Autor Tema: Inmigrantes e integracion  (Leído 330357 veces)

Desconectado 47ronin

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3920 en: 09 de Marzo de 2022, 08:26:29 am »

La versión oficial del instituto armado es que en las imágenes difundidas la secuencia está cortada. "A los que llegaban se les pedía en francés que soltaran los garfios y cuando lo hacían eran detenidos, sin violencia. El guardia que estaba debajo del chico de la imagen es una mujer, a la que antes había atacado y cuando llegó al suelo intentó agredirla. Por eso sus compañeros se echaron encima. A pesar de las indicaciones de los agentes, no soltó estos elementos hasta que no fue reducido", explican a NIUS.


No le puedes pedir a una persona que baja usando de unos garfios que los tire, además abajo le esperaban media docena de funcionarios... y no, no intentó agredir a nadie, simplemente se le echaron encima y le dieron estopa...diga, la GC o el ministro, que no quiere rollos con las asociaciones que bastantes ha tenido ya, lo cierto es que hay dos videos donde se ve una actuación desproporcionada.

y el que gasea no es una mujer.

https://twitter.com/jonathanmartinz/status/1499692910874447875?t=QGmyIPI7wlHVgHkw5lFF9A&s=19


Desconectado Ragnar

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3921 en: 09 de Marzo de 2022, 15:11:39 pm »

La versión oficial del instituto armado es que en las imágenes difundidas la secuencia está cortada. "A los que llegaban se les pedía en francés que soltaran los garfios y cuando lo hacían eran detenidos, sin violencia. El guardia que estaba debajo del chico de la imagen es una mujer, a la que antes había atacado y cuando llegó al suelo intentó agredirla. Por eso sus compañeros se echaron encima. A pesar de las indicaciones de los agentes, no soltó estos elementos hasta que no fue reducido", explican a NIUS.


No le puedes pedir a una persona que baja usando de unos garfios que los tire, además abajo le esperaban media docena de funcionarios... y no, no intentó agredir a nadie, simplemente se le echaron encima y le dieron estopa...diga, la GC o el ministro, que no quiere rollos con las asociaciones que bastantes ha tenido ya, lo cierto es que hay dos videos donde se ve una actuación desproporcionada.

y el que gasea no es una mujer.

https://twitter.com/jonathanmartinz/status/1499692910874447875?t=QGmyIPI7wlHVgHkw5lFF9A&s=19

¿Qué parte no entiende de que le atacó previamente a ese corte de vídeo? Antes de que diga nada y como usted nunca ha trabajado allí, le informo de que antes de bajarse, muchos se lo piensan bastante y bajan un poco y vuelven a subir unas cuantas veces.

¿En dónde pone que la mujer es la del spray?

Yo entiendo que es la que le da gomazos desde el lado derecho y una vez que baja se ve como va a por ella.


Desconectado 47ronin

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3922 en: 09 de Marzo de 2022, 15:28:23 pm »

A juicio de la Institución estas imágenes muestran, por lo que se puede apreciar, un uso desproporcionado de la fuerza por parte de los agentes.


https://www.defensordelpueblo.es/noticias/entrada-irregular-melilla/

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3923 en: 09 de Marzo de 2022, 17:05:01 pm »

A juicio de la Institución estas imágenes muestran, por lo que se puede apreciar, un uso desproporcionado de la fuerza por parte de los agentes.


https://www.defensordelpueblo.es/noticias/entrada-irregular-melilla/
Si en una biogen, te sale el pavo con dos garfios e intenta agredirte, se lleva mas que este; pero ahí no pasaría nada.
PARTIDO SANCHISTA OBRERO ESPAÑOL. EL MAS MENTIROSO DE LA HISTORIA.

Desconectado Ragnar

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3924 en: 09 de Marzo de 2022, 17:30:30 pm »

A juicio de la Institución estas imágenes muestran, por lo que se puede apreciar, un uso desproporcionado de la fuerza por parte de los agentes.


https://www.defensordelpueblo.es/noticias/entrada-irregular-melilla/

A juicio de una institución que lo que diga no vale nada, si es por instituciones, el MIR dice que todo correcto.

Lo que vale es lo que diga el de la toga, no el monje Gabilondo.

Desconectado Ragnar

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3925 en: 09 de Marzo de 2022, 17:32:02 pm »

A juicio de la Institución estas imágenes muestran, por lo que se puede apreciar, un uso desproporcionado de la fuerza por parte de los agentes.


https://www.defensordelpueblo.es/noticias/entrada-irregular-melilla/
Si en una biogen, te sale el pavo con dos garfios e intenta agredirte, se lleva mas que este; pero ahí no pasaría nada.

Eso depende, si es español no pasaría nada, si es moro o negro los podemitas pondrían el grito en el cielo.

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3926 en: 09 de Marzo de 2022, 18:23:01 pm »
Lo de hoy con la gc y pn (lo escribo con minúsculas porque no se merecen respeto ninguno)
Es de nazis y de países de mierda.

Lo que es de nazis es ladrar sin tener ni idea e insultar sin motivo. Por cierto, no entiendo porque mete en esto a la PN, no veo a ningún PN reduciendo a ese atacante de una mujer guardia civil.

Citar
La versión oficial del instituto armado es que en las imágenes difundidas la secuencia está cortada. "A los que llegaban se les pedía en francés que soltaran los garfios y cuando lo hacían eran detenidos, sin violencia. El guardia que estaba debajo del chico de la imagen es una mujer, a la que antes había atacado y cuando llegó al suelo intentó agredirla. Por eso sus compañeros se echaron encima. A pesar de las indicaciones de los agentes, no soltó estos elementos hasta que no fue reducido", explican a NIUS.

es lo
Que hace no tener ni puta idea de muchas cosas pero dárselas de sabelotodo… lo q viene siendo normal en este foro. Unos pocos creen saberlo todo… cuando alguno de ellos la última vez que piso la calle fue hace 15 años,.. y todos los demás estamos equivocados, somos nazis, la
Boina nos aprieta el cerebro, llevamos demasiadas cosas en el
Cinturón, nos preocupamos más de nuestros músculos que de nuestro cerebro, no sabemos comparecer…y así un sinfín de cosas. Sin embargo, alguno se “graduó” con deshonor saliendo por la puerta de atrás..:algún otro cena solo cada noche de servicio, de algún otro sus compañeros de taquilla se ríen de él….pero los equivocados somos otros…. Así es la vida
Efectivamente que fácil es criticar y opinar sobre situaciones que jamás han tenido delante y jamás las tendrán. Pero que fácil es criticar a compañeros de otros cuerpos de FCSE que si tienen esas competencias y que diariamente se ven agredidos por estas personas.
También te digo, digas lo que digas y argumentes lo que argumentes, me temo que va a dar igual..

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3927 en: 09 de Marzo de 2022, 18:37:48 pm »
Si los argumentos son estos...no.lo.son, es demagogia pura.

https://m.youtube.com/watch?v=b-L8rzsI208
« Última modificación: 09 de Marzo de 2022, 20:26:54 pm por 47ronin »

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3928 en: 10 de Marzo de 2022, 14:12:17 pm »
Y lo que haga falta...


Interior activa el sistema para dar papeles “en 24 horas” a los refugiados por la guerra en Ucrania


A partir de este jueves, los desplazados por la invasión rusa y los ucranianos que viviesen en España sin papeles podrán tramitar sus permisos de residencia y trabajo en comisarías concretas de distintos puntos de España y en centros de acogida habilitados para este fin

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3929 en: 10 de Marzo de 2022, 16:22:22 pm »
...

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3930 en: 10 de Marzo de 2022, 19:06:37 pm »
Menudo Gobierno racista ¿no? estos como son blancos, rubios y de ojos azules ¿no?

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3931 en: 11 de Marzo de 2022, 01:03:19 am »
Prisión sin fianza al hombre que abusó de una niña de 3 años en un centro de inmigrantes

Se trata de un delito de agresión sexual a una menor de 3 años en el momento de los hechos, en diciembre de 2021, en un centro de acogida de la capital grancanaria

El juzgado de Instrucción Número 3 de Las Palmas de Gran Canaria ha ordenado el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza, para el hombre que abusó sexualmente de una niña de 4 años en un centro de acogida de inmigrantes en diciembre de 2021.

El auto dictado por el magistrado recoge un delito de agresión sexual, y las partes solicitan hasta 15 años de cárcel para el detenido, un hombre de 35 años y natural de Mali.

Los hechos se remontan a diciembre de 2021, si bien el hombre fue detenido el 20 de febrero por presuntamente abusar sexualmente de una niña de 3 años en el momento de los hechos, natural de Guinea Conakri, en un centro de migración de Las Palmas de Gran Canaria.

En el transcurso de una comida entre personas del centro, la madre le pidió a la menor que fuera a la habitación en la que se alojan a por unas prendas de ropa, donde el presunto autor de los hechos la sorprendió y la trasladó a un 'camastro o sofá' donde la penetró. La tardanza en regresar de la niña alertó a su madre que fue a buscarla, y la localizó bajando una escalera donde observó que la menor caminaba raro.

La madre pensó que la niña podría haberse orinado y comprobó si se trataba de eso, para comprobar que la menor se había mojado y tenía la zona vaginal enrojecida y una secreción blanquecina que identificó como semen. Cuando la mujer preguntó a su hija por lo ocurrido ella no respondió inicialmente, pero la convenció para que le contase lo ocurrido y confesó que un hombre le había hecho daño. Fueron por las habitaciones entre las que la niña identificó al ahora acusado como lugar de los hechos.


La madre, en un primer momento, solo se lo comentó a la pareja del presunto autor de los hechos pero no se lo trasladó a los trabajadores del centro. La mujer tenía otros dos hijos en el sistema de acogida y la pareja del presunto violador le insistió para que no contara nada alegando que podrían quitarle a las niñas y porque podría meter en problemas al hombre. Ella no habló con los trabajadores del centro, aunque sí le reprocho al detenido varias veces lo ocurrido, en unas conversaciones que escuchó un testigo de catorce años y pese a la oposición de los adultos de su entorno, habló de ello con una de las trabajadoras del centro y se lo contó a un vigilante de seguridad.

Tras estas declaraciones, los trabajadores hablan con la madre, que les cuenta todo y es entonces cuando se interpone una denuncia ante la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM) de la Policía Nacional.

Un miedo justificado
El auto judicial señala que «los temores de la madre» o el miedo «inferido» estaba justificado, debido a que la primera reacción que encontró en la justicia fue «el inicio de una investigación para una posible propuesta de declaración de riesgo y la posterior declaración de desamparo».

Fue la inspectora del Cuerpo Nacional de Policía la que se hizo cargo del caso y logró ampliar y detallar los hechos, según indica el auto. Esta investigación llevó a la detención del hombre, cuyo arresto tuvo que retrasarse porque tuvieron que esperar a que saliera de un confinamiento porque tenía el covid-19. El detenido se encontraba en el mismo centro de migración que la mujer porque al llegar a Canarias se busca favorecer el agrupamiento familiar y en el caso del detenido estaba con un sobrino.


https://www.abc.es/espana/canarias/abci-prision-sin-fianza-hombre-abuso-nina-3-anos-centro-inmigrantes-202203100956_noticia.html

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3932 en: 11 de Marzo de 2022, 06:20:42 am »
Prisión sin fianza al hombre que abusó de una niña de 3 años en un centro de inmigrantes


https://www.abc.es/espana/canarias/abci-prision-sin-fianza-hombre-abuso-nina-3-anos-centro-inmigrantes-202203100956_noticia.html

Como debe ser dada la gravedad de los hechos, pero no empezó asi, al menos no fue lo que escribieron el dia 24.


A partir de ese momento agentes de la UFAM indagan para verificar los hechos y finalmente han detenido a este hombre el pasado domingo, ya que han tenido que esperar a que saliera de un confinamiento porque tenía el Covid-19. Esta persona tras ser detenido y prestar declaración ha quedado en libertad.

 :pen:

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3933 en: 11 de Marzo de 2022, 10:00:36 am »
Usted lo ha dicho, escribieron..., y los únicos que tienen la información buena son los que llevan el caso.

¿A dónde quiere llegar?


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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3934 en: 12 de Marzo de 2022, 12:54:50 pm »

“Si mueres a nadie le va a importar. Los perros y los cerdos son mejores que tú en este país”



Záhony, una pequeña localidad húngara en la frontera con Ucrania, recibe cada día a miles de personas que escapan de la guerra. Entre ellas, hombres africanos, que relatan el racismo extremo de la policía ucraniana

Joel Mesa Záhony (Hungría) , 12/03/2022

A primera hora de la mañana, en la pequeña ciudad de Záhony, en la región de Szabolcs-Szatmár-Bereg, al este de Hungría, un grupo de jóvenes entusiastas organizan un mitin para el partido de la oposición Ellenzéki összefogás, una gran coalición de fuerzas que va desde la extrema derecha, Jobbik, hasta la izquierda moderada. Rodeado de banderas europeas, húngaras y ucranianas,  Péter Márki-Zay, fundador del partido Mindenki Magyarországa Mozgalom (MMM), hace las delicias del corrillo que se amontona cerca de la plaza del ayuntamiento, obviando que a escasos metros se encuentra la estación de trenes, uno de los principales puntos de recepción de refugiados ucranianos que llegan a Hungría escapando del conflicto.


Esta pequeña localidad húngara, colindante con la frontera ucraniana, se ha convertido en pocos días en un punto crucial de paso y descanso para miles de personas. Mujeres, niños, algunos ancianos y residentes extranjeros en Ucrania se amontonan en la pequeña estación gracias a los trenes que llegan desde Lviv. Los húngaros, con precisión germana, han montado dos carpas en las que se les entrega gulasch caliente, té, agua, dulces varios y billetes de tren. Cada cuatro horas, parte un convoy desde Záhony hasta Budapest.

Los agentes de la policía húngara pasean por el lugar sin realizar ningún papel significativo. La mayoría son incapaces de hablar inglés, ruso o ucraniano y se limitan a señalar a los voluntarios de organizaciones locales. La emoción con cada llegada se palpa en el ambiente. Muchos de los que se bajan de esos trenes  se encuentran en estado de shock y acaban derrumbándose en los rincones de la pequeña estación.


“Había una abuela tirada en el suelo, sin vida”

“A veces no me doy cuenta de que todas estas cosas, estas cosas terribles, son reales”, dice Langton Tapiwa, un estudiante de economía zimbabuense que lleva cuatro días sin dormir. Dejó Kharkiv, la principal ciudad del este de Ucrania, el miércoles 2 de marzo.



Langton Tapiwa, estudiante de economía zimbabuense. / J. M.
“Fui al centro de la ciudad, donde acababan de bombardear un edificio administrativo. Fue terrible”, comenta mientras mira impertérrito a la pared. “Había una abuela tirada en el suelo, sin vida”. Entonces se dio cuenta de que la guerra había llamado a su puerta. Él, un joven de 24 años que durante toda su infancia escuchó las historias de los mayores, los dolorosos recuerdos de quince años de guerra en Rhodesia del Sur (1965-1979), nunca se imaginó viviendo en Ucrania, Europa, horrores similares.

Miles de africanos han emigrado a este país en busca de formación o simplemente de un futuro mejor, especialmente en las dos ciudades más grandes, Kiev y Kharkiv. La comunidad nigeriana cuenta con 5.000 miembros, es la más numerosa.

En un lugar apartado de la estación, un hombre imponente, ataviado con un plumífero azul y una cartera negra, espera desde hace horas a su mujer e hijos ucranianas, que han sido enviadas a uno de los muchos centros de registro para regularizar su situación en Hungría.

“Pensamos que terminaría rápido”

“Cuando empezó, pensamos que era un juego, que terminaría rápido, igual que con Crimea, así que nos resguardamos en los refugios subterráneos”, cuenta, casi inalterable, Vincent Chukweze, un empresario nigeriano de 48 años que lleva residiendo 21 años en Ucrania. “Tengo mis tiendas de ropa y mis amigos en Kharkiv,  no quería irme”. Explica que salió del país porque tenía miedo por su mujer e hijos, a quienes enseña en una foto. Antes de partir, una bomba destrozó el techo de una de sus tiendas. “No sé lo que quedará de ella”, susurra mirando hacia el techo.


Chennai, médica zimbabuense. / J. M.
A pocos metros de él, donde la comida abunda gracias a los voluntarios omnipresentes, Chennai, una médica interna zimbabuense que aún no ha cumplido los treinta, lleva dibujada en sus facciones la odisea de los últimos días. Se encontraba celebrando su cumpleaños con su compañero camerunés unas horas antes del primer bombardeo. “Estábamos en el centro comercial, caminábamos risueños, nos tomábamos fotos”, dice con una alegre sonrisa. “Sí, andábamos despreocupados, como casi todos los que conozco. Fue entonces cuando sentimos las primeras vibraciones”.

“No podíamos dormir, escuchábamos las bombas explotar toda la noche, fue terrible”. Mientras relata sus últimos días en Kharkiv, Chennai, ferviente evangelista, observa los alrededores de la atestada estación donde sólo los niños parecen capaces de desprender algo de alegría.

“Vi pasar un cohete por mi ventana”

Sentado a un lado, un joven de rostro infantil, con un pañuelo anudado al cuello, parece perdido. “La noche era clara, vi pasar un cohete por mi ventana, vi la luz y luego escuché el sonido de la explosión. A la mañana siguiente salí de la ciudad”. Walid, un estudiante marroquí de medicina, a quien solo le faltaba un semestre para concluir, repite una y otra vez el ataque que le llevó a abandonar Kharkiv. Pasó 24 horas en la estación de trenes, con “un frío terrible y nieve, mucha nieve”. Walid habla del racismo de policías, soldados y civiles ucranianos, confirmado por numerosos testimonios en las redes sociales. “Las miradas eran hostiles”, recuerda mientras aprieta los dedos. “Nos impidieron subir al tren, nos golpearon y nos repetían: ¡No te dejaremos subir!”.



Walid, estudiante marroquí de medicina. / J. M.
Junto a Walid volvemos a encontrar a Langton Tapiwa, que escucha impávido el relato de su amigo. “Una vez que todos, las mujeres y niños, suban al tren apagaremos las máquinas”, nos dijeron. “Ustedes pueden regresar a su country a pie”. “Algunos incluso se tomaron el tiempo de traducir estas palabras al inglés con sus teléfonos”, interrumpe Langton con voz conmovida.

El estudiante de economía zimbabuense prosigue el relato: “Un policía, con quien se supone que debo sentirme seguro, me impidió entrar y me dijo estas palabras: ‘Ustedes los africanos son inútiles, no merecen subir al tren. Sólo tienes que caminar hasta África, mira, está en esa dirección. De cualquier manera, si mueres aquí a nadie le va a importar, porque hasta los perros y los cerdos son mejores que tú en este país”. Langton cuenta que le respondió en ruso que si eso era así, debería ser él quien esté peleando por su país y no allí “ejerciendo una autoridad inútil”. “El policía se enojó y disparó al aire”, narra el estudiante. Su amigo Walid agacha la cabeza. Numerosos africanos cuentan historias similares, cargadas de una violencia aterradora.


“Visitar uno o dos lugares en Europa”

Acaba de entrar un nuevo tren procedente de Chop, el último pueblo ucraniano antes de la frontera. Vincent Chukweze, el empresario nigeriano, es consciente “de que no todo el mundo quiere viajar y no todo el mundo puede permitirse vivir en Europa”. Él, su mujer y sus dos hijos tienen previsto “visitar uno o dos lugares de Europa, y una vez que acabe la guerra, volveremos a Ucrania”. “Si todo va bien, mi seguro debería cubrir cualquier daño que sufran mis tiendas”, anticipa un tanto ingenuo.


Con un cigarrillo en la boca bajo un frío crepuscular, Langton Tapiwa, en chancletas y calcetines, reflexiona sobre cómo seguir la vida. “Si regreso a Zimbabue, mi madre no me dejará volver para poder concluir mis estudios”. A pesar del racismo que ha sufrido, dice con inquebrantable seguridad que le hubiera gustado ir a luchar para defender Ucrania. Walid, su amigo marroquí, no podrá volver a su país natal. “Es imposible”, dice, “la situación allí no me lo permite”. Tal vez vaya a casa de su tío, en Saint-Etienne.

Envuelta en una bufanda ancha de color burdeos y con un pañuelo anudado sobre la cabeza, Chennai ha dedicado muchas horas a planear su futuro inmediato, en primer lugar, regresar a Zimbabue, “porque mi madre está muerta de miedo”. Allí su vida estará ligada al campo y no quiere rendirse tan fácilmente. No deja de pensar en la medicina como su vocación y su pasión y en sus pacientes. “Rezo todos los días para que la paz regrese a esta tierra que considero mi segundo hogar”.


Ucrania es un país de más de 44 millones de habitantes en el que conviven minorías africanas, árabes, gitanas e indias que escapan de las guerras locales, la crisis climática, las hambrunas de sus países de origen o simplemente buscan un futuro más próspero. La actual situación bélica les coloca en una encrucijada terrible e incierta: el miedo es su tutor legal y el racismo, su perro guardián.

 

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3935 en: 12 de Marzo de 2022, 13:42:38 pm »

“Si mueres a nadie le va a importar. Los perros y los cerdos son mejores que tú en este país”



Záhony, una pequeña localidad húngara en la frontera con Ucrania, recibe cada día a miles de personas que escapan de la guerra. Entre ellas, hombres africanos, que relatan el racismo extremo de la policía ucraniana

Joel Mesa Záhony (Hungría) , 12/03/2022

A primera hora de la mañana, en la pequeña ciudad de Záhony, en la región de Szabolcs-Szatmár-Bereg, al este de Hungría, un grupo de jóvenes entusiastas organizan un mitin para el partido de la oposición Ellenzéki összefogás, una gran coalición de fuerzas que va desde la extrema derecha, Jobbik, hasta la izquierda moderada. Rodeado de banderas europeas, húngaras y ucranianas,  Péter Márki-Zay, fundador del partido Mindenki Magyarországa Mozgalom (MMM), hace las delicias del corrillo que se amontona cerca de la plaza del ayuntamiento, obviando que a escasos metros se encuentra la estación de trenes, uno de los principales puntos de recepción de refugiados ucranianos que llegan a Hungría escapando del conflicto.


Esta pequeña localidad húngara, colindante con la frontera ucraniana, se ha convertido en pocos días en un punto crucial de paso y descanso para miles de personas. Mujeres, niños, algunos ancianos y residentes extranjeros en Ucrania se amontonan en la pequeña estación gracias a los trenes que llegan desde Lviv. Los húngaros, con precisión germana, han montado dos carpas en las que se les entrega gulasch caliente, té, agua, dulces varios y billetes de tren. Cada cuatro horas, parte un convoy desde Záhony hasta Budapest.

Los agentes de la policía húngara pasean por el lugar sin realizar ningún papel significativo. La mayoría son incapaces de hablar inglés, ruso o ucraniano y se limitan a señalar a los voluntarios de organizaciones locales. La emoción con cada llegada se palpa en el ambiente. Muchos de los que se bajan de esos trenes  se encuentran en estado de shock y acaban derrumbándose en los rincones de la pequeña estación.


“Había una abuela tirada en el suelo, sin vida”

“A veces no me doy cuenta de que todas estas cosas, estas cosas terribles, son reales”, dice Langton Tapiwa, un estudiante de economía zimbabuense que lleva cuatro días sin dormir. Dejó Kharkiv, la principal ciudad del este de Ucrania, el miércoles 2 de marzo.



Langton Tapiwa, estudiante de economía zimbabuense. / J. M.
“Fui al centro de la ciudad, donde acababan de bombardear un edificio administrativo. Fue terrible”, comenta mientras mira impertérrito a la pared. “Había una abuela tirada en el suelo, sin vida”. Entonces se dio cuenta de que la guerra había llamado a su puerta. Él, un joven de 24 años que durante toda su infancia escuchó las historias de los mayores, los dolorosos recuerdos de quince años de guerra en Rhodesia del Sur (1965-1979), nunca se imaginó viviendo en Ucrania, Europa, horrores similares.

Miles de africanos han emigrado a este país en busca de formación o simplemente de un futuro mejor, especialmente en las dos ciudades más grandes, Kiev y Kharkiv. La comunidad nigeriana cuenta con 5.000 miembros, es la más numerosa.

En un lugar apartado de la estación, un hombre imponente, ataviado con un plumífero azul y una cartera negra, espera desde hace horas a su mujer e hijos ucranianas, que han sido enviadas a uno de los muchos centros de registro para regularizar su situación en Hungría.

“Pensamos que terminaría rápido”

“Cuando empezó, pensamos que era un juego, que terminaría rápido, igual que con Crimea, así que nos resguardamos en los refugios subterráneos”, cuenta, casi inalterable, Vincent Chukweze, un empresario nigeriano de 48 años que lleva residiendo 21 años en Ucrania. “Tengo mis tiendas de ropa y mis amigos en Kharkiv,  no quería irme”. Explica que salió del país porque tenía miedo por su mujer e hijos, a quienes enseña en una foto. Antes de partir, una bomba destrozó el techo de una de sus tiendas. “No sé lo que quedará de ella”, susurra mirando hacia el techo.


Chennai, médica zimbabuense. / J. M.
A pocos metros de él, donde la comida abunda gracias a los voluntarios omnipresentes, Chennai, una médica interna zimbabuense que aún no ha cumplido los treinta, lleva dibujada en sus facciones la odisea de los últimos días. Se encontraba celebrando su cumpleaños con su compañero camerunés unas horas antes del primer bombardeo. “Estábamos en el centro comercial, caminábamos risueños, nos tomábamos fotos”, dice con una alegre sonrisa. “Sí, andábamos despreocupados, como casi todos los que conozco. Fue entonces cuando sentimos las primeras vibraciones”.

“No podíamos dormir, escuchábamos las bombas explotar toda la noche, fue terrible”. Mientras relata sus últimos días en Kharkiv, Chennai, ferviente evangelista, observa los alrededores de la atestada estación donde sólo los niños parecen capaces de desprender algo de alegría.

“Vi pasar un cohete por mi ventana”

Sentado a un lado, un joven de rostro infantil, con un pañuelo anudado al cuello, parece perdido. “La noche era clara, vi pasar un cohete por mi ventana, vi la luz y luego escuché el sonido de la explosión. A la mañana siguiente salí de la ciudad”. Walid, un estudiante marroquí de medicina, a quien solo le faltaba un semestre para concluir, repite una y otra vez el ataque que le llevó a abandonar Kharkiv. Pasó 24 horas en la estación de trenes, con “un frío terrible y nieve, mucha nieve”. Walid habla del racismo de policías, soldados y civiles ucranianos, confirmado por numerosos testimonios en las redes sociales. “Las miradas eran hostiles”, recuerda mientras aprieta los dedos. “Nos impidieron subir al tren, nos golpearon y nos repetían: ¡No te dejaremos subir!”.



Walid, estudiante marroquí de medicina. / J. M.
Junto a Walid volvemos a encontrar a Langton Tapiwa, que escucha impávido el relato de su amigo. “Una vez que todos, las mujeres y niños, suban al tren apagaremos las máquinas”, nos dijeron. “Ustedes pueden regresar a su country a pie”. “Algunos incluso se tomaron el tiempo de traducir estas palabras al inglés con sus teléfonos”, interrumpe Langton con voz conmovida.

El estudiante de economía zimbabuense prosigue el relato: “Un policía, con quien se supone que debo sentirme seguro, me impidió entrar y me dijo estas palabras: ‘Ustedes los africanos son inútiles, no merecen subir al tren. Sólo tienes que caminar hasta África, mira, está en esa dirección. De cualquier manera, si mueres aquí a nadie le va a importar, porque hasta los perros y los cerdos son mejores que tú en este país”. Langton cuenta que le respondió en ruso que si eso era así, debería ser él quien esté peleando por su país y no allí “ejerciendo una autoridad inútil”. “El policía se enojó y disparó al aire”, narra el estudiante. Su amigo Walid agacha la cabeza. Numerosos africanos cuentan historias similares, cargadas de una violencia aterradora.


“Visitar uno o dos lugares en Europa”

Acaba de entrar un nuevo tren procedente de Chop, el último pueblo ucraniano antes de la frontera. Vincent Chukweze, el empresario nigeriano, es consciente “de que no todo el mundo quiere viajar y no todo el mundo puede permitirse vivir en Europa”. Él, su mujer y sus dos hijos tienen previsto “visitar uno o dos lugares de Europa, y una vez que acabe la guerra, volveremos a Ucrania”. “Si todo va bien, mi seguro debería cubrir cualquier daño que sufran mis tiendas”, anticipa un tanto ingenuo.


Con un cigarrillo en la boca bajo un frío crepuscular, Langton Tapiwa, en chancletas y calcetines, reflexiona sobre cómo seguir la vida. “Si regreso a Zimbabue, mi madre no me dejará volver para poder concluir mis estudios”. A pesar del racismo que ha sufrido, dice con inquebrantable seguridad que le hubiera gustado ir a luchar para defender Ucrania. Walid, su amigo marroquí, no podrá volver a su país natal. “Es imposible”, dice, “la situación allí no me lo permite”. Tal vez vaya a casa de su tío, en Saint-Etienne.

Envuelta en una bufanda ancha de color burdeos y con un pañuelo anudado sobre la cabeza, Chennai ha dedicado muchas horas a planear su futuro inmediato, en primer lugar, regresar a Zimbabue, “porque mi madre está muerta de miedo”. Allí su vida estará ligada al campo y no quiere rendirse tan fácilmente. No deja de pensar en la medicina como su vocación y su pasión y en sus pacientes. “Rezo todos los días para que la paz regrese a esta tierra que considero mi segundo hogar”.


Ucrania es un país de más de 44 millones de habitantes en el que conviven minorías africanas, árabes, gitanas e indias que escapan de las guerras locales, la crisis climática, las hambrunas de sus países de origen o simplemente buscan un futuro más próspero. La actual situación bélica les coloca en una encrucijada terrible e incierta: el miedo es su tutor legal y el racismo, su perro guardián.

Que hable alguien de Zimbawe de racismo me parece cuanto menos gracioso. Un Estado fallido en el que se asesinan a granjeros blancos de forna rutinaria...

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Desconectado Ragnar

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3937 en: 13 de Marzo de 2022, 16:43:48 pm »


Desconectado Ragnar

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Re: Inmigrantes e integracion
« Respuesta #3939 en: 13 de Marzo de 2022, 17:09:15 pm »
Hipócritas porque no reconocen su racismo.