9 DE GONDOMAR: El milagro de la T.I.A.
por ANTONIO MU?OZ
Vivimos en un país milagro. Fuimos el paradigma económico de la UE del euro (con permiso del tigre irlandés) con crecimientos próximos al 4 por ciento; con la inflación cumpliendo con el mandamiento del Banco Central Europeo y siendo la envidia de las oficinas de desempleo. Como todos los prodigios, el de nuestra economía no ha aguantado al implacable tribunal de la realidad, y ha acabado diluyéndose en cuanto las cosas se han puesto feas. En un a?o, hemos pasado del empíreo empresarial al paraje yermo del desempleo, convirtiéndonos en los que más paro soportamos entre los socios europeos. También nos vanagloriamos en tiempos pasados de tener la mejor industria turística de Occidente (el sector supone del orden del 12 por ciento del tesoro nacional), y hoy es una fábrica de camareros desempleados.
Por obrar, el milagro ha obrado hasta en el castigado cuerpo de Policía Nacional, ?el más prestigioso?, según resaltó el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, este fin de semana en Córdoba durante el Día de la Policía. Milagro, porque siendo, como es, uno de los mejores instrumentos en la lucha contra la delincuencia común y la terrorista, vemos a policías exigiendo unas mejoras laborales desde hace 22 a?os y denunciando que trabajan en condiciones miserables.
Hasta los cinco sindicatos policiales se han puesto de acuerdo en denunciar los harapos del Cuerpo.
El sábado pasado, el esplendente departamento que preside el ministro repartió loas y medallas a tutiplei y nos invitaba a todos al onanismo con un despliegue de medios que ni el FBI. En esa trastienda de las vanidades, la realidad era otra: un cocoitus interruptus en las comisarias. ?Lo que ven los ciudadanos es lo que no es?, es decir, coches y medios que no pisarán nunca las calles de Córdoba y que una vez mostrados, ?volverán a Madrid?, advertía horas antes el secretario general del sindicato CEP, Fernando Ramón. Lo que vino a resaltar este sindicalista es que el policia que acudió una noche en su auxilio, lo hizo arriesgando su propia integridad; que aquel que un día atrapó al atracador de su tienda, iba a pecho descubierto porque el Gobierno no tiene presupuesto para chalecos antibalas, o que ese otro que destapó una red de narcotraficantes de su barrio cobra una décima parte de lo que ingresan delincuentes que persigue.
Un policía me confesó hace pocos días que ?nunca hemos estado como ahora; no tenemos dinero ni para reparar un pinchazo, y hemos conducido con coches que no pasan la ITV?. Aquella confidencia me recordó a los tebeos de la T.I.A. de Mortadelo y Filemón, que resolvían los encargos del superintendente con más dosis de ingenio y suerte que medios. Sobra decir que aquí, el personaje de doctor Bacterio corresponde al ministro.
Tenemos, seguramente, una de las mejores policías de Europa, pero también una de las más vilipendiadas y maltratadas por el Gobierno de turno; éste y los anteriores, que son capaces de gastarse en boato lo que escatiman desde hace casi un cuarto de siglo a los agentes.