El padre de las jóvenes de Terrassa asesinadas en Pakistán: “Tengo a las hijas muertas y a los hijos en la cárcel”
Las víctimas, las hermanas Arooj y Anisa, habían abandonado el domicilio barcelonés tras la presión de un hermano, presunto autor principal del doble crimen
Jesús García Bueno
JESÚS GARCÍA BUENO
Terrassa - 24 MAY 2022 - 12:49
ACTUALIZADO: 24 MAY 2022 - 14:30 CEST
Los seis detenidos por el asesinato de las hermanas Arooj y Anisa en Pakistán; el tercero por la izquierda es Shehryah, hermano de las víctimas y principal acusado.
Los seis detenidos por el asesinato de las hermanas Arooj y Anisa en Pakistán; el tercero por la izquierda es Shehryah, hermano de las víctimas y principal acusado.
POLICÍA OFICIAL DE PUNJAB (EUROPA PRESS)
Ghulam Abbas arrastra su triste figura hasta la tienda de alimentación donde trabaja desde hace años. Allí le espera su jefe, Ulfad Raja, que trata de echarle una mano en la peor tragedia de su vida. Es la noche del lunes y Ghulam, de 52 años, acaba de regresar de la comisaría de los Mossos d’Esquadra de Terrassa (Barcelona), donde no ha podido declarar porque no había traductor de urdu. Es el padre de Arooj y Anisa Abbas, las jóvenes de 24 y 21 años asesinadas en Pakistán tras negarse a continuar con sus matrimonios de conveniencia. Pero es también el padre de dos de los presuntos asesinos: los hermanos Shehryar y Asfandyar Abbas. Ghulam, que apenas ha comido ni dormido desde el viernes, está confundido. “Tengo dos hijas muertas y dos hijos en la cárcel; no sé qué pensar”, lamenta.
Arooj y Anisa fueron brutalmente asesinadas supuestamente por sus maridos, sus hermanos y otros parientes en un pequeño pueblo del Gujrat, en la provincia oriental del Punjab, de donde procede la mayoría de paquistaníes residentes en Cataluña. Hay seis detenidos por un doble asesinato cometido con el pretexto de preservar el buen nombre de la familia. En los llamados crímenes de honor —uno de los rostros de la violencia machista— suelen estar implicados varones de una familia que consideran que otro miembro, por lo general una mujer, les ha deshonrado. Ghulam se tapa el rostro con las manos y apenas puede verbalizar cómo se siente, qué piensa o qué decisiones va a tomar a partir de ahora. En la zozobra de estos días recuerda también a otro hijo, su primogénito, que murió ahogado en un río en Pakistán.
El viernes por la tarde, Ghulam recibió la llamada más indeseada: sus hijas habían sido asesinadas y dos de sus hijos habían sido detenidos por ello. De lo que ocurrió en el pueblo de Mouza Nothia solo sabe lo que le han contado y lo que la policía del Punjab ha explicado de forma oficial: que la familia tendió una trampa a las jóvenes con la intención de que regresaran a España de la mano de sus maridos, que ellas se negaron y que por ese motivo fueron golpeadas y asesinadas, de un disparo, mientras dormían. Pero la historia de los Abbas es un poco más complicada.
Ghulam llegó a España hace 13 años y empezó a trabajar de lo que pudo con la intención de reunir, poco a poco, a su familia. Hace seis años recaló en el negocio donde hoy trabaja, una tienda de alimentación en la rambla Francesc Macià de Terrassa, a cinco minutos a pie de su domicilio. “Siempre pedía más horas para cobrar más. Aquí le decimos que es como un burro, porque no para de trabajar”, cuenta el jefe. Compagina ese empleo con la venta de flores en Barcelona, adonde se desplaza en tren. Con un contrato de trabajo falso por el que pagó una fortuna, logró traer a su hija Arooj, que se había casado con un primo suyo (Hassan) en Pakistán. Más tarde, por reagrupación familiar, logró que llegara a Cataluña Anisa, la otra hija, que entonces era menor de edad. Al cumplir los 18 años, la joven viajó también a su país para casarse con otro primo (Atiq).
Exceso de protección
Aquellos matrimonios de conveniencia, pactados en el seno de la familia, eran más formales que otra cosa. En Terrassa, a miles de kilómetros de sus maridos, Arooj y Anisa empezaron a llevar una vida que no gustó a uno de los hermanos, Shehryah, que entre tanto se había instalado también en la localidad. “Los tres se querían con locura. Ellas a él, y él a ellas. Para su boda, Anisa quería unos zapatos de 40 euros, pero el padre, que es un poco tacaño, le dijo que no. Shehryah me pidió que me llevara al padre a dar una vuelta para podérselos comprar él. Ahora, de repente, se ha destruido todo”, recuerda el jefe de la tienda, que hace también de intérprete porque Ghulam apenas habla castellano.
El supuesto amor de Shehryah se traducía en ocasiones en control sobre sus hermanas. Anisa empezó a comportarse de un modo que su familia interpretó como un desaire. Se marchó de casa en un par de ocasiones y empezó a salir, en Barcelona, con un chico paquistaní. Shehryah se enfrentó con él y llegó a apuñalarle. Poco después, también Arooj se marchó de casa. “Ghulam quería evitar que su hijo acabara matando a alguien, así que le pidió que las dejara en paz, que hicieran su propia vida”, asegura el jefe del padre.
Ghulam, el padre, dice que llevaba muchos meses sin ningún tipo de contacto con sus dos hijas, aunque escondía esos problemas a su jefe. “Cuando le preguntaba por ellas, me decía que estaban bien, en casa”, cuenta Ulfad, el jefe, que notó cómo Shehryah dejó de pasarse por la tienda, donde también había trabajado ayudando a su padre. “Yo siempre le hacía bromas con su pelo, porque tiene una melena larguísima. Para él lo más importante eran sus hermanas, su pelo y el voleibol, estaba loco por ese deporte”, cuenta sobre el hombre al que la policía de Punjab considera el principal autor material del doble asesinato.
Las dos hermanas asesinadas, en una imagen de la policía de Punjab.
Las dos hermanas asesinadas, en una imagen de la policía de Punjab.
El viaje final a Pakistán
La tensión en la familia se había desbordado en los últimos tiempos. Hace unas semanas, la madre y dos hijos (Shehryah y Asfandyar) viajaron a Pakistán, presuntamente a pasar unas vacaciones. No está claro por ahora en qué momento ni por qué llegaron las hijas al país. En conversación con EL PAÍS, un jefe de policía del Punjab ha explicado que, “de acuerdo con las investigaciones iniciales”, las mujeres fueron víctimas de una “trampa”. Con la excusa de pasar unos días en el pueblo, les indicaron que debían regresar a Europa con sus maridos porque su condición de residentes en España –a pesar de que no tienen la nacionalidad– les ayudaría a ellos a obtener los visados.
La presión de las familias en esas pequeñas localidades puede ser asfixiante, explica Ulfad, el jefe del padre. Ambas chicas se negaron a someterse a esas peticiones, siempre según el jefe policial. No solo no querían regresar con ellos, sino que “pidieron el divorcio” para seguir con sus vidas en España. Aquella rebelión fue demasiado para el hermano Shehryah, que tenía otros planes. Les explicó a sus hermanas que querían que todos –ellas, la madre y también el padre– vivieran en Pakistán, mientras él mismo y su hermano Asfandyar regresarían a España. Ellos trabajarían y enviarían las remesas de dinero necesarias. Él se ocuparía de todo. Pero las hermanas rechazaron, presuntamente, el plan trazado para sus vidas y se desató una tormenta. El resultado es que varios familiares acabaron participando en el crimen, según la policía, que ahora descarta que haya indicios de que previamente fueran torturadas.
Los seis detenidos, que “pueden afrontar la pena capital”, según el jefe policial, son los dos hermanos de las víctimas, pero también los maridos de estas, un tío-suegro y otro pariente. La policía no descarta nuevas detenciones y confía en aclarar las circunstancias del suceso. En paralelo, los Mossos d’Esquadra también tratan de averiguar qué ocurrió y, en particular, si las chicas viajaron desde Cataluña forzadamente hasta Pakistán. Para ello están tomando declaración a familiares. Este mismo martes está nuevamente en comisaría Ghulam Abbas; esta vez, con intérprete.