La gaviota es un animal, que sólo vive para comer.El único fin de la bandada, es buscar el mejor lugar donde la comida sea más abundante y más fácil. Se aglomeran por miles, para regatear y luchar por cada pizca de pitanza. La mayoría de las gaviotas, en cuanto al vuelo, apenas conocen las normas más elementales. No es volar lo que importa, sino comer.
Juan Salvador Gaviota, era diferente.
El amaba, por encima de todo en el mundo...volar.
Era diferente, se sentía diferente.
A cada instante, ponía su vida en peligro. Subía a mil metros, bajaba haciendo rizos, tirabuzones, arcos, se precipitaba incluso contra el mar, mientras era la mofa de la bandada.
Pero no le inportaba.
Lo intentaba de nuevo.
A veces despertaba flotando en el oceano, a la luz de la luna. Sentía las alas desgre?adas, pesadas como lingotes de oro.
Luchaba por no irse al fondo.
Se levantaba.
Emprendía de nuevo el vuelo y ante la atónita mirada de la bandada, lo intentaba de nuevo.
Así era Juan Salvador Gaviota.
Así os veo yo.
Diferentes.
Recuerdo, la noche aquella de entrada del nuevo milenio, con Madrid repleto de Policías. En toda Espa?a sería igual. Millones de personas celebrando el nuevo a?o, el nuevo siglo, el nuevo milenio, y sin embargo ahí estábamos nosotros, diferentes a todos.
Con más o con menos ganas, pero diferentes a todos......ahí estábamos.
Al igual que en Navidades.....las compras.....los regalos......las fiestas, y para cubrir todo ese estado de anarquía social, en cuanto al comportamiento cívico, ahí estamos nosotros.
Frío, nieve, lluvia, la bandada se dirige de un centro comercial a otro, de un atasco al siguiente, mientras que en el centro de la calle, ahí estamos nosotros.
Ocurre lo mismo con la magia de la cabalgata, las sonrisas de los ni?os, sobre todos los que somos padres, quizá, hemos pensado que vale la pena, por ellos, estar ahí para que sus padres les lleven a primera fila y puedan ver esa magia, esa ilusión.
Por ellos vale la pena.
Sin embargo, la magia, la ilusión de la cara y los ojos de nuestros hijos, nos lo tendrán que contar dado que no estábamos ahí, con ellos, para comprobarlo.
Igual ocurre en los puentes de fiesta. La bandada aprovecha para abandonar su estancia rutinaria, mientras que nosotros realizamos los servicios especiales, para facilitarles la salida y el regreso.
Sólo nos queda conducir por ellos.
Compa?eros que prestan servicio en poblaciones costeras, que ven incrementado el trabajo en época estival, mientras sus ciudades se llena de bandada que sólo piensa en divertirse.
Para eso las vacaciones son una vez al a?o, pensarán. Y tienen razón, pero para los Agentes de la Autoridad, también, y en esos casos están obligados a disfrutarlas en dos periodos, uno invernal, dado que el de verano han de estar trabajando.
Cuidando de la bandada.
Noches de fines de semana, controles de alcoholemia, accidentes de tráfico, reyertas en locales y lugares de ocio, ruidos de madrugada, fiesta del día del ni?o, día de la bicicleta, las maratones, las fiestas patronales, las del pueblo, las de toda la vida......y ahí estais........diferentes...... como Juan Salvador Gaviota.
Diferentes, por esta profesión que hemos elegido, en ocasiones, más bien en muchas ocasiones, mal reconocida, de ayuda, dedicación y entrega a la bandada, en la cual algún compa?ero gaviota, finaliza volando hacia lo más alto.
Gracias ni?os.
Gracias a todos por estar ahí.
Gracias por que sé, que cuando me mezcle entre la bandada, podré recurrir a vosotros, por que sé que estareis pendiente de mí, de los mios y de todos.
Gracias por ser y sentiros diferentes.
Un honor el conoceros y el saber que yo también os siento, JUAN SALVADOR GAVIOTA.