Historia de la policía política que ideó la 'Kitchen' (II): la guerra de comisariosEl Ministerio del Interior se vio envuelto en un sinfín de enfrentamientos que alcanzaron al Gobierno. Se dirimieron en la prensa y los tribunales aflorando investigaciones políticas y fabricación de pruebas
La guerra de comisarios enfrentó a bandos en la Policía y en el Gobierno
Alejandro Requeijo
Publicado 11/10/2020 04:45
Actualizado11/10/2020 4:45
Descontrol, excesos y enfrentamientos. Ese es el ambiente en el que se desarrolló la gestión de Jorge Fernández Díaz al frente del Ministerio del Interior durante el primer Gobierno de Mariano Rajoy, entre finales de 2011 y mediados de 2016. Y eso se escenificó especialmente en la cúpula de la Policía Nacional que dirigía operativamente el volcánico comisario principal Eugenio Pino y se trasladó incluso al Consejo de Ministros. Avanzada la legislatura, la situación se desbocó. La operación Kitchen es solo uno de los muchos escenarios donde los mandos del Cuerpo atravesaron terrenos pantanosos.
“En la entonces cúpula han surgido un sinfín de casos de repercusión mediática fruto de encontronazos y diferencias marcadas entre diversos comisarios”. Esta afirmación viene recogida en la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid sobre el llamado caso del pen drive de los Pujol. El fallo absolvió en julio por falta de pruebas a Pino y a uno de sus hombres de confianza Bonifacio Díez de haber introducido irregularmente datos en la investigación sobre el clan del expresidente de la Generalitat de Cataluña.
Pero los jueces quisieron dejar constancia de lo que habían visto durante el juicio. Reconocían que estos conflictos les habían dificultado su trabajo de esclarecer los hechos. Es difícil saber cuántas cosas seguirían hoy ocultas de aquella época en la Policía de no ser porque muchas veces las rivalidades se libraron en los medios de comunicación. Resulta casi tan complicado como establecer el momento exacto en el que las cosas empezaron a torcerse entre ese grupo de mandos en su día bien avenidos.
La guerra de comisarios es una expresión que rechazan sus protagonistas. Todos niegan haber participado en ninguna contienda. Pero son muchos los frentes en los que chocaron los intereses de unos y otros. La rivalidad más relevante es la que enfrentó al comisario José Villarejo, actualmente en prisión, y el que fuera responsable de Asuntos Internos, Marcelino Martín Blas.
De Emperador al Pequeño Nicolás
Su departamento comenzó a investigar en 2014 a varios policías en el marco de la trama Emperadorcontra la mafia China de Gao Ping. Uno de ellos era el comisario Carlos Salamanca, muy próximo a Villarejo. Ambos serían detenidos tres años después en el inicio del caso Tándem por cobrar dádivas presuntamente de ciudadanos guineanos a cambio de favores en el aeropuerto de Barajas. En uno de los informes policiales, además, se incluyeron datos sobre el hijo del propio Villarejo, que vio detrás de esas maniobras la mano del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
El comisario Villarej, en una imagen de archivo.
El comisario Villarej, en una imagen de archivo. Efe
De aquel año 2014 también es el caso de un empresario indio acusado de introducir ilegalmente en España un medicamento parecido a la viagra. Villarejo comunicó que miembros de la Policía podrían estar extorsionando a esta persona. Pero Martín Blas acabó sospechando que el polémico comisario había dado un chivatazo al empresario sobre sus vigilancias policiales. El juicio contra este importador de viagra ilegal se aplazó hace semanas. Tanto Villarejo como Martín Blas están citados como testigos.
El gran frente de batalla entre Villarejo y Martín Blas fue el caso Nicolay tras la detención del joven Francisco Nicolás Gómez Iglesias, el pequeño Nicolás
El gran frente de batalla entre estos dos mandos fue el caso Nicolay tras la detención del joven Francisco Nicolás Gómez Iglesias, el pequeño Nicolás. Lo asumió Asuntos Internos y Villarejo se encuentra a la espera de juicio por grabar ilegalmente una reunión de Martín Blas con dos agentes del CNI en el marco de estas pesquisas. Por otro lado, uno de los informes policiales identificaba indiciariamente a Villarejo en una reunión entre periodistas y el joven investigado. Se demostró que era un ciudadano sin ninguna relación con los hechos y el polémico mando vio aquello como un intento de Martín Blas de involucrarle.
Cospedal contra Sáenz de Santamaría
Le acusaba de ser la extensión del CNI en la Policía y eso era para Villarejo algo imperdonable. O conmigo o contra mí. Consideraba al entonces responsable de los servicios secretos Felix Sanz Roldán su enemigo número uno y origen de todos sus problemas. En su costumbre de aplicar motes a todo el mundo, el de este general muy próximo al rey emérito era el Troll, según las escuchas del caso en la Audiencia Nacional. Esa es la razón por la que viajó en 2015 con su grabadora hasta Londres para reunirse con Corinna Larsen, examante de Juan Carlos I. Quería captar a la empresaria germano danesa reconociendo las amenazas que presuntamente le había hecho Sanz Roldán. Su grabadora captó eso y mucho más.
Villarejo buscaba la bomba definitiva con la que ganar una guerra que se trasladó también al gabinete de ministros de Rajoy y distanció aún más a Sáenz de Santamaría y Cospedal
Villarejo buscaba la bomba definitiva con la que ganar una guerra que se trasladó también al gabinete de ministros de Rajoy. Sirvió para distanciar aún más a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, responsable del CNI, con la ministra de Defensa y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Las grabaciones del caso Villarejo han revelado los contactos que el polémico comisario tuvo con la dirigente popular en su despacho de la sede del partido en la calle Génova. Esa relación se mantuvo durante años con su marido el empresario Ignacio López del Hierro. La Fiscalía ya ha pedido al juez que impute a ambos por su participación en el presunto espionaje a Bárcenas.
Las grabaciones del caso Villarejo han revelado los contactos que el polémico comisario tuvo con Cospedal en su despacho de la sede del PP
Las tensiones ya eran un hecho también en la zona noble del Ministerio del Interior. Su titular, Jorge Fernández Díaz, libró una guerra fría con su director de la Policía Ignacio Cosidó, quien a su vez se distanció de su número dos, Eugenio Pino, que él mismo había nombrado. Sus despachos estaban casi puerta con puerta en la misma planta de la sede de la calle Miguel Ángel de Madrid. Las fuentes policiales de aquellos años recuerdan a Cosidó como un director casi itinerante, siempre desplazándose por España visitando comisarías en actos con prensa.
La conexión entre Pino y el ministro
Lo atribuyen en parte a una manera de no ser testigo de lo que se producía en su casa. Al mismo tiempo, esa excesiva exposición mediática del director de la Policía no gustaba al ministro, quien encontró en Pino a su interlocutor en el Cuerpo, según las mismas fuentes conocedoras de lo que sucedía en el departamento. Lo cierto es que Cosidó pasa prácticamente desapercibido en las escuchas del caso Kitchen, en el que ya está imputada toda la cúpula del Cuerpo y el Ministerio del Interior menos él.
Cosidó pasa prácticamente desapercibido en las escuchas del caso Kitchen, en el que ya está imputada toda la cúpula del Cuerpo y el Ministerio del Interior menos él
La sentencia sobre el pen drive de los Pujol también describe lo que empezó a ser una práctica habitual entonces: las diferencias entre “diversos comisarios” empezaron a tener “repercusiones laborales y judiciales”. La batalla se trasladó a los tribunales, no solo en forma de denuncias cruzadas, sino en las declaraciones ante los jueces de las que luego se hacían eco los medios. Villarejo aprovechó su comparecencia ante el juez del caso Nicolay para admitir la existencia de una activa operación policial para encontrar pruebas contra dirigentes independentistas catalanes, la operación Cataluña. Y arrastró en ella a Martín Blas.
Villarejo aprovechó su comparecencia ante el juez del caso Nicolay para admitir la existencia de una activa operación policial para encontrar pruebas contra dirigentes independentistas catalanes
El polémico mando declaró que el jefe de Asuntos Internos y él trabajaron codo a codo en los inicios de la legislatura. Martín Blas lo niega tajantemente, aunque sí admite la extraña visita que realizó a finales de 2012 a Barcelona para reunirse con los fiscales que investigaban el saqueo del Palau de la Música Catalana. Acudió acompañado del exjefe de la UDEF José Luis Olivera un alto mando afín a Villarejo. Los dos comisarios plantearon sin éxito a los investigadores actuar contra Convergencia. Días después, el Consejo Fiscal emitió una nota en la que manifestaba su "rechazo por la irregular actuación" de los funcionarios de Policía.
Contra el independentismo y Podemos
La presencia en esa reunión de Martín Blas, jefe de Asuntos Internos, llama la atención si se tiene en cuenta que no había constancia de ningún policía implicado. Él justificó aquel viaje en las órdenes que les daba Eugenio Pino. Como cuando acudió a un hotel de Madrid para reunirse con un directivo de la Banca Privada de Andorra (BPA) en busca de pruebas sobre la fortuna oculta de los Pujol. Tampoco tenía nada que ver con sus funciones al frente de Asuntos Internos, pero eran las órdenes de su jefe, según su versión. Aquella operación en torno al BPA se investiga todavía en los tribunales andorranos.
La lista de maniobras cuanto menos dudosas es inabarcable, como informes apócrifos atribuidos a la UDEF que acusaban a Artur Mas de tener dinero en Suiza o el informe PISA sobre la presunta financiación iraní de Pablo Iglesias
La lista de maniobras cuanto menos dudosas es inabarcable. Aparecieron informes apócrifos atribuidos a la UDEF como que el que irrumpió en plena campaña electoral catalana de 2012. Acusaba al candidato de CiU Artur Mas de tener dinero oculto en Suiza. No era cierto. Luego vendrían otros más como el informe PISA sobre una presunta financiación iraní de Pablo Iglesias. El documento sin firma ni sello no mereció siquiera la atención de los tribunales tras su difusión en los medios. Pino envió a policías de confianza a buscar pruebas contra la formación morada a Nueva York. Allí se reunieron con el ex ministro venezolano de Finanzas Rafael Isea.
Interior le concedió la nacionalidad española a un confidente venezolano llamado Carlos Arias que les aportó información sobre un presunto pago del régimen chavista por 272.000 euros a una cuenta de Pablo Iglesias cuya existencia nunca se ha llegado a demostrar
El exdirigente bolivariano les advirtió de que la información que él tenía sobre presuntos pagos a Podemos de Venezuela tendría que ser contrastada. "Nos da igual si el documento es bueno o malo", le contestó el jefe de gabinete de Pino, José Ángel Fuentes Gago, quien decía contar con otros indicios como el reconocimiento de los implicados.
En otro caso, el Ministerio del Interior le concedió la nacionalidad española a un confidente venezolano llamado Carlos Arias que les aportó información sobre un presunto pago del régimen chavista por 272.000 euros a una cuenta de Pablo Iglesias radicada en una entidad bancaria del paraíso fiscal de Islas Granadinas. Nunca se pudo demostrar su existencia y el banco negó que fuese cierto. Todas estas actividades llevaron a la cúpula de la Policía a un punto de no retorno cuyas consecuencias se dirimen ahora ante la Justicia en múltiples causas a las que no se les atisba un final cercano.