Juan Jesús Peñalver Olmos, excomisario provincial:
«Lo mejor para la policía es que nadie se acuerde de ella, como un árbitro en el fútbol»
Tras cuatro años al frente de la Policía Nacional en Málaga, se marcha a Argentina como asesor de l a Embajada de España

19.09.11 - 01:33 - JUAN CANO jcano@diariosur.es | MÁLAGA.
«Las cifras están ahí, parece que hemos conseguido contener la delincuencia», afirma
Las fotos y los recuerdos han desaparecido del despacho. En la mesa solo queda el martillo que recuerda a El Rico y a aquellas noches inolvidables de Semana Santa. Ya no hay caramelos, que antes nunca faltaban, con los que endulzar los disgustos y engañar el agrio trabajo que casi siempre tienen los policías. La pizarra de los casos pendientes, la obsesión del comisario, está en blanco. Juan Jesús Peñalver Olmos (Murcia, 1956) la ha borrado, como quien suelta lastre y afloja amarras. Su puerto ahora es otro. El jueves vivió su último día como jefe de la Comisaría Provincial de Málaga, cargo que ha desempeñado los últimos cuatro años.
-Cambio de aires...
-¡Buenos Aires! (se va a Argentina como asesor del Ministerio del Interior en la
Embajada de España).
-¿Cuándo empieza?
-Me incorporo el día 29.
-¿Destino pedido u obligado?
-Es un cambio solicitado por mí. Salieron plazas para unas embajadas y me hacía ilusión pasar una parte del tramo final de mi carrera en una de ellas. Habría preferido una más cercana, pero vamos, no está mal.
-¿En qué va a cambiar su trabajo?
-Cambia absolutamente en todo. Aquí (en Málaga) es operatividad pura y dura, y allí será coordinar los contactos, atender los requerimientos de la policía española y la Guardia Civil con las autoridades de Argentina, Uruguay y Paraguay. Es más un trabajo de representación.
-Cuando lo destinaron a Málaga, dijo que el puesto le daba zozobra, ¿ahora qué siente?
-Ahora, vértigo. Por el viaje y la distancia con la familia y los amigos. Es un poco más complicado, aunque no tienes el susto de coger un portaaviones como Málaga. Allí, la seguridad ciudadana no es cosa mía.
-¿Qué diferencias hay, a su juicio, entre la comisaría que se encontró y la que deja?
-Eso no me compete a mí juzgarlo. Lo que me encontré fue una comisaría muy grande con muchos problemas, y lo que dejo es una comisaría muy grande a lo mejor con más problemas que antes. Lo que hemos intentado en este tiempo es hacer equipo, coordinar y, más allá de las grandes operaciones, atender esa pequeña delincuencia que molesta al ciudadano. Las cifras están ahí, parece que algo hemos conseguido frenar y contener los delitos...
-¿La comisaría de Málaga es tan fiera como la pintan?
-Es muy dura, en todos los sentidos. Primero por el volumen de personal -tiene unos 3.500 funcionarios a su cargo-, con la complejidad y la problemática que eso conlleva. También por la cantidad de ciudadanos a los que hay que prestar servicio, con siete comisarías locales. En el día a día hay bastantes problemas; cuando no te llaman de un sitio lo hacen de otro. Afortunadamente, en estos cuatro años se han frenado muchísimo aquellos tiroteos en la costa. Eso no quita que hayamos tenido seis días de vértigo (con tres crímenes).
-¿Y en cuanto a delitos?
-La mayor cifra de delincuencia es el hurto, que representa el 40% de las infracciones y, por tanto, es un tema al que hay que dar respuesta. Cualquier policía está dispuesto a participar en las grandes investigaciones. Luego está el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), que no da más que disgustos. Si me preguntan por una asignatura pendiente en estos cuatro años, sería la de las infraestructuras. No he conseguido que la dirección y el ministerio (Interior) atiendan las demandas que teníamos. Lo he pedido las veces que han sido necesarias, pero también hay que ser consciente de que nuestra institución es nacional, y atiende más lugares que Málaga.
-¿Cuál ha sido su receta para lograr contener y reducir la delincuencia cuatro años seguidos?
-Trabajar, coordinar, repartir, crear equipo. La receta es la gente, que es la que ha trabajado. Todos los días hemos puesto sobre la mesa los asuntos que había y hemos ido priorizando. He intentado compartir información con las policías locales para sumar esfuerzos, coordinarnos con otros cuerpos y mejorar la labor de inteligencia policial.
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La coordinación con otros cuerpos fue su principal apuesta. ¿Satisfecho con el resultado?
-Siempre es mejorable. Hay gente, dentro y fuera de la policía, que no entiende el mensaje, que piensa que esto es un tema de protagonismo, de ver quién hace más. Eso es inevitable. Y no se trata de eso, sino de ver cómo hacemos mejor nuestro trabajo para que el ciudadano viva mejor. Esa es la idea fundamental.-¿Qué delitos han evolucionado mejor?
-Cuando yo llegué, hubo algunos tiroteos en la Costa del Sol. Uno de nuestros objetivos ha sido machacar la gran investigación, con más análisis y trabajo. En definitiva, más guerra. Al mismo tiempo, hemos intensificado la prevención, con gente de uniforme; al que viene de vacaciones no le molesta que le pidan el carné, pero al que tiene algo que ocultar, se siente incómodo y se va a otro sitio. Receta sencilla. Ese ha sido el objetivo de trabajo, y parece que hemos logrado contener esos hechos puntuales. Los delitos que mejor han evolucionado han sido los robos en domicilios y en establecimientos, que han descendido. De todas formas esto fluctúa mucho, porque a veces se mete un grupo organizado y en una semana da al traste con todo tu trabajo. Lo que nos pesa es el hurto. Llevamos un año y medio trabajando con comisarías y policías locales, creando grupos específicos, y nos hemos dado cuenta de que hay bandas organizada e itinerantes que se dedican a cometer hurtos. Son como una plaga de langostas.
-¿Y se ha conseguido reducir el número de hurtos?
-Están bajando, y además ha subido la eficacia en la investigación y el número de detenidos.
-Cambiemos de tercio, ¿se ha logrado acabar con el déficit histórico de policías?
-Hombre, yo creo que siempre hacen falta más, habría que reforzar algunas zonas, desdoblar las comisarías de Torremolinos y Benalmádena, que están unidas...
-El problema ahora es que no hay sitio para ellos, porque las comisarías se han quedado pequeñas...
-Si no entran, que estén en la calle, que es donde tienen que estar. Los medios son los que hay, estamos en tiempo de crisis. Si no hay coches nuevos, habrá que cuidar los que tenemos. Y si no hay coches para patrullar, pues habrá que hacerlo a pie. No pasa nada. Es cardiosaludable.
-¿Algún consejo para su sucesor?
-Dirige la comisaría como consideres oportuno. Cada uno que se siente aquí tiene el perfecto derecho a equivocarse en la toma de decisiones. Otra cosa es que esa persona decida preguntarme por algo concreto. Mi teléfono, mi correo y mi experiencia están a su disposición.
-¿Ha puesto usted algún nombre sobre la mesa para sustituirle?
-Lo que hemos hablado es una línea de continuidad. Y eso significa que si se va el primero, se queda el segundo (el comisario Francisco Arrebola).
-¿Cuál ha sido su mejor momento al frente de la policía en Málaga?
-Cuando no se ha notado que estábamos. Cuando vosotros os habéis olvidado de nosotros. Lo mejor que le puede pasar a la policía es que nadie se acuerde de ella, igual que un árbitro en el fútbol: si no se habla de él es que lo ha hecho bien. Eso significa que la gente es libre y se mueve con normalidad.
-¿Qué es lo que más va a echar de menos de la provincia?
-El Rico, la Semana Santa entera, los paseos con mi cámara a mi bola. Rincones, muchos. Ronda es una locura. Estos días que me estoy despidiendo de las comisarías locales estoy viendo unos atardeceres que son un auténtico disfrute. También ese azahar que huele en primavera por cualquiera de los pueblos de Málaga... Hay rincones que echaré de menos y que me llevo en el corazón.
-¿Y qué es lo que más se alegra de perder de vista?
-El teléfono, que suena a cualquier hora.