Atreverse a pensar
La sociedad se halla frente a las mayores hambrunas de la historia, frente a plagas de enfermedades generalizadas, frente a grandes desastres ecológicos... sin apenas inmutarse. La crisis de los mercados del primer mundo, la exacerbación de los deportes de masas, el fanatismo de las religiones excluyentes, la prensa rosa entontecedora, dar la espalda a los oprimidos, a la justicia, a la ética, a la solidaridad... son los estereotipos de una sociedad alicaída y alienada. Y todo ello sucede ante el silencio, o el aplauso, de la mayoría de los responsables políticos y sociales.
La reflexión sosegada ha dejado paso al eslogan vacío, a la palabra provocativa, a la idea virulenta. La verdad ha dejado de ser importante, sólo lo es la forma de presentar lo que se quiere imponer.
Ya no se convence con argumentos, sino con las formas, tengan o no un contenido real. Políticos y demás vendedores saben que no importa la verdad sino el tipo de emociones y deseos que logran generar en la sociedad. Pero, debemos entender que la mentira, aunque esté bien adornada de cinismo, es una forma de violencia, y, lamentablemente, vivimos un choque de civilizaciones, de culturas, de religiones y de ideas violentas.
Tenemos el poder y lo dejamos en manos de quienes se lo apropian y lo usan a su conveniencia, que no coincide con la nuestra y con la de la humanidad y del planeta. Es el momento de que los ciudadanos asumamos un papel más activo en las decisiones del rumbo del mundo y de nuestras vidas.
Una mente serena, libre de odio, de deseos ajenos... es capaz de enfrentarse más eficazmente a estas injusticias planetarias que pueden acabar con la vida sobre la tierra.
Raúl de la Rosa (fragmento)