Aketxa, no sé si voy a responder correctamente a lo que preguntas, pero voy a responder lo que pienso al respecto.
Primero decir que sobre la crisis económica ha habido muchísima desinformación, información mediatizada por parte de la oposición para tratar de culpar de lo ocurrido al gobierno y por este para defender sus medidas. Tan sólo hay que ver lo que se dice, o decía, en otros países. En Italia la crisis era “psicológica”, para Esperanza Aguirre los demás tenían una crisis financiera y nosotros real, en Alemania o Reino Unido que vivieron mucho tiempo como ricos y no lo eran tanto...
Siempre me ha sorprendido que ante el estallido de la burbuja, en los primeros tiempos, desde el gobierno, se avanzara que la economía caería tan sólo uno o dos puntos cuando, de todos es sabido, la construcción representaba entre el 10-12% del PIB.
Esta situación de bonanza hizo que la gente tuviese trabajo, los bancos, con créditos hipotecarios a 35 años encadenaban a sus clientes, la gente pedía dinero al banco para consumo. Buena parte de la actividad económica se hacía en base al creciente endeudamiento y podían hacerlo, el crédito estaba barato y los países con superávit no tenían inconveniente en prestárnoslo (pedíamos dinero al extranjero por una cantidad equivalente al 10% anual de tal modo que cuando los sucesivos gobiernos alardeaban de estabilidad presupuestaria pasaban por alto el endeudamiento neto del país -publico más privado- que sostenía el crecimiento).
Ahora la crisis es global. El creciente desempleo (en el caso de España, en otros países tienen otros problemas) hizo que la morosidad bancaria se disparase y los bancos empezasen, en consecuencia, a dejar de inyectar dinero a la economía. El miedo al desempleo, al mismo tiempo, hizo que los ciudadanos casi doblasen la cantidad de sus ingresos que dedican al ahorro detrayéndolo del consumo y agudizando así la crisis, las empresas venden menos y siguen despidiendo. Es una espiral descendente.
Y ahora empiezo con la respuesta a la segunda pregunta ¿qué hacer? Ante esto los economistas se inclinan por dos opciones: por un lado aquellos que confían en el mercado y entienden que la administración debe intervenir lo mínimo. Hablan de flexibilidad laboral, de rebajas de impuestos. Dicen que la economía debe caer para resurgir, por si sola, con mayor fortaleza. Las menos adaptadas caerán y las restantes serán más competitivas. Aseguran, como hace el PP, que estas medidas son eficaces. Letonia ha seguido este modelo, su PIB ha caído un 25% en dos años y es el único país de la UE con mayor desempleo que España.
Por otro lado están los que dicen que ante la falta de consumo de ciudadanos y empresas la única opción es que sean los gobiernos los que, a base de deuda, generen la demanda que, al menos, estabilice la actividad hasta que el mercado se recupere. Se trataría de dar un empujón a un ciclomotor para que arranque. Casi todos los países han optado en un primer momento por este sistema (por eso el enorme incremento de la deuda en casi todos los países). Pero, en concreto preguntas ¿no es mejor invertir en I+D+I? sobre esto han escrito muchos economistas y la repuesta es variable. En un momento en que la economía se desploma literalmente, algunos entendían que la reacción tiene que se inmediata, obras que no requieran de gran planificación de estudios de impacto ambiental... en definitiva, la reacción, el gasto, tiene que ser inmediato. Esta fue la opción de España. Otros opinan que la crisis va para largo y, por ello, es conveniente mirar no solo al corto sino al medio y largo plazo. Este modelo tiene el inconveniente de que sus resultados se posponían en el tiempo y la ventaja de que, a la larga, los efectos multiplicadores serían mayores.
Las dos opciones tienen argumentos a favor y en contra y los medios, habitualmente, exponen únicamente las que favorecen al partido de su cuerda.
Un saludo.