Los 9 días para esquiar peligran, compañeros!!!
Loscursosde formaciónnosirven
Sindicatos, patronal y Gobierno analizaron el estudio, pero ignoraron sus condiciones
Madrid
ANA BRAVO CUIÑAS
Actualizado: 31/01/2014 02:35 horas
Gobierno, patronal y sindicatos conocen bien que el impacto de la formación para el empleo es muy limitado. Lo evidente a tenor de las estadísticas lo ratificaron los informes de evaluación de la Fundación Tripartita de 2010 y 2011, que arrojaron que nueve de cada 10 trabajadores afirmaban que la formación que recibieron no les había servido para nada.
Los demoledores resultados
Las evaluaciones se
fueron en su momento
presentaron siendo
puestos en conocimiento de
Corbacho y Gómez
sindicatos y patronal en el
ministros de
seno de la fundación, en una
Trabajo
época que coincidió con el final del mandato de Celestino Corbacho y el comienzo de Valeriano Gómez al frente del Ministerio de Trabajo del Gobierno socialista. La intención era abrir un debate en profundidad sobre lo que constituía un modelo fallido, tal y como refiere uno de los responsables de la entidad en aquel momento al que ha tenido acceso EL MUNDO.
Pero el esfuerzo fue en vano: los impulsores de la iniciativa no tardaron en ser cesados en sus responsabilidades en la fundación y las evaluaciones fueron colgadas en la página web de la Tripartita... E ignoradas.
«No sólo es corrupción que la formación sirva para completar la financiación de patronales y sindicatos, corrupción es también que todos esos ingentes recursos no sirvan para nada. O, al menos, que no sirvan para el fin para el que fueron destinados», opina este antiguo responsable de la Fundación Tripartita en esos años.
Las clamorosas conclusiones de los informes de evaluación dejaban en muy mal lugar tanto a la conocida como formación de la oferta o subvencionada, es decir, los cursos de formación que se ofrecen, de manera gratuita, por las organizaciones empresariales, sindicales, de economía social, trabajadores autónomos y centros de formación; como a la llamada formación de la demanda, que realizan las empresas con cargo a la cuota de formación que pagan dentro de las nóminas de sus empleados.
Pero más sangrante en sí era el
'Renunciaremos
hecho de que las evaluaciones
a los cursos si
correspondieran al periodo
hace falta'
comprendido entre 2007 y 2010. Unos años en que la crisis económica y el estallido de la burbuja inmobiliaria habían provocado que el mercado laboral afrontase una destrucción de empleo sin precedentes y que los parados engrosaran las estadísticas por decenas de miles mes a mes.
Respecto a la formación de la oferta, un 87,5% de los trabajadores que participaron en ella concluyeron que no se había producido cambio alguno en relación con el trabajo que venían desempeñando. En el caso de la formación de la demanda, el poder de transformación resultaba aún más limitado: sólo un 9,5% de los trabajadores encuestados afirmaron que la formación había generado alguno de esos cambios.
La evaluación del impacto de formación también distingue entre el tipo de plan en que tomaron parte los encuestados. Y los resultados fueron igual de homogéneos y mediocres: Planes Sectoriales (12,75%), Planes Intersectoriales (10,47%), Planes de Economía Social (13%) y Planes para Trabajadores Autónomos (11%).
Pero todos estos discretísimos porcentajes de aceptación están referidos a los resultados de las evaluaciones de 2011. En la correspondiente a 2010, la Fundación Tripartita extrajo incluso que las acciones impulsadas desde la propia empresa «no generan impacto». «El resultado era 0% en una encuesta tan grande y exhaustiva como aquella. Y ni a unos ni a otros parecía importarle», refiere este antiguo responsable de la entidad.
No es de extrañar que los informes concluyeran que existe «una gran bolsa de trabajadores para los que no existe ninguna conexión entre la formación que llevaron a cabo y alguna variación experimentada en lo laboral». Otra de las perlas de los estudios pone en solfa otro concepto ampliamente aceptado como clave en la prosperidad futura de la empresa: «no se puede afirmar que la formación mejore de forma sustancial la productividad y competitividad de las empresas, por lo que el logro de este objetivo queda en entredicho».
Un error también de concepto
El Real Decreto 395/2007 que regula la Formación para el Empleo en su actual configuración, plantea cinco fines del subsistema de formación para el empleo. En primer lugar, «favorecer la formación de trabajadores desempleados y ocupados». El segundo y más importante consiste en «proporcionarles conocimientos y prácticas adecuados a las competencias profesionales requeridas en el mercado de trabajo y a las necesidades de la empresa. El tercero es «contribuir a la mejora de la productividad y competitividad de las empresas». El cuarto es «mejorar la empleabilidad de los trabajadores». Y el quinto y último es «promover que las competencias adquiridas a través de procesos formativos y de la experiencia laboral sean objeto de acreditación». Estos cinco fines están en la norma equiparados, cuando es el segundo, es decir, la adquisición de conocimientos y prácticas que requiera la empresa y el mercado de laboral, el que es verdadero eje central y que debería ser eje de los informes de evaluación. «No es relevante si los trabajadores han hecho las horas previstas, ni las pruebas, ni las lecturas, ni si se ha adquirido un certificado. La formación sólo es relevante si mejora los resultados en el trabajo y aún más, si éstos compensan el esfuerzo realizado», sostiene este antiguo responsable de la Tripartita para quien, y en todo caso, «si se financia con fondos públicos se debería exigir rigor en la evaluación y que ésta mida lo que es relevante: si el que aprende es más competente y si tiene mejores resultados en el trabajo». En su opinión, «ni este Gobierno ni el anterior entienden el fondo del asunto». Los resultados son también muestra de ello.