?Tenía hambre, me sentía desesperado y un compa?ero me dejó su cartón para dormir un rato?
Viernes, 16 de febrero de 2007
?Tenía muchísima hambre, me sentía impotente y desesperado porque no sabía cuándo iba a volver a comer, ni cuándo iba a descansar?. Miguel R., 34 a?os, uno de los 70 policías enviados a Mauritania para auxiliar a los 369 ocupantes de un barco, el Marine I, rescatado por Espa?a en aguas internacionales, estaba sucio y cansado, harto de orinar en la pared exterior de la antigua fábrica de pescado. Su labor era vigilar a los emigrantes alojados temporalmente allí, dos horas de custodia y otras dos de descanso apoyado en esas mismas paredes, una y otra vez. Gendarmes mauritanos le rodeaban armados con fusiles kalashnikov.
Era la madrugada del día 13 de febrero, más de veinticuatro horas de servicio, sin comida suficiente, sin ducha, sin ba?o. Miguel R. ?nombre falso, teme represalias- dormitaba apoyado en esa pared. Olor a suciedad humana ?la de ellos, porque los emigrantes se habían duchado- y a pescado podrido. ?Otros policías descubrieron una vieja cámara frigorífica vacía, consiguieron unos cartones y se metieron allí para dormir. Yo no encontré ninguno, pero un compa?ero me dejó tumbarme junto a él en su cartón para dormir un rato?. De repente, se fue la luz ?y algunos policías aprovecharon para sustraer las mantas para los emigrantes que a la Cruz Roja le había sobrado?.
Las mantas ??más de cien?- formaban una monta?a, pero los policías espa?oles no tenían permiso para cogerlas. Miguel R. se sentía un privilegiado; al fin y al cabo estaba tumbado sobre cartones, cuando la mayoría de sus compa?eros dormitaba en el exterior, con la espalda apoyada en las paredes de la antigua fábrica de pescado de la flota espa?ola que faena en el banco canario-saharaui.
No había tomado nada desde la una de la madrugada del día anterior y no había comido el bocadillo de carne que le entregaron para comer, bocadillos que habían llegado en sacos de papel que fueron descargados junto a las paredes con orines y estaban deshechos.
Horas antes, Miguel y otros policías habían pedido unas naranjas de la Cruz Roja destinadas a los emigrantes y recibieron una negativa: ?Nos dijeron que estaban contadas?. Cuando llegó su turno de descanso, se sentó otra vez junto a la pared. Alzó la vista y un gendarme mauritano, kalashnikov al hombro, le miraba mientras se comía una naranja. Le ofreció un gajo.
Tumbado, oyó cómo los compa?eros bromeaban: ?Ahora son los emigrantes los que tendrán que ponerse máscaras porque estamos asquerosos?. ?Qué hacía ahí?, se preguntó. ?Había policías mauritanos suficientes para custodiar a los emigrantes. Nadie pensaba en nosotros: no éramos importantes. Me sentí manipulado. No podíamos movernos, porque las autoridades mauritanas nos habían quitado los pasaportes nada más llegar, no podía conseguir comida ni alojamiento, era desesperante?.
Los emigrantes habían desembarcado en el puerto de Nuadibú (Mauritania) y dormían en la fábrica de pescado tras haber sido clasificados en función de sus nacionalidades y diagnosticados por los médicos de la Cruz Roja. Los 130 policías, que en total fueron allí por relevos, no pudieron ducharse ni dormir en los días que duró la crisis, entre el 9 y el 14 de febrero. ?No es cierto que los emigrantes estaban enfermos. Lo máximo que tenían algunos era sarna. Y el barco estaba en mejores condiciones que los cayucos que llegan a Canarias?, revela Miguel.
Cuarenta y ocho horas sin dormir
Unos pocos policías pudieron ir a comer al Hogar Canario. Quisieron pedir un menú de carta, pagando ellos: ?Se negaron, dijeron que para nosotros no había esa comida?, relata Miguel. Les sirvieron una peque?a ensalada ?y una especie de carne en salsa que parecía de camello, no lo sé?. En una mesa cercana, el inspector de policía destinado en el consulado espa?ol ?comía calamares y bebía con sus amigos unas cervezas?.
La Confederación Espa?ola de Policía (CNP) denuncia que en tres días, la mayoría de los policías tan sólo comió tres bocadillos. Luego llegó la traca final. Un grupo de 36 policías y dos médicos del Cuerpo llegó a Tenerife tras más de 24 horas viajando por media África a bordo del Hércules. Primero iban a entregar a 35 subsaharianos que nadie quería a Guinea Conakry, pero allí no los aceptaron. Los desviaron a Guinea Bissau, y también se negaron. Los mandaron aún más lejos, a Cabo Verde. Rechazados de nuevo, regresaron a Mauritania para repostar.
El avión, con los policías y los emigrantes a bordo, permaneció rodeado de gendarmes en el aeropuerto mauritano. Otro grupo de policías espa?oles estaba en la pista. Otro de los policías, Pablo, lo relata: ?Nos habían mandado allí para relevarlos, pero los mauritanos no nos dejaron. Permanecimos sentados, acordonados por gendarmes armados?. El avión recibió la orden de despegar hacia Cabo Verde. Al llegar, los caboverdianos mantuvieron retenidos dentro del avión a policías y emigrantes durante más de ocho horas. Al final, desembarcaron a los 35 subsaharianos.
Siete horas retenidos
?Hombres de poca fe?, les dijo un mando cuando comunicó al grupo de policías de Miguel que regresaban a Espa?a. Era los que llevaban más tiempo en Nuadibú. A las seis de la tarde del martes pasado subieron al avión. Pero los mauritanos también querían que se llevaran a otro grupo de 35 emigrantes asiáticos del barco. Los policías permanecieron siete horas dentro del avión, mientras se sucedían las negociaciones. El grupo llegó con ellos a Gran Canaria y pidió el asilo político.
Durante este tiempo, los sindicatos, alertados, comenzaron a buscar soluciones. El Sindicato Unificado de Policía (SUP), por ejemplo, ya había apalabrado el alquiler de una avioneta -8.000 euros- con el fin de transportar a Mauritania comida y tiendas de campa?a para sus compa?eros.
?Ha sido el servicio más innecesario, desagradable, ingrato y absurdo de cuantos he hecho en mi vida?, relata Miguel quien no ve beneficio alguno a su trabajo allí, con 48 horas sin dormir en condiciones: ?fue un gasto innecesario de dinero para que los políticos pudieran hacer el paripé de que hacían algo. Al final resulta que sólo los subsaharianos han sido expulsados?, sentencia.
Los sindicatos denuncian la "injustificable falta de planificación y coordinación" de los ministerios de Interior y de Asuntos Exteriores. Califican de "humillante y vejatorio" el trato recibido por los policías y tienen previsto actuar de manera coordinada ante el Gobierno para intentar que no se vuelva a producir una situación como la que han padecido en Mauritania.
He leido esto por ahí, VERGONZOSO, sobran las palabras.
?todavia hay gente que cree que Espa?a pinta algo en el mundo?
?Esta es la consideración que tiene este gobierno a sus Policías?
Saludos cordiales.