Los problemas, lo son y hay que solucionarlos y a veces da igual la ideología, por que esa ideología cuando se vuelve rígida no deja paso al sentido común, los sindicatos están con el veneno dentro, llenos de termitas, pero nosotros, los trabajadores también, tenemos el veneno del miedo, otros del dinero, otros de la apatía, cada uno tiene su propio veneno, nos hastiamos de poner a parir ( en las taquillas), a fulanito por que es un cara, que libra con horas sindicales, que no hace nada, que es un golfo, pero luego le ponemos buena cara y aceptamos y callamos, cuando surge un descerebrao que se lo toma en serio ¿que hacemos?, si le apreciamos: "tío, pasa, no merece la pena", si nos ha recriminado algo, " estas tarao, te la vas a buscar", muy pocos apoyan a quienes de verdad creen en algo más, entonces ¿de que nos sorprendemos?, pienso que si hay alguien comprometido se le debe apoyar, si se estrella, al menos no reirse de él, por que entonces en un futuro ¿quién se tira al ruedo?
Si durante el conflicto hubiésemos perdido menos el tiempo regocijándonos en las tropelías de aquellos que no merecen la pena y se hubiese ensalzado más a quienes daban su tiempo y esfuerzo para el bien común, seguramente el contagio se hubiese revertido, sinvergüenzas siempre va haber, eso no se va a cambiar fácilmente, pero al menos hay que intentar que el escenario donde se muevan sea lo más hostil para ellos, que no estén a sus anchas, no se si me explico.