Miles de millones de euros gastados para formar y armar un ejército de heroinomanos....los pagafantas occidentales.
HABLAN LOS VETERANOS
"Iban hasta arriba de opio": la experiencia de dos militares españoles con las tropas afganas
Estos integrantes de las Fuerzas Armadas, que estuvieron desplegados en Afganistán, relatan lo vivido y lamentan que todo su trabajo se haya desvanecido tan rápido
Por
ENRIQUE DELGADO
18/08/2021 - 05:00
Unos pegaron tiros y se la jugaron en valles descarnados sembrados de talibanes;otros no salieron de la base. Algunos fueron abroncados por ciudadanos afganos por darle un paquete de gominolas a una niña. También hubo a quienes las autoridades locales aconsejaron que, si no querían líos, no dieran mucha guerra a los señores del opio. Para los soldados españoles, no hubo un Afganistán. Hubo un Afganistán distinto para cada uno. Y todos han presenciado ahora cómo el país donde se jugaron el tipo se ha desmoronado para caer en manos de los integristas.
“Dentro tengo rabia, estoy todo el día como enfadado y en el grupo de WhatsApp que tenemos varios compañeros creo que nos pasa a todos lo mismo”, relata un joven soldado que fue destinado en Afganistán entre los años 2011 y 2012 dentro de la operativa Aspfor XIX. Prefiere mantener el anonimato, quizá porque explica de forma clara y sin cortapisas lo que vivió allí. Él, además, fue de los que se asomaron al infierno. Estaba desplegado en la zona de Herat en infantería, en primera línea o, como le gusta decir a él, fue uno de los que tuvieron que dar “zapatilla”.
Sorprende, como cuenta a El Confidencial, que las situaciones más críticas no las viviera contra las milicias talibanas, sino contra los propios efectivos del Ejército afgano que la comunidad internacional estaba formando en aquellos años para que después intentara contener a los fundamentalistas. “Todos los tiroteos que tuvimos con los talibanes fueron a distancia, pero las dos únicas veces que me encañonaron cara a cara fue con los afganos. Decir que eran como el ejército de Pancho Villa es poco”, rememora este soldado ya retirado.
"Las dos únicas veces que me encañonaron fueron los militares afganos. Decir que eran como el ejército de Pancho Villa es poco"
Otro episodio dantesco lo padeció junto a sus compañeros cuando su equipo recibió el encargo de cortar unas calles para que pudiera aterrizar un avión en la pista del aeropuerto de Herat. “Estuvimos 20 tíos contra otros 20 [soldados afganos] encañonándonos y gritándonos mutuamente. Nos habían avisado de que iba a aterrizar un avión, pero ellos no entendían que iba a llegar aunque en ese justo instante no lo estuvieran viendo”, cuenta este hombre para ejemplificar la vulnerabilidad de esas incipientes guarniciones. "El problema que tienen es que van hasta arriba de opio", sentencia.
"Era un desastre"
“El Ejército afgano era un desastre absoluto, los que de verdad sabían combatir eran los señores de la guerra y los talibanes”, aporta el coronel retirado Fernando Lázaro en conversación con este periódico. En el año 2006, fue el jefe del equipo de reconstrucción provincial (PRT) diseñado para Badghis, al noroeste del país. Su paso por allí fue algo más tranquilo. Su misión estaba relacionada con mejorar la situación de la zona y trabajar, en cooperación con las autoridades locales, en el progreso local sustentado en la creación de nuevas infraestructuras.
“En nuestra época, no había unidades del Ejército afgano, eso se montó después y los americanos eran los que más preocupados estaban por este tema”, explica este militar retirado, quien subraya que durante su estancia no sufrió una insurgencia muy activa, por lo que con pocos medios pudieron establecer un entorno de colaboración con las fuerzas locales, que eran algo parecido a una policía municipal. “Intentar algo más que eso…”, suspira Lázaro, no era algo sencillo. Como expone, el propio gobernador del lugar les dijo que no quería unidades del Ejército afgano allí: “Meterle mano a la insurgencia suponía ir a los campos de opio y allí no querían ni ellos, porque generaba cierta economía”.
Por eso, se centraron en mejorar las capacidades económicas de la zona. “La Aecid hacía sus proyectos de impacto rápido y también había inversión económica para trabajar en obras de envergadura, como pudo ser el sistema de saneamiento de aguas en la capital de Bagdhis o las carreteras que se arreglaron”.
Poca esperanza
Al margen de todas estas acciones, este coronel ya retirado nunca fue demasiado optimista. “Fuimos allí porque somos profesionales, nos mandaron e intentamos hacerlo lo mejor posible, pero cualquiera que tuviera un cuarto de luces lo veía, aquello era un carajal”, manifiesta Lázaro, a quien no sorprendió el descalabro del país tras la salida americana. “No me ha extrañado nada lo que ha pasado, Afganistán tenía pocos visos de constituirse como un país de mediano corte occidental. Es un país islámico y hablar de democracia es ridículo con el esquema de sociedad que tienen”.
"Vi pasar a una cría descalza y le di una bolsa de chucherías. Después, un afgano le dio un bofetón a la niña y me recriminó a mí el gesto"
“Lo que más duelo me hace, y ya me pasó estando allí, son las mujeres. Una vez, un político local nos acompañó en una patrulla y le pregunté, porque hablaba español, que qué era su mujer para él. Me contestó que tenía un coche, un armario y una mujer… Vamos, que para él era una posesión”, rememora el soldado de infantería, que acto seguido remata con otra anécdota similar: “Estaba yo en la calle con una nevada impresionante y vi pasar a una cría descalza. Le di una bolsa de chucherías y después pasó por allí un afgano que le dio un bofetón para después recriminarme que le hubiera dado las gominolas”.
Cambiar estampas como esta, ahora que cualquier influencia occidental en Afganistán se ha esfumado, parece una utopía. Como también lo era, a la postre, que el Ejército afgano fuera capaz de resistir la ofensiva de los integristas. Muchos esfuerzos, tanto económicos como humanos, parecen haber quedado en nada, algo que irrita, como pone de manifiesto el primero de estos dos militares, a aquellos que se jugaron el tipo en el conocido como ‘cementerio de los imperios’: “A mí no me ha pasado nada, pero que le expliquen esto a quien ha vuelto en silla de ruedas o a quien no ha regresado”.
sido gobernador de Herat y de Nimruz, además de comandante en el oeste del país.
Su carisma, sus habilidades y su conocimiento del terreno y pueblo afganos lo convierten en un "enemigo formidable", según el profesor Thomas Johnson, experto en Afganistán y profesor en el Departamento de Seguridad Nacional de la Escuela Naval de Monterey, California, también director del programa de Estudios de Conflictos y Cultura. Ya en 2009, Baradar se presentaba a sí mismo como un teniente leal, en cumplimiento de las órdenes de su jefe, el mulá Omar. Entre 2004 y 2009, fue quien impulsó varios intentos por abrir mesas de negociaciones y ha participado en gran parte de las conversaciones de paz.
En el centro, Abdul Ghani Baradar, en una de las negociaciones de paz en Rusia. (Reuters)
En el centro, Abdul Ghani Baradar, en una de las negociaciones de paz en Rusia. (Reuters)
En 2010, Baradar fue detenido en Karachi (Pakistán) en una operación conjunta de la Inteligencia estadounidense y las fuerzas paquistaníes. Al entonces también número dos de los talibanes se le vinculaba ya entonces con Osama Bin Laden, el terrorista más buscado, a quien dieron caza tres meses más tarde, también en Pakistán. En noviembre de 2012, Pakistán y Afganistán firmaron un acuerdo en el que los primeros se comprometían a liberar a una serie de prisioneros talibanes, entre los que se encontraba el propio Baradar, aunque después fue excluido de esa lista. En 2018, finalmente se anunció su salida de prisión, momento en que fue nombrado responsable de la oficina diplomática de los talibanes en Doha (Qatar): Estados Unidos aseguró entonces que la liberación de Baradar, en una prisión paquistaní, había podido tener lugar gracias a la mediación de Washington.
Meses antes de la toma de Kabul, Baradar insistió en su pretensión de implantar un Emirato Islámico en Afganistán, con el fin de acabar con el "conflicto" en el país. "Cada nación aspira a vivir una vida según sus propios principios y valores, y sin temor a amenazas, invasiones y ataques. Nuestra lucha durante los últimos 19 años en Afganistán se ha llevado a cabo para conseguir eso", escribió en una carta abierta enviada en febrero. "El Emirato Islámico de Afganistán está sinceramente comprometido con encontrar una solución política al conflicto actual", señaló en la misiva, en la que insistía a Estados Unidos en que cumpliera el compromiso pactado de abandonar suelo afgano. Fue Baradar quien selló con el Washington de Donald Trump un acuerdo de no agresión en el proceso de repliegue de los estadounidenses, que si bien fue visto como un paso más hacia la paz, no fue más que un punto de inflexión, el inicio de la victoria de los talibanes.
► Mohamed Yaqub, jefe militar e hijo de Omar
Es uno de los dos adjuntos a Ajundzada, pero, además, es el hijo del fundador de los talibanes, el mulá Mohamed Omar. Al igual que Baradar, Yaqub forma parte del ala 'moderada' de los talibanes y ha mostrado en el pasado su postura a favor de una liberalización de las políticas sociales y una solución negociada al conflicto afgano. Prácticamente desconocido hasta que los talibanes confirmaron la muerte de su líder, el mulá Omar, Yaqub fue el encargado de desmentir los rumores acerca del fallecimiento de su padre —se hablaba de un posible ajuste interno, pero confirmó que había fallecido por enfermedad— y, con solo 20 años (ahora tiene poco más de 31), hizo un llamamiento a la unidad dentro del grupo suní. Primero fue designado líder adjunto, a lo que se sumó el cargo de líder militar de los talibanes, aunque no sin reticencias dentro de la insurgencia debido, principalmente, a su inexperiencia en el campo de batalla.
Sin embargo, ser hijo del fundador de los talibanes y su carácter carismático no le han servido para ganarse el respeto. Según explicó un alto cargo de la Inteligencia afgana bajo condición de anonimato a RFE-RL, el mulá Yaqub no es más que "un joven astuto, que se cree que tiene ciertos privilegios y es algo egocéntrico" y, al haber sido criado fuera del país, "desconoce la realidad de Afganistán". También se ubica al joven hijo del mulá Omar en Pakistán, donde podría haber recibido entrenamiento del grupo islamista Jaish-e-Mohammed, ilegalizado desde 2002, que opera en la disputada Cachemira.
Talibanes en Kandahar. (EFE)
Talibanes en Kandahar. (EFE)
En mayo de 2020, en ausencia de Ajundzada, que contrajo el covid-19 —se llegó a decir que había muerto a causa del coronavirus—, fue el joven Yaqub quien quedó al mando de los talibanes afganos. "Nuestro héroe, hijo de nuestro gran líder, el mulá Yaqub, está dirigiendo toda la operación talibana en ausencia de Haibatulá", anunció el ulema Mohamed Alí Jan Ahmad en aquella época a 'Foreign Policy'. Se conoce que el hijo del mulá fundador tiene vínculos con Arabia Saudí, quien podría estar financiándolo para ayudarlo a su consolidación en el poder, y también con el ya caído Gobierno de Kabul y los servicios afganos de Inteligencia, para facilitar un eventual acuerdo de paz. Además, fuentes de los talibanes desde Quetta (Pakistán) aseguran que su figura ha ayudado a hacer crecer los ingresos para la insurgencia, hasta alcanzar unos ingresos anuales de 1.700 millones de dólares, aunque esta cifra no ha podido ser confirmada.
► Sirajuddin Haqqani, líder de la red Haqqani
Si los dos primeros son considerados del ala 'moderada' de los talibanes, a Sirajuddin Haqqani hay que ubicarlo en una rama algo más dura. Tras la muerte de Mansour en 2016, se barajó la posibilidad de que Haqqani, hijo del muyahidín Jalaluddin Haqqani, se convirtiera en el líder de los talibanes afganos. Responsable de multitud de ataques talibanes, entre ellos el secuestro del entonces periodista de 'The New York Times' y actual director de 'The New Yorker', David Stephenson Rohde, en manos de los talibanes durante más de siete meses —periodo durante el cual pidió que no se informara sobre su desaparición—, la cabeza de Sirajuddin Haqqani tiene un precio muy alto: cinco millones de dólares ofrece el FBI por cualquier información que lleve a su arresto.
Tanto Estados Unidos como Afganistán lo han considerado el señor de la guerra más peligroso de la insurgencia. Entró en el consejo de liderazgo talibán como líder de la red Haqqani, que antes había dirigido su padre. Su padre, de hecho, fue financiado por la CIA y por la Inteligencia paquistaní (ISI) durante la guerra afgano-soviética de los años ochenta. Hace poco más de un año, Sirajuddin Haqqani publicó una columna en 'The New York Times' titulada "Lo que nosotros, los talibanes, queremos" en la que lamentaba los miles de víctimas mortales que se ha cobrado la guerra en Afganistán, donde insistía en la necesidad de que los soldados estadounidenses y todas las fuerzas extranjeras abandonaran el país y mostraba su confianza en alcanzar "la manera de construir un sistema islámico en el que todos los afganos tengan los mismos derechos, donde los derechos que el islam garantiza para las mujeres, desde la educación al derecho al trabajo, sean protegidos y donde el mérito sea la base para la igualdad de oportunidades".
Foto: Una mujer frente a un mural en Herat, Afganistán. (EFE)
Lo que les espera a las mujeres (y niñas) de Afganistán con los talibanes en el poder
T.F.
Todos ellos forman parte del Consejo de Liderazgo, también conocido como Rahbari Shura o Quetta Shura, en homenaje a la ciudad paquistaní donde se cree que Mohamed Omar se refugió, junto a sus colaboradores, después de la invasión estadounidense. El consejo es el órgano desde el que se toman las principales decisiones para todos los asuntos políticos y militares del Emirato, según la Misión de Asistencia en Afganistán de Naciones Unidas (Unama). Este órgano está dirigido por el emir de los talibanes, Ajundzada, desde 2016, pero antes de él lo hicieron Omar y Mohamed Mansour.
Este órgano se encarga de supervisar diferentes comisiones, equivalentes a lo que serían los ministerios del Emirato, que ya existieron antes de 2001, cuando la invasión estadounidense acabó con la salida de los talibanes del Gobierno afgano, y que van desde economía a educación, pasando por salud o divulgación. También la Rahbari Shura controla los diferentes órganos administrativos, a través de los cuales los talibanes operan, hasta ahora, un Gobierno en la sombra. Una de las comisiones, concretamente la militar, es la que se encarga de nombrar gobernadores en cada provincia y comandantes de campo de batalla, en las 34 provincias del país. Baradar, además de estar detrás de las negociaciones de paz con Qatar, es el responsable de la comisión política, cuya sede ha estado hasta ahora en Doha.
Sin poder, pero con información
Si bien los talibanes tienen multitud de portavoces, no todos son conocidos. Oficialmente, hay dos portavoces a nivel general del grupo insurgente: Zabihulá Muyahid y Yousef Ahmadi, de los cuales no hay mucha información. Del primero, ni siquiera se sabe si es su nombre real o un alias, aunque los periodistas afganos con los que suele contactar aseguran que habla pastún con acento del este del país. La Inteligencia afgana creía, hará unos 10 años, que en realidad se trataba de Hajji Ismail, un paquistaní de unos 40 años, aunque él mismo aseguraba entonces que su nombre real era Zabihulá, que vivía prófugo en Afganistán. Por aquel entonces, cambiaba su teléfono con frecuencia —variaba de número cada dos semanas y enviaba mensajes desde el nuevo—, y firmaba siempre como Z_M o como Z_Muyahid.
En 2009, el periodista de la CNN Nick Robertson lo entrevistó. Sin mostrar su rostro, explicó que tenía cerca de 30 años, barba —aunque no mucha—, delgado y mediría metro ochenta, aproximadamente. En aquel encuentro hablaron de cómo ganar la guerra ("Creemos en la negociación, pero también en la guerra"), y el portavoz talibán no negó el uso de ataques suicidas, independientemente de que, como resultado, murieran civiles, aunque advirtiendo de ello ("Pedimos a los civiles que no se acerquen a los soldados occidentales, que no sean blanco de ataques"), de cómo estaban entonces estancadas las conversaciones de paz y de sus lazos con Al Qaeda ("No estamos bajo su mando, pero algunos vienen a luchar y les damos la bienvenida"). Aun así, hay expertos que consideran que Zabihulá Muyahid no es una sola persona, sino varios individuos que usan la misma identidad con el paso del tiempo.
Foto: Soldados del Ejército español en Afganistán. (EFE)
Afganistán no es país para cobardes
David Jiménez
Él asegura que vive en Afganistán, aunque nunca en el mismo sitio, por razones de seguridad. Tampoco da muchos detalles, aunque dice estar casado y tener varios hijos. Según señaló una fuente anónima de Estados Unidos a 'The New York Times', ninguno de los portavoces vive en el país, especialmente desde la caída del régimen talibán. Dicen que Muyahid ocupó un puesto de bajo nivel en el departamento de Cultura e Información durante el lustro que estuvieron los talibanes gobernando con mano de hierro en el país, y asegura que antes de ser portavoz luchó junto a la insurgencia.
En 2012, el portavoz Ahmadi publicó, sin querer, una lista de contactos de los talibanes completa
El otro es Yousef Ahmadi, a quien a veces se le añade antes del nombre el término 'qari', que hace referencia a aquellos que recitan el Corán siguiendo las reglas sobre pronunciación y recital que recoge la denominada 'tajwid'. Ahmadi tampoco tiene foto de perfil, ni se le conoce el rostro, aunque sí se sabe que su trabajo se concentra en las partes oeste y sur de Afganistán. Un sábado, el 16 de noviembre de 2012, Ahmadi se dispuso a enviar un comunicado de prensa que había recibido de su compañero, Zabihulá Muyahid. En lugar de usar la función BCC (o CCO, la función de 'copia oculta'), que mantiene en privado las direcciones de correo a las que se envía el mensaje, el portavoz hizo públicas las identidades y correos electrónicos de la lista al completo.
Fueron unos 400 los nombres que recibieron aquella comunicación y cuyas identidades se hicieron públicas. "Los talibanes han incluido mis cuatro direcciones de correo electrónico en una lista de distribución que se ha filtrado. Muy tranquilizador para mi seguridad", escribió el periodista Mustafa Kazemi quien, por aquel entonces, tenía apenas 10.000 seguidores —a día de hoy, cuenta con más de 116.000 y trabaja para RFE-RL—. Además de periodistas, estaban las direcciones de correo electrónico de un gobernador provincial, un legislador, varios académicos y activistas y hasta un portavoz de Gulbudin Hekmatiar, exseñor de la guerra, genocida y conocido como 'el carnicero de Kabul' por su participación en la guerra afgano-soviética.
Foto: Foto: EFE.
La Fiscalía de la Corte Penal Internacional atribuye a los talibanes 51.000 víctimas civiles
Beatriz Parera
Tanto Ahmadi como el precedesor de Muyahid —Mohamed Hanif, detenido en 2007 y asesinado al año siguiente— fueron nombrados portavoces de los talibanes en 2005. Ahmadi sustituyó a Latifulá Hakimi, responsable de reivindicar un atentado suicida en enero de 2004 en el que los talibanes mataron a un soldado británico en Kabul. Hakimi fue arrestado por Pakistán en 2005, momento en que Ahmadi lo sustituyó, pero salió de prisión dos años más tarde junto a otros prisioneros talibanes, liberación que se aprobó a cambio de que los talibanes soltaran al reportero italiano Daniele Mastrogiacomo, secuestrado en Helmand. Los talibanes dijeron entonces que el periodista había confesado ser un espía para Reino Unido, si bien 'La Reppublica', el periódico para el que trabajaba desde 1980, lo negó.
Los portavoces con rostro
Mientras, están otros portavoces a los que sí se conoce públicamente. Suhail Shaheen es el portavoz de los talibanes para medios de comunicación internacionales. Estudió en la Universidad de Kabul, habla inglés con fluidez y es un prolífico escritor. Durante el régimen talibán (1996-2001), fue el editor jefe de 'Kabul Times', un periódico estatal en inglés, antes de ser nombrado embajador adjunto en la embajada afgana en Pakistán. Tras la toma de Kabul, Shaheen llamó directamente a la cadena británica BBC, donde explicó en directo que los talibanes quieren una "transferencia pacífica de poder", que "no habrá venganza para nadie" y que tanto el pueblo afgano como sus vidas y sus propiedades están "a salvo" con los talibanes en el poder.
Shaheen es también el que se ha encargado de asegurar que todas las niñas y mujeres podrán seguir estudiando y accediendo a la educación superior con el país bajo su control. "Hemos anunciado esa política más de una vez (...). En todas esas zonas que están cayendo de nuestro lado en Afganistán había miles de escuelas, escuelas de niñas, universidades. Todas ellas están operando", aseguraba. "Pueden tener cargos, pero pueden ocupar esos cargos en el contexto de la ley islámica, así que hay un marco general para ellas", puntualizaba el portavoz talibán, que remarcó que las mujeres deben cubrirse de acuerdo a las "normas islámicas", pero que sus prendas "no se limitan al burka". Durante el régimen talibán anterior, las mujeres solo podían trabajar como doctoras o enfermeras en determinados hospitales y no tenían acceso a la educación, entre muchas otras restricciones dirigidas únicamente a la población femenina.
Mohamed Naeem es el otro portavoz con rostro de los talibanes. Encargado de la información de la oficina política del grupo insurgente, Naeem es relativamente activo en las redes sociales —tiene más de 200.000 seguidores, Shaheen algo más de 345.000— y ha trabajado desde su oficina en Qatar, en la sede de la oficina política. Naeem ha sido el encargado de hacer pública la llegada de Baradar y el resto de la delegación talibana desde Qatar a Kandahar (Afganistán), donde han aterrizado la tarde del miércoles para, previsiblemente, declarar oficialmente el Emirato Islámico de Afganistán.