Ahora nos encontramos con el asunto de las sentencias, del ocultismo, de la afiliación forzada y no por propia voluntad del trabajador, del todo vale contad de arañar un puto voto y que no me bajen de la poltrona.
Tendría que haber una revolución social a semejanza de lo que está pasando en otras partes del mundo, donde las personas NORMALES que están hasta los huevos de buitres y alimañas que quieren vivir del cuento, se están levantando de forma pacífica para echar a esta gentuza del sistema social, y bien podíamos empezar por los sindicatos, que se les eliminen las cuotas del estado y que no tengan más horas que las necesarias para realizar su trabajo de representación, y eso está en nuestras manos y no con el voto en blanco precisamente.