La reelección a finales de 2009 como jefe de Estado del presidente Traian Basescu (del partido demócrata liberal, PDL), en unas elecciones sospechosas de fraudulentas y por un pequeño margen de ventaja, para un segundo mandato de cinco años supone poner fin a una crisis política de más de dos meses desde octubre de 2009. Durante ese período Rumania, encaminada hacia una seria recesión, estuvo gobernada por un ejecutivo provisional. El primer ministro Emil Boc, también reelegido, acaba de constituir un nuevo gobierno liberal. Rumania, integrada en la OTAN desde 2004, es uno de los Estados más pobres de la Unión Europea, a la que se adhirió en 2007.
Es evidente que el acuerdo concluido en marzo de 2009 con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Unión Europea (UE), el Banco Mundial y otros prestamistas para una ayuda de 20.000 millones de euros no servirá desgraciadamente para que la población pobre se libere de la crisis financiera que sufre el país. Como es habitual, cada vez que el FMI concede un préstamo, esta institución se inmiscuye en la política económica del país, en este caso para reformar el sistema de pensiones y reducir los salarios de los funcionarios públicos, impidiendo cualquier acto soberano del gobierno. Para conseguir esto, asfixiando aún más una economía maltrecha, el FMI bloquea junto a la UE una parte del préstamo, de 2.500 millones de euros, que Rumania debía recibir desde noviembre de 2009. De igual modo y en el mismo momento que en el caso de Ucrania, |1| el Fondo, despreocupándose de los efectos de la crisis económica que afectan a los más pobres, ejerce este bloqueo para presionar en las negociaciones sobre la satisfacción de sus exigencias neoliberales.
Ya en el mes de agosto Jeffrey Franks, responsable del FMI y en ese momento en plenas conversaciones sobre el futuro económico del país, anunciaba que las autoridades deben reducir la masa salarial del sector público, del actual 9% del PIB hasta llegar a un 6% en cinco años. Franks calcula entonces que las condiciones impuestas a Rumania son «ambiciosas pero realistas» y «adaptadas al país». Pero ésta no parece ser la opinión de la población que realizó una importante movilización: el 7 de octubre de 2009 salieron a la calle miles de personas para manifestarse en contra de las medidas de austeridad del gobierno. Además aparecen otros frentes de movilización –un signo de efervescencia social–, como en la multinacional Alcatel Lucent, donde los asalariados decidieron crear su primer sindicato y comenzar una huelga para defender sus derechos (la multinacional, presente en Rumania desde hace 18 años, prevé la transferencia del 30% de sus empleados hacia el subcontratista indio Wipro). |2|