ABANDONO Y DESAMPARO EN LAS FUERZAS Y CUERPOS DE SEGURIDAD
Tribuna Libre del Diario Monta?es
LUIS VELASCO, SECRETARIO GENERAL DE LA UNIÓN DE GUARDIAS CIVILES (UGC) EN CANTABRIA
MARÍA JOSÉ CANO, SECRETARIA REGIONAL DE LA UNIÓN FEDERAL DE POLICÍA (UFP) EN CANTABRIA
La última detención de un etarra en Santander y los recientes elogios a la seguridad existente en Cantabria de responsables ministeriales en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, nos obliga a la Unión de Guardias Civiles (UGC) y a la Unión Federal de Policía (UFP) a recordar al Gobierno el estado de abandono y desamparo que padecemos las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
No en vano, el Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil llevan el peso de la seguridad en Espa?a y, por desgracia, lo único que reciben a cambio del Gobierno son unas palmadas en la espalda cuando se efectúa alguna operación policial llamativa que no resuelven en absoluto los numerosos problemas y precariedades de nuestro trabajo diario, muchas veces ejercido sin un suficiente amparo legal.
Tanta palmada en la espalda y elogio político carecen de sentido con la diferencia salarial y laboral existente entre las policías locales y autonómicas y los Cuerpos de Seguridad del Estado, que hoy en día implican casi comparar a policías europeos con los de África porque los guardias civiles y los policías nacionales venimos a cobrar una media de unos 600 euros mensuales menos que nuestros colegas y, además, con muchas más carencias de material, dotaciones y vestuario.
Nuestro inadecuado vestuario incumple hasta las normas más elementales de la prevención de riesgos laborales; se llega a patrullar en moto con camisa, corbata, pantalones y botas de montar a caballo; y trabajamos con pistolas obsoletas de hace 40 a?os sin que en una autonomía como Cantabria, limítrofe con el País Vasco, alguien se haya molestado hasta ahora en renovarlas.
Hay una escasez absoluta de dotaciones individuales en chalecos antibala, hasta el extremo de que para protegernos nos tenemos que gastar 800 euros de nuestro propio bolsillo para comprarlos cuando no lo hacemos en unos guantes anticorte, en correajes o en unas simples fundas adecuadas.
Estas pésimas condiciones se extienden desde tierra firme hasta el mar, ya que las patrulleras del litoral cantábrico están también obsoletas y no cumplen unos requisitos básicos mínimamente aceptables.
Es más, hay patrulleras del Servicio Marítimo en las que el camarote está junto a los depósitos de gasoil, cuyos vapores producen a menudo desde migra?as hasta intoxicaciones a una tripulación que por no tener no disponen ni de zapatos adecuados para evitar resbalones a bordo o un simple mono ignífugo.
La precariedad en vestuario y material se completa con una carencia del personal necesario para cubrir con garantía la seguridad de los ciudadanos, con una dotación escasa de vehículos y una falta de medios técnicos disponibles en la actualidad para mejorar a su vez la seguridad de nuestros acuartelamientos y comisarías.
Sin ir más lejos y por poner un ejemplo en Cantabria, en un cuartel de una zona turística de la región, el Guardia de Puertas, en lugar de velar por la seguridad del acuartelamiento, tiene que atender a los ciudadanos cuando presentan una denuncia mientras a su espalda algunos amigos de lo ajeno se saltan una valla y roban unas bicicletas en el interior del cuartel. Esto ocurre en pleno siglo XXI.
Hay poco personal y además desperdigado en cuarteles peque?os propios de un reparto poblacional de hace dos siglos y sin que nadie se atreva a plantear su reagrupamiento para optimizar los recursos humanos existentes y proteger de manera efectiva al ciudadano.
Esta mala distribución territorial del personal obstaculiza a su vez nuestra planificación de la vida laboral y familiar porque, a diferencia de los cuadrantes de servicios anuales de policías locales o autonómicos, nosotros nos conformamos con conocerlos con un mes de antelación e incluso con la posibilidad de cambios de última hora por ?necesidades del servicio?.
A pesar del constante rechazo de los alcaldes de Cantabria en poblaciones peque?as, es necesario acometer cuanto antes la redistribución de los acuartelamientos. Los alcaldes deben ser conscientes de que un simple cuartel no da seguridad a sus conciudadanos, la seguridad la dan las patrullas en la calle y un puesto con sólo cuatro o cinco guardias civiles destinados no puede garantizar patrullas de 24 horas.
Por el contrario, si esos guardias civiles y los de otros cinco puestos más se unen en un solo acuartelamiento, habría dos o tres patrullas permanentes en la calle en cada turno y se lograría una seguridad real, un mejor servicio y una mayor calidad de vida de los agentes que lo realizan, además del apoyo de más patrullas en caso de intervención policial.
Como dijo en su momento un director de la Guardia Civil: ?La Guardia Civil es como un transatlántico, que desde que das la orden hasta que gira realmente pasa una eternidad?.
Esto es cierto pero si el Estado no quiere que este transatlántico se hunda como el Titanic, tarde o temprano tendrá que acometer reformas urgentes y mejoras para solucionar todas las precariedades mencionadas, sin olvidar la necesidad imperiosa dotar a la labor de la Policía Nacional y de la Guardia Civil de un ordenamiento legal más eficaz contra la violencia y la delincuencia.
Nuestro trabajo consiste en acudir donde nadie acude y donde surgen problemas que sufre el ciudadano al que queremos y debemos servir, aunque nos veamos obligados a jugarnos el pan de nuestros hijos y hasta nuestra vida sin un lógico respaldo legal acorde con la sociedad actual porque el Código Penal ni nos ampara ni nos protege de manera adecuada.
Los docentes se quejan hoy en día, y con razón, de las agresiones que padecen y piden ser protegidos por el Código Penal y nosotros nos preguntamos: si ellos se sienten desamparados, ?qué tendremos que decir los guardias civiles y los policías nacionales, que tratamos con delincuentes y terroristas?.Ni que decir tiene, la Unión Federal de Policía y la Unión de Guardias Civiles en Cantabria creemos urgente y necesaria una reforma del Código Penal para garantizar un apoyo legal a todas las acciones llevadas a cabo por los cuerpos policiales dentro de la legalidad y en su papel de agentes de la autoridad.
Hay que tener en cuenta que el Código Penal puede tener un efecto preventivo y disuasorio muy eficaz porque si el delincuente fuera consciente de que un enfrentamiento con la policía implicaría un severo castigo de la justicia, se lo pensaría dos veces antes de actuar.
En contra de lo que pueda pensarse, un endurecimiento del Código Penal evitaría muchos enfrentamientos y faltas de respeto que en la actualidad propician conflictos físicos y agresiones de considerable gravedad, y más si cabe, entre los agentes de labores de investigación que trabajan de paisano y por lo general con sobrecarga de trabajo y sin un reconocimiento a su labor.
Desgraciadamente, el Ministerio del Interior se preocupa más de cumplir objetivos estadísticos que en una protección real y efectiva del ciudadano y, ya se sabe, si los balances de multas o de positivos por alcoholemia descienden no es porque las campa?as de la Dirección General de Tráfico funcionen, sino porque los guardias trabajan poco. Sea como sea hay que mantener las estadísticas.
No nos enga?emos, todos estos problemas argumentados por la Unión de Guardias Civiles y la Unión Federal de Policía en Cantabria no sólo afectan a quienes los denunciamos, también a la seguridad y bienestar de todos porque depende en gran medida de la calidad de la policía y de unos profesionales que en la actualidad no cuentan con los medios adecuados, no cobran en consonancia con su trabajo y ni siquiera son respetados o respaldados por sus jefes, incluido el ministro, del que todavía estamos esperando que pida perdón a los compa?eros absueltos en el caso Roquetas.
Calidad humana y ganas de trabajar existen, lo que falta es ese reconocimiento y medios, tanto físicos como materiales. Si los espa?oles quieren una seguridad acorde con su nivel de vida, tienen que ser los primeros en exigir soluciones."
http://www.eldiariomontanes.es/prensa/20070720/opinion/abandono-desamparo-fuerzas-cuerpos_20070720.html