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Autor Tema: Policías del Mundo y Asociaciones Policiales  (Leído 124580 veces)

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Re: Policías del Mundo y Asociaciones Policiales
« Respuesta #1462 en: 14 de Agosto de 2023, 21:53:01 pm »
Suerte ha tenido de no ser en el dedo índice de la mano habil...en cuanto a una posible jubilación...pero las mordeduras, a parte del tajo, pueden traer otras consecuencias graves.

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Re: Policías del Mundo y Asociaciones Policiales
« Respuesta #1463 en: 15 de Agosto de 2023, 10:17:35 am »

La policía tailandesa pide la pena de muerte para Daniel Sancho por asesinato premeditado


Los investigadores descartan que otra persona ayudara al español a matar y descuartizar a Edwin Arrieta
EFE / Europa Press
Koh Phangan | 15·08·23 | 10:11 | Actualizado a las 10:12

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Edwin Arrieta, en la izquierda;  y Daniel Sancho, a la derecha, en el momento de su detención.
Edwin Arrieta, a la izquierda; y Daniel Sancho, a la derecha, en el momento de su detención. DDG


El subdirector de la Policía de Tailandia , Surachate Hakparn , aseguró este martes que Daniel Sancho " apuñaló " a Edwin Arrieta durante una discusión , y reiteró que el crimen "fue premeditado" .


"Hubo una pelea y entonces Daniel apuñaló a Edwin, quien se golpeó la cabeza contra el lavabo", señaló Surachate en una rueda de prensa desde la comisaría de Koh Phangan , la isla del sur de Tailandia donde tuvo lugar el crimen el pasado 2 de agosto.


El número dos de la policía tailandesa indicó que todavía están esperando a que los resultados de la "autopsia confirmen definitivamente la causa de la muerte" de Arrieta y negó que fuera debido a un accidente, sino a un acto "premeditado " de el español, de 29 años.

Daniel Sancho disponía de una tarjeta con 25.000 euros mensuales que pagaba Edwin Arrieta
Daniel Sancho disponía de una tarjeta con 25.000 euros mensuales que pagaba Edwin Arrieta
HG

Cometió el crimen sin ayuda de terceros
En la misma rueda de prensa policial, se aseguró que Daniel Sancho cometió solo el asesinato y descuartizamiento del cirujano colombiano.

"De acuerdo con las pruebas que tenemos del lugar del crimen, hubo un solo perpetrador y se han encontrado dos cuchillos y una sierra ", explicó el policía. Surachate insistió en que no existe ninguna prueba que haga sospechar que hubo más personas implicadas, según las pruebas forenses y el observado en las cámaras de seguridad.

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Re: Policías del Mundo y Asociaciones Policiales
« Respuesta #1467 en: 29 de Agosto de 2023, 13:10:22 pm »

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« Respuesta #1468 en: 29 de Agosto de 2023, 13:13:04 pm »
Lo de las cajas no lo veo, pero el artilugio para coger la pierna la verdad es que ha sido efectivo. . .

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Re: Policías del Mundo y Asociaciones Policiales
« Respuesta #1469 en: 29 de Agosto de 2023, 13:18:01 pm »
Lo de las cajas no lo veo, pero el artilugio para coger la pierna la verdad es que ha sido efectivo. . .

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Observe...que hay varios modelos.


https://twitter.com/AlertaZeta/status/1691398412514598912?t=pFAFTJM0HjEYJd1VryaqpQ&s=19

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« Respuesta #1470 en: 29 de Agosto de 2023, 13:42:00 pm »
Es lo más parecido a los lazos para perros. . . pero adaptado a los humanos. . . curioso

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Re: Policías del Mundo y Asociaciones Policiales
« Respuesta #1472 en: 29 de Agosto de 2023, 16:07:26 pm »
Chin pum. . .

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« Última modificación: 29 de Agosto de 2023, 19:50:45 pm por 47ronin »

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Re: Policías del Mundo y Asociaciones Policiales
« Respuesta #1474 en: 01 de Septiembre de 2023, 11:47:27 am »
Estocolmo, cámaras móviles.


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Re: Policías del Mundo y Asociaciones Policiales
« Respuesta #1475 en: 01 de Septiembre de 2023, 11:56:17 am »
Aquí se llevan el carro. . . o se monta un puesto fijo para vigilarlo. . .

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Re: Policías del Mundo y Asociaciones Policiales
« Respuesta #1476 en: 04 de Septiembre de 2023, 09:30:05 am »


La crisis económica impulsa el éxodo de policías en Venezuela


Los agentes emprenden el viaje por el Darién hacia Estados Unidos decepcionados de los bajos salarios, la politización y la inestabilidad laboral
Migrantes caminan en la selva del Darién entre Colombia y Panamá, en abril de 2023.
Migrantes caminan en la selva del Darién entre Colombia y Panamá, en abril de 2023.
FERNANDO VERGARA (AP)
FLORANTONIA SINGERALONSO MOLEIRO
Caracas - 03 SEPT 2023 - 06:30 CEST
Los cuerpos policiales en Venezuela se están vaciando. Renuncias, solicitudes de bajas y deserciones se multiplican en los últimos meses. La crisis económica se agrava, luego de una difusa recuperación durante 2022, y los policías se están yendo uno tras otro, de las instituciones y del país sudamericano, quizás con mejores condiciones físicas para cruzar la peligrosa selva del Darién entre los cientos de miles migrantes que lo han intentado este año. Así lo hizo el oficial jefe Omar Rincón, funcionario de una policía local de Caracas, que empezó la travesía a mediados de julio y hace una semana llegó a Estados Unidos vía Arizona. “Esperé más de un mes a que me dieran mi baja, vendí mi moto, agarré unos pocos ahorros y me vine”.


Rincón llevó enlatados, galletas y mudas de ropa. Tomó lanchas, piraguas y buses; caminó por trochas de noche, esquivó las migraciones en los países más complicados en el trayecto hacia el norte y llegó a Ciudad de México donde hizo la cita para la solicitud de ingreso a través de la aplicación CBT One que implementó este año el Gobierno de Estados Unidos para intentar encausar el enorme flujo de migrantes que se acumula en la frontera sur. El dinero que llevó lo fue dejando cada parada para pagar transportes, coyotes y guías. Caracas, Cúcuta, Medellín, Necoclí, la selva del Darién, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, “otro país que se llama Guatemala”, Tapachula, Ciudad de México, Hermosillo, Nogales, Arizona, Nueva York, y pronto viajará a Atlanta donde ha conseguido un trabajo. “En el camino me encontré a seis compañeros de la policía esperando sus citas, algunos de ellos tomaron la bestia (tren de carga que recorre México y al que se suben de forma irregular los migrantes para llegar a la frontera). Hasta ahora, de mi grupo, soy el único que ya entró a Estados Unidos. Creo que he tenido suerte”.

Este grupo de migrantes venezolanos no solo comparten su pasado de uniformados, sino también las motivaciones para irse. “Tenía 15 años de servicio y todo iba en picada. Me fui por mí, por mí hija”, dice Rincón por teléfono. “La injerencia de la política en la policía ha complicado las cosas. La remuneración salarial, las condiciones, no cuentas con la logística para ejercer la profesión como un funcionario digno”. La dotación de uniformes y botas, a veces incluso hasta las municiones dentro de un mercado informal, corren por cuenta del funcionario en muchas instituciones, cuyos salarios rondan los 20 dólares al mes en promedio.


Migrantes cruzan un río en la selva del Darién, en octubre 2022.
Migrantes cruzan un río en la selva del Darién, en octubre 2022.
FERNANDO VERGARA (AP)
El grupo de los 618 “cursos”
Durante uno de los tantos operativos emprendidos contra la peligrosa banda del Koki en el barrio Cota 905, en el oeste de Caracas, las esquirlas de una granada impactaron a otro policía, que prefiere no identificarse. La institución para la trabajaba no tenía activo el seguro médico por falta de pago, por lo que tuvo costearse la atención de las heridas con los 14 dólares mensuales que percibía entonces. Hace un año y dos meses que está en Estados Unidos, tras 11 años de servicio en varios cuerpos policiales de Venezuela y después de haber cruzado el Darién en una de las temporadas más duras, cuando todavía no se habían instalado los campamentos de agencias humanitarias y el trayecto se hacía en más de una semana caminando. “En el camino vi como 12 muertos y le salvamos la vida a una cubana que estaba descompensada con las herramientas de primeros auxilios que yo sé como policía”, recuerda por teléfono desde New Jersey, donde hace delivery en su propio coche.

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En estos días una de sus hijas está recorriendo el mismo camino del Darién con su mamá y a la otra se la llevará luego. La migración de policías venezolanos es tan grande que ya son una red en Estados Unidos. El exfuncionario dice que está en un grupo de Whatsapp donde hay 618 “cursos” (como se dicen entre sí los compañeros de estudios policiales) de la tercera promoción de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad, creada por Hugo Chávez en 2009 para profesionalizar la función policial y masificar el pie de fuerza. En esa comunidad digital se enteró que supuestamente en el estado de Indiana están aceptando a expolicías migrantes para cubrir el déficit en los cuerpos de seguridad locales, lo que considera una opción para quienes quieren seguir su profesión. “Ahora, mientras hablo contigo, estoy cuadrando con otros cuatro compañeros que vienen en camino y los voy a recibir en Estados Unidos”.

El Gobierno de Nicolás Maduro ha hecho una enorme inversión en dinero y recursos para las policías del país, sobre todo para la Policía Nacional Bolivariana, fundada en 2009 junto con la universidad, fundamentado en el principio de la “unión cívico-militar- policial” como fuente de poder y control social del chavismo. El pie de la PNB está en unos 40.000 funcionarios. Las policías estatales y regionales, que alguna vez fueron poderosas y autónomas, están regidas ahora al Ministerio de Relaciones Interiores y Justicia. Salvo excepciones, se han ido debilitando en recursos y personal en estos años, particularmente si son gobernadas por políticos opositores, puesto que el Gobierno central les niega los recursos que les corresponden. Tienen menos atribuciones y armamento para enfrentar al hampa que la PNB, aunque la precariedad salarial los iguala.


Elemento de la unidad especial de la Policía Nacional patrulla en Caracas, Venezuela, el 9 de julio de 2021.
Elemento de la unidad especial de la Policía Nacional patrulla en Caracas, Venezuela, el 9 de julio de 2021.
GETTY (RAMSES MATTEY/ANADOLU AGENCY)
El abogado y criminólogo Luis Izquiel apunta que los salarios de la policía venezolana son los más bajos de Sudamérica. Y son más bajos aún en las policías regionales. “Un policía gana un salario que ronda entre los 100 y los 20 dólares mensuales si está comenzando. Hay primas, beneficios, seguros, pero son modestos. Sin embargo hay filas, muchos voluntarios que quieren entrar a la PNB”. En esto coincide Javier Gorriño, experimentado comisario, criminólogo y profesor universitario, que dirige el área de seguridad ciudadana de la Alcaldía de El Hatillo, una zona de clase media-alta en el este de Caracas. “A los muchachos les gusta mucho el trabajo, pero con los sueldos no se puede tener una familia, pues el principal dolor de cabeza aquí es la comida diaria”, reconoce.

“Hay que considerar el espíritu de aventura de todo policía, su vocación implica todo eso. Por eso hay unos que toman caminos como el Darién, muy de moda entre los policías, pero hay otros que lamentablemente toman el camino de la izquierda, que es el de la corrupción, el llamado matraqueo (cobro de coimas en dinero, favores o servicios a comerciantes y particulares), para redondearse los ingresos y hasta para paliar las propias deficiencias de las instituciones, lo que lleva a una confusión de valores”.

Esta semana, el alcalde de Maracaibo, Rafael Ramírez, la segunda ciudad del país, ubicada en Zulia, estado fronterizo con Colombia, también reconocía el éxodo con preocupación. “Nuestros funcionarios policiales son los primeros en sentirse en condición física de irse por el Darién. La semana pasada se habían ido al menos 22 funcionarios, piden la baja y cruzan por el Darién”, dijo en una rueda de prensa en la que agregó que el número de agentes era insuficiente para resguardar la ciudad y que con los policías activos cubrían apenas 10% del territorio.


Desprofesionalización y letalidad
“Es difícil tener data del número de policías o agentes de seguridad que han emigrado, porque el Gobierno no publica esa información desde 2012″, afirma Rocío San Miguel, abogado y directora de la ONG Control Ciudadano. “Pero es muy evidente que aumenta el número de oficiales que pide baja, de policías que emigran por zonas fronterizas, sobre todo regionales”. Control Ciudadano distingue como causas, tanto para policías como para militares, “salarios insuficientes, estabilidad laboral, participación política y desprofesionalización”. El oficial jefe Rincón, recién llegado a Nueva York, dice que las generaciones que se están formando ahora no tienen expectativas y que no hay posibilidades reales de un ascenso. “No están recibiendo el entrenamiento y la disciplina que recibimos otros”.

Esta desprofesionalización y politización también tiene su correlato en otras cifras alarmantes que describen a las instituciones policiales venezolanas como las más letales en la región: 1 de cada 3 homicidios en Venezuela son cometidos por agentes de seguridad del Estado, según un informe del Monitor del Uso de Fuerza Letal en Venezuela presentado el año pasado. A esto se suma el expediente de ejecuciones extrajudiciales que investiga la Misión de Determinación de los Hechos ordenada por la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, desde donde se exhortó a la supresión del cuerpo élite de la PNB, las Fuerzas de Actuaciones Especiales (FAES).

Oficiales de policía durante un operativo de seguridad en Caracas, en 2018.
Oficiales de policía durante un operativo de seguridad en Caracas, en 2018.
FERNANDO LLANO (AP)
El propio Maduro ha declarado que quiere llevar a 100.000 funcionarios la PNB, una institución con filtros “muy amplios” para graduar funcionarios, que reciben formación doctrinaria chavista. “En la Democracia había un diseño policial más débil, pero con más dinero, los policías hacían carrera, tenían seguros fuertes, compraban apartamentos”, afirma Izquiel. “Ahora, el cuerpo crece, pero muchos funcionarios abandonan la carrera con rapidez o emigran buscando opciones”. Maduro ha militarizado completamente todas las funciones policiales en el país, recuerda Izquiel. Esto ha tenido consecuencias en el funcionamiento y recelos entre el personal de carrera policial, con una preparación distinta. “Un policía dura años estudiando para ser director y vienen y le ponen un militar encima”, comenta el ex policía reinventado como repartidor en New Jersey.


Un funcionario activo de una policía municipal en Caracas dice que la decepción es generalizada. Ha decidido tomar sus vacaciones para poder rebuscarse en otros oficios como la mecánica, pero no tiene ninguna motivación para volver a su comando. Han perdido las bonificaciones por procedimientos extraordinarios, las primas por hijos o estudios, las dotaciones y otros beneficios establecidos en los contratos, manuales y normas laborales, que la administración pública en Venezuela ha dejado de cumplir. Otros policías también trabajan como repartidores, mototaxistas o escoltas, sacando provecho del horario de 24 horas de servicio por 48 horas libres que se ha estandarizado en varias instituciones para aligerar la carga y administrar el déficit. En algunos cuerpos policiales han empezado a retrasar el otorgamiento de bajas, para frenar el éxodo. Pero ante el avance de la crisis, cada vez hay más policías que simplemente desertan.

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Re: Policías del Mundo y Asociaciones Policiales
« Respuesta #1478 en: 06 de Septiembre de 2023, 08:05:43 am »
Las fuerzas de seguridad de México matan o hacen desaparecer a una persona cada seis días


Esta investigación periodística documenta 1.524 desapariciones forzadas, asesinatos y ejecuciones extrajudiciales a manos de las fuerzas del orden y de seguridad mexicanas entre 2006 y 2022; la cifra real es superior


Animal Político / Paris Martínez
5 de septiembre de 2023 22:50h
Actualizado el 06/09/2023 05:30h


Yolanda Adriana Ramírez Soto, de 22 años, fue asesinada en diciembre de 2012 en el estado mexicano de Chihuahua. Cinco agentes de la Policía Federal dispararon contra la camioneta que conducía su novio, en la que ambos circulaban con sus hijas: los disparos le destrozaron la mano cuando ella la sacó por la ventanilla para pedirles que cesaran el fuego y advertirles de que había dos niñas en el vehículo. Luego dos balas la lesionaron en el cráneo.

Aunque se comprobó que los agentes sembraron armamento y droga en la camioneta para justificar su ataque, el novio de Yolanda fue sentenciado a siete años de cárcel por portación de arma prohibida, mientras que los cinco policías responsables del asesinato de la joven y de la manipulación de evidencias quedaron libres de todo cargo penal por “falta de elementos”.

Los policías federales estaban ahí, vigilando las calles, como parte de la estrategia conocida como ‘guerra contra el crimen organizado’ lanzada seis años antes por el entonces presidente de México, Felipe Calderón, y continuada por sus sucesores.

“Para mí –dice Dolores, la mamá de Yolanda– el Gobierno federal es el responsable [de su muerte], porque es el que manda esas instituciones aquí. Nos destruyó la vida a todos, a ella, a mí y a mi esposo, a mis hijos y a mi niña [la hija de Yolanda, de 3 años en el momento del ataque]. Pero a mí me hace sufrir más la situación de mi niña, porque soy una persona adulta, ya no tengo la manera de sacarla adelante; a veces tengo que andar trabajando todo el día, viendo las necesidades y viendo la falta que le hace su mamá, porque no la puedo sustituir, y eso gracias a la ley”. “Siempre eduqué a mis hijos a no pasar por encima de la ley y ¿para qué? Para que me hicieran esto”, añade.

Lejos de ahí, en el otro costado del país, en el estado de Michoacán, Alfredo sobrevivía y llevaba un poco de dinero a su madre cosechando limón. Él es un joven campesino sin tierra, que ahora tendría 25 años de edad, y que solía ir de pueblo en pueblo, de plantación en plantación como jornalero, es decir, laborando en ranchos por un salario diario.

De uno de esos plantíos de limón se lo llevaron por la fuerza los soldados de la Guardia Nacional un día de enero de 2020, ya durante el Gobierno del actual presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, en el que la guerra continúa. Desde ese día, Alfredo está desaparecido y solo Eufrosina, su mamá, lo busca.

En ausencia de la autoridad, fue ella quien recorrió el pueblo de donde se llevaron a su hijo, La Peña, y en soledad fue ella quien localizó dos grupos de testigos: primero, a jornaleros que presenciaron cómo su hijo fue privado de la libertad por los soldados. Luego habló con quienes vieron el momento en que los soldados entregaron a su hijo, en otro punto del poblado, a integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación, el grupo criminal que controla la zona, quienes se lo llevaron con rumbo desconocido en la batea de una camioneta pick-up.

“Mis carnes no son estas –dice Eufrosina, cuando han pasado más de tres años desde que busca a Alfredo–. Aunque me mire por fuera así, por dentro mi corazón está marchito… Odio al Gobierno”.

1.524 historias
Entre los años 2006 y 2022, es decir, desde que las autoridades nacionales declararon el inicio de la guerra contra el crimen organizado, en México se han podido documentar al menos 1.524 casos de desaparición forzada, asesinato y ejecución extrajudicial, cometidos supuestamente por cuerpos de seguridad federales y estatales en contra de personas inocentes o indefensas.

Personas como Yolanda y Alfredo, sobre quienes no pesaba ninguna sospecha, que no tenían armas ni se enfrentaron a la autoridad, sin órdenes de aprehensión en su contra. Personas que sólo habían salido por algo de comer, jugaban a fútbol, fueron a la tienda o simplemente paseaban, como Yolanda y su familia.

Por supuesto, esos 1.524 casos documentados no representan la totalidad de las víctimas que ha dejado el actuar de autoridades durante esta guerra, ni tampoco todos los abusos oficiales cometidos en el país en el marco del conflicto armado interno. Son únicamente aquellos casos que han podido ser revisados y verificados por esta investigación de Animal Político, con base en los registros de comisiones de derechos humanos, organismos públicos de procuración y administración de la justicia, organismos civiles, investigaciones periodísticas y fundamentalmente por denuncias públicas de sus propias familias, que pudieron ser identificadas.

Es decir, son solo una fracción del total. Pero incluso así, tratándose solo de una muestra de casos, esas 1.524 desapariciones forzosas, asesinatos y ejecuciones extrajudiciales equivalen a una víctima de las autoridades cada seis días a lo largo de 16 años.

Cada caso es una historia diferente pero, vistos en conjunto, narran la historia de una forma de violencia que en México se volvió cotidiana con la guerra: la violencia sistemática de Estado, aquella que el poder público ejerce de forma reiterada y premeditada, es decir, planificada, contra integrantes o grupos de la sociedad.

Estos crímenes han sido cometidos por soldados, marinos, guardias nacionales, policías federales, así como policías preventivos estatales y agentes ministeriales del fuero común y del federal. Es decir, por los integrantes de las instituciones encargadas de instrumentar la estrategia de combate al crimen organizado, durante los Gobiernos encabezados por Felipe Calderón (postulado por el Partido Acción Nacional), Enrique Peña Nieto (postulado por el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Verde) y Andrés Manuel López Obrador (postulado por el partido Movimiento Regeneración Nacional, el Partido Verde, el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social).

Los asesinatos se produjeron en el marco de una política pública de seguridad basada en la confrontación armada, refrendada por cada grupo político que ha conquistado el poder de 2006 a la fecha, que ha golpeado a personas que no empuñaron un arma y que no estaban involucrados en alguna actividad ilícita. Casos, todos, que recuerdan que cualquiera puede ser víctima de unas fuerzas de seguridad que actúan impunes.

Una estrategia que, como han denunciado diversas organizaciones, viola la Constitución al poner a las Fuerzas Armadas como vigilantes del comportamiento de la población civil –tal como concluyó la Suprema Corte de Justicia de la Nación– y que en el tiempo que lleva en marcha ha cuadruplicado el número de muertes violentas en el país.

Las 1.524 historias en las que se basa la presente investigación periodística dan cuenta de que los crímenes perpetrados por las fuerzas del Estado, de un lado, y la violencia homicida generalizada, de otro lado, son dos fenómenos que avanzan de la mano en México, ya que durante el tiempo que ha durado el conflicto armado interno, ambos indicadores de violencia incrementan en las mismas regiones y en los mismos periodos de tiempo.

Las víctimas
Los crímenes recabados en esta investigación se perpetraron principalmente al amparo de operaciones o políticas de seguridad pública para abatir la incidencia delictiva, pero también ocurrieron durante operativos para reprimir protestas sociales, así como en actos delictivos perpetrados por agentes del Estado, de forma autónoma o en complicidad con la delincuencia organizada.

Además, estos actos de violencia fueron ejercidos contra regiones e integrantes de grupos específicos de la población civil, elegidos bajo criterios de edad, sexo, condición socioeconómica, características físicas o por alguna condición de vulnerabilidad fija o transitoria.

Las víctimas son, por ejemplo, personas jóvenes, personas que se encontraban solas o en grupos numéricamente inferiores ante los agentes, habitantes de ciertas localidades, manifestantes, integrantes de sectores económicamente marginados o de sectores estigmatizados (como personas con adicciones, sin ocupación o que portan tatuajes en el cuerpo), e incluso contra personas que mostraron comportamientos que para la autoridad fueron indebidos, aunque no representaran delito alguno (como no detener la marcha del auto, vestir cierta ropa o actuar con reservas, nerviosismo o miedo en presencia de uniformados).

Personas que salieron a comprar comida, a trabajar, a la escuela, a atender necesidades básicas, a divertirse. En todos los casos identificados, no representaban amenaza alguna para la autoridad y, además, estaban indefensas, por lo que tampoco eran un riesgo para las autoridades. Las víctimas eran personas inocentes.

Al estar enmarcados en una confrontación armada, este tipo de ejecuciones están prohibidas por las leyes internacionales de la guerra, establecidas en los Convenios de Ginebra, ya que estas no solo aplican para conflictos entre países sino también para todo tipo de confrontación armada “que surja en el territorio” de los Estados firmantes. México suscribió estos tratados en el año 1952.

Esas normas internacionales, que rigen el comportamiento de los Estados firmantes durante confrontaciones armadas, prohíben que las fuerzas oficiales incurran en “atentados contra la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio en todas sus formas”, “la toma de rehenes” y “las ejecuciones sin previo juicio ante un tribunal legítimamente constituido, con garantías judiciales”.

También establecen que, en el marco de conflictos armados, todas las personas, pero particularmente los civiles, “serán, en todas las circunstancias, tratadas con humanidad, sin distinción alguna de índole desfavorable, basada en la raza, el color, la religión o la creencia, el sexo, el nacimiento o la fortuna o cualquier otro criterio análogo”.

Los hechos de violencia en los que se basa esta investigación podrían inscribirse en la definición de crímenes de lesa humanidad recogida en el Estatuto de Roma (ratificado por México en el año 2000), que da forma a la Corte Penal Internacional, al tratarse de asesinatos y desapariciones forzadas cometidas por integrantes de fuerzas gubernamentales “como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil”, para lo cual es requisito que exista “una línea de conducta que implique la comisión múltiple de los actos mencionados contra una población civil, de conformidad con la política de un Estado o de una organización”.

Desapariciones y ejecuciones “sistemáticas”
La mayor cantidad de asesinatos, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas atribuidas a autoridades federales y estatales mexicanas que esta investigación ha logrado identificar, se concentró en el estado de Veracruz, con un 20% de los casos; seguido de Tamaulipas (15%); Guerrero (10%); Michoacán (8%) y Chihuahua (6%).

Sin embargo, los datos recabados dan cuenta de que prácticamente en todo el territorio nacional se han registrado de forma reiterada este tipo de crímenes a lo largo de los 16 años que ha durado el conflicto armado interno.

Durante el gobierno de Felipe Calderón esta investigación identificó 444 asesinatos, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas atribuidas a fuerzas estatales y federales (sin que esto represente que son la totalidad de los casos ocurridos) perpetrados en 26 de las 32 entidades del país.

Luego, en el gobierno de Peña Nieto, esta investigación logró identificar al menos 713 crímenes de lesa humanidad documentados en 29 entidades del país. Finalmente, durante los primeros cuatro años de gobierno del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se han documentado al menos 308 crímenes de Estado en 29 entidades.

La acumulación de todos estos casos durante tres gobiernos diferentes y a lo largo de toda la geografía mexicana es una muestra de que el asesinato, la ejecución extrajudicial y la desaparición forzada son formas de violencia de Estado que se han ejercido de forma generalizada en contra de la población civil, en el marco de la política de seguridad vigente hasta el día de hoy.

“Fue el Estado”
De los 1.524 casos identificados en esta investigación, una tercera parte de las víctimas fue falsamente presentada por las autoridades como personas con actividades o antecedentes delictivos, o bien, como responsables de su fallecimiento o desaparición por su forma de vida o un comportamiento imprudente. Así, la criminalización es otro comportamiento sistemático por parte de las autoridades.

A través de consultas de Transparencia, las 32 Fiscalías de Justicia del país reportaron haber iniciado investigaciones penales contra 241 funcionarios federales y estatales por asesinatos, ejecuciones y desapariciones cometidos durante el periodo de la guerra, aunque los tribunales estatales informaron que sólo contra 87 se emitió sentencia condenatoria. Las autoridades no pudieron aclarar el número de víctimas de dichos funcionarios públicos.

Cabe destacar que, durante esta investigación, no se ha logrado identificar ninguna sentencia emitida contra altos mandos de corporaciones federales o estatales por delitos de homicidio, ejecución extrajudicial o desaparición forzada cometidos entre 2006 y 2022, sino sólo contra elementos de tropa o mandos menores.

A la luz de esta información, para muchos la consigna “Fue el Estado”, con la que distintos sectores de la población han señalado la responsabilidad de los grupos en el poder durante manifestaciones contra la guerra a lo largo de estos 16 años, pierde su sentido metafórico y se vuelve literal. Para ellos, el responsable de los hechos aquí señalados es un Estado mexicano que ha extendido a sus agentes un permiso tácito para matar y para hacer desaparecer a personas.

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Re: Policías del Mundo y Asociaciones Policiales
« Respuesta #1479 en: 20 de Septiembre de 2023, 07:43:20 am »