A Peing del que me llamaron la atención cuatro cosas. La primera, el pedazo carro que me lleva (inmaculado, además); la segunda, que es más maduro que yo, siendo infinitamente más joven; la tercera, el brazo izquierdo y la cuarta, el brazo derecho. No debe ser buena cosa interponerse en el camino de ninguno de los dos. Tiene un talento increíble que se traduce en ingerir cantidades ingentes de viandas sin descuidar ni un momento la conversación, haciéndola interesante y amena. Me alegré de haber tenido un hueco para poder conocerle.
Salud y suerte.