Tribunales
Tres cazadores se enfrentan a siete a?os por intentar matar a un policía
Al decir que era policía me pegaron con más ganas y casi me linchan?
El agente municipal confiesa en la Audiencia que temió por su vida y los tres cazadores acusados niegan haberle disparado tras quitarle la pistola ?para evitar que nos matara?
los tres acusados, en el banquillo, ayer, durante su declaración.
Tomás Fernandez de MoyaPilar Mu?oz
?Al decirles que era policía me golpearon con más ganas y si me quedo quieto me linchan?, declaró ayer en la Audiencia provincial de Ciudad Real el policía local de Alcázar de San Juan que ha sentando en el banquillo a tres cazadores que asegura que intentaron matarle tras arrebatarle la pistola.
Los hechos ocurrieron sobre las nueve y media de la noche del 24 de junio de 2003 en un coto de caza de la comarca de Alcázar, entre Arenales de San Gregorio y Cinco Casas, donde, por un lado, se encontraban los acusados cazando con tres galgos y, por otro, el agente revisando los comedores de perdices. Uno de estos perros desencadenó unos hechos que pueden costarle a los procesados siete a?os de prisión. Ayer, ante el Tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia, negaron los cargos que se le imputan, un delito de homicidio en grado de tentativa.
Los tres encausados declararon que no dispararon al policía local porque en su ánimo no estaba matarle. ?Fue él quien sacó el arma, nos insultó (haciendo referencia a su etnia gitana), nos apuntó y si no le quitarmos el arma, hoy no estaríamos aquí?, aseguró E. G. R., el acusado que, según el agente, le dio una fuerte patada tirándole al suelo y arrebatánle la pistola. Seguidamente empu?ó el arma y, con ánimo de matarle, apretó el gatillo varias veces sin lograr efectuar ningún disparo ?al no estar montada la pistola?, según la versión del policía, totalmente contraria a la de los cazadores. Éstos aseveraron que el municipal se llevó uno de sus galgos y por ello salieron tras él.
Sin embargo, el policía, tras confesar que temió por su vida, afirmó que el perro llegó donde él estaba y al no ver a nadie cerca, en la creencia de que se había perdido, lo cogió y lo metió en su coche ?con intención de llevarlo a la protectora de animales?. Una vez en el vehículo, vio por el espejo retrovisor que se aproximaba una furgoneta ?a gran velocidad, tocando el claxon, dando las luces y haciendo aspavientos y voceando los tres ocupantes, hasta empujar mi coche con su furgoneta?.
Fue entonces cuando decidió dirigirse a la gasolinera de Arenales de San Gregorio ?para pedir ayuda porque suele haber gente?. Al llegar, siempre según la versión del agente, ?no me dio tiempo a bajar del coche, ya que me sacaron por la fuerza y comenzaron a golpearme?. E. G. R. fue, según el municipal, el primero en propinarle una serie de golpes, mientras los otros dos le insultaban.
El policía negó que estuviera esperando a los cazadores con la pistola en una mano y un 'spray' lacrimógeno en la otra, como sostuvieron los procesados. Respecto al arma que llevaba declaró que no era la pistola reglamentaria, subrayando que tiene permiso para portarla. Explicó que cuando empezaron a golpearle le rompieron el chaleco, dejando a la vista la pistola, que ?protegí para que ninguno pudiera hacerse con ella?, pero en un forcejeo cayó al suelo y fue cuando la cogió E. G. R., quien, según el policía, intentó dispararle sin conseguirlo. Instante en el que se la arrebató J. A. T. G., quien, con el mismo ánimo, apretó varias veces el gatillo, corriendo el agente hacia los surtidores para protegerse, según su relato de hechos. Aseguró que todo ocurrió a unos diez metros de la tienda de la gasolinera, donde pasó para pedir ayuda sin recibirla. Con la misma rotundidad declaró que no apuntó con la pistola a los cazadores, ni con el rifle que sacó de su coche al ver a uno de los acusados buscar algo en su furgoneta, ?un objeto contundente o un arma para matarme?. Solo utilizó el 'spray' para ganar tiempo y huir.
Sin embargo, los acusados afirmaron que los que temieron por su vida fueron ellos y que le quitaron la pistola para llevársela a la Guardia Civil, ?pero, como somos así, se la devolvimos porque nos dio lástima cuando nos dijo que tenía cinco hijos y que le íbamos a arruinar la vida?. Reconocieron que se quedaron con las balas, hecho que justificaron volviendo a decir que era para que no les matara. Al día siguiente, ?se la llevé a la Guardia Civil?, dijo uno de ellos.
En la primera sesión del juicio, que continúa hoy con la declaración de los testigos, también se visionó la grabación de las cámaras de seguridad de la gasolinera que registraron los hechos.