sus bolsillos, les dijo adiós y caminó rumbo a la reclusión, bajo la custodia de los agentes, sin una sola mirada hacia atrás. Se acababa de convertir en el primer comisionado del New York Police Department que daba con sus huesos entre rejas.
Los mismos diarios, en especial los populistas, que no hace tanto ensalzaron su figura ejemplar, ahora se ensa?an con su nuevo destino. Todo depende de cómo sopla el viento. Kerik ha dado el paso. Ha cubierto esa distancia, muchas veces tan corta, que separa al honrado del delincuente. Y más para alguien como él, procedente del concejo del Bronx, donde esa frontera entre un lado y otro tiene un perfil tan difuso de tierra de nadie.
Bernard B. Kerik, de 54 a?os, lo tuvo todo. De las cenizas y los cascotes de las derribadas Torres Gemelas emergió su figura de policía entregado a la causa. Aparecía en todas las fotografías al lado del que se convirtió en el alcalde de América, Rudolph Giuliani. Incluso se aseguró que el anterior presidente, George W. Bush, le tuvo en cuenta para el cargo de titular del Departamento de Interior, en el 2004. Todo se frustró cuando la sombra de la sospecha empezó a apagar su luz.
Lo que entonces era la figura de un hombre recto, hoy es altivez. El juez Stephen Robinson, que curiosamente también trabajó bajo el mando de Giuliani cuando éste fue el responsable de la justicia neoyorquina, considera que Kerik ha intentado filtrar información reservada del caso para presionar y generar "simpatía" en el jurado, que empezará a ser elegido el próximo lunes. En su orden de revocación de la fianza, el juez Robinson describe al acusado como "una combinación tóxica de auto ensalzamiento y arrogancia". Cuestión por la que, a?ade en su decisión, "temo que sea un cóctel que le lleve a creer que el fin justifica los medios".
Kerik ingresó esposado, como cualquier otro. Le fotografiaron, como a cualquier otro, aunque, pese a que no quiso, le dieron protección para evitar venganzas. Él también había sido el responsable de las cárceles de la ciudad. Héroe de día, villano de noche.