Vuelvo a explicártelo. No lo he utilizado conmigo, sino con pacientes que me dicen que las voces que sólo escuchan ellos les dicen cosas. Cuando, como tú, insisten en que yo tengo que oírlas, les digo que no se preocupen, que aunque yo no pueda oír lo que le dicen (que suele ser bastante chungo), conmigo no le puede pasar nada. Después, si buscan refugio, les abrazo y les hablo con calma. En tu caso, con un azucarillo y algo de forraje bastaría.
Salud y suerte.