Ya sólo resta que ella misma se de cuenta de que su tiempo ha pasado y deje su acta de concejal
El ‘aguirrismo’ desaparece en la Comunidad de Madrid doce años después de su triunfo
Liberalizó la economía, bajo impuestos y abrió hospitales y Metro, pero la oposición a las privatizaciones y la corrupción han pasado factura a los doce años de gobierno del PP de Aguirre.
Dos personas, sólo dos personas, acompañaron a Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, en su última salida de la Casa de Correos, sede del Gobierno regional. Los consejeros, excepto Javier Hernández (Presidencia), que fue uno de los que le despidió en la calle, estaban a otra cosa. Y para colmo en vez de salir por la puerta grande, por Sol, el expresidente salió por la puerta de atrás, un callejón que desemboca en la calle del Correo. Allí le esperaba un modesto coche para llevarlo a casa. El Gobierno que empezó con el ‘Tamayazo’ (nunca explicado) terminó en un callejón.
A día de hoy ser talibán de Aguirre es garantía para no ser nombrado nada en la pedrea de nombramientos que hará públicos la Comunidad de Madrid en las próximas semanas. Muchos, que lo venían venir, han cambiado de acera rápidamente. “Yo me he enfrentado muchas veces con Salvador Victoria”, decía el sábado un alto cargo para que ese supuesto enfrentamiento fuera considerado un mérito en su curriculum pepero.
Hasta la oposición le ha reconocido a González que no lo ha hecho mal “sobre todo teniendo en cuenta lo que le dejó su amiga”, decía un conocido socialista
Ignacio González, por mucho que se haya intentado desmarcar, que lo ha hecho, ha sido el final del ‘aguirrismo’ en la Comunidad de Madrid. Doce años de poder del Partido Popular, más los ocho de Gallardón. Casi nada. La última legislatura no ha sido precisamente un paseo. Sin dinero, aplicando recortes, hasta la oposición le ha reconocido a González que no lo ha hecho mal “sobre todo teniendo en cuenta lo que le dejó su amiga”, decía un conocido socialista. Esperanza Aguirre llegó a la Comunidad, por orden de Aznar, después de la salida de Alberto Ruiz-Gallardón. Lo primero que hizo fue dar cariño a un partido que apenas funcionaba. Se recorrió todas las agrupaciones del PP de Madrid y las sedes de los pueblos. Y se llevó a la militancia de calle solo escuchando a la gente, a su gente.
Hizo una visita a un pueblo del Sur, siendo ya presidenta de la Comunidad, y tras encontrarse con el alcalde socialista le pidió una sala para reunirse con los miembros de su partido. Los militantes del PP no creían lo que estaba ocurriendo. El anterior presidente Gallardón llegaba a ese pueblo, alababa el trabajo del alcalde socialista y se iba como si fuera Bienvenido mister Marshal, sin saludar a los suyos. Aguirre creo una poderosa organización que en la actualidad tiene 90.000 afiliados y dio al PP de Madrid el poder que nunca se pudo imaginar. Tres mayorías absolutas y la mayor parte de los ayuntamientos, incluido el cinturón rojo, han sido gobernados hasta hace unas semanas por el PP. “Nunca tendremos el poder que hemos gozado en Madrid en los últimos años”, explicaba uno de los artífices de aquel triunfo.
Derrota a Manuel Cobo
Prueba de que gestionó bien su aterrizaje al PP de Madrid es que destrozó a Manuel Cobo cuando el lugarteniente de Ruiz-Gallardón quiso retarle en un congreso extraordinario. El PP de Madrid era Esperanza Aguirre hasta hace 15 días. Puso en marcha en la Comunidad proyectos que superaron los que había iniciado su antecesor Ruiz-Gallardón. Más de cien kilómetros de Metro, tranvías a localidades cercanas a Madrid, hospitales, centros de salud, bilingüismo en centros públicos…
Cesó a un consejero porque no se enteró que el déficit se había disparado mil millones en la Comunidad, pero lo ha recuperado para el Ayuntamiento
Algunos de sus proyectos fueron polémicos en su origen. Se construía un hospital, pero se daba la gestión a una empresa privada, que para Aguirre es mejor que la pública. Así, además, no tenía que poner el dinero, lo ponían las empresas que recuperaban la inversión con contratos a largo plazo. Llevó unos tranvías a Pozuelo y a la zona norte de Madrid con concesiones privadas, pero a un precio que casi era mejor poner un taxi a cada usuario. La opinión generalizada es que frente a algunos buenos colaboradores ha tenido a otros sin nivel. Cesó a un consejero porque no se enteró que el déficit se había disparado mil millones en la Comunidad de Madrid, pero lo ha recuperado para el Ayuntamiento de Madrid.
La Comunidad dio con Aguirre un salto en su desarrollo y casi todo fue bien en la primera legislatura. Salía aclamada allí donde iba y su poder crecía y hasta fue declarada lideresa, para desgracia de Mariano Rajoy con quien no se entendió nunca. Ambos estuvieron a punto de morir en un accidente de helicóptero. Al parecer, el piloto del aparato se lesionó el día anterior y tuvo que manejar el aparato otro que, a pesar de su experiencia, tuvo dificultades para sacarlo de una plaza de toros, un tubo con corrientes complicadas.
Mientras Madrid crecía, la corrupción anidaba en los gobiernos y en los pueblos de la Comunidad de Madrid, muchos de ellos mayores que capitales de provincia. Y la presidenta no se enteraba. En una ocasión una persona le explicó que en Boadilla del Monte estaban pasando cosas muy raras. Su solución fue pedirle a esa persona que fuera a ver a Francisco Granados y se lo explicara. Luego resultó que Granados fue detenido por corrupción. Los escándalos comenzaron a hacer que el Gobierno tuviera que destinar más tiempo a combatir las acusaciones de corrupción que a la propia gestión. Se hicieron ampliaciones de Metro, hospitales, proyectos millonarios de Ciudad de la Justicia, colegios con bilingüismo... pero los escándalos también crecían. Paralelamente hubo espionaje al Ayuntamiento de Madrid por unos agentes que parecían Mortadelo y Filemón, algunos consejeros cobraban comisiones por los actos que se organizaban en la Comunidad, y algunos alcaldes se forraban en la Gürtel.
Los primeros ceses
Aguirre cesó a su consejero de Deportes, López Viejo, y echó a los alcaldes, pero la operación Gürtel, el espionaje, y la Púnica luego han perseguido al Gobierno de Aguirre y su escudero Ignacio González hasta el último día. Para colmo la compra de un piso en Marbella aumentó más la presión mediática sobre el sucesor y no había jueves que en la Asamblea no hubiera Gürtel, espionaje, piso de Marbella o Púnica, la última red corrupta de Madrid.
Aguirre hizo cosas importantes y mejoró la situación general de la economía madrileña. Bajó los impuestos, aprobó la libertad de horarios comerciales y sentó las bases para que la economía mejorara con medidas liberales. Cuando llegó la crisis fue la primera que aplicó recortes, mientras otros gobiernos no se enteraban. Pero también amordazó el órgano de control. La Asamblea ha rechazado en estos años decenas de iniciativas que le han costado incluso sentencias del Tribunal Constitucional en contra. Además, la oposición ha denunciado constantemente que los ‘duros de Aguirre’ se hicieron con el control de Telemadrid, que terminó siendo prácticamente cerrada durante varios años por la crisis.
Pero a pesar de estas duras medidas, Aguirre revalidó la mayoría absoluta hasta tres veces. Tras su salida le sustituyó Ignacio González que continuó con un proceso de privatización de la sanidad madrileña que levantó incluso a miles de sus votantes. No había dinero y se prefirió dar entrada a la iniciativa privada antes que gestionar mejor hospitales y centros de salud. Los directores de algunos de estos centros se enteraron de que iban a privatizar (“externalizar” según el PP) la gestión 10 minutos antes de que lo hiciera la prensa. No se había hablado con nadie. La marea verde, iniciada por los recortes en Educación, se vio ampliada con la marea blanca de cientos de sanitarios en contra del proceso privatizador. La marea azul, la contraria a la venta del Canal de Isabel II, se paró sola con la crisis económica que impidió su salida a Bolsa.
Frente a la privatización, defensa de lo público y la Asamblea será lugar de encuentro. Telemadrid será la nueva BBC y todo lo que huela a Aguirre queda proscrito
La privatización sanitaria se tuvo que retirar después de que se produjera una revuelta sin precedentes en la Sanidad madrileña. Se produjeron algunas movilizaciones lamentables. En La Paz un grupo de sindicalistas exigía a Cristina Cifuentes, internada en la UVI tras un accidente, que se fuera a curar a un centro privado. En ese ambiente, y con Rajoy preocupado por las informaciones sobre el piso de Ignacio González, el presidente del PP nombró a Cristina Cifuentes candidata a la Comunidad. El PP ha perdido miles de votos y muchos escaños pero ha mantenido el poder con Cifuentes, con un mensaje del PP radicalmente distinto al de Aguirre o González. Frente a la privatización, defensa de lo público, no se venderá el Canal de Isabel II y la Asamblea será lugar de encuentro y no de peleas por la corrupción. Telemadrid será la nueva BBC y todo lo que huela a Aguirre queda proscrito. Ese es el programa, habrá que ver el resultado.
Aguirre en el Ayuntamiento
La presidenta del PP de Madrid es ahora la líder de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid. Le han faltado los votos que obtuvo VOX en la ciudad, un grupo de derechas que cuenta con su simpatía, para ser alcaldesa. Dice que se queda, y así lo creen sus concejales. Pero también creen que todo depende de lo que pase en el Partido Popular en las elecciones generales. Trabajó por la Comunidad con una táctica de pico y pala, y con una estrategia brillante contra Zapatero y todo lo que se le ponía por delante. Ha heredado para el PP una imagen de ciudad sucia labrada a pulso por su antecesora Ana Botella. Se equivocó un día en un incidente de tráfico y además encumbró a la candidata a alcaldesa, Manuela Carmena, en vez de mirar los tuit de sus concejales, logrando así que muchos ciudadanos votaran a Ahora Madrid con el único fin de que ella no ganara e impedir que fuera alcaldesa.