Los galleros de Valladolid que juraron fuerte por sus aves: “Estamos decaídos, faltan la mitad”
Historia de Alejandro Requeijo • 14 h • 5 minutos de lectura
La escena ha dado la vuelta a España esta semana. Una familia gitana de Valladolid denuncia ante la cámara que les han robado los gallos y dan un ultimátum a quien se los haya llevado antes de empezar a “jurar fuerte”. En otros dos vídeos posteriores se aprecia que su enfado va en aumento porque los animales no aparecen. Los localizaron este martes en Soria. Willy Fernández, el criador de los gallos, atiende al En Confidencial y dice que están “decaídos” porque les faltan “la mitad”. No seguirán con los vídeos y dejan todo en manos de la Guardia Civil.
“Estamos muy decaídos porque nos faltan muchos animales y nos hemos tirado muchos años para sacar esa pluma y nos los han quitado y ahora tenemos que renovar otra vez, hemos perdido mucho dinero”, dice Willy. Es el hombre que se ve en las imágenes con una gorra, la persona de la familia que ejerce de portavoz junto con Arturo, el joven de barba poblada que viste una chaqueta roja en el primer vídeo. Denuncia a este periódico que, quien fuera, les robó 29 gallos y que solo les han devuelto 10, de los cuales dos han llegado muertos.
Cuando Willy habla de la pluma que tanto les ha costado moldear en sus gallos se refiere a las características estéticas del ave. Su caso, que se ha viralizado estos días a través de los teléfonos móviles y las redes sociales, encierra en realidad un mundo de cuidados y múltiples razas de gallos. La de los Fernández es la raza conocida como combatiente español, “la más bonita que hay”, dice. Willy aclara que sus gallos no son de pelea, ni tampoco los cría para eso. Las peleas de gallos es una actividad muy dañina para los animales, pero muy lucrativa para sus promotores, en gran parte por las apuestas que giran a su alrededor.
“Puede existir eso porque dos gallos, si están juntos, por cualquier roce se pelean, en Andalucía está permitido, pero los nuestros son para exhibición, de pluma. Nosotros los hacemos para una persona y esa persona los exhibe, nosotros somos los criadores”. A la pregunta de quién es esa persona para la que cuidan los gallos dice que no está autorizado a decir nada “pero ya le conoce mucha gente porque lleva muchos años de pluma”.
“Es mucho dinero, mucho dinero, de 12.000 a 13.000 euros”, calcula sobre las pérdidas. “Hay muchas líneas del combatiente español, luego hay cruces y nosotros estábamos cruzando para pluma, para exhibición. La pluma puede ser gallino, puede haber giro, pechinegro, rojo, anarigao, apelao… si es que hay muchos. Tienes que darle vitaminas, tienes que darle de todo, cuesta unos 50 o 60 euros al mes, algo más. Llevamos aquí 30 años criando, vamos renovando. Un gallo no dura más de 12 años. Son gallos de mucho nivel”, relata Willy sobre su pasión con estos animales. Prefiere no imaginar el estado de los que no han aparecido.
Cuando van a las exhibiciones lo que hay en juego no es mucho dinero. “Esto es un hobby, si vas y ganas te dan una medalla o un trofeo, una garrafa de aceite y lo mismo te dan 300 o 400 euros”. Willy no se dedica a esto en exclusiva, él se gana la vida como chatarrero, pero habla de sus gallos como si fuesen sus hijos. Desde ahora, sus gallos estarán más protegidos porque han instalado cámaras de seguridad en el gallinero en el que alguien entró hace unos días y se llevó los animales. Dice que a la Guardia Civil le entregaron toda la documentación y los seguros, “porque si no, no te devuelven nada y encima te denuncian”.
En el primer vídeo era Arturo, con su chaqueta roja, el que daba cuenta del robo: “Señores, anoche me han entrado y me han robado los gallos”. Decía que ni siquiera quería saber quién se los había llevado, pero avisaba de que si en 24 horas no le devolvían los animales, haría otro vídeo en el que ya avanzaba el tenor de su enfado: “¡Me voy a cagar en todo lo que tiene bajo tierra desde hace 30 años!”.
En el segundo vídeo era Willy, más calmado, quien tomaba la palabra. “No queremos jurar fuerte por cuatro plumas”. La puesta en escena una quincena de personas, en la calle y de noche. “Conocemos de Córdoba al ‘tío Caraco’, a ‘el Chumbo’, a ‘el Jonhy’ de Granada, al Pedro el Banana…”, así hasta una lista de nombres de “galleros” de toda España. Estaban lanzando un aviso a los ladrones de que no iban a poder vender los gallos ni a quedárselos porque en la comunidad gallera todos se conocen. Si uno de sus animales aparecía en alguna pelea o exhibición, iban a saber que es uno de los gallos de los Fernández de Valladolid.
Al tercer vídeo, los Fernández juraron fuerte. Un Arturo ya cansado de esperar se dirigió al ladrón de los gallos espoleado por un mensaje remitido desde “una cuenta falsa” en el que le decían que le iban a devolver los gallos. “He esperado dos días y no ha aparecido, ha sido todo mentira. Bueno, pues yo me voy a cagar…..”. En segundo plano, Willy se suma con un garrote en la mano a la retahíla de juramentos, que consisten básicamente en acordarse de los antepasados fallecidos de su enemigo. El nivel de los insultos es proporcional al enfado de la familia.
Lo peor es que luego descubrieron que la cuenta no era falsa, sino anónima y que la ubicación que les dieron de sus gallos resultó ser cierta. Los gallos estaban en Soria, aunque cuando llegaron al lugar indicado solo se encontraron plumas sueltas y serrín de las cajas. No estaban las aves porque las tenía la policía local, según relata Willy, que desconoce quién puede haber sido el autor del robo. “Al final era buena la pista. No conocemos a nadie de esa zona de Soria y en Valladolid no tenemos a nadie que nos quiera mal, al contrario, nos quiere todo el mundo”.
