Cosas raras pasan en todos los sitios, raras, curiosas y hasta graciosas según el punto de vista.
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=390536 Prohibido escribir "chispún"
La Jefatura Superior de Policía de Zaragoza incoa un expediente sancionador contra cinco agentes de servicio por hacer uso de la onomatopeya en un parte de incidencias.
27/02/2008 J. M. PÉREZ BERNAD
Disciplina. Se acaba la distensión en el Cuerpo Nacional de Policía y vuelve el rigor militar que tanto gusta a algunos mandos del Cuerpo. Cinco agentes zaragozanos han sido expedientados por la Jefatura Superior por una chiquillada que, según sus responsables, no es acorde con la seriedad del servicio.
El incidente se produjo a raíz de la desaparición de la unidad permanente de seguridad nocturna de la capital aragonesa, que provocó malestar entre los agentes afectados al pasar al servicio ordinario de cinco turnos.
Al terminar su última jornada en la unidad, dos patrullas integradas por cinco agentes que no habían registrado incidencias en esa noche rellenaron el parte con la onomatopeya "chispún", en el sentido de "se acabó".
Fue chiquillada o una muestra más del enojo de los policías por el cambio en la organización de su trabajo. Al parecer, la Jefatura Superior optó por la interpretación más negativa y abrió el expediente sancionador, al que a?adió otras imputaciones, ya que resulta difícil de justificar que una expresión tan banal pueda acarrear una falta profesional o de disciplina, ni siquiera leve, como es el caso.
En el expediente incoado también se achaca a los agentes que en todas las horas del servicio de aquella noche no identificaran a ningún sospechoso, medida que siempre se deja a iniciativa de los agentes, pero que parece querer institucionalizar como obligatoria la actual Jefatura.
Así, "chispún" les puede costar a los cinco agentes una sanción de suspensión de empleo y sueldo hasta de cuatro días, lo que ha enervado a algunas organizaciones sindicales del Cuerpo, que, en los últimos meses, han visto como se arbitraban una serie de medidas, no escritas, pero sí comunicadas a viva voz en todas las unidades de la capital aragonesa, que tienden a avivar un estado permanente de crispación. Una de ellas consiste en la prohibición de que coincida más de una patrulla en un bar para disfrutar de su cuarto de hora de bocadillo.
Parece lógico que los policías que vigilan las calles en un mismo turno coincidan en la hora del bocadillo en el establecimiento elegido para consumirlo. Una mala costumbre, porque el ciudadano suele murmurar cuando ve dos radiopatrullas junto a un bar. A tenor de lo dispuesto, a partir de ahora, o los agentes se dispersan o piden turno para no coincidir en el mismo espacio.
Estas normas de conducta laboral no figuran escritas en ningún reglamento ni se aplican en otras comunidades, según las consultas realizadas por este periódico. Se deben pues al imaginario de cada mando.
Además de las novedades, existen otras medidas que sí están escritas, aunque parecían en desuso desde que el Cuerpo perdió su carácter militar, como el saludo a superiores, y viceversa, en dependencias policiales. La fórmula es la habitual, el inferior saluda al superior y este le responde.
Para un agente de seguridad en puertas resulta muy reiterativo saludar a un jefe que entra y sale cuarenta veces durante su servicio. Pero, la norma es la norma y, aunque no se habla de cuadrarse ni de taconazos, desde hace poco se ha insistido en su estricto cumplimiento en las comisarías de Zaragoza, una exigencia que va también acompa?ada de criterios ordenancistas sobre la uniformidad de los agentes que parecían caducos.
Este rigor disciplinario se aplica en la capital aragonesa en un momento que no parece el más oportuno, cuando el nivel de descontento entre los agentes por sus condiciones laborales y profesionales ya está saturado. Tanto que, pese a las diferencias existentes, los sindicatos han llegado recientemente a un acuerdo de mínimos para movilizarse a partir del 9-M.
El contenido de las reclamaciones es histórico. Pretenden los policías que el Gobierno cumpla con sus promesas rotas de equiparación salarial, formación y otras. Se prepara una primavera caliente que en Zaragoza puede ser más tórrida por la crispación existente. Todo esto en vísperas de la Expo.