EFECTOS COLATERALES DE LA HUELGA
Malestar en la Policía por la "mano negra" de Rubalcaba en la EMT
Ángel Tejedor
El ministro no se ruborizó este jueves cuando afirmó que los agentes hicieron su trabajo en las cocheras de Fuencarral y La Elipa, pero la intrahistoria, contada desde dentro, es reveladora.
30 de septiembre de 2010
¿No quisieron Rubalcaba, Valcarce y Redondo frenar a tiempo los disturbios en la EMT?
Mal comienzo ha tenido el nuevo jefe superior de Policía de Madrid, Francisco Javier Redondo. Sólo han pasado tres semanas desde que la delegada del Gobierno en Madrid, Amparo Valcarce, le presentó en sociedad y ya tiene el primer lío interno.
La resaca de la huelga general ha dejado al descubierto un profundo malestar entre los efectivos del Cuerpo Nacional de Policía que participaron en el dispositivo especial por cómo actuaron sus superiores. O mejor dicho, por cómo no actuaron, especialmente en las cocheras de la EMT en La Elipa y Fuencarral, epicentro de los disturbios.
Ya el mismo miércoles estalló la polémica, cuando tanto Esperanza Aguirre como Alberto Ruiz Gallardón acusaron a la Delegación del Gobierno en Madrid de no haber mandado antidisturbios a tiempo. Insinuando que Valcarce y Alfredo Pérez Rubalcaba -por extensión- querían que hubiera follón en la capital. La delegada del Gobierno asegura que previamente había acordado con el delegado de Seguridad y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Calvo, que sería la Policía Municipal la que se encargaría de las cocheras. Sin embargo, Calvo niega la mayor.
¿Quién miente? Valcarce. En la orden de servicio que la Jefatura Superior de Madrid envió previamente a las comisarías avisando de los puntos calientes y de las pautas a seguir, las cocheras de la EMT ocupaban un lugar destacado, según ha podido saber El Semanal Digital.
El enfado policial viene motivado porque la Jefatura Superior -con Redondo a la cabeza, un cargo más político que policial- tardó demasiado en enviar efectivos de la UIP (la Unidad de Intervención Policial, los conocidos como antidisturbios); y porque en ningún momento se dio orden de cargar pese a la violencia de los piquetes. O ya no de cargar, sino simplemente de aplicar lo que en el argot policial se denominan "medios intimatorios", que van desde la formación con escudos al lanzamiento de botes de humo y pelotas de goma.
La secuencia de los hechos
Este periódico ha tenido acceso en fuentes policiales al relato de lo que sucedió en la madrugada del miércoles en las cocheras de La Elipa, a cargo de la comisaría de Ventas. Poco antes de las cuatro, de esa comisaría salieron ocho agentes hacia las cocheras, sin llevar siquiera cascos porque no tenían suficientes para todos. Al llegar se encontraron con que había más de 250 piquetes. A las cinco, ya eran más de 400. y no precisamente en son de paz.
Los responsables de la comisaría en ese momento se hartaron de pedir refuerzos al jefe de la Sala Central, que depende directamente de la Jefatura Superior. Porque también había policías municipales desplegados, pero estos tenían orden de no intervenir. Al cabo de un rato, la Sala Central envió a cuatro agentes más, sin siquiera un mísero coche patrulla. Con lo que eran doce frente a centenares para entonces. Varios acabaron heridos.
Los antidisturbios no llegaron hasta bien pasadas las seis de la madrugada, y no eran precisamente multitud: una sola furgoneta par un subgrupo (formado por seis efectivos y un subinspector). Para entonces lo peor ya había pasado, y además tenían las manos atadas porque no habían recibido orden más allá que la de personarse. Es por eso que entre los policías corre algo más que la sospecha de que a Rubalcaba, Valcarce y Redondo no les interesaba que los agentes frenaran a los piquetes.
Horas después, la delegada del Gobierno no tuvo problema en subrayar en rueda de prensa que la Policía acudió tanto a esas cocheras como a las de Fuencarral "cuando fue requerida" y "en el tiempo y forma requeridos". Para rizar el rizo, el ministro del Interior aseguró este jueves que los agentes hicieron "su trabajo" en La Elipa y Fuencarral.