Inmaculada Gálvez pierde y paga por su ?apuesta ecológica?
?El policía me decía que colaborara, que tenía el pase para encerrarme durante 72 horas, que en esa celda había estado hasta la Pantoja?
La abogada malague?a detalla en esta entrevista cómo acabó en el calabozo por solicitar una inspección de la Policía Local por los ruidos de una obra en Málaga
05/06/09. Sociedad.
La abogada Inmaculada Gálvez regresó hace 10 a?os a las calles del centro de Málaga en las que se había criado atraída por la promesa de un casco histórico limpio, seguro y habitable. Fue una ?apuesta ecológica? por la que eligió tener su lugar de trabajo y su casa en el mismo edificio. Sin embargo, harta de muchas protestar en múltiples instancias por un ruido que no cesa ha puesto su casa en venta, acuciada por más de dos a?os de obras de reforma en el inmueble contiguo a su vivienda. En su última protesta en la que solicitó una inspección de la Policía Local en estas obras -se trata de la polémica rehabilitación de la casa-taller de Pedro de Mena que realiza el Ayuntamiento- acabó dando con sus huesos en el calabozo y ahora la Fiscalía pide para ella un a?o y medio de cárcel por un atentado contra la autoridad y por malos tratos. En esta entrevista con EL OBSERVADOR /
www.revistaelobservador.com cuenta con detalle cómo sucedieron los hechos.
INMACULADA Gálvez nos recibe en su despacho desde el que se puede ver perfectamente las obras donde sucedieron los hechos. ?Comprendo que soy especialmente sensible porque duermo y trabajo en el mismo lugar. Durante 24 horas estoy soportando ruidos de todo tipo. Por ejemplo el fin de semana anterior fue la Noche Blanca, luego la Verbena de las Cofradías y el domingo el Día de los Patines. El centro de Málaga se ha convertido en un parque temático. Está el ruido de las propias obras, el monta y desmonta de la plaza de la Constitución, el monta y desmonta en calle Alcazabilla, el monta y desmonta de la plaza de la Marina. Los coros nocturnos, el botellón? sin contar al camión de la basura, al de riego, al de recogida de vidrio, y la maquina limpiadora por aspersión. Mi ni?a les decía de peque?a ?las máquinas del susto? porque le despertaban por la noche?.
LA ex diputada verde en el Parlamento Andaluz es conocida por ser una de las voces más críticas y combativas, de las pocas que se atrevió a desafiar a Jesús Gil cuando era el amo y se?or de Marbella. Fueron investigaciones como las de su despacho las que provocaron que se desencadenara la ?operación Malaya? contra la corrupción. Es una persona que conoce sus derechos y los ejerce. En los últimos dos a?os las obras de rehabilitación de Pedro de Mena, junto a su casa, han puesto sus nervios a prueba. Ha remitido por fax cientos de escritos al alcalde de Málaga Francisco de la Torre preguntándoles qué podía hacer. Siempre sin respuesta. La semana antes de que ocurrieran los hechos que hoy describimos había escrito una carta a la concejala de Medio Ambiente Araceli González comunicándole que ponía su casa en venta ?porque en el centro no se podía vivir?.
ESTOS son los prolegómenos, a continuación, los que Inmaculada Gálvez contó a EL OBSERVADOR:
REPASEMOS lo ocurrido el día 21 de mayo de 2009
Eran las 15:30 horas. Estaba en el despacho, sin comer porque tenía que hacer un recurso de apelación y con una jaqueca increíble. Bajé a casa a tomarme un Efenergan (un gramo de paracetamol). Cuando me eché para que me hiciera efecto la pastilla la sierra radial de la obra sonaba con tal fuerza que me iba a volver loca con la jaqueca. Me asomé a la ventana para decir que pararan un momento, pero con tanto ruido ni me escuchaban. Y entonces bajé, en chancletas, para pedirle que pararan por lo menos una hora. El encargado me dijo que no, que ellos tenían que terminar la obra.
Y usted no se conformó?
Cogí una silla del bar de al lado, me coloque junto a la sierra y les pedí por favor que llamaran a la Policía Local. Dije que no me movía de allí hasta que se levantara un atestado en el que midieran el nivel sonoro en decibelios de la sierra y en el que se comprobase las medidas de seguridad porque la obra no estaba vallada y la radial estaba al alcance de cualquier ni?o que pasara por la calle. De hecho el jefe de obra llama a la Policía Local a mi instancia.
ENTONCES, ?cuál fue el problema?
Cuando uno de los policías vio que la obra era del Ayuntamiento y que la tenían que terminar en dos días se vino hacia mí, sacó la placa y asumió la defensa de la obra. ??Usted sabe que está cometiendo un delito de coacciones: que no puede usted parar esta obra del Ayuntamiento? me dijo. Y respondía que por mucho que fuera del Ayuntamiento estaba incumpliendo una normativa porque además las ordenanzas del ruido estaban recién aprobadas.
TENGO entendido que el problema surge porque estaba usted indocumentada.
Claro. Cuando este agente -que fue con el único con el que tuve problemas, los demás se comportaron muy bien- me pregunta por la documentación y yo le digo que no la tengo, que mirara cómo había bajado de casa, que me dejara subir a por el pasaporte o el DNI.
ESTABA usted a menos de 20 metros de su domicilio?
Pues eso le decía yo, que me dejara subir al tercero. Pero el policía no me dejó que me levantara. Dijo que iba él a hacer las inspecciones. Fue, volvió y me dijo no había nadie, que nadie podía bajarme la documentación y que estaba detenida, que íbamos a comisaría.
INMACULADA, usted es una persona más o menos conocida, ha ocupado cargos públicos, ?no trato de que le identificara?
Le pedí al agente que insistiera o que me dejara subir a casa o al trabajo. Creo que se pensó que era una chula porque incluso le dije que llamara al alcalde o a cualquiera de los concejales, que me conocen y saben quien soy perfectamente. Le dije mi número de DNI, pero no hizo ninguna comprobación. Cuando ya se estaba poniendo mal la cosa vi al del segundo y le pedí que avisara a mi casa?
?LE esposaron?
No. Pero estaba sentada en una silla entre los dos policías. Fue cuando me negué a ir a comisaría y cuando este agente me agarró fuerte, fuerte, fuerte. Primero intentó llevarme con la silla para el coche. Cuando vio que no podía, me agarró. De hecho, el otro compa?ero le iba diciendo que tuviera cuidado que era una se?ora medio mayor. Me tropecé con una de las piedras que había cortado la radial -la abogada Gálvez ense?a una peque?a herida en el pie sin cortar su discurso-. Me llevaba a trompicones. Y la cuestión es que el hombro derecho yo lo tengo incapacitado por una caída que tuve hace tiempo. Y metida en el coche patrulla bajó mi pareja, bajó mi secretaria, bajaron los vecinos y dijeron que yo era Inmaculada Gálvez y mostraron mi pasaporte. Todos los compa?eros de este policía querían arreglarlo, pero él que no, que esto se había iniciado y que ya no podía dar marcha atrás. Y es que claro, era consciente del da?o que me había producido, porque ya tenía el brazo hinchado.
PERDÓN, no entiendo?
Mi hermano es Guardia Civil y mi padre era coronel de la Policía Nacional y sé que el protocolo en estos casos es inmediatamente realizar una denuncia por atentado contra la autoridad. Pedí que me llevaran al Hospital Civil. Ya no admitieron el pasaporte que por fin tenía en mano. Me llevaron con el coche completamente cerrrado, es la primera vez en la vida que he tenido un ataque de claustrofobia. Estaba muy nerviosa. Al coche le seguían las dos motos de policía.
SUPONGO que acudió al hospital para levantar un parte de lesiones?
Efectivamente. Pero cuál es mi sorpresa cuando veo que los dos policías se meten conmigo en la consulta. Les digo que por favor se queden en la puerta, o que entre uno, pero no precisamente el que me había arreado. Sin embargo se quedan dentro. Por evitar más conflictos delante del médico pues me callo. Cuando este agente vio el parte de lesiones y vio los hematomas que me habían salido en el brazo dijo que se quedaba que tenían que verle unos guantazos que yo le había dado. El compa?ero le respondió que yo no se los había dado, que se los habría hecho sólo al haberme metido en el coche como me había metido.
QUE fue a trompicones.
Claro. Yo me negaba a entrar en el coche. Me resistí, pero muy poco porque ese hombre era muy fuerte.
DESPUÉS del hospital le llevaron a comisaría.
Y me dijeron que al calabozo, que me tenían que identificar y yo con el pasaporte en la mano les dije que no. Y a la fuerza fui al calabozo. Les dije que era abogada, que yo misma me podía defender y ellos que no, que tenía que esperar al abogado de guardia. Pedía a gritos que no me encerraran, que no cerraran la puerta?
(ESTE es el único momento de toda la entrevista en que a Inmaculada Gálvez se le quiebra la voz. Es apenas un instante. Un segundo en el que el brillo de los ojos deja entrever una capa acuosa. Tiene un cigarro sin encender en la mano desde hace cinco minutos. No hace ni un amago de encenderlo. No lo hará durante toda la conversación. En seguida retoma su discurso).
LA Policía Nacional me dijo que me comportara y que colaborara. Me decían ense?ándome una hoja que tenía el pase para dejarme encerrada durante 72 horas. Muy fuerte. Todo era en esos términos: me decían que allí había estado hasta la Pantoja. Y yo respondía que la Pantoja se ha hinchado de robar pero yo no, que yo lo único que quería es que se me pasara un dolor de cabeza. Me senté en un banco a escribir todo lo que había sucedido. No había mesa.
?COMPARTISTE celda?
Sí, con un chorizo que estaba allí metido. Yo lloraba y lloraba y el pobre chorizo me decía ?tranquila, no llores que no va a pasar nada?. Y yo, ?claro eso lo dices tú que estás acostumbrado, pero es que yo no soy una choriza?. Nos hicimos amigos.
?A quien llamó?
Cuando me dijeron que podía hacer una llamada les comenté que me dejaran llamar a mi casa para preguntar por el número de mi marido porque no quería alarmar a mi hija y no tenía el teléfono móvil encima. Me dijeron que no, que si no me acordaba del número que sólo había una llamada. Es decir, todo lo que me había estudiado de la Ley de Enjuiciamiento no me sirvió para nada.
?CUANDO la dejaron libre?
A las ocho y cuarto me pusieron de patitas en la calle. Tuve que ir a la farmacia pidiendo si por favor podía llamar a la casa. No había nadie. Luego me enteré que mientras estaba presa mi pareja y mi secretaria estaban preguntando por mí en la sala de visitas. Anda que me avisaron... Me tuve que volver andando a casa porque no tenía nada, ni dinero ni nada.
?Y ahora?
Estoy acusada de atentado a la autoridad y malos tratos. El fiscal pide un a?o y medio de cárcel para mí.