RAJOY Y LA ANATOMÍA DE UN INSTANTE
Por Jaime de Berenguer - 30 mayo, 2018139 0
En su muy recomendable libro Anatomía de un Instante, Javier Cercas propone una tesis verdaderamente interesante para explicar los motivos que movieron al Golpe de Estado del 23 F.
Cercas plantea que la ocupación del Congreso de los Diputados por parte del Teniente Coronel Tejero no fue más que una de las varias caras, quizás la más llamativa pero no la única, de la operación que tenía como objetivo derribar como Presidente del Gobierno a Adolfo Suárez. Lo que sostiene este autor es que en el caso de Adolfo Suárez se dieron las circunstancias para que los intereses cruzados de los más variados grupos (i.e. empresarios, iglesia, prensa, otros partidos, su propio partido, parte de la milicia y el postfranquismo) confluyesen sobre la necesidad de apear del poder al que era Presidente legítimamente elegido del Gobierno de España, en definitiva, fue un golpe coral.
Las reformas políticas, la inflación, el paro, el terrorismo y la modificación del status quo de las élites y los grupos de poder hicieron que se desatase sobre él un odio profundo de la oligarquía y un interés indisimulado por apearle del poder
Recordemos que, Suárez, tras su nombramiento como Presidente del Gobierno en 1976, fue el encargado de conducir España a través de la difícil senda que llevó de la dictadura a la Democracia, todo ello en un contexto social, económico y político extraordinariamente difícil. Las reformas políticas, la inflación, el paro, el terrorismo y la modificación del status quo de las élites y los grupos de poder hicieron que se desatase sobre él un odio profundo de la oligarquía y un interés indisimulado por apearle del poder. Se puso en marcha la máquina de picar carne por medio de las herramientas clásicas, crispación social y desprestigio personal sin ahorrar en medios económicos y políticos. Desprestigiarle, con más o menos razones para ello, las críticas más acerbas y las campañas de prensa más brutales –otra vez la prensa- crearon un clima irrespirable en el país. Todo valía con tal de desalojarle del poder dando paso al elegido, el por aquel entonces joven y prometedor Felipe González. No obstante, los planes no funcionaron porque Adolfo Suárez tenía la obstinada manía de no irse por las bravas del puesto para el que había sido elegido y, además, de ganar las elecciones a pesar de todas las maniobras, como así ocurrió en las de 1977 (165 diputados) y 1979 (168). La imposibilidad de derrotarlo en las urnas y de presionarle para que abandonase precipitó que sus enemigos, ya cansados de esperar, se planteasen la asonada militar de 1981.
Todo ese proceso, el escenario de crispación y acoso, guarda, en mi opinión, un sospechoso parecido a lo que está viviendo ahora España en la presidencia de Mariano Rajoy. Las tres circunstancias principales que se dieron aquellos días se repiten, a saber; capacidad para ganar elecciones, resistir toda presión a abandonar cuando otros lo exijan y haber puesto de acuerdo y en su contra a distintas fuerzas que representan intereses de lo más incompatibles pero con un objetivo común, echarle de la Presidencia de España.
Rajoy sobrevivió pero la legislatura que arrancó en 2016 estaba sentenciada por la oligarquía, como al Suárez de 1979 le hicieron caer en 1981, al Rajoy de 2016 lo quieren apear en el 2018
Como digo, las similitudes son pasmosas, Rajoy -al igual que Suárez- ha ganado varias elecciones, las de 2011 por mayoría absoluta. Y a pesar de la crisis y contra todo pronóstico, las de 2015 (123 diputados) y las de 216 (137), mejorando sus resultados. En ambos casos ganó bajo el desgaste de una fuerte campaña mediática en contra en la que algunos medios de comunicación se empeñaron en apoyar decididamente y publicar encuestas muy favorables a otras fuerzas políticas que no se cumplieron ni por asomo. Rajoy sobrevivió pero la legislatura que arrancó en 2016 estaba sentenciada por la oligarquía, como al Suárez de 1979 le hicieron caer en 1981, al Rajoy de 2016 lo quieren apear en el 2018.
Lejos de parar, la campaña mediática sigue su curso, más fuerte y con más ahínco que antes, como un monotema, machaconamente, sin descanso, como una lluvia, a veces fina, a veces torrencial. Es difícil encender la radio, la televisión, escuchar a un tertuliano o abrir un periódico sin que no aparezcan varias noticias que se refieran negativamente a Rajoy, su gobierno o su partido, da igual de qué se trate, todas las noticias malas empiezan y acaban en Rajoy o el PP mientras las positivas no se cuentan o se minimizan. De la misma manera que todas las noticias buenas empiezan y acaban en Albert Rivera y su partido, al mismo tiempo que sus torpezas o fangos se tapan. Todo demasiado idéntico, todo demasiado evidente, todo demasiado coral.
Insisto, el parecido de la situación que pasó y lo que pasa es asombroso, tanto como un huevo a otro huevo. Todos tienen sus intereses pero comparten una presa común, España vía Rajoy, ya sabemos que la política produce extraños compañeros de cama. La oligarquía le ha dado la espalda, algo les ha hecho o no les ha dado, y se lo van a quitar de en medio como se hizo con Suárez. Y como en aquel caso ya tienen sustituto, un Felipe González post-moderno, Albert Rivera, suficientemente joven y agradecido como para garantizarles tres legislaturas a su entera disposición. El PSOE también está en la pomada, con un líder Pedro Sánchez, que como le pasó en su momento a González con Suárez, es incapaz de ganar a Rajoy con el que ha perdido dos veces estrepitosamente, llevando a su partido a los peores resultados de la historia y que ve la opción de ser Presidente a través de una moción de censura. Igualmente interesados en que caiga Rajoy están Albert Rivera y Pablo Iglesias, aunque por distintas razones. Albert Rivera porque ha sido aupado encuesta a encuesta por el matrix demoscópico y espera que, esta vez sí, las encuestas falsas se hagan realidad, es decir, puro afán por lograr el poder pero va a ser que no. E Iglesias porque quiere hacer caer el sistema, darle el último empujón, a lo que se suman con entusiasmo nacionalistas varios e independentistas para los que la caída de Rajoy y el desmembramiento del PP sería la mejor de las noticias para lograr la tan deseada independencia. También están interesados en la caída de Rajoy los que aspiran a sucederle, conocedores de que aparejada con la caída del gobierno va la presidencia del partido y la convocatoria de un Congreso para elegir sustituto, el llamado fuego amigo.
Mucho me temo que, con razones o sin ellas, lo que les une a todos son sus intereses personales, no España.
Como le pasó a Suárez, Rajoy está solo y su caída concita todo tipo de intereses de un lado y de otro, por lo que es fácil pronosticar que lo harán caer. El caso de Suárez no acabó bien y preveo que en este caso tampoco lo haga. Mucho me temo que, con razones o sin ellas, lo que les une a todos son sus intereses personales, no España. Nuestra patria es su presa, se aprestan a repartírsela, da igual la estabilidad de la nación en una situación de grave crisis política por el desafío nacionalista en Cataluña, da igual la recuperación económica, da igual los ahorros de los españoles, da igual la soberanía nacional, da igual, todo da igual.
No se equivoquen, este artículo no pretende defender a Mariano Rajoy sino la libertad y la democracia. Hay que aprender de la Historia, no me gustan los golpes por muy corales y suaves que sean, ni me gusta ver de rodillas y dominado mi país por intereses bastardos.
Los aprendices de brujo de la élite harán caer al gobierno pero que tengan cuidado no sea que les ocurra como en la balada de Goethe (Der Zauberlehrling) y se les vayan las cosas de las manos. La ingeniería social puede ser terriblemente peligrosa en manos de egoístas, ególatras e irresponsables, algo así como una caja de Pandora.